Susana Díaz se presenta


Susana Díaz
comunicará este fin de semana que se presenta. Tiene detrás a más ex presidentes, más alcaldes, más parlamentarios y más cargos orgánicos del PSOE que cualquiera de los  otros candidatos; y esto habría sido suficiente para haberse paseado en su carrera a la secretaría general  en cualquier otra etapa de la historia reciente del partido. Ahora está por ver.

Las mal llamadas Primarias están cargadas de sorpresas y más en los últimos tiempos en los que los electores de medio mundo están castigando  a cualquiera que sale con pinta de haber tenido alguna responsabilidad en la vida. El fenómeno Trump en Estados Unidos, el de Marinne Le Pen en Francia, Geert Wilders en Holanda, Alexis Sypras en Grecia, el Brexit en el Reino Unido,  o el mismo  Plablo Iglesias en España se nutren al final de lo mismo, el populismo, que ofrece recetas simples para los problemas muy complejos que han degradado el estilo de vida de la gente corriente en el mundo desarrollado, y todavía están atribulados por una crisis de la que no se sabe si hemos  salido en parte y de qué manera. Por ello,  no es tampoco de extrañar que con independencia de la procedencia ideológica de estos movimientos, situados en los extremos, al final todos acaben abrazando el proteccionismo de las preguerras,  y se cohesionan ante un enemigo exterior, que en Estados Unidos, Holanda, Hungría, Alemania o Austria puede ser el emigrante al que presentan como un consumidor  de recursos públicos y puestos de trabajo, o en Francia, Gran Bretaña y el sur de Europa maldicen a esa Unión Europea a la que dibujan como madrastra, y no como una impresionante organización que, con todos sus defectos, ha llevado a Europa al mayor grado de paz y desarrollo de toda su historia. No hagan caso a los cantamañanas, porque así es.

page-susanadiaz-370x246El PSOE  reformista y socialdemócrata,  sucesor del que alumbró Felipe González, Nicolás Redondo y Alfonso Guerra en Suresnes,  necesitaba un candidato; y se puede decir que le ha tocado a  Susana Díaz, casi en acto de servicio. La presidenta andaluza no es González, tampoco se la conoce un pensamiento político propio,  su gestión presenta lagunas en cuestiones esenciales, como el empleo o la competitividad en su comunidad, pero es una mujer corajuda, que conoce a la perfección los resortes de su partido, y que sin obrar ningún milagro, por lo menos no es dada a meter a su partido, y al país, en aventuras que nos harían gritar lo que aquel inválido descontrolado en una cuesta de Fátima: “Virgencita, que por lo menos me quede como estoy”. La gran baza de Susana Díaz va a ser esta, presentarse ante sus compañeros de partido como una líder de gran vitalidad, ni muy mayor ni muy joven, con un discurso enfocado a recuperar para su partido la centralidad en la política española, única manera de poder regresar alguna vez al poder sin necesidad de coaliciones anti naturales.Susana Díaz tendrá en frente a Pedro Sánchez, y en un segundo plano a Patxi López, que ya veremos si sigue en la carrera hasta el final.  El ex secretario general del PSOE, con dos derrotas electorales a sus espaldas, está intentando presentarse como el candidato de la izquierda y de las bases, y aunque habrá que esperar a  saber más detalles cuando empiece la campaña, de verdad, hay algo que le distingue de Susana y Patxi: no hace remilgos en pactar con populistas, comunistas e independentistas, asumiendo definiciones de estos últimos como  que “España es una nación de naciones”, lo que nos llevarían como poco a un estado confederal, que no tiene cabida en la Constitución. Y en consecuencia a abrir la puerta a otras soberanías, con capacidad de decisión, que no sea el pueblo español.  Como ocurre ahora.

Se puede decir, por tanto, que jamás los militantes socialistas van a tener un espectro ideológico tan amplio en el que elegir, lo que tiene un serio inconveniente: que tejer lo descosido, luego, va a  ser enormemente complicado. Y el riesgo de ruptura es mayor que nunca.  Es una lástima que por la trascendencia de lo que se juega el PSOE, y la política española en general (si gana Sánchez,  Rajoy convocará elecciones antes de que le presenten una moción de censura y los Presupuestos se van al garete), una decisión de este tipo solo sea tomada por los afiliados a un partido al corriente de pago, (que se mueven por muchos resortes que no son siempre el de elegir al candidato con más posibilidades), y no sea compartida por los simpatizantes y su cuerpo electoral.

En este sentido, Francia nos ha dado otra vez una lección impagable. Conservadores y socialistas han podido elegir a sus candidatos a doble vuelta, pero el sistema es tan permeable que ante el escándalo surgido con los chanchullos de Fillón o las escasas probabilidades que tiene Benôit Hemon como candidato del Partido Socialista (un líder en el extremo del PS, en la línea de Pedro Sánchez) , ha salido un candidato independiente, Enmmanuel  Macron, ex ministro de Economía con Hollande, y que al final puede ser la mejor opción para disputar a Le Pen la presidencia de la República en segunda vuelta.

Esto es lo que hay. Pero que nadie se equivoque. España no es el Reino Unido y aquí no nos podemos permitir ni brexits, ni experimentos extraños que no caben en la Constitución. Aunque reconozco que tenemos un problema endémico. Nuestra Ley Electoral es tan enrevesada, que la crisis de un partido, pongamos que hablamos del PSOE,  acaba siendo una crisis de Estado.

 

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