Archive for septiembre, 2015

El independentismo gana las elecciones, pero pierde el plebiscito

Los partidos independentistas catalanes ganaron las elecciones en número de escaños, pero perdieron el plebiscito que Mas y sus socios plantearon al electorado del Principado. Si bien es cierto que entre  todo el poupurri soberanista, que va desde la burguesía catalanista ligada a Convergencia a la extrema izquierda del CUP,  alcanzaron cuatro escaños  por encima de la mayoría absoluta — gracias a la prima que las provincias pequeñas,especialmente Lleida y Girona, tienen en el sistema electoral catalán– en el porcentaje de votos los partidos no independentistas suman el 52 %. Por lo tanto, si esto hubiera sido un referéndum legalmente convocado, el  “sí” habría perdido doblemente: porque los secesionistas tuvieron doscientos mil votos menos, y porque no llegaron a ese cincuenta por ciento de votos favorables, que es lo mínimo que se exije en una consulta de este tipo.

El souflé soberanista ha empezado a bajar en Cataluña, algo milagroso teniendo en cuenta los medios tan poderosos de los que han dispuesto. Empezando por una televisión pública con nueve canales  y de gran penetración en el tejido social catalán (en muchos bares y centros públicos es lo único que se ve, salvo que el Barça juegue por otro canal) a lo que se ha unido un potente agit-prop de los principales medios de comunicación privados, con la plataforma del Conde de Godó al frente de todos ellos. La opinión publicada es mayoritariamente  independentista en Cataluña, con los medios de comunicación del Estado jugando un incomprensible papel residual, hasta el punto de que aparentemente se había conseguido algo que aparentemente es muy difícil en los regímenes democráticos abiertos. Que la opinión pública mayoritaria diera por hecho que con la independencia se solucionarían todos los problemas de la vida diaria de las personas, porque con ella habría dinero suficiente hasta para invitar a caviar, por lo que cualquier piedra que se cruzara hacia ese idílico paraíso en realidad no existía. No existía que una Cataluña independiente saldría de Europa y de todas las instituciones mundiales en las que participa España; no existía que quedarían huérfanos de respaldo financiero al quedar fuera del Banco de España y el Banco Cenral Europeo; no existía que para empezar se habrían quedado sin la Seguridad Social y el Sistema de Pensiones Español; no existía la advertencia de que habría fugas de empresas y el paro se dispararía hasta cotas insoportables. Nada de esto existía para  1.953.680 catalanes  que han votado por la aventura independentista, y que encima han ganado las elecciones. Otra cosa es que puedan gobernar.

Así que si bien el souflé soberanista se desinfla ante las expectativas que habían surgido a partir de esas masivas y entusiastas manifestaciones, que prefiero no decir a qué me recuerdan, no es menos cierto en que  Junts pel Sí han sido de lejos la formación más votada aunque han bajado 9 escaños frente a los que de manera separada consiguieron CiU y ERC en las elecciones de 2012. Con esto se confirma que Artur Mas es como el personaje del Coyote de los dibujos animados que jamás podrá atrapar al Correcaminos. Sus compañeros de viaje pronto lo darán por amortizado  y le va a costar mantener su candidatura a la presidencia. Primero, porque será difícil que se lo permita Oriol Junqueras y las distintas organizaciones soberanistas que integran Junts, y que ya saben que el autobús que el president conducía no les llevará a la independencia en 16 meses; y, segundo, porque al final tienen que contar con el voto favorable de los ultracomunistas de la CUP, que ya han dicho que no se cuente con ellos. En ese escenario, lo dramático para Cataluña, y por ende para España, es que este conglomerado tan variopinto tiene que gestionar un triunfo electoral  sin tener otro programa que no sea el mantra de la independencia, y gobernar una autonomía de 7,5 millones de habitantes con las competencias más altas de todas las regiones europeas, incluyendo Escocia. Y si no lo logra, pues en tres meses las enésimas elecciones.

