Archive for julio, 2013

Recaudar más sin subir los impuestos: ¡Qué ilusión!

De ser un país en el que casi nadie pagaba impuestos directos (estoy hablando de antes de la reforma fiscal de Francisco Fernández Ordóñez, que puso a España en el mapa fiscal europeo) hemos pasado a situarnos entre los países europeos con una fiscalidad más alta, situación que la crisis no ha hecho más que agrandar. Pendientes del resultado de algunas reformas para reducir el gasto público y el déficit, que el gobierno de Rajoy empieza tímidamente a poner en marcha, lo que básicamente han hecho los ejecutivos central y autonómicos es subir los impuestos a troche y moche para tratar de tapar el agujero recaudatorio que se había abierto por la caída de los ingresos fiscales al derrumbarse sectores enteros, como el de la construcción. Esto acentuó todavía más la caída de la demanda interna, y en esas estamos todavía, tratando de iniciar la senda del crecimiento positivo, y aunque parece que ya lo tenemos al alcance de la mano, los datos del segundo semestre de 2013 — la economía española cayó un 0,1% en ese periodo–, todavía nos indican que no hemos salido de la recesión. Así que ojito con los brote verdes.

Pero a lo que iba: ¿Y cómo es posible que con una fiscalidad tan alta como la española se recaude tan poco? Por el fraude fiscal y la economía sumergida, que en España no tiene parangón con los países europeos más desarrollados. Pendientes de una reforma fiscal, que quiera de verdad meter el bisturí en el paciente, han sido las clases medias y los perceptores de nóminas los que están cargando con ese mayor esfuerzo fiscal que se pide al contribuyente español, al mismo tiempo que ha visto cómo sus ingresos, o se han congelado o se han reducido drasticamente, con la consiguiente pérdida de calidad de vida. Un esfuerzo fiscal del que participan en menor medida los grandes patrimonios que se escapan por la gatera con esos instrumentos privilegiados de inversión, que se llaman Sicavs, y que tributan una mierda en comparación con las retenciones por el IRPF del españolito de a pie.

En esta escalada impositiva no se han quedado atrás los ayuntamientos españoles, a los que se les derrumbó todo el tinglado con el hundimiento de los impuestos relacionados con el ladrillo, y recurrieron a meter todavía más la mano en el bolsillo del contribuyente para mantener en pie  todo un armatoste de servicios, infraestructuras  y personal, que no hay cristiano que lo soporte, por mucho que algunos no lo quieran ver. ¡Ay Detroit, Detroit…,miedo me da!

Entre estos ayuntamientos inclementes con el vecino-contribuyente, ha estado el de Guadalajara, que no tuvo inconveniente en subir el impuesto por el que más recauda, el IBI o contribución, que se nos va por encima del 30% de media en los dos últimos años; y  acomodar las tasas a los costes reales del servicio, lo que produjo también algunos incrementos espectaculares. En fin, que este ayuntamiento del PP recurrió a métodos homologables con el manual económico de la izquierda más atrabiliaria , y encima se “compró” un emporio de la comunicación para darlo lustre, una medida inequívocamente liberal, por supuesto.

Ya tenía yo ganas de decir algo bueno sobre la política económica de este ayuntamiento, y aunque espero con mucho interés en qué va a acabar la agrupación de servicios municipales (vulgo, megacontrato), y en qué media supondrán  un ahorro de los costes y el inicio de  ese camino  que de forma un tanto cursi lo vienen a denominar “Smart city”, que a mí me suena a coche pequeño, no quiero dejar pasar por alto un anuncio que para mí tiene gran importancia. Me refiero a que el Ayuntamiento de Guadalajara ha cruzado datos con otras administraciones y ha detectado unas 2.000 unidades urbanas que no tributaban el IBI y en solo dos meses unas 800 que no estaban dadas de alta en el padrón de basuras. En total, estamos hablando de una bolsa  fiscal latente por la que el Ayuntamiento podría recaudar hasta casi 1,4 millones de euros, según los cálculos del concejal de Economía, Alfonso Esteban.

