He leído hace unos días en la prensa que D. José Manuel Latre, Presidente de la Diputación, ha visitado las instalaciones de las Salinas de Saelices de la Sal.
La provincia de Guadalajara es una de las zonas del interior de la Península Ibérica que por la naturaleza de su geología ha contado con un mayor número de explotaciones salineras. De ellas destacan las de Imón y las de Saelices de la Sal, ambas declaradas Bien de interés cultural con la categoría de monumento, es decir cuentan con la máxima protección que otorga la legislación estatal y autonómica sobre Patrimonio Histórico.
Estos auténticos complejos salineros conservan en mayor o menor medida las norias, recocederos, canales, almacenes, aljibes, etc., construcciones todas ellas realizadas con mampostería de caliza y madera. Es interesante observar cómo funcionaba la noria de sangre, movida por un burro, para extraer el agua salina de los pozos y como ésta transcurría por canales realizados con maderas duras y resinosas como la sabina, que resistían la agresividad de la sal, como el agua se evaporaba en los recocederos con suelos de cantos o lajas de piedra y la sal obtenida se almacenaba en edificios con importantes estructuras de madera
Muchas de estas explotaciones se han mantenido hasta la segunda mitad del siglo XX y actualmente sólo dos continúan: La Olmeda y Saelices de la Sal. Recomiendo encarecidamente a los lectores de estas líneas que visiten y disfruten de las Salinas de Saelices, donde podrán conocer de primera mano cómo era y todavía es la producción de la sal en este tipo de explotaciones. En otra ocasión dedicaremos unas líneas a las salinas de Imón, que por desgracia se encuentran en peores circunstancias que las de Saelices
Como decía al principio leo en la prensa que las salinas de Saelices de la Sal “han sido recuperadas gracias al convenio de colaboración que el ayuntamiento mantiene con la Institución Provincial (Diputación)”, pues bien como dice la locución latina cuique suum (a cada uno lo suyo). Los trabajos de recuperación de las salinas comenzaron con la adquisición de las mismas por parte del Ayuntamiento, luego continuaron con la restauración de la ermita, sufragada por la Diputación Provincial. Posteriormente vino la inversión más importante, en este caso desde la Administración del Estado, a través del 1% cultural, recuperándose una noria, canales, recocederos, almacén, aljibes, etc.. Por último, la Diputación Provincial, muy eficazmente contribuye económicamente mediante un convenio con el ayuntamiento de Saelices de la Sal. El convenio se concreta en la adquisición de la sal producida para su uso en las carreteras en la temporada de invierno.
El uso de este complejo salinero, hasta hace unos años abandonado, supone la cristalización de un sueño de perseverantes como José Luis Sotillo Membibre, Alcalde de Saelices que creyó en el proyecto de recuperación desde el principio, José Luis Huarte, secretario del Ayuntamiento de Saelices que guió y gestionó el proyecto y Luis Lafuente Batanero oriundo de la localidad que supo buscar la financiación adecuada en la Administración Estatal.
La recuperación y mantenimiento de las Salinas de Saelices constituyen un perfecto ejemplo de sostenibilidad del patrimonio histórico de carácter industrial y de cómo el patrimonio histórico puede contribuir a la sostenibilidad del ámbito rural. El apoyo de la Diputación de Guadalajara en este sentido es fundamental y desde estas líneas felicito a la institución y animo a seguir en esa línea.
Las salinas vuelven a producir (este año nada menos que 500 toneladas de sal) y la Diputación necesita sal para el mantenimiento invernal de la red de carreteras, el binomio es perfecto. Esto supone que las salinas reciben una cantidad económica que permite la producción, el mantenimiento de las mismas y la creación de tres puestos de trabajo, pero queda mucho por hacer: el museo, recuperar las salinas de abajo, etc.. Pero lo importante es que los perseverantes y soñadores continúan detrás del proyecto y que las instituciones sigan apoyándoles.
MIGUEL ÁNGEL GARCÍA VALERO
-------
Miguel Ángel García Valero es profesor de Historia de la UNED y especialista en Patrimonio histórico






