Hace unos días nos vimos agradablemente sorprendidos por la noticia de que los vicarios generales de Valencia Vicente Fontestad Pastor y de Guadalajara Agustin Bugeda Sanz, habían firmado el 19 de enero en la capital del Turia un documento notarial que elevarían a la Santa Sede para valorar la posible canonización de D. Jesùs Plá i Gandía.
Obispo de la diócesis de Siguenza-Guadalajara de 1981 a 1991, que murió en Valencia el 8 de noviembre del año 2000, y que reposa para la eternidad en la catedral de Siguenza.
La posible canonización de D. Jesùs Plà y Gadia, se hará de conformidad con la instrucción Sanctorum Mater de la Congregaciòn de la Causa de los Santos y ha sido auspiciada por el cardenal Cañizares arzobispo de Valencia y por D. Atilano Rodriguez, obispo de Siguenza-Guadalajara.
Jesus Pla i Gandia había nacido en Argullent (Valencia), pueblo de 2435 habitantes situado en el Valle de la Albaida, el día 23 de diciembre de 1915 y en este año se cumple por tanto el centenario de su nacimiento. Fue ordenado sacerdote el 5 de julio de 1942, nombrado obispo auxiliar de Valencia y titular de Bareta el 25 de marzo de 1971, siendo obispo titular de esa diócesis D. José María García Lahiguera.
El 5 de mayo de 1981 fue nombrado obispo de la diócesis Siguenza-Guadalajara, cargo que ocupó hasta el 11 de septiembre de 1991, en que el Papa Juan Pablo II admitió su renuncia al haber cumplido 75 años de edad, siendo designado entonces para dicha diócesis D. Josè Sanchez Gonzalez.
En los diez años que estuvo en Guadalajara mantuve con él una buena relación y amistad, que nació sobre todo a partir de 1983, cuando pasé a ocupar la vicepresidencia de la Diputaciòn Provincial.
D. Jesùs era una persona muy humilde, de una gran religiosidad y principios inalterables, basados en el evangelio y en la palabra de Dios.
Le ví por vez primera en los inicios del verano de 1981, montado en la mula y subiendo por la calle del Cardenal Mendoza hacia la catedral de Siguenza para tomar posesión de su cargo y me lo volví a encontrar el 3 de febrero del año 1982 en la carretera de Cabanillas del Campo, sin saber quién era el sacerdote que vestido con sotana me paraba para preguntarme el camino para ir al pueblo. Le dije que me siguiera porque yo tambiénn iba allí, a la fiesta de San Blas, y al llegar junto a la Iglesia le recibió el alcalde Ramiro Almendros ,la corporaciòn y el parroco D. Juan José Plaza; y así me enteré de que el obispo era la persona a la que había acompañado.
Más tarde, como amigos y con la preocupación que ambos teníamos por el medio rural, me hablaba de sus proyectos, de la posibilidad de crear Cooperativas artesanales en nuestros pueblos e incluso de poder ubicar una Caja de Ahorros en la provincia para poder ayudar a estos emprendedores. Ambos proyectos fueron posteriormente olvidados al ver que en nuestros pueblos, dado lo avanzado de la edad de sus habitantes, era imposible llevarlos a cabo.
Le visite varias veces en el Palacio Episcopal de Siguenza, donde vivía con su hermana María; llamaba a la puerta de la vivienda, él mismo solía abrirla y nos reuníamos en un salón de altas paredes y mobiliario decadente. Allí me hablaba de su preocupación por la sociedad y por un tema que para él era vital, la protección del no nacido.
Otro recuerdo de él fue cuando visitó el ayuntamiento de Guadalajara siendo alcalde Javier de Irízar, que me invitó a acompañarle en la recepción al obispo. Allí, en la sala de juntas, escuchamos a Don Jesús hablar de los católicos, de la relación de los partidos políticos con la iglesia y fui testigo de la alegría que recibió cuando en la mesa del salón de plenos, vio el crucifijo que siempre ha presidido ese lugar.
El 31 de octubre de 1991 fui a Sigüenza a despedirme de él y de su hermana; la última vez que le ví fue cuando en compañía de Francisco Tomey y nuestras esposas, asistimos el 15 de junio de 1993 a la consagración de la Catedral de Madrid dedicada a Nuestra Señora de la Almudena, que llevo a cabo el Papa Juan Pablo II. Al terminar el acto y estando en la calle Bailén nos llamó desde el lugar por donde salían los obispos, nos manifestó su amistad y el cariño entrañable que sentía hacia las tierras de Siguenza, de Guadalajara y de sus gentes.
Ahora, pasados casi quince años de su fallecimiento, en atención a sus méritos espirituales como sacerdote y como persona, Jesus Pla i Gandía ha iniciado el camino desde la diócesis de Siguenza-Guadalajara hacia los altares. Dios quiera que le lleve a su meta.
José Maria Bris Gallego.
15 de enero de 2015.