Archive for febrero, 2014

Somos (¿demasiado?) civilizados

 Una serendipia, entre otros significados, es un hallazgo inesperado cuando se está buscando otra cosa distinta. Haciendo relación al título de este blog, me disponía a documentarme para escribir un nuevo post y choqué de lleno con una extensa noticia sobre lo que está pasando en Kiev, Ucrania. Una idea lleva a otra y un sentimiento a otro.

Para los que anden despistados,  el conflicto, bautizado como “EuroMaidán”, en referencia a las manifestaciones en favor del acercamiento a la Unión Europea que tienen como epicentro la plaza de la Independencia de Kiev, o Maidan, comienza cuando el pasado martes el parlamento ucraniano debía iniciar los trámites para reinstaurar los controles y límites al poder del presidente Viktor Yanukovich. Sin embargo, esos trámites no se llevaron a cabo y los manifestantes tomaron un edificio cercano a la sede del parlamento. A partir de ahí, las autoridades decidieron desalojar la plaza de la Independencia. Comenzaron al caer la noche y se saldó con 26 muertos. -El conflicto ucraniano no es nuevo, se lleva produciendo desde hace meses e incluso años me atrevería a decir, pero ahora es cuando se ha recrudecido-.

El presidente denuncia la violencia entre los manifestantes y la oposición denuncia la represión brutal de los cuerpos de seguridad del país. Después de días sangrientos en los que los fallecidos ascienden a por lo menos 75 personas, hoy se ha anunciado un acuerdo preliminar con la oposición, la UE y Rusia.

Y digo yo, ¿era necesario esperar tanto tiempo? ¿Cuántas víctimas tienen que haber para que se tomen medidas?

No soy experta en estos temas, podéis leer cualquier diario nacional o internacional para informaros más sobre el conflicto de Kiev. Recomiendo el artículo de Daniel Basteiro “¿Qué está pasando en Ucrania? 5 claves para entenderlo” en la web Huffington Post, donde explica las bases del conflicto de forma clara e ilustradora.

Después de esta introducción, explico por qué hoy escribo sobre un conflicto fuera de nuestras fronteras, algo que no es usual en mi blog ni lo va a ser. Ver la masacre ucraniana y conocer qué ha motivado todo esto, me produce escalofríos, pena y rechazo. Un país que se supone que está en vías de desarrollarse aún más, en el que hace un par de años España jugaba la Eurocopa…me parece increíble que se estén produciendo hechos de esta magnitud.

Sin saber porqué (o sabiéndolo perfectamente) mi cabeza pensó en España, en la gente que está perdiendo sus casas, en las privatizaciones de servicios básicos, en el desempleo, en la precariedad de los contratos… Con esto no quiero hacer demagogia ni culpar a ningún gobierno, ni el socialista ni el popular. Me abstengo.

La realidad es la que es y, aunque parece que en algunas parcelas la cosa mejora, aún queda mucho por hacer. ¿Y por qué me acordé de España viendo la desgracia de Ucrania? Porque con todo lo que ha estado cayendo en nuestro país, demasiado civilizados hemos sido. Me siento orgullosa de la ciudadanía, sí. Cierto es que, como en todas partes, hay minorías radicales que sobre todo han dejado su huella en grandes ciudades como Madrid y Barcelona. Protestas violentas, por desgracia, se han dado, pero no ha llegado la sangre al río. Aún así, puntualizo que mi orgullo no lo extiendo a estos grupos que han destrozado moviliario urbano y han alterado el ritmo de la ciudad de forma violenta.

Creo que somos un gran ejemplo para otros países, aguantamos lo que nos caiga y tratamos de sobre-vivir pacíficamente y ayudando como podemos, son admirables las muestras de solidaridad de los españoles en estos tiempos. Eso sí, tontos no somos y callados no nos quedamos. La lucha pacífica, aunque al leerlo suene a paradoja, existe y ha de existir.

Los jóvenes en concreto (hablo de ellos porque es el segmento en el que me encuentro) sabemos que no vivimos y quizás no viviremos como lo han hecho nuestros padres. Sí, probablemente seamos la primera generación en la historia que no va a vivir en términos generales mejor que sus progenitores. Aún así, tenemos formación, ganas y seguimos buscando nuestro sitio y labrarnos un futuro, al menos, a corto plazo.

Por todo esto, VIVA LOS ESPAÑOLES.

 

De los Goya a los Óscar

Hace unas semanas dedicaba mi post “Cuerdas que liberan” a Pedro Solís y su trabajo, cómo nacía “Cuerdas” y su nominación a los Goya 2014 en la categoría de Mejor Cortometraje de Animación. Días después de la resaca post-cabezón escribo estas líneas ante todo, para felicitarle y transmitirle mi más sincera enhorabuena. Un premio merecidísimo, no sólo por un gran trabajo técnico y artístico, sino por lo que hay de humano en él, y agradecerle el gesto de acordarse de los guadalajareños de los que decía “les oigo dar gritos desde aquí”. Y no te equivocabas Pedro, al menos en mi casa, al oír “Cuerdas” nos pusimos a gritar de alegría. Que lo disfrutes y que sigan viendo la luz proyectos tan bonitos como este.

Y de los dos Goya de Pedro Solís, (ganó otro galardón hace dos ediciones gracias a “La Bruxa” ) paso al Goya de José Luis Matas-Negrete, para los que no le conozcáis, este ciudadrealeño, ha producido “Aquel no era yo”, trabajo con el que ganó en la pasada edición un Goya al Mejor Cortometraje.

Un proyecto “intenso y conmovedor que trata de un tema de tanta actualidad como son los niños soldado en África y que, además de ofrecer buen cine, pretende sensibilizar a la sociedad sobre esta problemática”, así describía Matas-Negrete su producción dirigida por Esteban Crespo.

El cortometraje “made in Spain” demuestra que es de muy buena calidad y se está empezando a premiar. Castilla-La Mancha poco o casi nada se conoce por dar al mundo grandes proyectos audiovisuales, pero he aquí dos claros ejemplos de paisanos (Solís es alcarreño de adopción) que están logrando triunfar.

Pero la cosa no acaba aquí en reconocimiento a nivel nacional, “Aquel no era yo” ha traspasado fronteras y está nominado a, ni más ni menos, que a los Óscar de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas que se entregaran el domingo 2 de marzo, en la categoría de Mejor Cortometraje de Acción Real.

Quizás los cortos no sean, no son los grandes protagonistas de este tipo de eventos y por esta razón hay que apoyarlos y darles el lugar que se merecen. En pocos minutos, estas cintas tienen el poder de transmitir y concienciar, de dar voz a los que no la tienen y de abrir los ojos ante problemas de los que no somos conocedores en profundidad. Y este es el caso de los dos trabajos de los que hablo, “Cuerdas” y “Aquel no era yo”, cada uno con una temática pero con un denominador común.

Mucha suerte para “Aquel no era yo”.

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