Ciudadanos ha sido la gran sorpresa de estas elecciones catalanas, y por lo que vimos en las pantallas de las televisiones en la noche electoral, parece ser que son los únicos a los que no se les ha olvidado hacer política. Su juvenil optimismo en una noche de caras serias por doquier, sus gritos de “¡Cataluña es España!”,  les habrán dado réditos en el resto de España. Escoltado por Luis Garicano e Inés Arrimada,  Albert Rivera inauguró la campaña electoral para las Generales presentándose como el dique que ha frenado al independentismo en Cataluña y la fuerza emergente de los moderados en toda España. Y mientras esto sucedía en el PP daba las explicaciones un joven vicesecretario al que no conoce nadie.  Ciudadanos ha recogido los cuatro diputados que ha perdido el PSC, los ocho del PP,  y todavía le quedan cuatro más para llegar hasta los 16 que ha subido esta formación. ¿De dónde han venido? Evidentemente de ese electorado españolista que no votaba en las autonómicas, y que se ha acercado a las urnas preocupado por el desafío independentista. Una participación del 77,4% es una barbaridad en unas elecciones en cualquier país europeo, y ha sido Ciudadanos el beneficiario de su voto: tuvieron  458.000 sufragios más que en las elecciones de 2012. La pregunta que ahora se estarán haciendo en su estado mayor y en el de sus rivales es obvia: ¿Se podrá repetir en unas elecciones Generales, que también serán muy especiales,  y en las que hay mucho elector desencantado?

El PSC sacó 16 diputados, una catástrofe para un partido que llegó a tener 52 diputados en 1999, y que llegó a gobernar Cataluña en un tripartito que fue el principio de su decadencia. Pero teniendo en cuenta de que las encuestas le daban todavía menos, pues no es que estuvieran bailando encima de las mesas, pero tampoco es como para echar a Iceta a los leones por perder poco menos de dos puntos. Resignación por tanto en la marca catalana del PSOE, y muy oportuna la comparecencia en Ferraz de Pedro Sánchez en plan presidente, escoltado por las banderas de Cataluña, España y Europa.

La marca catalana de Podemos obtuvo 11 escaños, los mismos que el PP, que son dos menos de los que por si sola Iniciativa per Catalunya logró en 2012. Con eso está dicho todo. Podemos está perdiendo fuelle y cada vez más su mundo a explorar tiene las limitaciones electorales que tuvo Izquierda Unida. Un fracaso en toda regla que no puede compensar algo que Pablo Iglesias dijo en la noche electoral, creo que con razón. En unas elecciones bipolarizadas, Podemos se quedó en medio del río, defendiendo por un lado el derecho a decidir y por otro que llegado ese día les gustaría que Cataluña siguiera con España, de aquella manera, que tampoco acertaron a explicar bien mediante un candidato local muy flojo.

El PP  fracasó una vez más en unas elecciones en Cataluña. Sería injusto atribuirlo a errores del candidato Xavier García Albiol, porque cuando lo eligieron en los sondeos todavía les daban menos de los 11 diputados que finalmente lograron.  Son ocho menos que hace tres años, por lo tanto un mal resultado,  pero en consonancia con la esquiva trayectoria del PP en Cataluña. Nunca supieron ganarse el  favor de la derecha catalanista, que después de la Transición apostó por Pujol y su entertainment, y aunque han tocado muchas teclas no ha sonado bien ninguna. No es justa la diatriba de Aznar tras la derrota. Albiol se parece más a él que a Rajoy. El problema es más profundo.

Los antisistema, los  anticapitalistas , los anti todo de la CUP (no a España, no a Europa, no al Euro, no a la libertad de empresa,  no a los bancos…) tienen la llave de la gobernabilidad de Cataluña tras haber obtenido siete diputados más (robados sobre todo a ERC)  con su discurso rupturista con España y con el mundo democrático conocido. Una prueba de lo mal que pueden pintar las cosas en Cataluña es que gente con estas luces pueda tener un papel determinante en la elección de su presidente. Para salir corriendo.

Unió Democrática tuvo más de cien mil votos, pero no sacó escaño. Otras víctimas de un mundo bipolar en el que no caben políticos poliédricos como Durán Lleida. Pues es una pena, porque España siempre ha necesitado del catalanismo autonomista, y con Convergencia en el monte, y el PP no se sabe dónde, no hay nadie que ocupe su espacio.

