Tras la nube negra queda un escenario que atufa

 

Por causas todavía desconocidas, en la madrugada del viernes empezó a arder una planta de reciclaje de residuos peligrosos ubicada en el polígono de Albolleque en el término municipal de Chiloeches. Como consecuencia de la abrasión de disolventes, pinturas y aceites de motor que contenía la instalación se liberó a la atmósfera una cantidad indeterminada de agentes tóxicos como los benzopirenos, y “muy probablemente de dioxinas y furanos”, según creían desde Ecologistas en Acción. Aunque han pasado ya cinco días, todavía las autoridades sanitarias de la Junta  no han hecho público un informe detallado sobre los agentes que se han liberado a la atmósfera, según se quejan tanto los ecologistas como el Grupo Popular. Por su parte, la Junta ha reiterado en todos sus comunicados que el aire estaba dentro de los parámetros normales y que, por tanto, siempre ha sido respirable.

nube-negraAunque en Guadalajara muchos vecinos lo dudan, hasta ahora no hay ninguna prueba que contradiga la versión oficial: que la población no ha respirado aire contaminado. Pero esto no quita para que nos hagamos una reflexión esencial: ¿Qué habría ocurrido si esa inmensa columna  de humo negro que se elevó al cielo del Corredor durante gran parte del viernes no hubiera alcanzando  los 300-500 metros de altura, y por caprichos del viento, ese humo tóxico se hubiera extendido y descendido a la altura de las casas de Guadalajara, Cabanillas, Alovera, Chiloeches…? ¿Habría que haber evacuado a barrios enteros a lugares más seguros? ¿Confinar a la población en casa? No estaría más que nos ilustraran sobre lo que dice el protocolo de estos accidentes al respecto, aunque solo sea para que la ciudadanía no siga a ciegas. Como el sábado, que no se sabía si dormir con las ventanas cerradas o no. Y hubo alguno que casi muere de un sofoco.

Lo que está fuera de toda discusión es que Guadalajara y otros municipios del Corredor del Henares, hemos vivido unos días peligrosamente, que sólo la fortuna en cuanto a las condiciones meteorológicas nos ha ayudado a mitigar. Expertos en tratamientos de residuos nos decían el mismo viernes, que lo peor que podía pasar con esa nube negra sobre el Corredor, que parecía un anuncio de la Apocalipsis, era que lloviera porque todos esos gases tóxicos hubieran llegado hasta el suelo de campos y ciudades. Menos mal que ese día estaba despejado.

Por todo ello, las distintas administraciones deben sacar varias conclusiones al respecto. La primera de ella es que este nuevo incendio en Chiloches en una planta de residuos, que no es el primero, está dejando en evidencia un descontrol generalizado en la gestión de los residuos peligrosos, que suele acabar con el incumplimiento de la normativa medioambiental. Por el actual Ayuntamiento de Chiloeches hemos sabido que la empresa propietaria de la planta, KUK Medioambiente SL, que no ha tenido a bien dar explicación alguna del suceso, llevaba operando en el municipio desde “hace varios años” (se supone que bastantes), “siempre en situación de ilegalidad, permitido por sucesivos gobiernos locales”. Que una empresa dedicada a la gestión de productos altamente tóxicos haya podido estar funcionando ilegalmente no se sabe los años en una esquina del Corredor del Henares, sin que el sistema haya funcionado, deja en evidencia al propio sistema y a los que lo tutelan en las diferentes administraciones. Por lo que hay que felicitar a la actual corporación de Chiloeches, gobernada por Ahora, por poner le pelota en juego al iniciar con fecha 21 de marzo un expediente que terminó el 17 de junio con un acuerdo de la Junta de Gobierno Local para clausurar la instalación “por actividad clandestina […] sin disponer de licencia de apertura o autorización de puesta en funcionamiento para el ejercicio de su actividad”. Se da la circunstancia de que KUK Medioambiental SL, estuvo también desaparecida durante todo el proceso que duró el expediente, y ni se molestó en comparecer en él.  Sin embargo, la actividad en la planta seguía y con fecha de 6 de junio de 2016, el ingeniero municipal que visitó la planta comprobó que “seguían metiendo más material contaminante, tóxico e inflamable”. Hasta tal punto llega la falta de información sobre la situación real de la planta a la fecha del incendio, que el propio Ayuntamiento de Chiloeches reconoce que “no sabemos con exactitud los productos almacenados, ni el grado de toxicidad, ni la carga de fuego”. Se supone que se han podido quemar unas 20.000 toneladas de residuos tóxicos, así a ojo de buen cubero.

