La leyenda negra castellana (3): Por tierras de Machado

 

 “POR TIERRAS DE ESPAÑA”, es el tercer poema de “Campos de Castilla”, de Machado. Pero su contenido no ofrece duda sobre la tierra a la que se refiere. De hecho, su título primero iba a ser “Por tierras del Duero” y sólo a última hora cambió su título por el que finalmente tuvo.

Pero lo que quiero que se observe es que la visión de los castellanos (o españoles, aceptando el título “Por tierras de España”) que está aportando Machado coincide con la de los nacionalismos xenófobos, racistas y supremacistas y de odio a Castilla (el enemigo exterior, el otro: al que hay que odiar) que se sembraron en la periferia española desde mediados del XIX, y que coincide con los postulados que siguen vigentes hoy, en el XXI, en la concepción de esos movimientos.

El poema de Machado está transcrito más abajo, por lo que las apreciaciones que hago pueden leerse dentro de poco, de la propia pluma de Machado.

Cualquier aspirante a cargo público, a “president” o “lehendakari”, a mero diputado nacionalista o a asociación subvencionada en algunas comunidades españolas asentiría absolutamente a las afrentas y al desprecio, al desdén y a la infamia con que está tratando Machado a Castilla o a España (según a quién se dirija, en definitiva).

De hecho, sólo hay dos diferencias entre el discurso machadiano que en este poema se lee y lo que en la actualidad conforma el “pensamiento” nacionalista en determinados lugares de España:

A/ Machado lo expresa infinitamente mejor, con mayor elegancia, rima y belleza.

 

B/ Machado lo hace “desde dentro”. Se supone que es un enamorado de la Castilla a la que agravia y un intelectual que reflexiona sobre España.

 

Sobre lo segundo, ya he dicho qué corriente de pensamiento conforma su reflexión: el de la periferia nacionalista.

Sobre lo primero, es la imagen que ha enseñado la escuela como propia de los castellanos a los propios castellanos. Y los bellos pero ofensivos versos machadianos se han interiorizado en los educandos castellanos, desde los primeros años que se enfrentan con la lectura, desde su más tierna y acrítica infancia. 

 

Y ahora recordemos los versos machadianos (que son los entrecomillados), a los que he añadido unos versos míos (los que no llevan comillas) que publico por primera vez en GuadalajaraDiario:

 

(Ambos poemas vienen abajo, pero por si no se leyera bien, pueden leerse también en:

 

http://blogs.periodistadigital.com/juan-pablo-manueco/2018/05/15/por-tierras-de-machado-sobre-la-leyenda-negra-castellana/ )

 

 

                    I       La visión machadiana del soriano

 

“Pequeño, ágil, sufrido, los ojos de hombre astuto,

hundidos, recelosos, movibles; y trazadas

cual arco de ballesta, en el semblante enjuto

de pómulos salientes, las cejas muy pobladas”.

 

Estás pintando bien a un claro -aunque humano- bruto.

Flaco al menos, demacrado… No se da panzadas

con riqueza que roba a otros. Otro más astuto

lo inculpara al cejijunto, de hebras mal domadas.

 

“Abunda el hombre malo del campo y de la aldea,

capaz de insanos vicios y crímenes bestiales,

que bajo el pardo sayo esconde un alma fea,

esclava de los siete pecados capitales”.

 

No es reprensión de corte y alabanza de aldea

la tuya… Se nota no aprecias estos terruños

ni a esta gente que siempre el vicio y el mal planea.

¿Te nombran su poeta bestiales tan garduños?

 

“Los ojos siempre turbios de envidia o de tristeza,

guarda su presa y llora la que el vecino alcanza;

ni para su infortunio ni goza su riqueza;

le hieren y acongojan fortuna y malandanza”.

 

  1. La leyenda negra castellana

 

Verdaderamente, una gente mala, Machado.

Tienes bien aprendida canción nacionalista

que más de medio siglo antes de ti ya ha creado

visión perversa a Castilla que repele a vista.

 

Por tus años, escribía Julio Senador

su “Castilla en escombros”, regeneracionista,

y Macías Picavea había escrito… Amor

a Castilla viera. No en tu descripción de artista.

 

Si una España, otra aún más fuerte leyenda negra

-desde el XIX- Castilla hundida arrastra.

De ella bebes, Machado. ¡Tu poetizar se integra

y aún asciende a cumbre tal perversa pilastra!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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