Felicito a toda su concejalía, si esta bolsa de fraude aflora finalmente y  algunos “despistados” empiezan a pagar impuestos de una vez: 1,4 millones de euros, que no es moco de pavo. Como decíamos al principio, la mejor manera de no subir impuestos es ser eficaces en la recaudación. Por lo que se ve, hasta ahora nuestro ayuntamiento no lo había sido; y por  eso ha recurrido a lo más fácil: subir  la presión fiscal a los que sí pagamos y no nos podemos escapar.

Desconozco si seguir mejorando técnicamente la recaudación formará parte de esa historia de la “smart city”, pero debería.

Esto es lo que hay. 1,4 millones más. ¡Ojalá!

¿Seguir a cualquier precio?

El otro día, un amigo con amplia experiencia en tareas de gestión y en asuntos públicos, me dijo que la situación de Rajoy era insostenible y que la presión en torno a él le abocaba a la dimisión. Yo le dije que no compartía su punto vista, y que salvo que saliera alguna prueba real de ese saco de culebras que guarda Bárcenas en Soto del Real, el presidente del Gobierno agotaría la legislatura, aunque su credibilidad y la de su partido iba a quedar muy mermada de cara a una cita con las urnas.

Vamos a ver. Bárcenas es un felón y un presunto delincuente, como se encargan de repetir mañana, tarde y noche quienes fueron sus compañeros de partido durante más de 30 años y algunos de lo que alegremente pusieron por él la mano en el fuego en las primeras horas de este escándalo. En este sentido, su credibilidad no es comparable a la del presidente del Gobierno. Entre Bárcenas y Rajoy, yo creo antes a Rajoy. Ahora bien, como dice el clásico, la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. Y aquí Rajoy, y sus fontaneros genovitas, tienen las de perder. ¿O es que todos los papeles de Bárcenas son falsos?

Evidentemente, no. Y es entonces donde surge una maraña de dudas, que está horadando como el peor óxido la legislatura, por lo que la presencia del presidente del Gobierno en sede parlamentaria es imprescindible, y no debería esperar a una moción de censura del Partido Socialista, que no tendría entonces ni pies ni cabeza. Rajoy tiene que salir al paso de esa firme sospecha que hay sobre una irregular financiación de su partido, decir lo que sabe y pedir perdón por lo que no supo, y sobre todo contestar claramente a una cuestión ética y moral: ¿Cobró él, sí o no, sobresueldos de su partido, como afirma el porquero de Agamenón desde la cárcel? Porque si lo hizo, el problema no es tanto que ministros y altos dirigentes del PP cobraran unas gratificaciones periódicas por su trabajo, eso simplemente es una cuestión a discutir, lo grave sería que lo hubieran hecho en negro y no hubiesen declarado a Hacienda. Aunque el delito o la falta hubiese legalmente prescrito, moralmente no se lo podría permitir un presidente del Gobierno. Y por eso los ciudadanos de este país, y los electores del PP los primeros, lo que quieren escuchar a Rajoy, sin más circunloquios, es que él no cobró sobresueldos en dinero negro y que se querellará personalmente contra los que así lo afirmen.

Si Rajoy sigue dando la callada por respuesta, podrá seguir gobernando, y así se lo dije a mi amigo, pero él se habrá achicharrado como líder político y habrá metido a su partido en un barreño de cemento fresco. ¿Pero… y la presión de la calle y de la opinión pública?, protestaba mi amigo.

Yo le respondí que esa no es la presión a la que más teme Rajoy. Lo que realmente le da miedo a Rajoy son los mercados y la prima de riesgo, y mientras los poderes fácticos europeos y empresariales no le envíen a Rajoy signos evidentes de contrariedad, puede colegir que puede seguir como si tal cosa, incluso sin acudir al parlamento y esperar a que la tormenta pase. En el ambiente se respira que hay algo todavía peor que la corrupción, y es la inestabilidad de quinta economía de Europa. Es cierto. Pero algo huele a podrido en Dinamarca; y no me gusta.