Tras la resolución del Ayuntamiento de Chiloeches, la Junta presentó una denuncia en el Juzgado el 4 de agosto y el Seprona abrió una investigación. Pero la empresa no retiró los residuos, cuyo coste iba a ser “alto”, unos 1,2 millones, según dijo el consejero de Medio Ambiente, Martínez Arroyo. Veintidós días después de que esa denuncia entrara en el Juzgado, ardía la planta de reciclaje con todos sus residuos, sin que la maquinaria administrativa y judicial lo haya evitado. Los perjudicados, una vez más, el ciudadano, que sin comerlo ni beberlo ha tenido que hacer frente a un riesgo evidente para su salud. Cuando a los señores diputados les plazca formar gobierno tal vez no estaría de más que se pudiera legislar al respecto  con más eficacia, porque no parece tener mucho sentido que este tipo de industrias puedan convivir cerca de núcleos de gran población con todo el campo que hay libre. En el caso autonómico, son necesarios mayores inspecciones y controles, empezando por una relación actualizada de este tipo de plantas y sus circunstancias. Porque en Chiloeches ha estado funcionando una ilegalmente no se sabe los años, y nadie parecía haberse enterado.

También tiene trabajo la fiscalía de Guadalajara, adonde llegó la denuncia, y queda pendiente el origen del fuego que investiga la Guardia Civil como policía judicial. Un rápido esclarecimiento de los hechos rebajaría la alarma social que este nuevo episodio de una planta de reciclaje ardiendo ha llevado a la ciudadanía. Cuando han pasado cuatro días desde el inicio del fuego, todavía este sigue sin extinguir, aunque esté controlado, y en unos días nos encontraremos con un residuos tóxicos abrasados, que la empresa debería retirar, o de lo contrario  hacerlo la administración, pero reclamando a la Justicia las correspondientes responsabilidades por la desidia de KWU.

Por último, tanto las labores de extinción como de coordinación de las distintas fuerzas que intervinieron en el incendio ( la UME, y los bomberos forestales de la Junta, Diputación Provincial, Guadalajara y Madrid), se han desarrollado con general eficacia.  El mismo viernes por la mañana,  las balsas para contener el agua tóxica procedente de la planta estaban listas; y como complemento se instaló al día siguiente unas barreras de contención en el Henares, por si llegaba algún agente contaminante, cosa que no sucedió, según  la UME. Con lo que los  peces muertos aparecidos en Alcalá – ya pasó a primeros de julio-, aparentemente no tienen relación con vertidos del incendio.

Se ha lamentado el alcalde de Guadalajara, Antonio Román, de que no le dejaron estar en las reuniones de coordinación dirigidas por la Junta, y teniendo en cuenta el grado de afectación que se ha producido en Guadalajara le parece un error: “Así habría tenido información de primera mano”, añadió. Parece lógica su demanda y situaciones así deberían estar en los protocolos y no dejarlo a criterio de las administraciones, porque luego entra la política  partidista de por medio y se fastidia. También habrá que mejorar la información al público, y ser más ágiles en la respuesta a algunas supuestas noticias que se difunden alegremente en las redes sociales sin ningún rigor y a veces por pura malicia.

Antes era más fácil, cuando éramos los periodistas profesionales los que canalizábamos una información, después de haberla contrastado en una fuente oficial, pero ahora cualquiera puede acceder a la red, y eso tiene su parte buena, pero también su elemento de confusión ante situaciones como las vividas peligrosamente en los últimos días. Porque esto es lo que hay.

 Foto superior: Así era la impresionante columna de humo fotografiada a las 9,30 horas del viernes que despedía la planta incendiada. /R.Fernández/ Guadalajara Diario.

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