Editado un libro de pueblos perdidos de la provincia.
La iglesia de La Golosa es el único resto del pueblo que estuvo vivo hasta que la epidemia de peste de mediados del siglo XIV lo dejó sin habitantes. Como él, hay muchos otros lugares en la provincia de Guadalajara. En toda Castilla. Son los despoblados, los testigos mudos de un pasado latiente, hoy apagado. Son la evidencia de un problema social que vuelve a agudizarse, la despoblación del interior peninsular en beneficio de la costa y la periferia.
Como un estudio filológico y geográfico, tres acreditados autores (José Antonio Ranz Yubero, María Jesús Remartíez Maestro, y José Ramón López de los Mozos, q.e.p.d.) hace un catálogo de los lugares que tuvieron vida en tiempos pasados: nos dicen el por qué de sus nombres, nos señalan su localización, nos cuentan sus avatares. Y nos incitan a viajar hasta ellos, descubrirlos, admirarlos, reflexionar en torno a ellos.
La tarea no es fácil, porque alcanzan el número de quinientos, entre lugares legendarios, campos yermos recordados, fuentes aisladas y pueblos en los que todavía se puede andar por el entramado de sus calles.
No valen protestas, ni golpes de pecho: la realidad es dura y está ahí. La provincia de Guadalajara tiene ya su diccionario de objetos (de pueblos) perdidos. Al fin, todo su quehacer ha cuajado en un libro, editado por AACHE de Guadalajara, que han titulado “Despoblados de la provincia de Guadalajara”.
La obra tiene exactamente 372 páginas, un ISBN 978-84-17022-89-1, y un precio en librerías de 20 €. También se encuentra en amazon, para los amigos de la compra rápida.