Canales de Molina es un pequeño pueblecito de la sexma de El Sabinar del Señorío de Molina, situado a 124 kilómetros de Guadalajara, a una altitud de 1.158,8 metros, y agregado al municipio de Corduente y que podemos divisar en una de las laderas del monte cuando nos acercamos por la carretera nacional 211 yendo ó volviendo de Molina de Aragón.
Por un pequeño ramal se accede al pueblo desde la misma y hace unos años, acompañado de uno de sus vecinos -- si no posiblemente me hubiera perdido y no sé si ahora sabría ir solo-- , me intrinqué en los caminos rurales , mejorados en aquellas fechas por los trabajos de concentración parcelaría , y que mantuvieron alguna “estela romana” que aparecía al borde de los mismos, vestigio de la presencia del “imperio” en tierras molinesas. Se trataba de un lugar en el que se erigen pequeñas torres vigías y atalayas, puestas en los primeros tiempos de la repoblación, hacia el siglo XII, y que vigilaban la entrada desde Aragón hasta la capital del Señorío en la Sierra de Aragoncillo, conocido por Los Castillos, para cerca de allí contemplar con mis ojos la “Peña Escrita” , que ellos conocen como la “ Peña del Moro” y escuchar las leyendas sobre la misma.
La Peña Escrita es una gran losa de piedra, inclinada en la parte más alta a unos 7 metros del suelo y en la más baja a 1 metro, transcurriendo en sus cercanías el arroyo de la Dehesa, que vierte sus aguas en el río Gallo.
Sobre la piedra hay esculpidas tres figuras humanas, una gigante, que representa a un moro de unos 3 metros de longitud, con los brazos extendidos y la representación de su sexo, la segunda es la de una mujer, de poco mas de un metro, también con la representación de su sexo y la tercera la figura de un hombre un poco más alto que está a iguales símbolos de identidad que los anteriores.
Acerca de estas figuras androides, la leyenda nos habla de un tesoro escondido, con la princesa mora prisionera , el guardián y un dragón , provisto de lenguas de fuego que la vigilaban, el enamorado que lucha por salvarla, vence a los dos y huye con el tesoro y con la mujer para ser felices el resto de sus días.
Debajo de la piedra, la imaginación se desborda al contemplar en el cobertizo que se forma, junto al arroyo de La Dehesa, la serie de dibujos, símbolos e incisiones que se observan, según dicen procedentes del neolítico, que están siendo objeto de estudio por parte de algunas universidades, sobre todo alemanas ya que sin que se pueda establecer claramente su origen, allí se ven grabadas figuras que parecen de astronautas provistos de cascos, signos extraños, jeroglíficos, cruces, huellas de animales, de pies humanos, de horquillas, de algo que se asemejan a naves espaciales.
Todo muy curioso, original y sorprendente, que da lugar a una segunda leyenda, la de que la piedra era el lugar de aterrizaje de las naves espaciales. No hay que olvidar que el antiguo testamento ya nos habla de la posible presencia en la tierra de ellas, provenientes del cielo, y desde arriba se debería ver como un lugar idóneo para que se posasen allí, y que fueran seres extraños quienes grabaran en el interior de la cavidad las figuras y símbolos mencionados, como testimonio de su presencia entre nosotros, y que las lenguas de fuego que los lugareños atribuían al dragón, vigilante de la princesa, fueran en realidad los rayos de estas naves protagonistas de un encuentro de los extraterrestres con nuestro mundo de entonces.
Las figuras del exterior fueron esculpidas en años posteriores, durante la presencia de los árabes en nuestras tierras, ya que sus vestiduras así lo atestiguan.
En todo caso, leyendas ó no, la Peña Escrita es una realidad, que forma parte del mundo esotérico de nuestra provincia, del misterio de la piedra, que bien merece conocerse porque es uno de las más entrañables incógnitas que encierran nuestras tierras.
JOSÉ MARÍA BRIS GALLEGO
16 septiembre de 2013.
Fotos: Iberiamagica