Por lo menos que me tomen la tensión

La asociación que representa a los empresarios de gasolineras de la provincia, reclama la supresión del llamado céntimo sanitario; y yo les doy la razón. Empezando por la filosofía del impuesto, de muy dudosa legalidad, según entiende la Comisión Europea. Y es que fiscalmente hablando, esto del céntimo sanitario es una inmensa chapuza. El contribuyente corriente ya paga sus impuestos en la declaración de la renta, luego el dinero lo recibe el gobierno que es el que, en el ejercicio de sus competencias, decide cómo lo reparte y a qué administraciones. Si el gobierno central o las autonomías, quieren que haya más dinero para la sanidad, pues con destinar más fondos a ella asunto arreglado. ¿Quién se lo impide? Pero no, como no tienen bastante, hay que sablear a los conductores con una doble fiscalidad, manifiestamente injusta.
Reflexionemos: ¿por qué demonios tienen que pagar los conductores un recargo cada vez que compran gasolina, por el mero hecho de tener un coche, y no lo hace el ciudadano que va en taxi a la ópera y después se fuma cuatro cohibas, y se convierte en un paciente de riesgo? ¿Es que a los contribuyentes que tenemos coche nos van a tratar mejor el día que tengamos que ir al hospital o al ambulatorio?
El gobierno ya sabe que esto es un disparate, y llegó a plantearse la supresión para 2013, pero al final nada de nada. Y así tenemos que todas las comunidades autónomas, menos Canarias, nos gravan con un sobrecargo de 2,4 céntimos cada litro consumido. ¿He dicho todas? ¡Qué va! Cataluña, Asturias, Galicia, Madrid, Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha no tuvieron suficiente con esa media estocada al contribuyente, y para 2013 aprobaron subir el recargo al tope máximo: 4,8 céntimos por cada litro repostado. Y eso que algunos de sus presidentes/tas, dicen, soy muy liberales y no les gusta subir los impuestos. ¡Vaya tropa, señor conde! Eso sí, por lo menos en CLM han tenido la gentileza de devolverlo a los transportistas profesionales.
Pero esto no resuelve el problema, y los empresarios de gasolineras están espantados, porque la venta de combustible ha caído en Guadalajara una media del 42%, se han perdido 97 puestos de trabajo, han cerrado gasolineras y se avecinan “eres” y más despidos. Un panorama tenebroso.
Aunque esta bajada de las ventas se debe fundamentalmente a que hay menos coches en las carreteras, por la crisis, los gasolineros también lo achacan a ese famoso céntimo sanitario, ya que cada vez son más los usuarios que se cruzan la provincia sin repostar y lo hacen en las comunidades vecinas de Aragón o Castilla y León, que solo tienen un sobrecargo de 2,4 céntimos. Otra vez el dichoso “efecto frontera”, especialmente puñetero en una provincia como Guadalajara, periférica de Castilla-La Mancha, y sin embargo vecina de aragoneses, madrileños y castellano-leoneses. Cosas de la vida y de nuestro disparatado mapa autonómico.
Los empresarios de gasolineras de Guadalajara se quejan de que este efecto frontera nada tiene que ver ni con el libre mercado, ni con la igualdad de oportunidades. Y yo añado más: el día que nos inventamos las autonomías en España, ese día se jodió la unidad de mercado en este país. La próxima vez que vaya a echar combustible, voy a exigir al gasolinero que por lo menos me tome la tensión con esos 4,8 céntimos sanitarios por litro. O que Echániz nos ponga unas enfermeras de guardia, de esas que le sobran en los centros de salud. ¡Qué menos con lo que nos cobra!

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