En estos últimos días mis colegas han censurado a Violeta de Miguel, representante de la consejería de Educación en Guadalajara (servicios periféricos o algo así de raro se llaman, ahora) por no responder a las preguntas sobre su departamento en el transcurso de una rueda de prensa, a la que había acudido como invitada. Nada nuevo. Sucede que los delegados periféricos estos son las primeras víctimas de un modelo diabólico.
En teoría, son ellos los responsables directos de lo que hace la consejería en su provincia; sin embargo, no pueden explicar su política, y por lo tanto defenderla. Esta responsabilidad queda para los delegados de la Junta de Comunidades en cada provincia, y como Dios no les ha otorgado el dominio multidisciplinar de toda clase de materias, como a Leonardo da Vinci, pues resulta que esas explicaciones llegan siempre tarde, cuando el delegado de turno comparece ante la prensa, y a menudo son claramente insuficientes.
El resultado de todo esto es que a las redacciones llegan variados testimonios críticos con la Junta por cualquier asunto, mientras que no hay manera de conseguir del gobierno regional un total de audio o de video, o una declaración, que vaya más allá de lo que buenamente quieran colgar en su página web. Y luego dirán que no se contrastan las noticias.
Supongo que este modelo se adoptó para que el mensaje del gobierno regional llegue con una voz única y sin distorsiones. Pues bien, lo que han conseguido es que llegue con retardo y difuminado. A los responsables de la comunicación regional se les olvidó de que existen medios de comunicación provinciales y locales, más allá de las murallas de la ciudad Imperial, y que la información necesita portavoces cualificados y reconocibles en cada provincia.
Esto es lo que hay. Pero allá cada cual.