La central de Zorita funcionó durante 38 años y ha necesitado 12 más para su desmantelamiento y dos para el Plan de Restauración. Fotos y videos en el interior.
El proceso de desmantelamiento de la central nuclear José Cabrera en Almonacid de Zorita está cumplido al cien por cien, nos dicen desde Enresa. Falta por terminar de ejecutar el Plan de Restauración para que, hacia finales de 2024, Enresa pueda devolver el terreno, completamente descontaminado, a su propietario, Naturgy. Se cierra así 38 años de explotación comercial de la central y otros 15 más para desmantelarla y dejar el terreno como si nunca hubiera existido una central nuclear. Aunque hay un último resto, el ATI que guardará su combustible gastado hasta que se lo lleven, a finales de siglo, a un almacenamiento definitivo.
La inauguracion
“Las más altas jerarquías de nuestro país, presididas por S.E. el Jefe del Estado, inauguraron el pasado jueves ( 12 de diciembre de 1968), la Central Nuclear “José Cabrera”, instalada en Almomacid de Zorita. Estuvieron presentes en el solemne acto, junto al caudillo de España, ocho ministros del gobierno y numerosas personalidades de la vida política nacional y provincial, estas últimas, presididas por las primeras autoridades civiles, militares y eclesiásticas”.
Así comenzaba su crónica el semanario Flores y Abejas, en su número de 17 de diciembre de 1968, sobre la inauguración de la primera central nuclear española. En ella se daba cuenta de todos los prolegómenos, que se cuidaron al máximo con el habitual aparato propagandístico del régimen. Así, en el límite de la provincia de Guadalajara con la de Madrid se construyó un gran arco presidido por el escudo de la Diputación Provincial, dando la bienvenida al Jefe del Estado, donde acudieron vecinos de la comarca para dar la bienvenida a Franco con grandes pancartas alusivas al acto. “Las mismas muestras de entusiasmo”, relata el periódico, se produjeron a lo largo de todo el recorrido. Todas las autoridades civiles de la provincia recibieron al Jefe del Estado, que llegó acompañado del ministro de Industria, Gregorio López Bravo, y de seis ministros. En el acto inaugural habló primero el presidente de Unión Eléctrica Madrileña, la propietaria de la instalación, “haciendo ofrenda al Caudillo de este gran avance de la industria española”. Por su parte, el ministro de Industria puso en valor las ventajas de la energía nuclear sobre otros combustibles y anunció la construcción de dos centrales más en Santa María de Garoña (Burgos) y Vandellós (Tarragona) y más adelante otras en Vizcaya (Lemóniz), el Tajo (Trillo) y Cataluña (Ascó) hasta que en 1980 un tercio de la potencia eléctrica española fuera de origen nuclear.
Franco descubrió una lápida conmemorativa con el siguiente texto: “ S.E. el Jefe del Estado, Francisco Franco Bahamonde, inauguró esta central nuclear, primera que inicia en nuestra patria la era atómica industrial. 12 de diciembre de 1968”. Y el obispo de la Diócesis, monseñor Laureano Castán Lacoma bendijo la central nuclear, y seguidamente el Caudillo recorrió las diversas instalaciones.
no se sabe cuánto tiempo más estará en funcionamiento.
Esa primera central nuclear española se comenzó a construir el 6 de julio de 1965 y finalizó en tiempo récord en marzo de 1968. Tres meses después se alcanzó la criticidad por primera vez. Su potencia instalada era de 160 Mw, casi tres veces más de lo inicialmente previsto, y 6,6 veces menos que esa central del Tajo a la que se refirió López Bravo en su cita inaugural, la central nuclear de Trillo, que se acopló a la red en 1988, y que a día de hoyEste preámbulo histórico viene a cuento de que en estos días se ha dado por finalizado el proceso de desmantelamiento de la central nuclear, después de que en 2002 se ordenase su cierre definitivo y su reactor fuera parado el 30 de abril de 2006. El reactor de agua a presión diseñado por Westinghouse estuvo funcionando durante 38 años. La orden de desmantelamiento data de 2010. Enresa es una empresa pública que lleva a cabo la gestión de los residuos nucleares en España y es puntera en el mundo en el desmantelamiento de instalaciones nucleares.
