Hospital y Campus, como los malos estudiantes

Se cierra el 2017 para Guadalajara y dos de los proyectos tan vinculados a la recuperación del Estado del Bienestar al que se refirió con optimismo el presidente regional Emiliano García-Page en este final de año,  han avanzado menos de los deseable, o nada, si nos referimos a la ampliación del Hospital o al nuevo campus de Guadalajara, respectivamente. En ambos casos llegarán las prisas en el último tramo de legislatura (queda apenas  año y medio para la primavera de 2019 en que habrá elecciones municipales y autonómicas) con lo que es fácil que nos pase como a los malos estudiantes, que se dejan medio temario para empollarse el mes anterior al examen y acaban con una empanada mental de padre y muy señor mío.

Las obras del Hospital no han progresado adecuadamente, y no debería ser un consuelo para este gobierno repetir que en la legislatura de Cospedal  se paralizaron por completo.  Oficialmente llevan dos años “reinaguradas”, pero en ellas resulta milagroso encontrarse un obrero más allá de algunas fotos oficiales. No quiero decir tampoco que no se haya hecho nada (zonas verdes, unas aceras, aquí les pongo la relación oficial), pero me preocupa haber llegado a final de año  sin  un plan plurianual en el que se detallen los plazos de lo que queda y las necesidades de equipamiento. Como ya tengo escrito, la prueba del nueve es que el consejero de Sanidad, Jesús Fernández, no es capaz a estar alturas, ni por asomo, de avanzar unos plazos  sobre la finalización de estas obras de ampliación, y lo que deja caer siembra todavía más incertidumbre como cuando dice que una de las dos empresas que con tanto misterio llevan a cabo las obras no quiere continuar en este nuevo año de 2018; y luego no explica por qué. El consuelo que nos queda es que los Presupuestos de 2018 asignan  una  cantidad más relevante (15 millones, menos de la mitad de lo que nos gastamos en la televisión autonómica) con lo que quiero pensar que esta vez  vamos a visualizar la propia obra  (grúas, obreros, carretillas, cemento, esas cosas que se emplean en la construcción) y especialmente a medida que nos acerquemos  a las elecciones. Pero incluso entonces no se nos debe de olvidar  que todavía quedarán años para que se recupere los niveles de atención que este Hospital daba antes de que sobreviniera la crisis (que en autonomías como Castilla-La Mancha derivó en un severo problema de ingresos por el hundimiento de la recaudación, ligada a una fase expansiva de la economía), con lo que nos encontramos con que un Hospital con menos recursos debe prestar la misma atención a una población que con la burbuja inmobiliaria trajo a esta parte del Corredor del Henares a unas cien mil personas más. Algo empíricamente imposible, y que está detrás de esas consultas abarrotadas en donde es problemático hasta encontrar sitio en una sala de espera. El milagro es que a pesar de tales  penurias  la mayoría de los servicios que presta el Hospital son de primera, porque hay un personal que para suerte de sus usuarios está por encima  del sistema y sus miserias.

He querido dejar para el final el asunto del aparcamiento, y ya no solo porque me aburre todos los días el mismo cruce de declaraciones, sino porque muchas veces me parece a mí que  es el hueso que se nos coloca como elemento de distracción para que nos nos fijemos de lo principal, que es el incumplimiento de los plazos (desde 2011, ¡ojito!) en la construcción del nuevo Hospital, y la habilitación de la plantilla correspondiente.  Dicho esto me parece indecoroso que el Hospital de Guadalajara, que es la primera empresa del Corredor del Henares, no habilite un aparcamiento gratuito para sus trabajadores, como hace cualquier empresa de medio pelo, y  que permita que se atraque a los usuarios que debemos utilizar los aparcamientos de pago más de dos horas cuando allí vamos. Aunque el nuevo aparcamiento subterráneo tampoco vaya a resolver ambas situaciones algo las habría aliviado. Y ello debería haber sido suficiente para haber terminado con las disputas que mantiene el Ayuntamiento con el Sescam a propósito de la documentación que este último debe presentar, y dejen que lo diga: que a los vecinos afectados le importan un pimiento. Esto ha llegado a tal punto en que la gente ya no escucha argumentos, y lo que quiere es que se  resuelva de una vez, lo que estas alturas  penaliza a las dos instituciones que intervienen en este embrollo.

Sucede también en el asunto de los nuevos accesos. Después de dos años discutiendo al final hemos vuelto a la casilla de salida. Yo entiendo el argumento del alcalde cuando dice que han cedido unos terrenos que valen diez millones de euros, y que solo por eso los accesos los debería hacer la Junta. Pero esos compromisos se plasman en convenios, y si no hay tal es el Ayuntamiento el  que debe correr con los gastos de pavimentar unas calles que están fuera del recinto hospitalario; o el agente urbanizador. Al final lo acometerá, aunque por aquello de las prisas y de no ralentizar la solución definitiva, lo hará de aquella manera y dejando al futuro agente urbanizador la tarea de completar el viario y las aceras.  Ad calendas grecas.

Y ya termino sobre el nuevo campus del que hay poco que decir. Hemos perdido un año y no se han comprado ni los terrenos al ministerio de Defensa. La Junta y sus portavoces acusan al Ayuntamiento de no haber cumplido su parte con los terrenos y el Ayuntamiento responde que técnicamente esto no es viable mientras no haya un convenio por escrito.  El ruido de siempre cuando no se quiere aflojar el dinero. Mientras tanto, y aunque se ha anunciado la mar de veces, el contrato-programa con Alcalá, sobre el que hay acuerdo Universidad-Junta, ya se queda para el año 2018, y lo que te rondaré morena. Me acuerdo  cuando los planes iniciales contemplados  en el protocolo y borrador que las tres partes bendijeron el 30 de marzo de 2015  con una inversión plurianual a cargo de la Junta de cincuenta millones de euros, ya se hablaba de enero de 2017 para empezar las obras en Las Cristinas y del año 2020 para terminarlas. Ahora, largo me lo fiáis amigo Sancho. Pero esto es lo que hay. ¿No tendrían Román y Page una hora sin testigos ni fotos para poner un poco de cordura y sentido común a tanta disputa?

Feliz 2018 a todos.

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