Hasta 4 entierros se llegaron a celebrar al día siguiente del atentado, a las cinco de la tarde, en la ciudad de Guadalajara./ Archivo El Decano.Un total de 15 personas originarias o vecinos de la provincia de Guadalajara, entre ellos el Geo Javier Torronteras, que murió en la explosión de Leganés, fallecieron por el atentado islamista del 11-M, la mayor masacre terrorista que ha golpeado nuestro país en un solo día. Hasta cuatro entierros a la misma hora, las cinco de la tarde, se llegaron a celebrar en sendas iglesias de la capital  el viernes 12 de marzo de 2004.

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Hay que recordar que de los cuatro trenes que sufrieron la acción de los terroristas, uno de ellos había salido a primera hora de la estación de  Guadalajara, y por lo tanto fue en el que viajaban la mayoría de las víctimas alcarreñas. La ciudad de Guadalajara celebró un día después la que ha sido la mayor manifestación de su historia y en la que participaron más de de 50.000 personas.

 Los bares y las tiendas cerraron. Y en la calle, bajo la lluvia, estábamos todos.  Jamás en mi vida he visto tantos miles de paraguas abiertos y desfilando, juntos, tocándose unos con otros.  Fue  sin duda la manifestación más numerosa de la historia de Guadalajara. La cita era a las siete de la tarde en la plaza de los Caídos, pero mucho tiempo antes ya no cabía un alma entre el punto de salida y la plaza de Santo Domingo. Aun siendo un recorrido algo más largo de lo habitual (incluía el Amparo y la avenida de Castilla, hasta la Constitución), sólo un dato: los manifestantes no dejaron pasar por la plaza Mayor hasta 45 minutos después de que la cabecera con la pancarta llegó hasta el monumento a la Constitución. A pesar de reunir a tantos miles de personas, el silencio más absoluto dominó la manifestación. No hubo ni gritos de protesta, ni insultos, ni nada de nada. Diríase que la gente estaba tan conmocionada que necesitó  varios días para recuperase

Una marea de paraguas envolvió Guadalajara durante la manifestación en una tarde de lluvia.Las víctimas de Guadalajara

14 personas vecinas u originarias de Guadalajara fallecieron en el atentado contra los  trenes de Cercanías de Madrid, y uno de ellos, el inspector del Geo Javier Torronteras, en la explosión de la casa de Leganés en la que se inmolaron 7 de los asesinos que estaban rodeados por la policía, entre ellos algunos de los principales cabecillas de la trama.

Estudiantes  y trabajadores, el pueblo llano que se levanta cada mañana para ganarse el pan en Madrid robándole horas al sueño, fue el objetivo de aquella jauría de islamistas fanáticos. Pero la tragedia todavía pudo ser mayor, si no hubiera sido por una afortunada huelga de profesores que dejó a muchos universitarios en casa.

Cinco de los fallecidos residían en Azuqueca. Entre ellos estaba Mohamed Itaiben, de 24 años, un “sin papeles” que allí vivía con su hermana y una cuñada. María Fernández del Amo, de 26 años, estaba a punto de acabar Industriales en la Politécnica. Eduardo Sanz era un modesto trabajador que dejó  a un hijo de 2 años y a una viuda embarazada de 8 meses. Hubo un sepelio más ese 12 de marzo en Azuqueca, el de Nuria Aparicio Somolinos, una mujer de 40 años, originaria de La Bodera, casada y con dos niños pequeños de 5 y 8 años. La quinta víctima fue José Gallardo Olmo, de 33 años, natural de Barcelona y empadronado desde 1999 en Azuqueca.

De Guadalajara eran dos universitarios, Guillermo Senent  Pallarola, de 23 años,  y David Santamaría, de 22, que acudían a su primer trabajo  en la empresa ferroviaria Alstom. Otras dos víctimas mortales vivían en Alovera, Sara Centenera Montalvo, de 18 años, que ese año había empezado fisioterapia, y Begoña Martín, de 25, casada con un monitor de tenis de Villanueva de la Torre, cuyo cadáver fue uno de los últimos en ser identificados. Eduardo Sanz Pérez, de 31 años, era un arriácense que trabajaba en la Escuela Militar Ecuestre, de Madrid.  

Las bombas truncaron la brillante carrera de un ingeniero aeronáutico de 28 años, Sergio de las Heras Correa, de Iriépal, que trabajaba en CASA. Ese maldito  día cogió el tren porque tenía el coche en el taller. Miriam Melguizo Martínez, de 28 años, vivía en Alcalá pero era originaria de Gárgoles de Arriba. David Vilela Fernández , de 22 años, tenía sus raíces en Yebra. Gonzalo Baraja Díaz, de 32 años, había nacido en Guadalajara aunque vivía en Coslada. También residía en Guadalajara otra de las víctimas, Marion Cintie Subervillle.      

El convoy de Guadalajara

El tren que salió de Guadalajara tenía seis unidades y las dos bombas que estallaron estaban en los vagones cuarto y quinto. En total fueron 10 las bombas  que explosionaron. Iban cargadas  en mochilas, que los terroristas dejaron en los trenes y se marcharon antes de que estallaran. Los otros tres trenes atacados explosionaron su siniestra carga en la estación de Atocha (3 bombas), 1 en la estación de Santa Engracia y 4 en la calle Téllez, metros antes de entrar en la citada estación de Atocha.

En total fueron 191 los muertos y 1.857 los heridos. La Audiencia Nacional sentó en el banquillo a 18 personas, entre ellos a los españoles que vendieron  los explosivos a los islamistas. Quedó acreditado que esta gente preparaba nuevos atentados en España,  que quedaron  desbaratados por la explosión de Leganés y la acción de la policía.

Las elecciones

Dos días después, se celebraron las elecciones Generales en España que cambiaron todos los sondeos previos y dieron el triunfo en minoría a José Luis Roríguez Zapatero. El PP mantuvo los dos diputados y 3 senadores en Guadalajara, a pesar de que bajó 6,7 puntos, y se quedó en el 47%. El PSOE no logró dar el vuelco como en 1982 –entonces el centro-derecha se presentó dividido--, pero rompió su techo electoral con 44,10 % de los votos.   

A título anecdótico, el “paracaidista” Luis Manuel  Fraga, íntimo amigo de Luis Bárcenas y su valedor, fue el senador más votado de Guadalajara, incluso por encima del actual alcalde Antonio Román y del subdelegado Juan Pablo Sánchez.