Archive for diciembre, 2015

20-D: Un enrevesado cruce con cuatro caminos

El bipartidismo, por méritos propios, se la ha pegado en España en las elecciones del 20-D, pero no ha muerto.  Esto es así porque los “viejos”  partidos todavía siguen siendo mucho más representativos  que  los emergentes (213 diputados entre PP y PSOE por 109 de Podemos y Ciudadanos ), con lo que si estos últimos quisieran enterrarlo por anticipado se equivocarían. Un ejemplo: cualquier reforma constitucional requiere el concurso del PP con lo que todo lo avanzado ayer por Pablo Iglesias al respecto debe quedar en almoneda. Dicho esto, el éxito logrado por Podemos y Ciudadanos al pasar de la nada a contar los primeros con 69 diputados –si bien 27 son en alianza con candidaturas nacionalistas—y con 40 los segundos,  trae a la política española unos nuevos tiempos, no sabemos si peores o mejores, pero que exigirán de mucha cintura y negociación,  si no queremos dar paso a la inestabilidad  y a una etapa de gobiernos débiles que lastren nuestra recuperación económica y el empleo, que no lo crea el Estado por decreto, sino las empresas.

Este es el panorama que nos deja el 20-D.

Partido Popular. Sufre la mayor sangría de su historia a pesar de seguir siendo de lejos el primer partido de España. Los recortes por la situación económica, pero sobre todo la corrupción, que no han sabido afrontar,  les ha pasado factura. La falta de desenvoltura del candidato Rajoy en una campaña dominada por el lenguaje televisivo ha hecho el resto. Pierde 3.651.036 votos y baja 15,91 puntos porcentuales. Se deja 63 diputados en el camino y baja de 186 a 123.

PSOE. Encuentra un nuevo suelo, con el 22,01 % de los votos, su peor resultado, y pierde 1.472.818 votos y 6,75 puntos. Baja de 110 a 90 diputados, una marca que en cualquier otra elección habría supuesto la dimisión de su líder esa misma noche, léase Almunia. Pero esta vez Pedro Sánchez se sostiene, por ahora, porque  ha logrado superar  en 341.360 a Podemos y a sus marcas blancas, aunque se quedan a menos de dos puntos de diferencia. Esto no ha hecho más que empezar tras la genialidad de catapultar a Podemos a las principales alcaldías de España.

Podemos. Tras una campaña inteligente de Pablo Iglesias, que ha presentado el perfil menos radical de Podemos, esta fuerza política consigue un indudable éxito al sacar 3.181.952 con las siglas de Podemos, aunque si sumamos sus alianzas con populistas y nacionalistas en Cataluña, Comunidad Valenciana y Galicia, pasaría a 5.189.33 votos, el 20,4%, y 69 diputados. Contarán con la ventaja  de que en el Parlamento van a tener cuatro grupos parlamentarios, tres de ellos con aroma catalán, gallego y valenciano. Con estos resultados, el partido de Iglesias – y sobre todo si deja atrás el populismo y centra su mensaje-,  está en condiciones de disputar al PSOE la hegemonía en la izquierda, y especialmente si absorbe a la IU de Alberto Garzón, que le ha quitado más de un escaño en los restos.

Ciudadanos: de la nada a 40 escaños, con 3.500.446 votos, y el 13,9% . Un resultado que constituye un éxito indudable, pero que tiene un poso amargo. Sus cuarenta diputados podrían ser irrelevantes ante una coalición  de la izquierda con los soberanistas, ya que por sí solos no pueden garantizar la gobernabilidad ni del PP, ni del PSOE.  A Albert Rivera, un joven político  centrista de gran atractivo, se le ha hecho la campaña larga y se ha notado la insuficiencia de su organización para llegar a la España profunda o a comunidades como el País Vasco y Navarra. Su ambigüedad en cuanto a los pactos, al anticipar que no apoyaría un gobierno del PP ni del PSOE, le ha podido restar votos entre el electorado más crítico del PP, su principal granero electoral. Dependiendo de lo que suceda, estaría en condiciones de organizar un partido de verdad y disputar al PP la hegemonía.

Esto es lo que pasó ayer, y a partir de estos datos se presentan cuatro escenarios.

Gobierno del PP en minoría con acuerdos de investidura. Para ello se necesita la abstención del PSOE y Ciudadanos, no valdría solo con la del partido de Rivera. Es el primer escenario que manejará el  Rey a la hora de encargar la formación del gobierno. Rajoy podría gobernar un año sin problemas, porque tiene los presupuestos aprobados. Es lo que veo más probable.