Durante estos 13 años en que Enresa ha estado a cargo del mismo, su proceso de desmantelamiento ha sido un centro de referencia mundial en la materia y que ha atraído hasta la Alcarria alta a unas 6.000 personas, según nos relata orgulloso el periodista alcarreño Alvaro Rojo, que ha llevado con eficacia la comunicación de Enresa durante este tiempo.
Coincidiendo con este hito, Guadalajaradiario ha recorrido la instalación en días pasados y asistido a la explicaciones del jefe del desmantelamiento, Manuel Ondaro del Pino, días antes de que se marchara para hacer la misma tarea en otra central nuclear española, parada desde 2012, la de Santa María de Garoña, en el norte de Burgos. Ondaro es un experimentado ingeniero que ya trabajó en Vandellos 1, el primer reactor español clausurado, y en la antigua mina de la Junta de Energía Nuclear en la Ciudad Universitaria de Madrid. Ha estado los últimos 15 años en Zorita al frente de un trabajo que se puede resumir muy brevemente: consiste nada más, y nada menos, en retirar de forma segura todas las piezas que componen una central nuclear, desde las que formaron parte del circuito primario a los edificios auxiliares, hasta que todo ese emplazamiento quede liberado de radiactividad y se pueda entregar a su propietario, que podrá volverlo a utilizar para cualquier uso industrial. Pero vayamos por partes.
El desmantelamiento
Ser la central más antigua de España no ha supuesto un proceso más dificultoso, reconoce Ondaro, aunque sí ha tenido que lidiar con que al disponer de un reactor de primera generación utilizaban un mayor número de elementos en el espacio disponible. En reactores como Vandellos 2 o Almaraz, los equipos están dispuestos de manera más favorable para su retirada.
Lo primero que hizo Enresa es un estudio básico de estrategias en función de los materiales y volúmenes a retirar. Por un lado está el combustible gastado, que al ser de alta actividad se llevó al Almacén Temporal Individual (ATI), que está dentro del perímetro de la instalación y que será lo único que quede con radiactividad en el emplazamiento [De ello hablamos al final de este reportaje]. En esta tarea de acondicionamiento y envío de los residuos operacionales se tarda unos tres años. El Consejo de Seguridad Nuclear inspecciona todo el proceso y da paso a la declaración de impacto ambiental, previa a la trasferencia de titularidad entre la empresa y Enresa. En esa fase, que en Zorita fue en 2009, es la que está Garoña.
A partir de ahí, se caracteriza el emplazamiento y lo primero que se actúa es sobre el reactor, que ha estado recubierto de una contención, su famosa cúpula naranja que se hizo famosa por una acción de protesta de Greenpeace cuando escalaron hasta ella en abril de 2002. Bajo la contención está la vasija del reactor y los internos desde los que se gobierna, que fueron segmentados en trozos más pequeños para facilitar su traslado. Hay también un generador de vapor, un presionador y una bomba principal. Los restos de la vasija van a El Cabril, el cementerio de residuos de baja y media actividad que Enresa tiene en la sierra de Córdoba.
Paralelamente se realizan los desmontajes convencionales, que es la demolición de los edificios liberados de radiación. Una vez terminada esa demolición, hay que tratar, si hace falta, el terreno, y verificar que está por debajo de los niveles de radiación establecidos para su uso industrial, que es cero. En ese último proceso están ahora, de tal manera que cuando visitas las obras nos encontramos con una gran explanada en la que se han ido retirando los edificios que algún día albergó. Impresiona asomarse al agujero circular que ha dejado el edificio de contención, donde estuvo el corazón de la central, y que nos recuerda a una plaza de toros. Al lado estuvo la sala de control, en la que trabajaron tantos ingenieros españoles o la chimenea de ventilación, que se segmentó en 12 bloques. La chimenea era el punto de emisión, una vez filtrados, de los efluentes gaseosos de los edificios radiológicos de la instalación que tuvieran sistemas de ventilación.
