Es la primera luna llena plena de cada año y tiene su tradición historica y atávica
Seguro que casi todos, sobre todo los madrugadores, habrán echado un vistazo a la Luna que se vislumbraba a primeras horas del amanecer aunque fuera de refilón por la ventanilla del coche.
Se habrán sorprendido quizá por su luminosidad y aparente cercanía. No hay alarma, es un hecho habitual. La primera luna llena del año y tiene su nombre y significado.
Gracias al fotógrafo Alfonso Tertre tenemos este gran ejemplo sobre Rebollosa de Hita.
Se la llama 'Luna del Lobo' y tiene sus explicaciones e interpretaciones. Acabamos de superar hace unos días el equinoccio de invierno el día 21 de diciembre, concretamente a las 10:21 horas. A partir de ese momento el Sol va ganando paulatinamente a la 'Oscuridad de los Tiempos', minuto a minuto, día a día, año tras año inexorablemente.
También en el entorno planetario y lunar se producen ciertas coincidencias de las que casi no nos damos cuenta.
En la conjunción de las trayectorias orbitales, cada año entre el planeta Marte, con su característico color rojo, y nuestra Luna, satélite de la Tierra, alcanza en nuestro 'espectro' uno de sus máximos esplendores.
Evidentemente, este evento celestial se lleva observando desde hace decenas y decenas de miles de años por la Humanidad emergente de la que no eran ni mucho menos ignorantes los seguro absortos primeros pobladores del hemisferio Norte,
Nearderthales y primeros Homo Sapiens, no eran ajenos a estos eventos y dirigían sus miradas atentas al mejor espectáculo visual del momento, cuando no había pantallas electrónicas que impedían inclinar el pescuezo pertinazmente hacia arriba.
En aquellos no tan lejanos tiempos, las principales perspectivas de las miradas eran las horizontales, para vislumbrar las presas y recursos de alimentación, o hacia el cielo durante la noche donde recrearse en fantasías, temores y realidades cósmicas que también determinaban la supervivencia a través de las observaciones de los fenómenos meteorológicos o celestiales para, sobre todo, calcular los ciclos que marcaba la vida.
Hay que intentar ponerse en la situación del momento ancestral.
Cuando la vida urbanita no estaba invadida por la 'contaminación lumínica'.
Y no pensemos solo en tiempos ancestrales.
Conocí en Codes al abuelo Arsenio cuando era muy infante.
El oficio de Arsenio era el de cabrero. Abuelo de mis primos de Codes y tenía un conocimiento absoluto de su entorno; el Sabinar, la vida dura de las Parameras, sus piedras ancestrales, hierbas, hongos, fauna... y mil asuntos más arraigados a la tierra y el cielo. Todos ellos eran consecuencia del trabajo duro, ajado rostro y de supervivencia real recurriendo a la experiencia ante el medio natural de su entorno milenario, como mínimo celtíbero. De la vida que realmente nos construye como personas y ahora seguro, de verlo, le haría esbozar una sonrisa, como educado que era, compartida con los miles de 'Arsenios' de Guadalajara cuando vieran a los 'Frank de la Jungla' u similares fantoches de ahora.
Tantas jornadas nocturnas cuidando su rebaño bajo una dura pesada manta en una majada, o teniendo suerte, cerca de una buena lumbre que le permitía guiarse y vislumbrar el lenguaje y los mensajes que le ofrecía el cielo día a día, noche a noche, en todas las jornadas del año durante más de 70 años.
Conocimiento acumulado por la observación que se ha ido perdiendo con el tiempo por no haberse querido heredar por los urbanitas actuales... Y sobre todo no querer 'escuchar'.
Volviendo a la 'Luna del Lobo' de principios de año, es la época en la que las antiguas tradiciones describen que las manadas de lobos también se dan cuenta de tal efecto cósmico y que por ello es el momento en el que se dejan escuchar sus aullidos por intentar alcanzar el brillo de la Luna o presentar sus respetos, cuello en alto apuntando a los ficticios selenitas en muchas latitudes. ¡Quién puede interpretar el comportamiento o etología de los llamados 'canis lupus' ibéricos a ciencia cierta!..
¿Estará ocurriendo lo mismo con las manadas de lobos que habitan en estos momentos la Sierra Norte de Guadalajara?... No lo sabemos.
No cabe duda que cuando un efecto de nuestro blanco satélite es extraordinario hacemos una pequeña parada de atención para admirar o temer dicha luminosidad del tamaño de la Luna.
¡Sigámonos sorprendiendo con la naturaleza en su belleza o recordando nuestros temores atávicos como seres insignificantes y voluntariosos! E intentar seguir conviviendo entre tierra y cielo.