Gobierno  de gestión del PP y PSOE, de perfil técnico,  con otro presidente que no sea ni Rajoy, ni Sánchez. Un pacto similar al que existe en el parlamento europeo entre conservadores y socialdemócratas, sería la solución preferida de la economía, el empresariado y la que aportaría mayor estabilidad a España ante el reto de la salida de la crisis y el desafío independentista. Podría llevar consigo alguna reforma constitucional.  A pesar de sus ventajas para España, lamentablemente tiene escasas posibilidades de salir adelante, porque una  parte mayoritaria del PSOE vería  en ella grandes riesgos al dejar la oposición de la izquierda en manos de Podemos, y al final no está claro quién  capitaliza el gobierno.

Gobierno pentapartito y multicolor formado por el PSOE y Podemos en torno a ¿Pedro Sánchez?, pero que al no ser suficiente debería echar mano de  soberanistas e independentistas: ERC, PNV, Democracia y Libertad, Eh-Bildu…  Supondría tal giro en la política del PSOE este frente popular izquierdista-nacionalista,  y tales recelos en los socios europeos y en el mundo económico -España solo asoma la nariz a la salida de la crisis-,  que no se lograría sin una fractura en el PSOE más tradicional. Aunque en el entorno de Pedro Sánchez, ayer, se pasó este tuit: “Pedro Sánchez, presidente”, hoy se lo estarán pensando mejor, y supongo que irá perdiendo fuerza a medida que pasen los días. Y Sánchez abra consultas: Susana Díaz, García-Page, Felipe González….

Convocatoria de nuevas elecciones si ninguna fuerza política logra la investidura. No es descartable y está  en manos del PSOE. ¿A quién  perjudicaría más? Parece claro que al propio PSOE y a Ciudadanos.

Esto es lo que hay,  y a partir de ahí, veremos si España se parece más a Grecia y a Italia que a Francia, Alemania o Reino Unido. Es lo que pasa por  no tener segundas vueltas como en Francia, donde el resultado de las alianzas queda al criterio  del pueblo y no en manos de las cúpulas de los partidos y sus grupos de presión. Pero ya no tiene remedio. Rajoy perdió la ocasión al plantearlo al PSOE al final de la legislatura.

P.D. Quiero levantar una espada por las empresas demoscópicas a las que se está poniendo a parir por no haber detectado la subida de Podemos y la bajada de Ciudadanos respecto a la encuesta del CIS. Hay que tener en cuenta que el último «retrato» conocido del CIS es una encuesta elaborada entre el 27 de octubre al 16 de noviembre, con el 45%de indecisos, y desde entonces ha habido apagón por una absurda ley Electoral que nos trata a los ciudadanos como imbéciles. Pero el que se haya molestado en leer El Periódico de Andorra  los traks diarios habrá visto como esta tendencia se estaba dibujando. Las cosas en su sitio.

Las elecciones más reñidas de la democracia

España asiste el 20-D a las elecciones más reñidas de la historia de la democracia que nació con la Constitución de 1978. Por ello, lo primero que quiero subrayar es que se trata del resultado más incierto, y no solo porque el último sondeo del CIS (la encuesta más fiable, por la amplitud de su muestro) nos advierte que a mediados de noviembre había todavía un 40 por ciento de indecisos. Hay, además, otra enorme dificultad que complica la vida a cualquier estudio demoscópico. Al no ser dos los partidos en liza, sino cuatro formaciones nacionales las que se van repartir el pastel, los últimos restos a asignar mediante la Ley D’Hont pueden ser muy caprichosos. Y podría ocurrir que un partido con solo un 1 o 2 por ciento más de sufragios  que el que le siga podría  sumar una veintena de diputados más. Hay un tercer factor, que nunca se ha dado desde las elecciones de 1977 y 1979 en que también había cuatro formaciones políticas nacionales  en la línea de salida. El elector esta vez  va a valorar mucho con quién podría coaligarse el partido de su preferencia, teniendo en cuenta que nadie va a conseguir una mayoría suficiente para gobernar. De ahí, la importancia de las proclamas de última hora de los candidatos a la presidencia.

