Eje cultural: los experimentos con gaseosa

Más pronto que tarde empezarán las obras en la antigua carretera de Zaragoza y aledaños de Santa María, que ahora el ayuntamiento denomina el “Eje Cultural”, que desde luego queda mucho más fino y glamuroso.

Tales obras, tanto por su coste (unos 3,5 millones de euros) como por su duración (entre pitos y flautas parece que nos vamos a más de un año) son el proyecto de infraestructuras más importante de la legislatura, por lo que sería deseable acertar lo más posible con la tecla, aunque sea por lo que nos va a costar la fiesta.

Lo que más me gusta: por fin se va a abordar el arreglo de una vía urbana ciertamente degradada, y que no ha sido sometida a una gran actuación desde que dejó de pasar por ella la carretera de Zaragoza o Nacional-II. Nada que reprocharr, por tanto, a lo que nos anuncia a los vecinos en su carta el concejal de Infraestructuras Jaime Carnicero, quien entre otras cosas dice que se renovarán las redes de saneamiento y abastecimiento, el alumbrado, las aceras y el asfalto; y que para ello se empleará un aglomerado de reciclado de neumáticos y baldosas fotocatalíticas, que deben ser la repera limonera, porque absorben hasta la contaminación.

La obra incluye también la eliminación del aparcamiento libre que había en el solar del antiguo colegio del Banco, y que va a ser sustituido por un aparcamiento de pago con capacidad para alrededor de 120 vehículos.

Todo esto me parece bien.
Hacía falta. Pero me entran grandes dudas con la decisión del Ayuntamiento de hacer de una sola dirección Ramón y Cajal e Ingeniero Mariño (la antigua carretera de Zaragoza) que a partir de entonces sólo se podría recorrer en versión bajada entre la plaza de Bejanque y Los Caídos. Todos los ayuntamientos de Guadalajara desde el de Javier de Irízar al actual han tenido sobre la mesa esta propuesta. Y todos al final no se atrevieron:¿Por qué? Porque la antigua carretera de Zaragoza carece de una vía alternativa paralela al otro lado del barranco del Alamín, y todos temieron en que el tráfico que se derivaría hacia otras calles de la ciudad acabase generando un atasco de padre y muy señor mío.

Leo en el nuevo boletín del Ayuntamiento que hay unas rutas alternativas para llegar a Bejanque desde el paseo de la Estación. Pero no es verdad. No hay alternativa nueva que valga, ya que ambas rutas que se califican como tales se puede utilizar en la actualidad: o bien subir por la cuesta del Matadero o por la avenida del Vado en Aguas Vivas. En esta actuación solo se abre una calle pequeñita, la prolongación de Pedro Pascual y apenas servirá para desahogar la entrada y salida del nuevo aparcamiento de pago.

Como es bien sabido en el Ayuntamiento, el principal riesgo de hacer dirección única la carretera de Zaragoza es saturar la cuesta del Matadero y la formación de embotellamientos permanentes en la rotonda de Hernando 17, en la confluencia de dicha calle con el paseo de Las Cruces. El riesgo es muy serio y dado el nivel de inversión que lleva consigo esta obra, por lo menos el Ayuntamiento debería hacer alguna prueba. Mi propuesta es sencilla: dejen una semana la vía objeto de actuación en una sola dirección y veamos cuál es la influencia en el resto del tráfico urbano. No nos vaya a pasar como con los autobuses, que partiendo de un diagnóstico adecuado –reducir sus frecuencias de paso- se llegó a un resultado incorrecto en la conexión de los barrios con el centro. Y ahora hay que estar remendando.

No confundan en el PP local su desahogada mayoría absoluta con tener siempre la razón. Porque torres más altas han caído. Hagan la prueba que les sugiero y consulten a los vecinos, si lo prefieren. Cuando se haya ampliado el tamaño de las aceras de ese denominado Eje Cultural, para que los turistas caminen más cómodos, me dicen, ya no habrá vuelta atrás posible.

Si el alcalde lo hubiera visto tan claro, él mismo habría firmado la carta a los vecinos, como es habitual en el protocolo del Ayuntamiento, y no un concejal. ¿O no?
Los experimentos, mejor con gaseosa.

P.D.- Cuando el portavoz de IU, José Luis Maximiliano, se preguntó en el último pleno que por qué no se podían hacer bodas civiles en la iglesia del Fuerte, la portavoz del PP, Isabel Nogueroles, podría haberle contestado que cuando se celebren bodas católicas en la sede de Izquierda Unida. El debate sobre la cesión del Fuerte a la Iglesia rozó lo esperpéntico. Nogueroles reprochó a Maximiliano su “totalitarismo “, pero defender que la Iglesia Católica no tenga la cesión de uso de la Iglesia del Fuerte, por supuesto que no es totalitario, simplemente son prejuicios antirreligiosos que pertenecen a un pasado del que la izquierda no debería sentirse orgulloso ni la derecha restregárselo por las narices. El que mejor lo entendió fue el Grupo Socialista, cuyo portavoz advirtió que no quería hacer frentismo con este asunto, y reclamó el mayor consenso posible sobre las condiciones de esa cesión a la Iglesia. Un convenio Iglesia-Ayuntamiento con el acuerdo entre el PP y el PSOE sería lo más inteligente que podría hacer este Equipo de Gobierno para asegurar su pervivencia en el tiempo.
Esto es lo que hay.

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