De momento esto es lo que hay. El  triunfo en escaños de los independentistas no dio como para que el astuto Artur saliera a la ventana de su palau en la plaza de San Jordi para emular a Maciá; y ahora les toca apencar con la aburrida gestión del día a día.

La independencia tendrá que esperar.

Convenio con Madrid: los experimentos, con gaseosa

Algo más tranquilo me he quedado cuando el portavoz del gobierno regional Nacho Hernando, declaraba, por fin,  que el convenio sanitario  con Madrid en lo que respecta a Guadalajara se mantendrá,  porque la atención se presta en hospitales de gestión pública,y a este respecto “se arbitrarán las medidas necesarias con la consejería de Madrid y/o con el Gobierno de España para que así siga siendo”, sin precisar más.  Era la primera declaración precisa al respecto después de que en los últimos días otras voces del gobierno regional y del Partido Socialista hubieran estado mareando la perdiz, hasta el punto de que alguna intervención del nuevo consejero de Sanidad, Jesús Fernández, que tiene un aire a lo  Groucho Marx, mi filósofo de cabecera, me recordaron  las explicaciones que daba el genial cómico en “El hotel de los líos” sobre el contrato de su representado. Era complicado enterarse de la letra pequeña.

Por fin, el miércoles supimos, por fuente autorizada, que el convenio está tocado de muerte en Toledo, y parece  que se quiere mantener en Guadalajara. Son dos situaciones diferentes.

En el caso de Toledo, el convenio parte de una premisa  rompedora. Los usuarios de la zona de la Sagra y la Mesa de Ocaña, pueden recibir su atención sanitaria especializada en la comunidad de Madrid, y tener su propia tarjeta de asistencia, siempre que así lo solicitaran. Los gastos que se generan se pagan por parte de la comunidad Castilla-La Mancha, dado que la sanidad está transferida en España. El nuevo gobierno de Page no está conforme con el sistema, y prefiere que ese gasto  (unos 60 millones al año, dos tercios de lo que nos cuesta la televisión regional, valores ustedes la importancia social de ambas ) se destine a “fortalecer” el sistema de salud de Castilla-La Mancha, y no “a subvencionar hospitales privados” de la comunidad de Madrid, en referencia a los nuevos hospitales de Parla y Aranjuez, que son los de referencia, porque tienen una gestión público-privada. La tesis del gobierno de Page, en un razonamiento del asunto muy propio del nacionalismo periférico, es que frente a los deseos de los ciudadanos de recibir asistencia en el centro de salud más cercano,  por encima de las fronteras autonómicas –lo han llegado a pedir cerca de 20.000 personas-, lo que prima es el fortalecimiento de un sistema de salud propio y autónomo, porque además piensan que les saldrá más barato. La principal diferencia con Guadalajara es que si finalmente se liquida el convenio, los afectados de La Sagra y Ocaña podrán tener la mayor parte de la atención especializada en Toledo, a 50 kilómetros, y no a 300, como sucedería en algún caso con  la provincia de Guadalajara, si volviéramos a las andadas.

