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Miedo en Cuatro Caminos

No sé usted, pero yo tengo miedo cuando circulo por Cuatro Caminos. Tengo miedo cuando conduzco. Y tengo miedo cuando me toca el papel de peatona. Y no me gusta esa sensación.

Cuando conduzco ando con mil ojos para salir rápido de los accesos a la vez que vigilo que ningún peatón esté cruzando el paso de cebra entre los coches. O que no haya ningún coche que me embista porque no vea a tiempo que voy en dirección Zaragoza.

Y muchos dirán que eso es lo normal. Que eso es conducir. Pero no. Lo de Cuatro Caminos es otra cosa.

Y lo es más cuando eres un peatón. Ahí no tienes escapatoria y el despiste de un coche o de un camión o de un peatón, puede salir muy caro. Cómo le ocurrió a la alumna del Diocesano, o a la mujer que cruzaba en la zona de Hercesa, o al anciano atropellado en junio, o las ancianas que fueron arrolladas por un camión que daba marcha atrás. Y todo eso pasó, en Cuatro Caminos. Y no en medio de la carretera. Ocurrió en los pasos de cebra.

Hoy los padres del colegio Diocesano están revolucionados , y con razón, por lo ocurrido a una alumna del colegio, y porque piensan que sus hijos usan esos mismos pasos de cebra dos veces al día.  Y lo  mismo piensan los padres del colegio de los Agustinos que está unos metros más arriba. Y cientos de ciudadanos que cada día cruzan esos pasos de cebra, sorteando coches, para llegar al Hospital.

El nudo de Cuatro Caminos que une dos supercarreteras dentro de lo que es el casco urbano de Guadalajara tiene que cambiar. Y es urgente. Se lleva hablando de una nueva conexión entre la A2 y la N 320 entre los Faroles y Yebes, más de diez o doce años. Pero nada cambia.

En junio y en septiembre Diputación y Ayuntamiento llevaron esta necesidad al Ministerio de Fomento en dos reuniones, el Ministerio no lo vio mal a petición, pero no hemos sacado de ahí más que una foto.  Las administraciones tienen que seguir exigiendo ese nudo pero mientras tanto hay que actuar y hacerlo ya.

Le guste o no la patata caliente la tiene en sus manos el Ayuntamiento de Guadalajara y es el que tiene que dar una respuesta a sus vecinos. Sin olvidar la petición a Fomento, por supuesto, pero hay que buscar soluciones.

Los padres del Diocesano han tenido reuniones con el ayuntamiento, han pedido semáforos y han pedido más policías, pero no se sienten escuchados. Todos hemos visto ese informe firmado por la concejala de tráfico diciendo al director del colegio Diocesano que no se pueden poner semáforos en los pasos de cebra porque habría grandes retenciones de tráfico. Y la concejala tiene razón. El caos seria monumental, pero lo que está claro es que algo hay que hacer.

Hay alternativas. Todas caras y complicadas, es cierto, pero hay que buscar alguna. Y hay que hacerlo sin demora.

Una opción es construir una pasarela una vez sobrepasado el puente. Las hay a montones en los alrededores de Madrid ¿por qué no en Guadalajara mientras se soluciona el nudo de los Faroles?

Otra construir un acceso subterráneo. Hay quien lo considera inseguro porque se pueden producir actos vandálicos en su interior pero, desde luego, eliminaría la inseguridad de los peatones durante las horas de más afluencia.

Otra alternativa está en el segundo acceso al hospital. (Ese que tiene que ir por detrás del centro sanitario a desembocar en la Piscina Sonia Reyes y que nadie quiere pagar). Un acceso más “urbano” que ayudaría a rebajar la presencia de peatones en Cuatro Caminos.

Y habrá más que los expertos podrán proponer. Ninguna es la solución perfecta pero algo hay que hacer porque los vecinos quieren, queremos, circular y andar por la zona con tranquilidad.  Sin miedo.

 

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