La escasez de vivienda, el alto precio, los sueldos y la alta rentabilidad explican las causas de alquilar hasta por garajes y buhardillas

Hace años era algo tal vez transitorio, una situación con ciertos visos de aventura que debíamos afrontar en un momento determinado de la vida, como los estudios o un trabajo temporal lejos de casa. Hoy, sin embargo, aquellas trazas de romanticismo han adquirido tintes de urgencia social, de dramatismo. Compartir habitación se ha convertido, para muchos, en la única solución para dormir bajo techo. Guadalajara capital y el Corredor no escapan a esta tendencia.

El pasado 28 de mayo este diario publicaba una noticia sobre la falta de suelo y casas en la provincia. El texto, firmado por Nuria Fernández Monge, decía que “La cercanía de Madrid y Guadalajara ha hecho que nuestra provincia, y sobre todo el Corredor del Henares, haya sufrido un boom inmobiliario que se ha traducido en precios altos y en falta de oferta, una escasez que afecta, principalmente, al alquiler…” Hace unas fechas lo volvía a publicar también este diario “El alquiler en Guadalajara ha subido un 27% en los últimos cinco años”.

Escasa oferta, precios altos y, para terminar de dibujar la “tormenta perfecta”, una situación económica que no permite “alegrías” a los salarios. Los sueldos, para qué engañarnos, son los que son, y muchos no pueden afrontan el alquiler de un piso que, por otro lado, es sumamente difícil de encontrar.

¿Solución? Compartir habitación.

“A mí me costó mucho decidirme” explica un usuario que prefiere mantenerse en el anonimato “pero es la forma más fácil de ahorrar, porque el alquiler de un piso se acercaba al 50 por ciento de mi sueldo. Una vez que tomé la decisión no fue difícil encontrar un dormitorio”.

Una simple búsqueda en los portales inmobiliarios de internet da la medida de la oferta de habitaciones en alquiler existentes en Guadalajara. La gran mayoría se ubican en la capital, aunque no es difícil encontrarlas tampoco en municipios como Azuqueca de Henares, Alovera, Cabanillas o Marchamalo. La inmensa mayoría se localizan en el Corredor y extensiones (Yebes-Valdeluz, Torija o Torrejón del Rey), lo que se explica, fundamentalmente, por la oferta laboral unida al boom de la logística.

Filtros para inquilinos

Habitaciones en alquiler las hay de todo tipo y condición y su precio puede variar entre los 200, 500 o 550 euros. Aunque hay excepciones, lo normal es que los gastos de luz y agua vayan aparte; el precio, eso sí, suele incluir la limpieza de zonas comunes e, incluso, el servicio de wi-fi.

En la ficha en que cada portal oferta los dormitorios, el propietario aplica un “filtro” sobre el inquilino ideal que busca.

Así, se pueden ver condiciones del tipo: “No se puede fumar”, “No se admiten mascotas”, “No se admiten parejas” o “No menores de edad” (o al revés, si se admiten) …algunas, incluso, colocan el moderno “LGTBI friendly”.

Los propietarios pueden elegir también el rango de edad o el sexo de su futuro inquilino (solo chicas en algunos casos; a otros, simplemente, les es indiferente). Para formalizar el contrato piden que sus futuros huéspedes, por supuesto, tengan trabajo y aporten una fianza; incluso, en el caso de estudiantes, llegan a solicitar un aval parental. “Mi contrato es de arrendamiento de habitación por temporada en casa compartida. El periodo es de 18 meses renovable, con una estancia mínima de seis; tengo prohibido recibir visitas” alega nuestro interlocutor anónimo, “me han pedido contrato, nómina y vida laboral; yo he tenido suerte y me han dejado empadronarme, aunque sé que la mayoría de los propietarios no lo permiten”. Algunos caseros sugieren, incluso, en sus ofertas, el perfil de inquilino que buscan “docente, sanitario o funcionario”. Otra cosa es la realidad de los que llamen interesándose.