Por lo  tanto, casos diferentes, y vamos con lo que pasa en mi parroquia, que es Guadalajara. Me alegro de que el portavoz del Gobierno haya anunciado  que se mantendrá el convenio, y me parece legítimo que quiera mejorarlo. Aunque está muy difícil. Porque la tesis que ha venido defendiendo el PSOE regional es que su financiación debería producirse mediante la ampliación de los Fondos de Cohesión, y tal cuestión escapa no solo a las competencias de un gobierno autónomo sino a las del propio gobierno central, ya que forma parte del sistema de financiación de las comunidades autónomas. Por ello, soy muy pesimista. La tendencia  no va precisamente por  el aumento de los fondos de cohesión  entre las autonomías españolas; todo lo contrario. Lo que están reclamando las autonomías más “ricas”  (Cataluña, Madrid,  Comunidad Valenciana, Baleares…) es que quieren aportar todavía  menos a ese fondo común. Y si, como yo espero, lo de Cataluña termina en algún tipo de negociación que tenga un encaje constitucional, será a costa de incrementar su autonomía fiscal a imagen y semejanza de los regímenes forales vasco y navarro, que tanto les benefician porque su aportación a la caja común es menor. Comparto, por tanto, esa filosofía que se hace desde el gobierno de Page  de que hay mantener la atención entre comunidades a través del Fondo de Cohesión financiado por el Sistema Nacional de Salud con los Presupuestos Generales del Estado, pero la puñetera verdad es que tal propósito anda muy lejos de la realidad. Gobierne el PSOE, el PP, Ciudadanos, Podemos o todos ellos, juntos, o en coalición. Nuestro sistema autonómico, devenido en federal asimétrico por la fuerza de los hechos, requiere que las comunidades autónomas sean cada vez más autosuficientes, y la triste realidad es que esos fondos de cohesión no van a ir a más, sino a menos. Hace mucho tiempo que estoy convencido de que se cometió un error mayúsculo el día en que se transfirieron a las Autonomías la educación (que ha servido para adoctrinar en la desafección a España en algunas comunidades) y la atención sanitaria especializada. Arrebatar la sanidad al  Estado  ha traído más desigualdad entre los territorios y ridículas fronteras que juegan en contra de los intereses de los ciudadanos a los que nos importa un pepino si nos atiende la sanidad castellano-manchega, aragonesa o madrileña, porque  lo único que queremos es que sea de calidad y lo más cercana a nuestro domicilio. Lo peor de todo es que los gobernantes de las autonomías que están peor tratadas  en el sistema de financiación, por su extensión y despoblación, lo saben de sobra,  pero no están dispuestos a dar marcha atrás. ¡Hay ya tantos intereses!

Por todo ello, les deseo mucha suerte a los señores  Page y  Fernández en su negociación por aumentar esos fondos de cohesión, pero mientras tanto confío en que el convenio no se toque, que hagan los experimentos con gaseosa, y no tenga razón Lorenzo Robisco cuando sospecha que en el fondo se lo quieren cargar, sencillamente  no pagándolo. Efectivamente, el convenio permite su denuncia si no se realiza el pago de los servicios prestados en el plazo establecido a la comunidad de Madrid, que son tres meses. Quiero pensar que las sospechas del parlamentario popular son infundadas, y que el rosario de declaraciones que en los últimos días han hecho los portavoces del gobierno regional y del partido que lo sustenta en el sentido de que Page no va a tolerar que vuelva el turismo sanitario sean verdad.  Así me lo transmitió,  también a mí, en una visita a la redacción de Guadalajara Diario cuando él estaba en la oposición y era más proclive a conceder entrevistas.

En resumen: el ciudadano no puede seguir pagando las consecuencias de  la deriva nacionalista que ha tenido nuestro sistema nacional de salud, reconvertido ahora en diecisiete microsistemas que, entre todos ellos, no son capaces de entenderse para mejorar costes y eficiencia. La autonomía que no pudiera garantizar el mejor servicio y el más cercano a la ciudadanía porque quiere, como en Hungría con los refugiados, levantar alambradas a la salud,  estaría de más. Esto es lo que hay.  Mejor con gaseosa.

Balance de unas buenas y civilizadas fiestas

Se cumplió el axioma de que la buena climatología garantiza unas buenas fiestas en Guadalajara con una nutrida participación. Hasta el miércoles iba todo como un motor diesel, cogiendo fuerza poco a poco, pero a partir del jueves estalló la fiesta en la ciudad y la gente tomó pacíficamente calles, bulevares, terrazas, bares y restaurantes, que felizmente han hecho un buen negocio con estas Ferias. Pero es que además sucedió todo ello entre la normalidad más absoluta, sin ninguna  incidencia relevante que reseñar, como nos confirma la policía local,  lo que demuestra que es ésta  una ciudad de por sí educada, y eso no es fácil cuando hay más de cuarenta mil personas en la calle en un fin de semana, y no precisamente todos ellos son abstemios. Guadalajara tiene unas ferias muy civilizadas, y debe ser un orgullo para todos lo que vivimos en ella. Me comentaban que incluso con señalar a algún perjudicado con un gesto que debía marcharse del recorrido del encierro fue suficiente.

Vamos con algunas consideraciones.

