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La cueva de Nublares

 La Cueva de Nublares esta situada en el término municipal de Bujalaro. La palabra nublares quiere decir “nubes que tapan el cielo”, posiblemente por la niebla que produce la cercanía del río Henares. Nublares se ha hecho famoso por ser el primer libro de la trilogía que sobre la vida primitiva ha reflejado en sus obras, el escritor bujalareño Antonio Pérez Henares “Chani”.

 Una trilogía que comienza con su primer titulo, Nublares, continua con el Hijo de la Garza y prosigue con  El último cazador. En ellos refleja la lucha por la vida de unos clanes prehistóricos que conviven, aman, odian y luchan en un mundo hostil en el que destaca la importancia que tiene la tierra, el aire, el agua y el fuego que el hombre quiere dominar para situarse por encima del resto de los animales que le acompañan.

 La cueva de Nublares existe, no es ninguna fantasía. Unos kilómetros más abajo se encontraba en el término de Jadraque otra cueva, la de Los Santos, así llamada porque en la guerra de la Independencia, los jadraqueños para salvar su patrimonio artístico de la rapiña de las tropas francesas, ayudados por los monjes del convento capuchino , escondieron allí las imágenes, entre ellas el Santísimo Cristo de la Cruz Acuestas , obra del escultor Martínez Montañez, la de la  Soledad atribuida al mismo artista y el Cristo de los Milagros de Pedro de Mena.

 He tenido la suerte de poder visitar las dos cuevas y sin animo de polemizar, debo decir que la entrada de la Cueva de los Santos,  presentaba un aspecto más de hogar, con un portal rectangular en el que se veía el caño al fondo. Por desgracia,  la Cueva de los Santos ya no existe, y solo queda de ella el vestigio de un agujero que se ve en la pared vertical de lo que fue una cantera de yeso y que fue la causa de su desaparición en la carretera de Jadraque a La Toba.

 La cueva de Nublares, sigue allí anclada en el tiempo, dominando el espacio, viendo pasar las generaciones y el transcurrir de los siglos.

 Aún recuerdo la excursión que hace ya muchos años hicimos a la cueva. Fue en Semana Santa, estando de vacaciones, y con un grupo de amigos nos dirigimos hacia ella por los Yesares y el camino de la Guaina hasta que la divisamos abierta en aquel roquedal de marga y caliza, sin otra vegetación que el tomillo y la jara. Abajo se divisaba el río Henares y las feraces tierras de la vega.

 El acceso resultaba difícil , ya que se encontraba cerca de dos metros sobre el suelo,  por lo menos esa es la altura que aparece en mi memoria, ya que no he vuelto a ir a Nublares. Con m amigo Eustaquio Vázquez , hijo de uno de los maestros de Jadraque y originario de Santiuste, trepamos con gran esfuerzo hasta entrar en la cueva. No llevábamos ningún equipo para poder adentrarnos en ella: ni cuerdas, ni linternas…, por lo que nos limitamos a permanecer en la entrada y mirar hacia el fondo, recordando lo que decía la “vox populi”: que una vez entró una cabra en ella y apareció en la plaza de Hita. Tal era supuestamente la longitud de la sima.

 Cerrada la tarde, volvimos a Jadraque, sin saber que años más tarde se reflejarían en ella,  las sombras virtuales de Ojo Largo, Ojos de Cielo, Mirlo, el Arquero de Nublares…Los personajes de ficción creados por Antonio Pérez Henares

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