Es la única salida

“Hasta ahora el alquiler de habitaciones lo buscaban extranjeros, inmigrantes, estudiantes…pero ahora se está convirtiendo en habitual, porque es la única salida que hay”, indica Miguel Viñas, de Inmobiliaria Aneiros, en Cabanillas. “La gente puede pagar 400 euros y, con eso, no te puedes ir a un piso; lo único que queda es alquilar por habitaciones. Incluso puede ser que una familia te alquile dos de un mismo piso”.

La opinión de Viñas la secundan desde Azuqueca, otra de las poblaciones donde se ha extendido el fenómeno. “Los que van a una habitación lo hacen por necesidad, porque no hay otra cosa”, afirma el gerente de una inmobiliaria azudense que, también, opta por la discreción. “Me han llamado chicos hasta de Francia que se van a venir a trabajar aquí y no encuentran nada. Son gente que no puede acceder a un piso porque cobran muy poquito, con 800 euros quieren una habitación de 350”. Nuestro inquilino anónimo termina de dibujar la situación “la logística va por temporadas y, por aquí viene gente de otras provincias; llegan, tal vez, por tres meses y quieren una habitación. Son temporeros, como antes, en la agricultura”.

Mayor rentabilidad

A la necesidad se le suma otro factor que no soluciona precisamente las cosas, más bien las complica aún más. El lógico interés por maximizar el beneficio económico ha terminado por tensionar más el mercado. “Al propietario le interesa alquilar por habitaciones porque, prácticamente, está duplicando la rentabilidad. Si la habitación se alquila en 400-450 euros, pues multiplica”, sentencia Miguel Viñas.

“A mí me lo han dicho directamente, así de claro: se saca más dinero con las habitaciones”, afirma el gerente de la inmobiliaria azudense. “Un propietario alquilaba un piso y ahora le ha puesto llave a cada puerta e, incluso, el salón lo ha convertido en dos habitaciones. Por ese piso de tres dormitorios, que podrías pedir 750, ahora puedes sacar por encima de los 1.000 euros más de beneficio”.

Incluso en unifamiliares se están habilitando habitaciones en buhardillas y garajes.

Temor de los propietarios
El miedo es otro de los factores que influyen en la escasez de la oferta de alquiler. Infundado o no, existe temor, tanto a dejar de percibir las rentas como a sufrir la ocupación del inmueble, con el consiguiente y engorroso proceso judicial para volver a disponer del mismo. Un arrendador no puede obligar al inquilino a contratar un seguro de impagos; en caso de que desee hacerlo, es el propietario el que debe correr con los gastos, aunque aquí, como en otros muchos aspectos, todo está abierto a la negociación y a un acuerdo amistoso.

Lo que parece claro es que el alquiler por habitaciones da al casero una herramienta contra esa inseguridad. “En estos contratos no estas alquilando la totalidad, sino solo una habitación, entonces el inquilino no tiene la 'posesión' del piso y el propietario puede entrar, no a tu habitación, pero al piso sí y, una vez que está dentro, puede echarle 'a las bravas'”, afirma Miguel Viñas. “También es verdad que tú, como casero, te tienes que meter en el fango de tener controlada tu casa. Cobras una renta mayor, pero vas a tener que estar con el látigo con los inquilinos”.

Los profesionales consultados por Guadalajaradiario.es para este reportaje coinciden en lo problemático del alquiler por habitaciones. “No lo quiero ni en pintura; muchas veces no hay ni contrato y se cobra bajo cuerda” afirma Viñas. Sin embargo, por mucho que no guste, ni a profesionales ni, seguramente, a ninguno de los inquilinos, la cuestión es que de momento parece ser la única solución.

Lo dicho, a esto hemos llegado por la escasez de la oferta, el alto precio, una mayor rentabilidad para el casero y, no lo habíamos mencionado, unas regulaciones al alquiler que, según los expertos, van a paralizar aún más el mercado; si a eso le sumamos que los sueldos no llegan a todo, el resultado es que seguiremos compartiendo habitación. Dormir bajo techo, de momento, es como aquello de las habas.