El fuego que en la noche del jueves devastó por completo la antigua Unidad de Media Estancia (UME), el más moderno de los pabellones del antiguo Hospital Provincial, ha puesto en primer plano el saqueo al que en los últimos cuatro años han estado sometidas estas instalaciones, que tienen la calificación de "Protección Arquitectónica Global" en el POM.
- Historia del convento del novicio Tirso de Molina.
- El pabellón incendiado ha quedado totalmente destruido
- Sanidad anuncia hoy que "aislará" los antiguos pabellones del Hospital Provincial
- Incendio en el edificio del antiguo Hospital Provincial, que está sin uso
Aunque el citado pabellón quemado carecía de esta figura de protección, su situación en cambio es todavía más patética. Construido en la etapa de la presidencia de Jesús Alique e inaugurado por presidente José Bono, el 7 de abril de 2003, hace apenas 10 años, costó unos 40 millones de pesetas y estaba completamente nuevo y equipado hasta que dejó de prestar servicio hace menos de cuatro años cuando se decidió trasladar a los pacientes al nuevo complejo sanitario anejo, que lo llamaron de La Merced. En menos de cuatro años este inmueble nuevo ha sido por completo saqueado: tuberías, wáteres, cables eléctricos, puertas, ventanas…Todo lo que pudiera ser vendido en el mercado negro se lo habían llevado y cuando las llamas se iniciaron en el pabellón a eso de las 21,30 horas del miércoles, por causas aún no aclaradas, no quedaba nada dentro. El triste colofón para el pabellón que inauguró Bono hace una década fue arder como una tea y ver como se derrumbaba la techumbre.
El antiguo Hospital Civil de la calle Madrid, luego Hospital Provincial, se mantuvo con cierta dignidad hasta que se construyó el complejo de La Merced en la presidencia de Jesús Alique. Enfermos y sanitarios se trasladaron al nuevo Complejo sanitario, y se cerraron para siempre las puertas del viejo hospital que atendió a decenas de miles de personas de la provincia de Guadalajara cuando las diputaciones llevaban un servicio que se llamaba Beneficencia. Pero esas puertas de los pabellones, los históricos y el nuevo de la UME, no se cerraron para los saqueadores que invariablemente acaban ocupando cualquier inmueble abandonado en Guadalajara.
Primero con timidez y luego con el mayor de los descaros, se fueron llevando los pocos muebles que quedaron del trasladado y luego, cual termitas, la emprendieron con el edificio: desencajaron las ventanas y las puertas, los wáteres, los cables de la luz y hasta las viejas tuberías. Fue una labor continuada que, a pesar de las denuncias que tiene la policía, nunca cesó. El sistema fracasó. “Rara era la noche en que no se veían luz de linternas por los patios y los viejos pabellones”, nos relata un trabajador del vecino complejo de La Merced, que prefiere no ser identificado. En los últimos tiempos escucharon ruidos de máquinas y sospechan que eran para cortar las grandes vigas de hierro.
Los pabellones del antiguo Hospital Provincial de Guadalajara podrían ser los de Sarajevo tras el bombardeo serbio. Si alguien pensó alguna vez en utilizarlos para otro fin –se llegó a hablar del nuevo campus universitario--, debe saber que su estructuras están tan deterioradas que lo único que vale es el solar. Pero algo hay que hacer mientas tanto.
Ayer mismo, después de incendio, la consejería de Sanidad a quien Diputación transfirió la propiedad, anunció que se va a hacer una obra para “aislar” los pabellones del viejo hospital, aunque no ha dado más detalles. Se supone que lo que harán es construir algún muro para intentar impedir el paso de los okupas del edificio, ya que en la actualidad hay una simple valla de obra. Falta por ver si una simple tapia puede detener a los saqueadores, ya que el viejo hospital siempre careció de seguridad. Los vigilantes jurados de Le Merced no lo tenían entre sus misiones, nos confirman fuentes del centro.
¿Y luego qué? Este es el problema. Las malas hierbas invaden patios y calles interiores del viejo recinto hospitalario y entre los trabajadores de La Merced hay una seria preocupación por las consecuencias de esa maleza. “Ayer tuvimos suerte, porque los bomberos vinieron rápido y pronto se hicieron con el fuego, a pesar de las dificultades que tuvieron para para acceder al lugar y para colocar sus mangueras”, nos relata este trabajador, testigo de los hechos. Pero se pregunta: “Hubo suerte porque el viento soplaba a favor, y ni tan siquiera nos llegó el humo. ¿Pero qué habría pasado si hubiera sido al revés o los bomberos no hubieran estado tan diligentes? ¿Sabes lo difícil que es evacuar a unos noventa pacientes, algunos de ellos enfermos psiquiátricos y en las condiciones que está todo esto?”.
Me lo imagino, y es de suponer que tras lo ocurrido se hagan los estudios y comprobaciones por los técnicos competentes en seguridad y prevención de incendios. Afortunadamente, ayer no había nadie debajo cuando se derrumbó la techumbre del pabellón de la UME. ¿Pero y mañana?