Mariano Rajoy, a quien los últimos acontecimientos (debate y agresión) le van a servir para fidelizar a su electorado, ha elegido presentarse como el único partido en condiciones de gobernar, y busca tapar otros atajos, como es la vía indirecta de Ciudadanos, remachando en que no es segura. Por su parte, Pedro Sánchez se abre a acuerdos con Podemos y  Ciudadanos, siempre que él gobierne y con un programa socialdemócrata. Albert Rivera ha enfatizado que él no apoyará a nadie si él no es el presidente, pero sigue sin responder a la pregunta del millón de dólares: ¿preferiría que se repitieran las elecciones con tal de no apoyar con su voto la investidura de Rajoy? Y Pablo Iglesias, que ha arrinconado a Monedero durante la campaña, para buscar un perfil menos radical, fronterizo con el PSOE, buscará hasta el último minuto presentarse como la primera opción de la izquierda, alentado por algunos sondeos que se publican en El Periódico de Andorra, por culpa de una estúpida ley electoral que trata a los españoles como si fuéramos unos imbéciles que nos dejamos influir por cualquier cosa.

Así que esta es mi primera conclusión. Aunque soy un defensor de los estudios demoscópicos, porque si están bien hechos, no solo recogen tendencias sino que marcan opiniones (de ahí el error de suprimirlos  en la última semana de las elecciones), por todo lo apuntado en estas elecciones el resultado final está más abierto que nunca. En lo único que se han puesto de acuerdos los diferentes institutos demoscópicos es que el PP va a ser el partido más votado, pero falta por saber su horquilla de votos, y a partir cualquier cosa puede pasar, incluso en el orden de los partidos que irán después. Mi intuición, pero solo es una intuición, es que tanto PP como PSOE pueden estar ocultando más voto de lo que las “cocinas” le asignan en la distribución de escaños, y que tampoco está claro el orden en que quedarán los dos partidos emergentes: Ciudadanos  y Podemos, este último con sus marcas nacionalistas en Cataluña, Valencia y Galicia.

Un último factor a tener en cuenta será que la participación en estas elecciones puede ser histórica, lo que en principio constituye una magnífica noticia,  porque el electorado intuye que esta vez hay mucho en juego, y que no hay solo dos opciones potentes a las que elegir. En ese sentido, podemos decir que la oferta de la tienda electoral ya no es un escaparate de la Venezuela de Maduro, y se ha multiplicado; y esto es bueno, siempre que no acabe generando inestabilidad y desgobierno al no haber un sistema de segunda vuelta como en Francia, y que permite que la sabiduría popular aleje a partidos xenófonos y populistas de sus gobiernos regionales

¿Y en Guadalajara? El CIS apostó por  un reparto de escaños entre PP, PSOE y Ciudadanos, aunque como no dio porcentajes, pues estamos un poco a oscuras sobre qué debería pasar para  alterar ese reparto, que jamás se dio en la historia electoral de Guadalajara. En nuestra provincia, la fuerza mayoritaria del centro-derecha – primero UCD y luego el PP-, siempre obtuvo dos diputados en el reparto por uno el PSOE, salvo en las elecciones de 1982, en las que Felipe González fue elegido por primera vez. En ella, el PSOE obtuvo el 38,4% de los votos (su tercer mejor resultado en Guadalajara), pero la Alianza Popular de Fraga no pasó del 37,9%,  por los votos que todavía conservó UCD en las últimas elecciones a las que se presentó. Cualquier variación de ese resultado 2-1 a repartir entre populares y socialistas, sería por lo tanto histórico.

¿Y qué puede pasar en Guadalajara? En el PP la idea generalizada es que con el tirón de última hora se puede llegar, por los pelos, a conservar el segundo diputado, pero no las tienen todas consigo. En el PSOE hay temor por lo que les pueda quitar Ciudadanos por la derecha y por la izquierda  tanto Podemos como IU-Unidad Popular, especialmente los primeros en el Corredor del Henares, y por eso van a apelar al voto útil hasta el último momento. Hay otro factor que juega en contra del PSOE, y son las malas expectativas que  Pedro Sánchez tiene en la comunidad de Madrid, un vaso comunicante con Guadalajara, en donde la mayoría de los sondeos le sitúan en la cuarta plaza. Por el contrario, y como le sucede al PP, aunque el peso de la provincia apenas llega a un tercio del Corredor del Henares, en ella la implantación de los dos partidos tradicionales es real, en contra de lo que les sucede a Ciudadanos, Podemos o IU. Y ese tercio de voto rural puede, al final, acabar inclinando la balanza por ese segundo escaño del PP y mantener el tercero para el Partido Socialista. Pero lo que está fuera de toda duda es que la posibilidad de que por primera vez haya un reparto a tres en Guadalajara es verosímil, como avanza el CIS.