Este suelo que ahora contemplamos fue detenidamente estudiado y dividido en parcelas, acorde al riesgo radiológico y la proximidad que tuvieron a los diferentes emplazamientos radiactivos, por lo que en algunas zonas no hay nada.
¿Cómo se hace la descontaminación? Mediante una planta de lavado de suelos, con arenas, gravas y finos. La limpieza varía en función de la contaminación y el destino de esos residuos es también diferente. En principio, alrededor del 95% de la superficie ha sido descontaminada completamente y se ha tratado como residuo convencional, que no ha necesitado ir a El Cabril.
141.000 toneladas de materiales.- El desmantelamiento de la nuclear tiene previsto generar 141.000 toneladas de materiales. De ellas, un 15% se consideró residuo radiactivo y solo unas 1.800 toneladas han requerido su envío a El Cabril, calificados como residuo de media o baja radiactividad (RMBA). (ver cuadro final)
Lo más complejo del desmantelamiento ha sido la segmentación de los internos de la vasija del reactor, que se hizo bajo el agua, porque sirve de blindaje, y se acomete con la ayuda de robots. Es un trabajo muy especializado que se contrata a empresas externas, en este caso a Westinghouse Suecia.
Dosis por debajo de lo previsto
El principal objetivo de cualquier desmantelamiento radiactivo es que los trabajadores no sobrepasen las dosis de radiación previamente estimadas para los distintos trabajos (y aprobadas por el CSN) para que no les ponga en peligro. En Zorita, la dosis colectiva como indicador al inicio del proyecto estaba en 6,4 sievert persona. Pero en el último comité que ha habido, Protección Radiológica ha informado que los niveles acumulados a finales de 2022 es de tres sievert persona, es decir, menos de la mitad. “Eso significa que se ha hecho un esfuerzo de cultura de seguridad y factores humanos en todo el proceso, auditado por el CSN”, destaca el ingeniero jefe Ondaro, quien añade: “Ha sido un gran éxito de gestión”, que incluye la ausencia de accidentes graves en una obra que ha durado 15 años y en la que han intervenido unas 300 personas.
Más de un 60 % de empleo en la provincia
El desmantelamiento de la central ha supuesto una importante inyección para el empleo local, que ahora será difícil de reemplazar. Enresa llegó inicialmente a un acuerdo de colaboración con la propiedad de la planta, porque el personal que ha trabajado en ella son los que mejor conocen los sistemas. Son trabajos relacionados con operaciones, mantenimiento y protección radiológica. Al principio fueron medio centenar a los que hay que sumar otra decena del personal de Enrresa. Y luego están los contratistas, por lo que en el momento más álgido participaron unas trescientas personas. En la actualidad han quedado reducidos a unos 80, y su disminución será progresiva. Un 30% de ese personal ha procedido del entorno de 20-30 km a la central y otro 30% al resto de la provincia. “La voluntad de Enresa es contar con personal del entorno”, nos dicen, aunque reconocen que no es fácil. Porque los trabajadores tienen que responder a un perfil determinado, de tal manera que tratan de proporcionar una formación especializada, aunque luego con la Ley de Contratos del Estado son las contratas las que eligen a su personal.
El ATI, el único emplazamiento nuclear que quedará
El mencionado ATI será la única instalación nuclear que quede en el recinto, una vez que Enresa haya liberado por completo el terreno y devuelto a su propiedad. El desmantelamiento como tal se ha cumplido al cien por cien y lo único que falta es aplicar el Plan de Restauración, que se inició en 2022 y llegará hasta 2024-25. En Enresa no se arriesgan a dar una fecha exacta, porque depende del CSN. A partir de entonces, Naturgy dispondrá de un terreno industrial para ser utilizado como tal, aunque todavía no se sabe cuál será la decisión sobre el mismo. Hace tiempo se habló de una central de ciclo combinado, pero por los problemas geopolíticos surgidos con el gas es una opción descartada y es más probable que la eléctrica tire por las energías renovables, que también se van a implantar en la zona.
