El referéndum convocado en Torrejón del Rey sobre los toros tiene trampa. Porque además de dividir al pueblo se pide la opinión sobre los festejos taurinos, pero no sobre el resto del programa de fiestas.
Cualquier ayuntamiento no solo tiene el derecho, sino el deber, de pedir la opinión a los vecinos sobre las cosas de verdadera trascendencia para la vida municipal. Pero para las cosas del día a día, para eso están los ediles, que representan a los vecinos, y si lo hacen bien más posibilidad tendrán de continuar.
En el caso de Torrejón del Rey se ha querido justificar la consulta sobre si el Ayuntamiento debería seguir programando festejos taurinos en las fiestas locales, porque hasta el propio Equipo de Gobierno, formado por PSOE y Ahora Torrejón, no tiene una opinión unánime al respecto. Es una manera de pasar una “patata caliente” al vecindario en algo sobre lo que no es capaz de ponerse de acuerdo el gobierno municipal. Como la situación se repita en otros temas, en Torrejón van a votar más que en Suiza.
En los pueblos de Guadalajara, la celebración de las fiestas suele tener un carácter abierto desde el momento en que muchas de ellas las organizan una comisión de festejos, que eligen los vecinos, y con la que colabora económicamente el Ayuntamiento. Y en esas reuniones, normalmente abiertas, cada uno dice lo que piensa y luego está la comisión y el ayuntamiento para tomar las decisiones.
Ahora parece que algunos quieren sustituir esos concejos abiertos por referéndums reglados, pero solo para lo que interesa. Porque el referéndum de Torrejón va a preguntar al vecindario si quieren que el Ayuntamiento debe seguir incluyendo los festejos taurinos en el programa oficial, pero no lo hace sobre si debería financiar también las actuaciones musicales, las deportivas o las culturales. Por eso decimos que es un referéndum con trampa. Llevado a un grado extremo, en algún municipio se podría defender que como la mayoría de los vecinos son aficionados a los toros, todo el presupuesto municipal debería gastarse en festejos taurinos. Otro despropósito.
Con independencia de que es legítima la posición personal que cada uno tenga sobre la fiesta de los toros -o de cualquier tipo de festejo-, alertamos sobre el elemento de conflicto y división si una mayoría de los vecinos que acudiera a la consulta (los mayores de 16 años), votaran por expulsar a los toros del programa. En Torrejón, los festejos taurinos (corridas y encierros) siempre han formado parte de sus fiestas locales, y aunque los anti-taurinos llegaran a ser, ahora, mayoría, harían mal en arrebatar esta tradición a los que han nacido o viven en Torrejón, los mayores desde tiempo anterior a los que trajeron el desarrollo de numerosas urbanizaciones en el pueblo, y con ellas una sociedad más abierta y plural entre lo urbano y lo rural.
Argumentan los del referéndum que no se trata de prohibir los toros, solo si hay que financiarlos o no. Pero en la práctica sabemos que no es así. Sin la contribución municipal - con los impuestos de todos, no se olvide-, ni habría toros, ni música, ni pruebas deportivas. No habría fiestas.
La calidad de una democracia no se mide por el traslado mecánico hacia las leyes de las opiniones de la mayoría, como en la Alemania de la preguerra, sino sobre todo por el respeto de las minorías, que también forman parte de esa sociedad plural, como es la española, la de Guadalajara y la de Torrejón. Y unas fiestas de Torrejón sin sus capeas y encierros no serían plurales; serían sectarias.
Los ayuntamientos deben buscar, sin tanto postureo, programas de festejos con actos para todos los gustos y sensibilidades. Todo lo que no sea así, sería dividir al pueblo, y sembrar la cizaña para futuros enfrentamientos.
Mal asunto para la historia que tiene tras de sí esta España nuestra.
GUADALAJARA DIARIO