Me preguntan algunos lectores por mis sensaciones después de haber seguido todas las elecciones en Guadalajara desde 1979. Me voy a mojar en lo razonable.

El PP (UCD en las dos primeras elecciones, todavía  AP en las terceras)se ha movido entre 1977 a 2011 en una horquilla  que va desde el 37,9 de 1982 al 55,4% de 2000 (la mayoría absoluta de Aznar). En 2011, la mayoría absoluta de Rajoy,  fue su segundo mejor resultado, con el 54,03% de los votos.  Los populares, salvo en 1982, han sacado el segundo diputado con la “gorra”, porque la menor diferencia con el PSOE fue de cuatro puntos en 1986,  la segunda mayoría absoluta de González, y en el resto su triunfo ha sido claro. ¿Mi impresión? Si el PP logra mantener el 40% de los votos (podría perder hasta 14 puntos respecto a 2011), tiene el segundo diputado “seguro”. Entre el 37% y el 40% de los votos es solo “probable” y todo lo que sea bajar del 37% es “muy improbable”. Quiere esto decir que con que el PP repitiera su peor resultado desde que se presenta con ese nombre, tendría asegurado el segundo diputado, de ahí la magnitud del terremoto electoral en caso de no lograrlo.

En el caso del PSOE, el asunto es todavía más claro: vaticino que tendría representación en Guadalajara si repitiera cualquier resultado obtenido desde 1977 cuando se quedó en el 21,2. Bajar de ese porcentaje lo pondría en peligro, por lo que su margen de pérdida está en torno a los 7 puntos, teniendo en cuenta de que en 2011 sumaron el 27,6% de los votos. Por tanto, con la ponderación del voto provincial, mi impresión es que el PSOE no perderá su diputado, aunque hay algunos tracks que lo han puesto en duda.

En los casos de las fuerzas emergentes, Ciudadanos, Podemos, y sin olvidarnos de IU-Unidad Popular, que tiene  una organización histórica en la provincia desde los tiempos del PCE, para salir deben alcanzar porcentajes por encima del 18% de los votos. Ciudadanos,  a pesar de contar con un partido mínimo en Guadalajara, es al que los sondeos le conceden mayor posibilidad de llegar a ese porcentaje, por  su crecimiento en el Corredor, aunque para ello tendría que crecer entre 6 y 8 puntos para que se cumpla, dado que se quedaron en el 12% en las Autonómicas, y no hay otras elecciones para comparar. Ha habido algunos tracks que han dado a Ciudadanos por encima del PSOE, lo que  siembra algo de nerviosismo,  pero mi impresión es que la sorpresa no va a llegar a tanto.  Que la provincia va a salvar al PSOE de la hecatombe.

En el caso de Podemos, que consiguió el 14,6 % en las Autonómicas, juega en su contra la falta de acuerdo con una fuerza en declive, pero histórica en Guadalajara, como es Izquierda Unida, y que sumó casi el 7% en 2011. Una sola candidatura de la izquierda marxista, y con Blanca Calvo al frente, habría tenido posibilidades reales de entrar en el parlamento, pero la deriva que ha tenido Podemos en Guadalajara lo complica muchísimo, pero… Habrá que verlo.

En la noche del 20-D, haremos un operativo especial en Guadalajara Diaro , con los resultados a tiempo real, para tenerlos informados. Nos vemos el domingo.

De momento, esto es lo que hay. Ahora son ustedes los que tienen la última palabra.

 

El difícil equilibrio de Pedro Sánchez

Pedro Sánchez acaba de declarar que sería un fracaso no ganar las elecciones. Y lo hace cuando la percepción más extendida nos habla de que Sánchez, en realidad, a lo más que aspira es a ser segundo y que una afortunada ecuación –que no predicen las encuestas—le lleve luego a La Moncloa. ¿Por qué Sánchez echa este órdago, que le llevaría directamente a su dimisión de fracasar en su empeño?