EncierroEncierros y feria taurina. Como digo siempre, Guadalajara, y la provincia en general, es más aficionada a los encierros y festejos populares que a la lidia reglada. Aquí, aficionados  lo que se dice aficionados, no abundan, y están acostumbrados a Las Ventas con lo que a más de uno le cuesta acercarse a Las Cruces, una plaza de los años cincuenta, con asientos muy incómodos, por cierto. Estamos hablando entonces de un coso con un público típico de feria,  que si vienen  figuras  llena tres cuartos de entrada, y si no las hay pues una media plaza. Así ha sido también este año en el que solo el mano a mano entre Fandiño-Castella suscitó un interés mayoritario. Aun así, hay que dar un aprobado a la nueva empresa Coso de las Cruces, porque se le han visto buenas intenciones, empezando por los descuentos a los abonados y el precio de las entradas más económicas. Estuvo ágil en la sustitución de Rivera por López Simón, la revelación de la temporada, pero una cornada en la tarde anterior nos privó de su presencia en Guadalajara, luego compensada por el buen resultado que dio sus sustituto frente a un buen toro de Fuente Ymbro, aunque no lo bastante como para ser indultado. Pero la imagen de un toro que se libra del desolladero  y que vivirá feliz como semental en la dehesa es tan idílica, que la gracia del  indulto en plazas que no son de primera se puede generalizar; y tampoco es eso. Los toros no se cayeron; gran noticia tras muchos años en que eran un desfile de inválidos. Aunque de cara al próximo año, hay que poner deberes a la empresa para que haga carteles más redondos y recupere para la feria de Guadalajara a primeras figuras que hace tiempo que la abandonaron. Fandiño, una vez más fue el triunfador de la Feria, con un Joselito Adame que se encontró con el toro de su vida, y lo supo aprovechar.

Los encierros han sido los mejores de nuestra historia. Por toros, corredores, público  en las talanqueras y en la plaza, por su eficaz organización, los encierros de Guadalajara ya son los segundos mejores de España. Los aficionados los habían abandonado tras las repetitivas ediciones en que se corrían los mismos toros, todos los días, y han vuelto. El del domingo, con toros astifinos de Adolfo Martín, fue el que reunió a más corredores de la historia local. Y no es de extrañar, porque además de los aficionados de la provincia y de los pueblos cercanos de Madrid, vino gente de Logroño, Navarra y hasta un autobús con aficionados de Soria.  Es evidente que se ha encontrado un modelo en el que hay que persistir, y si a alguna figura no le convence, pues es su problema. Aunque demostrado ha quedado que en Guadalajara no sufren los toros durante el encierro, porque son dos minutos de carrera, y nadie les cita. Así que con camelos a otro lado.

La música. Hay muchos gastos, especialmente entre los más jóvenes, por delante va un Festival Gigante que este año ha tenido un cartel de lujo, y va a ser difícil lograr buenas entradas en conciertos de pago en Ferias. Maldita Nerea, un grupo español con tirón, fue un maldito fracaso para ser un sábado de ferias, con menos de tres mil personas y más gancho tuvo entre los jóvenes el Electrosound. Entre los gratuitos, M-Clan cumplió para ser un miércoles, y el llenazo vino con David Bustamente, con más de 12.000 personas en la Fuente de la Niña, aunque no se llegó a cortar el acceso de público. En resumen: que cuando el personal se acostumbra a ir de gratis es complicado hacerle pasar por taquilla, a no ser que traigas algo verdaderamente potente. Un asunto a meditar por el ayuntamiento y la empresa co-organizadora.

Carrozas: muy  bien por los grupos participantes en vestuario y ejecución, que tapó unas carrozas solo discretas. Pero globalmente, gustó. Asistencia multitudianria.

Desfile de peñas: hace tiempo que solo es para las peñas, apenas va nadie a presenciarlo, porque hay poco que ver. No sé cuál será la solución, pero no funciona de cara al exterior.

Ferial: chiringuitos con centenares de mesas llenas, menos gente en las atracciones… Pero estaba animado. Como la zona de San Roque y Fuente de la Niña, un césped increíble para el botellón. No cabía un alfiler. Buen negocio para los chinos y los establecimientos abastecedores de alcohol y coca-cola. Pero que nadie se queje, porque las mesas de las terrazas también estuvieron a reventar; y hubo negocio para todos.