Lo único que no revierte a la propiedad es un espacio situado en un extremo del perímetro y en el que se levanta el ATi. Este almacén en principio iba a ser solo temporal, hasta que se construyera el ATC de Villar de Cañas (Cuenca), que concentraría todos los residuos de alta actividad de España, promovido por el gobierno de Rajoy y que fue paralizado por el de Pedro Sánchez. Por ello, los residuos nucleares de alta actividad de todas las centrales españolas deberán seguir en los ATIs, hasta que a finales de este siglo el Gobierno de turno busque un almacenamiento definitivo, se supone que a gran profundidad, ya que su latencia es de miles de años. Este ATI está considerado como instalación nuclear y quedará con un personal mínimo que lo supervise. Entre 20 y 25 personas de vigilancia física, que es permanente los 365 días del año. Habrá también responsables con licencia de supervisor, por ser una instalación nuclear, y gente de protección radiológica, para mantenimiento por si hace falta algo. “Nos gustaría que ese empleo quedara en la zona, aunque Enresa no puede dirigir un proceso de licitación”, nos advierte Álvaro Rojo.
El ATI se queda como está, con 16 grandes contenedores al aire libre, que reposan sobre una plataforma antisísmica. Estos contenedores guardan a su vez una cápsula en la que se introdujo el combustible gastado y los internos de la vasija del reactor, recipiente que constituye un foco de calor pero que no contamina. Cuando llegue ese día en que deban sacar a la cápsula de los de los contenedores de hormigón, lo harán con una máquina que ya está dispuesta en el ATI. Mientras tanto, los empleados de mantenimiento no tendrán más trabajo que vigilar que las rejillas de refrigeración no se cubran de hojas, para que el aire pueda entrar y salir de forma natural y refrigere esa fuente de calor.
Es decir, que el empleo que genere el ATI va a ser muy escaso, aunque la buena noticia para los municipios del entorno es que como los residuos del ATI van a estar más años de lo previsto, podrán seguir cobrando de Enresa por el almacenamiento de residuos, como vienen haciendo desde hace años.
Por tanto, desde el propio ministerio de Transición Ecológica se promueve un proyecto para ayudar a la comarca a esa transición, que lleva a cargo el Instituto de Transición Justa (ITS), y que ha sido dotado con 4 millones de euros para poner en marcha 10 proyectos de infraestructuras digitales, sociales y ambientales en diez municipios de la zona afectada por el cierre de la central. Según los datos aportados, el 78 % de los ayuntamientos del convenio han solicitado ayudas para uno o más proyectos con los que se propone favorecer el empleo local, ahora que la principal empresa de la comarca pasó a la historia. Duró 38 años desde aquella inauguración que recordamos al principio de este reportaje, más otros 15 del desmantelamiento. Ahora toca mirar hacia otro lado.
Hitos del desmantelamiento
Desde el comienzo de los trabajos de desmantelamiento, en febrero de 2010, hasta el 31 de diciembre de 2022, se han gestionado aproximadamente 119.891 toneladas de materiales, de las que 20.928 toneladas corresponden a material convencional, 80.910 toneladas a material desclasificado (procedente de zonas radiológicas pero que, una vez desclasificado, puede ser gestionado como convencional), 16.332 toneladas de residuos radiactivos de muy baja actividad, y 1.721 toneladas a residuos de baja y media actividad.
En definitiva, de las 141.000 toneladas de materiales previstas para gestionar en todo el proyecto, se llevan esas 119.891 toneladas a 31 de diciembre de 2022. De esa cantidad, aproximadamente el 85% se ha gestionado como material convencional y el 15% como residuo radiactivo de muy baja, baja y media actividad.
Fuente Enresa: datos hasta el 31/12/2022: