El reconocimiento a un trabajo bien hecho

Guadalajara recibirá el título de Ciudad Europea del Deporte en un acto oficial que se celebrará en el parlamento europeo el 6 de diciembre, una fecha simbólica para la España constitucional que los secesionistas quieren dinamitar con la ayuda de algunos tontos útiles que llegaron a la política a lomos de la crisis. No está de más señalar esto, porque el progreso de la Guadalajara deportiva es también un resultado del  progreso que nos trajo el  nuevo régimen democrático que alumbró España en 1978.

Cuando se proclamó la Constitución, en Guadalajara solo había un polideportivo en la ciudad ( y su construcción se culminó en el gobierno de UCD),  ahora hay  una docena, y tres de ellos de élite,  el último, el Multiusos, con 5.000 espectadores de capacidad, lo que le permite aspirar a los eventos top del deporte español e internacional. Tampoco había ninguna piscina cubierta pública, y hoy hay tres, la última realizada mediante la promoción público-privada, el Centro Acuático de Guadalajara,  un inteligente sistema por el cual en un suelo público una empresa hace frente a los costes de la obra y a su gestión a largo plazo, pero el Ayuntamiento no pierde el  control sobre las tarifas y la propiedad. Se hicieron grandes complejos deportivos en Los Manantiales-Parque del Río, San Roque, la Ciudad de la Raqueta, un campo de atletismo en la Fuente de la Niña  al que vienen a entrenar prestigiosas selecciones …Ahora, en sus inmediaciones, se va a empezar a construir la Ciudad del Fútbol. Solo los que hemos conocido cómo era la Guadalajara antes de los años ochenta sabemos de la magnitud del cambio en el terreno deportivo que ha experimentado la ciudad, hasta el punto de que no es  gratuito ese título de Guadalajara, Ciudad Europea del Deporte 2018. En Guadalajara mucha gente hace deporte, de base y  competición, porque tiene donde hacerlo, y el impulso que ha alcanzado en la última década ha sido el broche de oro para llegar a esta merecida distinción.

No podemos hablar del  progreso del deporte en Guadalajara sin citar, en primer lugar, a Eladio Freijo, el concejal de Deportes  en las dos últimas legislaturas, uno de los pocos casos en que la política es capaz de “robar” a la sociedad civil a un profesional que había demostrado su probada capacidad en la gestión deportiva.  Freijo ha sido el capitán de un barco que siempre ha tenido un rumbo claro y que ha tenido el indispensable apoyo del armador, Antonio Román, otro deportista de elite,  para no encallar en el proceloso  mundo de la política. Con ellos al frente, el Ayuntamiento de Guadalajara ha ido incrementando su patrimonio de instalaciones y escuelas, ha apoyado con una normativa transparente las ayudas a la competición de los clubes más destacados y ha hecho de la organización de eventos deportivos un destacado agente dinamizador de la economía local, vía turismo, hostelería o restauración.

Guadalajara tiene un peso en la España deportiva  muy por encima de una ciudad de ochenta mil habitantes, y eso  para una capital que en los años ochenta solo tenía un campo de tierra, sin graderío, en la Fuente de la Niña, una modesta piscina de verano y un campo de fútbol que se caía a trozos en el Escartín, por  todo patrimonio, es un cambio histórico. Descomunal. Esto es lo que hay y esto es lo que había. Felicidades.

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