Las fechas: El modelo de estas Ferias está claro. Comienzo al ralentí hasta que se llega a explosión el fin de semana. Tocar lo que funciona es imprudente, y es lo que sucedería si se llegara a plantear una fecha fija, como en Pamplona o Soria, para no coincidir con el día 8 de septiembre, fecha de la Patrona.  Se podría fijar, fija, el 9 de septiembre, para iniciarlas pero eso significaría que no acabarían casi nunca en fin de semana. Por lo tanto,  la solución más factible sería dejar la Antigua dentro de las Ferias cuando toque en lunes y martes (el miércoles ya plantearía problemas logísticos con el montaje de los encierros) y poner la Semana Grande el lunes siguiente al 8 de septiembre, cuando la Antigua caiga entre miércoles a domingo. Esta es la idea que tiene el alcalde, y parece razonable. Siempre se ha respetado que el día de la Patrona no hubiera otras cosas, y hacer coincidir los encierros con las misas matinales y la procesión con la salida de los toros, tendría el rechazo de la Real Cofradía de la Antigua y de sus miles de devotos. El pleno del Ayuntamiento decidirá el próximo mes. De mantenerse el criterio avanzado por el alcalde, la Semana Grande de las Ferias del 2016 sería del 12 al 18 de septiembre, el jueves 8 se reservaría a  los actos religiosos, el viernes 9 el pregón, el sábado 10 las carrozas y el domingo 11 el  chupinazo.

P.D. Sigo echando de menos algún espectáculo de calidad en el Buero o en los jardines del Infantado, como mínimo, para los que ya no estamos en edad de acampar en un botellón o de bailar pasodobles en las verbenas de jubilados. Otro tema a meditar.

Una prueba para la sociedad europea y sus instituciones

La guerra entre el  sátrapa de Assad, el presidente de Siria, y los fanáticos asesinos del autodenominado  Estado Islámico dura varios años, pero el mundo no se había enterado de ella  hasta que la foto de un niño ahogado playa de Turquía se convirtiera en un fenómeno viral. ¿Quién no sabe ahora quién es Aylán Kurdi? Como él han muerto  miles de niños en esta guerra que libran dos bandos criminales, pero nadie se había enterado hasta que apareció en los noticiarios de todo el mundo y  su imagen silente fue retuiteada  millones de veces en las redes sociales. Sabedores de la importancia  de la propaganda en las guerras,  en primera línea de los ejércitos norteamericanos  iban los camarógrafos y los corresponsales de guerra, y todo el mundo tenía claro quién luchaba  por la libertad. Ahora los empotran en la retaguardia en acciones bélicas menos dignas, para que no vean nada, y no se dan cuenta de que así empiezan a perder la batalla ante la opinión pública occidental.

Desde que Aylón Kurdi apareció en nuestros smartphones, el mundo occidental bienpensante ha decidido que hay que ser solidarios con estos refugiados y hacer algo por ellos.  Y a los gobiernos europeos  les ha cogido a contrapelo, porque estas muestras de solidaridad  hay que canalizarlas para que la acogida no se convierta en un desbarajuste que se les pueda volver en su contra. Antes de que Aylón Kurdi muriera en una playa del mediterráneo, la Unión Europea fue incapaz de colocar en su territorio a 45.000 refugiados. Después de la ducha escocesa que sufrimos con Kurdi, los noticiarios ya conectan en directo con campos, carreteras y estaciones repletas de refugiados, y el contingente a colocar se eleva a 120.000. De ellos, la malvada Alemania de Merkel es la que más acogerá (31.443), seguida de Francia (24.031) y España (14.931). Y el gobierno español reconoce que eso desborda todas las previsiones y el ministro Margallo, con su sinceridad habitual, precisa: “la cifra de refugiados dependerá de Hacienda”. Yo estoy convencido de que mal o bien España será capaz de asumir esa cuota de refugiados, y que a paliar las penurias de la Hacienda pública van a contribuir otras instituciones públicas, además del Estado, pero sobre todo la sociedad española, todavía impactada con lo que ven en sus televisores. A Guadalajara le tocará también su cuota, que al haber tenido el primer centro de acogida de refugiados en Sigüenza, siempre ha estado por encima de la media. Y por ello me alegra de que ante este aluvión de solidaridad, organizaciones que saben de qué va esto se hayan ofrecido a coordinar la buena voluntad mostrada por políticos y voluntarios en acciones eficaces y viables. Lógicamente en Guadalajara estoy hablando de ACCEM.

