Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) y el Museo Neanderthal de Alemania se encuentra excavando, durante esta semana, en el interior de la Cueva de los Casares, gracias a un proyecto internacional que pretende conocer la secuencia de ocupación humana durante el Pleistoceno Superior y su relación con los cambios climáticos y ambientales en la Meseta Ibérica. Creen que podrían aportar datos relevantes, porque es una cueva "mal estudiada".
La Cueva de Los Casares, uno de los tesoros más importantes del Geoparque de la Comarca de Molina de Aragón y el Alto Tajo, forma parte de un proyecto de investigación de carácter internacional, que pretende poner a prueba las teorías al uso sobre la ocupación humana de la Meseta durante el final del Paleolítico Medio y buena parte del Paleolítico Superior (entre 50.000 y 18.000 años). Se trata, según explica Manuel Alcaraz, investigador de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) y el Museo Neanderthal de Alemania, y uno de los directores de las excavaciones, de un proyecto que se lleva a cabo a través de los contratos o becas de postdoctorado Marie Curie, concedidos por la Comisión Europea, y que en este caso se coordina desde el Museo Neanderthal, en Alemania. El grueso del equipo investigador lo forman especialistas procedentes de dicha institución junto con otros de la Universidad de Alcalá. También colaboran investigadores de la Universidad de Colonia, la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Madrid y la Universidad Complutense (UCM).
Además de contar con el permiso de intervención arqueológica de la Dirección General del Cultura de Castilla-La Mancha, el equipo de investigación de Los Casares cuenta con la colaboración del Museo de Molina, órgano gestor del Geoparque y actual responsable de la gestión turística de la cueva: “El personal del Museo de Molina nos ha tratado estupendamente y nos ha facilitado en todo momento el acceso a la cueva, lo cual ha conseguido que podamos realizar nuestro trabajo de forma mucho más eficiente”, apunta Manuel Alcaraz.
¿Vivía alguien en el pleistoceno superior en la meseta?
Tal y como explica Alcaraz, los objetivos científicos del proyecto se centran en un problema concreto, que es la ocupación humana en el centro de la Península Ibérica, sobre todo en los momentos más fríos del Paleolítico Superior, pero también a finales del Paleolítico Medio: “En la Meseta, en general, se ha asumido que durante una parte importante del Pleistoceno Superior no vivía nadie, porque las condiciones ecológicas y climáticas eran excesivamente rigurosas. Nosotros queremos comprobar esa hipótesis y, de ser cierta, saber por qué. Sin embargo, creemos que ese vacío poblacional se debe, en parte, a una falta de investigación, y una de las pruebas de ello podría hallarse en la Cueva de Los Casares. Este yacimiento lleva sin tocarse prácticamente desde los años 60 y, tanto en lo que se refiere a su yacimiento del Paleolítico Medio (época de los Neandertales), como a sus grabados y pinturas del Paleolítico Superior (realizados ya por humanos modernos), no ha habido proyectos de investigación recientes que los estudien”, apunta el arqueólogo.
Las excavaciones
Desde el pasado viernes y hasta este sábado, un equipo de arqueólogos se encuentra excavando en el interior de la Cueva de Los Casares, en el mismo lugar donde lo hiciera el arqueólogo Ignacio Barandiarán en los años 60 del siglo pasado: “El objetivo es estudiar la secuencia estratigráfica del Paleolítico Medio (Musteriense), que ya se conocía de las excavaciones de Barandiarán y, lo que vamos a hacer nosotros, es refrescar esos cortes y abrir algunos nuevos, para estudiar la secuencia, tanto a nivel macro como a nivel micro”, aclara el director de los trabajos. En este sentido, profundiza el arqueólogo, “vamos a recoger muestras para micromorfología, que luego se analizarán en los laboratorios de la Universidad de Colonia", que trabaja junto con el Museo Neanderthal.
También se van a recoger muestras para realizar dataciones absolutas, pues aún se desconoce la cronología exacta del yacimiento musteriense que contiene la cueva: se intentarán hacer análisis de Carbono 14 sobre carbones o huesos, datar por el método de Uranio/Torio las costras estalagmíticas, así como aplicar el método de la Luminiscencia Ópticamente Estimulada (OSL) sobre las arcillas y arenas del depósito. Por otro lado, además de estudiar los instrumentos de piedra abandonados en la cueva por los Neandertales del Paleolítico Medio, también "analizaremos los restos de fauna que fueron cazados y consumidos por éstos. Por último, se recogerán muestras para realizar análisis de los pólenes que se han podido conservar en los sedimentos de Los Casares, lo cual resulta muy importante para conocer la vegetación de la zona durante el Paleolítico”.
Además de por Manuel Alcaraz, el equipo de investigación está co-dirigido por Gerd-Christian Weniger (director del Museo Neanderthal), y Javier Alcolea (profesor de la Universidad de Alcalá). El resto del equipo que se encuentra actualmente en la cueva está formado por los arqueólogos Viviane Bolin y María de Andrés (del Museo Neanderthal), Adara López y Juan Vizcaíno (de la UAH), así como por el geoarqueólogo Martin Kehl (de la Universidad de Colonia), responsable de las muestras de micromorfología.
Aunque este proyecto en concreto no ahondará en las manifestaciones de arte rupestre existentes, para los científicos de este equipo de investigación, conocedores de las manifestación gráficas de la cueva, la Cueva de Los Casares posee uno de los conjuntos de grabados más importantes de Europa, dentro de lo que se conoce como Arte Paleolítico en cueva. Así lo asegura Javier Alcolea, uno de los directores de los trabajos y autor, junto con el profesor Rodrigo de Balbín, de la UAH, de los escasos estudios recientes que existen sobre los mismos. En este sentido, Alcolea recuerda que se trata de una cueva “mal estudiada”, que se estudió solo en origen en el año 1935, “con unas técnicas, unas ideas y unas metodologías que se quedaron obsoletas hace mucho tiempo”, y que los trabajos realizados en la actualidad son solamente “de carácter introductorio”.
No obstante, el arqueólogo destaca el interés de esta cueva, no solo por el número y la calidad de los grabados –las pinturas son menos importantes cuantitativamente-, sino porque, a falta de una datación rigurosa, Los Casares cuenta con una secuencia gráfica muy larga: Esto nos indicaría que, seguramente, desde algún periodo antiguo del Paleolítico Superior, que llamamos Gravetiense (en torno a 25.000 años) hasta el final del Magdaleniense, que es el final del Paleolítico Superior, hay un discurso gráfico en la cueva, más centrado en los momentos finales, pero también con elementos muy antiguos, y eso es relativamente poco frecuente, afirma Alcolea.
En sintonía con lo que se está investigando en estos momentos y según el profesor Alcolea, “si nosotros llevamos las representaciones hasta el Gravetiense, algunas de ellas deberían incluirse en lo que se llama el último Máximo Glaciar, que es un momento muy duro climáticamente, mucho más frío y seco, y eso indicaría que en una zona tan alta –porque estas son altas tierras del Oriente de Castilla- sí habría habitación humana. Si en estas zonas tan altas había habitación humana, es de suponer que en zonas menos altas y mucho más abrigadas la habría también, por lo tanto, esto iría un poco en consonancia con nuestra idea de que el supuesto vacío poblacional durante la mayor parte del Paleolítico Superior se debe más a un vacío investigador, que a un vacío real histórico”, concluye Alcolea.