Por eso respondí a a mi amigo que Rajoy, parapetado en su confortable mayoría parlamentaria, podría tener la tentación de seguir, sin dar mayores explicaciones. No hay que olvidar que los ataques externos, como los que sufre Rajoy, hacen coraza en torno al que los padece, y sobre todo si estamos hablando de un partido de Gobierno.

¿Pero cuál sería el precio a pagar en cuestión de credibilidad, en un líder político que nunca la tuvo alta, como apuntó mi compañero Fernando Pastor en su blog?

Que en todas las encuestas, la credibilidad de Bárcenas sea superior a la del presidente del Gobierno, e insisto en que yo quiero creer al presidente de mi Gobierno, sería una losa de la que difícilmente se podría librar del PP, por los siglos de los siglos.

Esto es lo que hay.

El folletón del verano

Decía en mi último post que esas cuatro horas con Bárcenas y lo publicado por Pedro J. «solo son un preludio de lo que vendrá después y que lógicamente forma ya parte de la estrategia de defensa de un preso que tiene todavía que ser juzgado. Por lo tanto, Bárcenas solo enseñó la patita».
Y la novela continuó al domingo siguiente. El mismo periódico que se ha convertido en la albacea de sus secretos publicó un ramillete de SMS escogidos con el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, que se intercambiaron, como mínimo, desde mayo de 2011 a marzo de 2013. Se supone que Bárcenas ha acopiado muchos más, y presumiblemente con otros altos cargos del PP y el gobierno, y dado que como estrategia de defensa esto no va a ninguna parte, porque no tiene base jurídica, lo que da a entender es que el ex tesorero del PP actúa por despecho contra Rajoy, al que pretende derribar, una vez que ya no es posible urdir nuevos chantajes.

Los supuestos mensajes con Rajoy, lo que demuestran es que nuestro presidente del Gobierno es un alma cándida al cruzarse SMS con un tipo que tiene pinta de haber guardado todo, hasta la última colilla de un puro, con todos los que hablaba, algo que solo se les ocurre a los delincuentes en potencia, y que se intuye será una mina de noticias para que Pedro J. pueda seguir vendiendo periódicos en verano, como si se tratara de un folletón de misterio para leer tumbado en la playa. De toda esta historia, que acabará dando lugar a una nueva teoría de la conspiración, es el periodista amanuense el que tiene los intereses más claros. Lo suyo es vender periódicos y volverse a colocar en el epicentro de la actualidad en un caso que sus rivales de Prisa le llevaban la delantera desde que publicaron los primeros papeles de Bárcenas.

¿Y demuestran algo más los SME entre Bárcenas y Rajoy? Pues tratándose de un tipo como Rajoy, tan poco claro en sus exposiciones verbales, tampoco podríamos esperar excesiva precisión en estas píldoras epistolares. Pedro J. y la oposición interpretan que Bárcenas guardaba silencio por el apoyo que le prestaba Rajoy. Pero el PP replica que lo único que se demuestra es que Bárcenas no lo consiguió porque Rajoy no se plegó al chantaje y Bárcenas está en la cárcel.
De su mera lectura, ciertamente no se puede colegir que Bárcenas se saliera con la suya en la exigencia más clara que trasladó a Rajoy, la sustitución de las dos fiscales de Anticorrupción, a quien el ex tesorero consideraba unas “sectarias” porque habían sido nombradas por el ex ministro socialista Fernández-Bermejo. Bárcenas no lo consiguió, las fiscales siguieron con su trabajo, Ruiz-Gallardón se mantuvo en su sitio y aquel está en la cárcel. Esto es incontestable.

¿Y qué hizo Rajoy mientras tanto? Pues por lo que traslucen los mensajes, mandarle mucho cariño, se supone que para que no se pusiera nervioso, y esperar pacientemente el desarrollo de los acontecimientos. Es decir. Rajoy en estado puro.

