(Si se ve el final de las estrofas se leerá el Padrenuestro. Verdad en el siglo XVII y ¿verdad exactamente igual en el XXI?)
Felipe que el mundo aclama
como el mejor de los sextos
y que figura en los textos
como el que a España la ama,
oye una tierra que exclama
hundida en tantos pretextos
y que la verdad reclama,
óyenos tú, padre nuestro.
Mira que está nuestra tierra,
tan agobiada de impuestos
que estamos para los restos
entre IVA que sube en sierra
y entre Renta en que se entierra
nuestro ingreso tan modesto
que ha caído por el suelo
mientras que estás en el cielo.
Oye, rey, nuestro gemido
que tu corazón se apiade
del dolor que nos invade
hasta la pobreza asido
que a todos nos ha venido
y a ninguno nos agrade.
Sea entonces bien amado,
tu nombre sea santificado .
De comprensión de que tantos
validos y más inválidos
ministros de corte pálidos
se están haciendo los santos,
mientras nos llenan de espantos
por sus saberes escuálidos
y nos inundan de llantos,
de duelos y de quebrantos
con que mis desdichas peino.
Venga a nosotros tu reino.
Mira, rey, que ya tenemos,
el cinturón en garganta
porque la apretura es tanta
que en cintura no podemos.
Tanta extorsión nos oprime
que el pueblo ya se deprime
con sufrimientos postremos.
Mira el dolor con que gime.
¿No veis tal realidad?
Hágase tu voluntad.
Los gastos son del Estado
tan inmensos según ley
que aunque dicen es del rey
pólvora que ha disparado,
estoy yo muy aquejado
como está toda la grey
de lo que nos causa duelo
en la tierra como en el cielo.
Tus servicios se perciben
como escasos y muy lentos,
y muchos son puros vientos
que sobre el papel se escriben.
No nos tienen muy contentos
que unos servicios tan lentos
para cuando ellos arriben
pueden dejarnos lamentos.
Danos hoy sin ironía
nuestro pan de cada día.
Mira que los españoles
pasto son de burocracia
y entre desgracia y desgracia
van pasando los controles
sin que alumbren los faroles,
entre la mucha falacia
que cuenta la burocracia
lenta como caracoles,
Pues son torturas intensas
perdona nuestras ofensas.
En Navarra y en Vasconia
los dineros los conciertan,
y en Cataluña disertan
pagarlos con parsimonia
y cada día desertan
de esta grande babilonia
que es la hispana ceremonia
y solo de ellos disertan.
Y aunque sí que lo notamos
como también perdonamos.
Está el resto del Estado,
tan pobre y depauperado
que Castilla, Andalucía
más quienes nunca escuchados
están ya desesperados
y llenos de melancolía.
¿Cuándo les llegará el día
de ser igual bien cuidados?
Hasta entonces desdichados
no está como ya debía
Castilla ni Andalucía.
Perdonamos, aunque hienden,
a quienes nos ofenden.
Alivia de tanto abuso
a los pobres españoles,
sus oídos no los violes
con un discurso difuso
y mete en cintura a tanto
haragán tan poco santo
que sólo nos causa llanto
a los pobres españoles.
No nos dejes ocasión
de caer en la tentación.
Recorta más bien los gastos
de los propios estadistas,
que gastan más que coristas
en perfumes y en afeites;
y que se untan con aceites
a ellos y a cuantos artistas
hincan sus dientes tan vastos
en comidas bien provistas
por militancias sablistas
trincando en sabrosos pastos.
Ten piedad con nos y ven
y líbranos del mal. Amén.
De los malvados políticos
que maltratan a tu grey,
líbranos, Felipe, rey,
y los derechos raquíticos
que nos permiten políticos
-que son quienes hacen ley
en provecho de su greyque
seamos analíticos.
Y acabemos siendo el rey,
ya que somos soberanos,
y el Estado sea virrey
de los poderes humanos.
Ven a darnos eso ven,
rey Felipe, amén, amén.
Juan Pablo Mañueco,
en el libro "Con Machado, esperando a Prometeo" (2015)
y "La comedia de la Nueva y Vieja Política o Esperando a Prometeo" (saldrá a finales de mayo de 2017)