Fue creado por padres y madres del colegio "La Espiga"
Sin duda el paso del tiempo ha conferido a la génesis de los grandes equipos deportivos un aire de misticismo que, en realidad, no tuvo nunca ninguno de ellos; simplemente se crearon para jugar. Así, sin ninguna grandilocuencia, para que sus hijos puedan competir, un grupo de padres y madres de Azuqueca ha puesto en marcha el que quizá sea el club más joven de la localidad. Y lo han hecho desde el colegio “La Espiga”, concretamente desde la actividad extraescolar de fútbol sala que ofrecía el AMPA.
Como una evolución natural, los pequeños y pequeñas necesitaban competir los fines de semana. Empezaron con un equipo benjamín en la liga de la Agrupación Alcarreña. Continuaron, en la siguiente temporada, con tres formaciones y “la criatura” creció, en la cuarta campaña, con seis equipos más en todas las categorías. “Ahí es donde se crea el club y empezamos con todos los trámites”, afirma José Antonio Martín Roa, alma técnica del proyecto.
El club tomó el nombre del colegio. Ahora el Espiga Futsal Azuqueca anda, como quien dice, en ese estado embrionario en el que se encuentran todas las instituciones que transitan sus primeros años de vida. Se mueven entre la ilusión de sus impulsores y la incertidumbre de una desconocida maraña burocrática. Forma jurídica, trámites, subvenciones. Tan solo un ejemplo “No sabemos muy bien lo de los socios; serían los que pagan su cuota anual, pero nosotros no cobramos a nadie, solo pagan los niños su inscripción, por lo que, legalmente, los únicos socios serían ellos y nosotros, también, por estar en la junta directiva”, expone Laura Polo, secretaria del club.
Según reflejan los “papeles” el Espiga Futsal Azuqueca es una asociación deportiva sin ánimo de lucro. Más allá de esos estatutos y de cualquier forma jurídica que adopten, estos padres y madres tienen clara una cosa “somos un grupo de amigos que queremos que los niños jueguen y que tengan unos valores deportivos y sociales” afirma el presidente Roberto Morales. “Pretendemos darles una educación basada en el compañerismo, la disciplina, la convivencia, la familia, la empatía y la competición. Todo eso hay que fomentarlo en el terreno de juego y lo vamos haciendo poco a poco”, afirma el responsable técnico Martín Roa.
Por amor
Parece obvio, pero tal vez sea mejor remarcarlo. Aquí se hace todo, como suele decirse, “por amor al arte”. No cobra ni la directiva (diez personas) ni el cuerpo técnico (seis entrenadores y otros seis delegados); todos son papás y mamás del colegio “lo hacemos todo por el club, por los niños, porque nos gusta. Somos una familia”.
Y ese espíritu, tal vez, sea el que hace superar las lógicas dificultades de los comienzos: el dinero “somos un club sin medios, lo sacamos de patrocinadores” y alguna que otra estrechez de instalaciones “a veces entrenamos compartiendo medio campo con un equipo de balonmano”
Pues ese espíritu familiar, decíamos, es el motor de todo. La ilusión se refleja sobre la cancha y los buenos resultados están llegando ya en estas primeras temporadas. Sólo hay que ver el palmarés; la campaña pasada fueron campeones de liga Alevín, campeones de copa Benjamín, Campeones de Liga y Copa Prebenjamín y Campeones de Liga Chupetín.
Esta temporada el club cuenta con siete equipos repartidos en todas las categorías base y los resultados no le van a la zaga, ya que gran parte de ellos ocupan los primeros puestos de sus clasificaciones.
Pero, con ser buenos estos, tal vez sea mejor mirar a otros números; y es que, en un colegio de Azuqueca hay 110 niños y niñas jugando al fútbol sala y 80 de ellos están federados. Son la gran familia del Club Espiga Futsal Azuqueca.