Mucha tranquilidad es lo que Rajoy ha impuesto a su partido desde el convencimiento de que el tiempo pasará y la basura que vaya arrojando Bárcenas no va a tener consecuencias jurídicas. Ya saben: lo de los sobresueldos y las presuntas comisiones. Tengo la impresión de que va a ser así, salvo que aparezcan nuevas pruebas con más sustancia incriminatoria que los mensajitos de este fin de semana. Pero no es menos cierto que el PP va a ser zarandeado ante la opinión pública, puede que haya incluso una moción de censura, y eso siempre trae consecuencias en un país que cambió las hogueras de la inquisición por las fallas. Pero el caso es quemar.

Esto es lo que hay. Hasta dentro de un rato.

P.D. Leo que desde la consejería de Fomento se apuntan como un «logro» que haya bajado un 6% la tasa de siniestralidad, que ahora es la más baja desde que hay estadística. ¿No tendrá algo que ver con que ahora tenemos en la región la tasa de actividad más baja, también desde que hay datos? En la construcción, donde se suelen concentrar los accidentes, tal y como nos explicaba el arquitecto Miguel Ángel Embid esa tasa de actividad se ha reducido hasta un 90 %. Así que un poquito de sosiego antes de lanzar las campanas al vuelo.

Bárcenas enseña la patita

No es lo mismo lo que declara un imputado para librarse de la cárcel que cuando ya está en ella o a punto de cruzar el umbral. Esto es lo que ha pasado con Luis Bárcenas en sus famosas cuatro horas con Pedro J., que no es precisamente el periodista la viuda de Mario en cuanto a ingenuidad y ternura.

Antes de entrar a la cárcel, Bárcenas defendía que en el PP no se habían cobrado comisiones, y que todo era legal. En la conversación con Pedro J., lo que el Tesorero da a entender es todo lo contrario. Que el PP se lleva financiando irregularmente los últimos 20 años y que los sobres iban y venían de las constructoras y empresas de servicios a Génova, y desde allí a los bolsillos de algunos dirigentes afortunados con los sobresueldos. Una parte de ese dinero se quedaba en el camino, para luego aparecer en las cuentas suizas del tesorero, ese fenómeno de las finanzas que gracias a su buen ojo logró acumular decenas de millones en los bancos helvéticos. Para que aprendan el Guindos o el triste del Montoro.

Se supone que lo publicado por Pedro J. solo es un preludio de lo que vendrá después y que lógicamente forma ya parte de la estrategia de defensa de un preso que tiene todavía que ser juzgado. Por lo tanto, Bárcenas solo enseñó la patita: que consistió en echar basura sobre Cospedal, a quien considera el origen de la deriva desdichada que lleva su caso. Entre todos los chascarrillos y sucedidos que cuenta a Pedro J. solo hay uno del que Bárcenas dé pistas, y es precisamente la supuesta comisión de 200.000 euros que él cobró para el PP de Castilla-La Mancha de una empresa contratista de Toledo. Curioso, ¿verdad?

Pero que Bárcenas sea un tipo aprovechado y despreciable, a quien Cospedal puso con buen criterio fuera de juego en Génova, eso no quita para que lo que él diga no merezca la pena ser investigado y llegar hasta las últimas consecuencias.

Los socialistas de Page, que ahora gobiernan en el Ayuntamiento de Toledo, están lógicamente encantados y ya han filtrado que se trata de la empresa Sufi, que recibió la concesión de la limpieza en la última etapa del gobierno del PP, el 15 de marzo de 2007, por un total de 43 millones en 7 años.

Pues bien, todo ello tendrá que ser investigado por la Fiscalía Anticorrupción y a partir de ahí, como sugirió Cospedal a Bárcenas, que cada palo aguante su vela.

De momento, lo que nos inspira el caso Bárcenas no es distinto a lo que pasó con Filesa y el PSOE, o ahora esos escándalos del Ere, que salpica directamente al PSOE andaluz y a algunos sindicalistas.

Los problemas de financiación de los grandes partidos no se han resuelto y la basura se esparce peligrosamente en unos momentos en que el ciudadano no está dispuesto a pasarles una. Caldo para el populismo.

Esto es lo que hay, por ahora, de la serie que tiene a Bárcenas como guionista y a Pedro J. de exhibidor.

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