Porque Sánchez está muy preocupado por cómo les están saliendo las cosas en esta primera semana de campaña, al haber comprobado que el Partido Socialista está perdiendo el voto útil, que siempre le reportó decenas de diputados extras. Sucede que mientras el PP sólo puede perder votos por el centro al no competir  con una fuerza de derecha potente, como les sucede a los republicanos en Francia, Sánchez está comprobando que se le están yendo votantes a la derecha e izquierda de su espectro.  Los pactos municipales y autonómicos dieron poder al PSOE  en algunas comunidades –por ejemplo, Castilla-La Mancha–, pero lo que se ha visibilizado es que abrieron la puerta sin nada a cambio al populismo en ciudades de gran impacto mediático. Pongamos que hablo de Madrid. Esto le ha hecho al PSOE perder una posición central entre el electorado moderado, que por primera vez tiene una alternativa  que no sea el PP. Y Rivera, con su mensaje socialliberal, aunque tenga un partido por hacer, es un cartel atractivo, y útil. Es más, es el único cuyo recorrido está más allá del 20-D.

sanchez-guadalajara-grupoPero la sangría de Sánchez también viene por la izquierda. Podemos ha aclarado muy pocas cosas en esta campaña, no sabemos si el socialdemócrata o marxista, carne o pescado, pero tiene un líder con atractivo para los jóvenes, y al que no le identifican con el comunismo rancio de la izquierda. Aunque el PSOE se ha movido en su mensaje programático hacia posiciones que ocupa Podemos, y ha jugado a ser Podemos,  no ha conseguido despegarse de la pesada carga que le dejó el gobierno de Zapatero en la gestión social de la crisis, y sigue teniendo un problema de credibilidad en esos predios. Tal es así que en las grandes ciudades el PSOE aparece en las encuestas como tercero y cuarto partido en preferencia, por todo lo anterior.

A Sánchez tampoco le han ido bien los debates.  En el organizado por El País, entre Rivera e Iglesias le hicieron un sandwicht  y se le merendaron como representante de la vieja política, que frente a los líderes sin pasado es simplemente política…  Y mientras tanto, Rajoy fumándose un puro en Doñana y sin sufrir desgaste alguno. En el debate a cuatro mejoró Sánchez, aprovechando que sus rivales emergentes ya que no le pudieron arrinconar contra la pared. Y Rajoy, tan pancho, viendo como Soraya le hacía con eficacia el trabajo.

A Sánchez le queda una última oportunidad en el debate a dos con Rajoy y en el que tiene que demostrar que es él el aspirante, y no Rivera, ni Iglesias. Un debate en el que tenemos la duda si Rajoy querrá hacer sangre con su rival herido, o si opta por la indulgencia, sabiendo que el PP, con quien realmente se está jugando los  últimos  votos es más con Ciudadanos que con el PSOE. Aunque la Ley D’Hondt es muy caprichosa.  Sánchez tendrá que hacer algo más que jugar al frente antipepé,  y  prometer que acabará con las principales leyes que Rajoy ha aprobado en su legislatura (reforma laboral, Lomce, Seguridad Ciudadana…), y definir de una vez por todas una alternativa de gobierno que le diferencie del potaje que se cocina a su izquierda, donde cualquier gasto es posible, porque nadie se preocupa en  explicar quién lo va a pagar. Que se lo pregunte a Felipe González cómo se hace, porque viendo las encuestas en las grandes urbes, Sánchez se la juega en Castilla, Extremadura y Andalucía. Si en la España profunda fracasa, hasta las encuestas más adversas, que yo ahora cojo con pinzas,  podrían acertar.  Estos es lo que hay,  don Pedro

P.D. Hasta el jueves no se encendió la iluminación navideña en Guadalajara. ¿No habría sido mejor adelantarla una semana y haber aprovechado el puente de la Inmaculada, que en ciudades como Madrid se ha convertido en los días de mayores ventas del año? Sí, es verdad, que en  el citado puente fueron muy escasos los comercios que abrieron en Guadalajara. Pero esto es la pescadilla que se muerde la cola: el Ayuntamiento no enciende la iluminación en el puente,  porque hay muy pocos comercios en el centro que la aprovechan.  Y los comercios no se animan a abrir porque la Navidad no llega  al casco comercial de la ciudad hasta el día 10 de diciembre. Sería cosa de hablarlo, entre todos; supongo. ¡Quién le iba a decir al tío Isidoro, el del Corte Inglés, hace muy pocos años,  que se iba a facturar a primeros de diciembre más que a final de año! Pues eso, si el Black Friday funcionó en Guadalajara, y mira que es impostado, por qué no se podría aprovechar también un puente que ha sido de oro, apenas a veinticinco kilómetros, en una comunidad dinámica, como es la madrileña, que hace tiempo demostró que las restricciones al libre comercio son cosas del pasado, y del intervencionismo más rancio.

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