No dudo de que esta primera llegada de refugiados la vamos a asumir; España es un país muy solidario en situaciones de especial impacto mediático, pero el reto de verdad vendrá cuando el inevitable efecto llamada que provocará este bello gesto de la Unión Europea pueda convertir esos 120.000 asilados en medio millón o en un millón, quién sabe. ¿Qué dirá entonces el civilizado y compasivo ciudadano europeo si sus estructuras de acogida, como se temen los gobiernos, son desbordadas y los refugiados acaban en campos indecentes, acampados en los jardines de las ciudades o vagando sin ocupación por las calles europeas?

La Unión Europea ha tenido una gran  miopía al abordar el problema sirio, pero ha empezado a reaccionar, cosa que no han hecho países, como Rusia, que defendieron la impunidad de Assad con gran torpeza y ya no digamos los países árabes ricos, que no se han dado por enterados de lo que está pasando. Europa no pude abordar una emigración masiva de esta envergadura en solitario, porque  fracasará y las costuras de un traje, que llevamos cosiendo desde que acabó la Guerra Mundial y se firmó el tratado de Roma,  podrían saltar en unas semanas. Y esa misma sociedad, que impactada por la foto de Aylón Kurdi, está ahora dispuesta a  sentar un refugiado en su mesa, diría que aquí ya no cabe ni uno más si la situación se desbordara. Ese día, el ideal de la Europa de De Gaspieri, Adenauer  o Schumann  habría muerto y volveríamos otra vez a los nacionalismos y a exigir  los cierres de frontera, como solución. Ya ha sucedido. El nacionalista gobierno húngaro, superado por la situación, aprobó nada menos que poner alambradas de espinos en la frontera y penas de prisión a la emigración ilegal, y su popularidad ha subido.

La crisis de los refugiados ya ha puesto a prueba a la propia concepción de la Unión Europea, que con todas sus imperfecciones es el  espacio económico más solvente del mundo, Estados Unidos aparte, pero al que esta crisis le pilla un poco lejos. Lo que toca ahora es implicarse en un esfuerzo internacional, con la implicación de Rusia, los países árabes y Estados Unidos, para llegar al fondo del problema, que es la situación en Siria. Porque, de no hacerlo,  lo que los islamistas no lograron volando las torres gemelas,  lo podrían conseguir: desestabilizar  a Europa entera. Y cuando el continente se tambalea, ya sabemos que el mundo se derrumba.

Ninguna solución a largo plazo es posible sin abordar el problema en origen, es decir, en Siria. Toca hacer política fina y, seguramente, ponerse el casco, porque las puntuales acciones aéreas de castigo no han bastado. Y si las Naciones Unidas no son capaces de armar, con el consenso entre Europa, Estados Unidos, Rusia y los países árabes, una operación conjunta  sobre el terreno que libere a Siria de sus dos diablos esto no tiene solución. El problema para Europa es que parte de los  que exigen, ahora, una acción decidida a favor de los refugiados,  serán los primeros en colocarse a la cabeza de la manifestación para rechazarla  el día en que se decidiera una intervención  en Siria.

Por tanto, si Europa se paraliza o es incapaz de dar una respuesta inteligente, cada vez serán más los países que no acepten la autoridad comunitaria en asuntos de interior y justicia (ahora, Reino Unido, Irlanda y Dinamarca, que no tienen obligación de aceptar ninguna cuota), el espacio Schengen se irá a la porra, y en pocos años no quedaría ni rastro de esa Europa solidaria  que imaginaron sus padres fundadores.

Esto es lo que hay.  Y mientras tanto, en Cataluña los nacionalistas erre que erre con la independencia. ¿Pero en qué mundo vive  esta gente?

 

Ir a la barra de herramientas