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XXXIV: Horche en ascuas

 

XXII.- 157… Y vamos terminando tal y como anuncié hace más de cincuenta días. La verdad es que el tiempo pasa volando y uno no se da cuenta de ello, hasta que el jefe le llama suavemente la atención.

Hoy volvemos al tema de los artículos de don Epifanio, esos bellos e interesantes artículos que fue publicando semana tras semana en el periódico entonces llamado Flores y Abejas, que tan buen recuerdo dejó entre las gentes de Guadalajara por su seriedad y contenido. Artículos que don Epifanio recogió en una gavilla amplia y amorosa que quiso denominar Guadalajara por dentro, puesto que de eso se trataba, de ver con los ojos sencillos de la curiosidad los entresijos de lo cotidiano, a través del comentario breve, fácilmente comprensible por todos los lectores, a veces irónico (o con cierta retranca) y siempre con un suave gracejo y gran humanidad… Fiestas populares, aspectos religiosos, hechos acaecidos que todavía vibraban en los comentarios atrevidos de la gente de la calle, obras públicas que no aprobaba en sentir general, comentarios generalizados, libros recién salidos… Ese mundillo interno que da vida a una ciudad “de provincias” como era (y sigue siendo) esta Guadalajara del día tras día, tan querida y, al mismo tiempo, tan vilipendiada (unas veces con razón y otras no).

Don Epifanio, ya llegado el mes de diciembre, se adelanta en su comentario a la celebración de una de las fiestas mágicas del calendario festivo: La Inmaculada Concepción de María (la Purísima, la Blanca, la sin pecado, la Tota Pulchra), y lo hace homenajeando a un poeta ya desaparecido, que al decir de Cela vino a ser “La voz honda y católica de la Alcarria”: Jesús García Perdices, trasladando unos versos de su poemario Río de Piedras (97) que hacen al caso y dicen así:

“Eres Tú la Inmaculada Madre de nuestra nación, la sublime inspiración de nuestra España adorada.

Eres limpia azucena reina de la castidad y esa espiritualidad que todos tus actos llena”.

Que sirve de pórtico de entrada a la celebración que de dicha fiesta se hace, se sigue haciendo, cada día con mayor interés, en la cercana villa de Horche (u Orche), -al decir de algunos, pues que la hache al comienzo del nombre no fue más que un error, una “falta de ortografía”, de un secretario de ayuntamiento, que llegó de otra provincia y así quedó el nombre (lo que aviso para posteriores estudios toponímicos)-.

Una fiesta con ribetes de fuego en sus vísperas, puesto que la Hermandad de Esclavitud de la Purísima, nacida en el siglo XVI y hoy compuesta por doce hermanos, enciende otras tantas hogueras a la puerta de sus casas, una por cada hermano, que vienen a simbolizar las doce estrellas de las que habla San Juan en su Apocalipsis.

Hasta aquí el artículo gozoso de don Epifanio, la nota de prensa que recuerda al lector la fiesta, su fecha y el honor a quien se hace, para que el lector, si quiere y puede, asista a ver con sus propios ojos esas luminarias que los más atrevidos osarán saltar, o simplemente acudirán a calentarse -que la noche es fría- y ya de paso tomar una copilla de vino dulce con unas pastas que le ofrecerán los horchanos con su tradicional afabilidad (98).

Pero hay algo más. Sí. Quisiera dar a conocer también a ese otro lector que profundiza en las cosas y quiere tener algún dato más concreto acerca del origen de esta fiesta y, especialmente sobre las fogatas que iluminan tan estrellada noche y alumbran las angostas callejas produciendo sombras fantasmales en sus paredones encalados.

Sigo al Padre fray Juan de Talamanco, autor de una interesante Historia de Orche:

“… los esclavos son solamente doce, escogidos como estrellas de la gente distinguida del pueblo, porque han de coronar con sus luces a la escogida, y rodeada de Sol, por eso es de su obligación mantener cada uno su antorcha o hacha, y poner luminarias la noche de víspera de la fiesta de la todo hermosa” (99).

De donde puede deducirse que la costumbre de encender las mencionadas luminarias viene del año 1670, y que tal costumbre se ha mantenido desde su creación hasta los tiempos actuales -casi trescientos cincuenta años- sin apenas variaciones.

Las hogueras que se hacen a la puerta de la casa de cada hermano son de tamaño “mediano”, mientras que la que se prende ante la del “esclavo mayor”, es más grande y todas juntas representan la pureza de la Virgen. Curiosamente, son muchos los jóvenes atrevidos que las van saltando del mismo modo que se van siguiendo las estaciones o monumentos de Semana Santa, con lo que quienes las saltan también terminan purificándose por impregnación (100).

        José Ramón LÓPEZ DE LOS MOZOS

NOTAS

(97) GARCÍA PERDICES, Jesús, Río de Piedras, Guadalajara, 1950.

(98) HERRANZ PALAZUELOS, Epifanio, Guadalajara por dentro, op. cit., p. 328 (Flores y Abejas del 4-XII-1991).

(99) TALAMANCO, P. Juan de, HISTORIA / DE LA ILUSTRE, Y LEAL / VILLA DE ORCHE, / SEÑORA DE SI MISMA, / CON TODAS LAS PRERROGATIVAS / DE SEÑORIO, Y VASSALLAGE. / ESCRIVIALA / EL PRESENTADO FRAY JUAN TALAMANCO, / Penitenciario Apostolico, seis veces Redentor en Africa por la Provincia / de Castilla, y Chronista General de ella, y de las de America, / del Real, y Militar Orden de N. S. de la Merced. / [Escudo de la Orden de la Merced] / DEDICADA / A LOS SEÑORES CAPITULARES DE LA MISMA VILLA / [línea horizontal] / en la Imprenta del Convento de nuestra Señora de la Merced / Año de 1748., 2.ª ed. Guadalajara, Alberto García Ruiz. Asociación P. Talamanco, 1986, pp. 210-211.

(100) LÓPEZ DE LOS MOZOS, José Ramón, Fiestas Tradicionales de Guadalajara, 3.ª ed., Guadalajara, Diputación de Guadalajara, 2006, p. 159. Idem., Guadalajara, Fiesta y Tradición, Guadalajara, Ed. Nueva Alcarria, 2005, p. 360.

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