La Cámara de Comercio de Estados Unidos en España es la más relevante institución cameral extranjera que opera en nuestro país. Valga con estos datos: representa a más de 280 empresas asociadas que tienen una facturación de 248.000 millones -nada menos que la sexta parte de nuestro PIB-,y que generan más de un millón de empleos directos e indirectos. Casi el 20% de la inversión extranjera en España es de empresas americanas.
Pues bien, esta institución cameral está preocupada por la debilidad de la economía española en un campo, como es la competitividad, y que convive con otros datos macro que sin embargo son favorables al crecimiento de nuestra economía en los dos próximos años si lo comparamos con los problemas que afectan a las dos locomotoras europeas: Francia y Alemania. Y de cara a mejorar esa competitividad nos propone reducir el coste energético en un 20% para 2028. Con este objetivo, la Cámara Hispanoamericana señala en un documento hecho público estos días que habría que alargar la vida útil de las centrales nucleares hasta el periodo 2035-2040. Esto aseguraría, sostiene la Cámara, “una fuente estable de bajas emisiones durante la transición hacia un sistema basado en renovables”. En lo que nos toca, la central de Trillo debería estar funcionando como poco hasta 2040 y no cerrar en 2035, como sucederá si no se cambia el calendario del actual gobierno. Lo que argumenta la Cámara es que de esta manera se evitaría una mayor dependencia de los ciclos combinados de gas, una energía vinculada al suministro de la Rusia de Putin.
Nadie en su sano juicio puede cuestionar que el futuro de un país como España son las energías renovables y especialmente la solar, porque tenemos el mejor y más barato combustible de Europa. De igual manera, solo desde el fundamentalismo ideológico se puede defender un apresurado cierre de sus centrales nucleares, que se iniciará el próximo año con Almaraz 1 y terminará en 2035 con CNTrillo, porque España caería en los mismos errores que le han llevado a Alemania a una suicida dependencia del gas ruso, lo que ralentizaría su proceso de industrialización y la capacidad para frenar las deslocalizaciones en los procesos productivos. Incluso una antinuclear de libro, como es la anterior ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha tenido que transigir para ser elegida Vicepresidenta europea en el precipitado desmantelamiento de las nucleares europeas, que en 2022 consiguieron la etiqueta verde de la Comisión Europea al no producir emisiones de efecto invernadero. Ante estos cambios, entre los que merece tenerse en cuenta las ventajas de los pequeños reactores nucleares desarrolladas por Francia, con mayor capacidad productiva, cabría plantearse si España no debería reflexionar sobre ese calendario de cierre que se adoptó antes de las crisis de Ucrania y Rusia, y que ahora no obedece a criterios objetivos sino ideológicos. ¿Por qué no puede seguir funcionando un reactor nuclear como el de Trillo más allá de 2035 si se puede actualizar y supera las inspecciones del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN)? Solo un mal funcionamiento de la instalación lo desaconsejaría, cosa que no ha sucedido en los 38 años de funcionamiento hasta el punto que desde la central alguna vez han recordado que en Toledo hay el doble de radiactividad natural que en el entorno de Trillo.
Pero hay otro problema: me extrañaría que las empresas del sector vayan a pelear esta prórroga en las condiciones actuales, porque sufren una fiscalidad por encima de cualquier otro sector energético por parte del Estado y las Comunidades Autónomas, que les ha llevado a replantearse su continuidad. Esta es la situación, de lo que como guadalajareño me lamento y me asombra que apenas se le concede importancia cuando estamos hablando de casi 350 empleados fijos y más de un centenar de empresas especializadas que prestan sus servicios durante una operación normal. Por no hablar de las sinergias económicas que aportan las recargas al utilizar a unas mil personas, con su gasto correspondiente. ¿Dónde hay otra empresa en esta provincia que pueda decir lo mismo?
Es cierto que el periodo de desmantelamiento de una central general también empleo, pero tras el cierre de Zorita hemos sabido que no es lo mismo, porque los cacareados planes posnucleares son un fracaso general en todos los sitios, y sus emplazamientos no vuelven a ser lo mismo. Más España vaciada y menos renta per cápita. Pregunten en la Alcarria Alta a la gente y a los pocos empresarios que quedan; y que les cuenten. Pues esto es lo que hay.
LO DEL ESCUDO DEL DEPORTIVO.- Nunca supe -porque no se explicó- los motivos del cambio del escudo del Deportivo Guadalajara dado que el fundacional es muy interesante (aunque tiene un error, la bandera del torreón, que debería ser la de la corona de Castilla, porque España entonces no existía como estado) y para el año en que se diseñó (finales de la década de los cuarenta) era hasta moderno. Además, recogía en su simbología las raíces de la ciudad a la que representa con ese caballero castellano cabalgando frente a sus murallas y que recuerda la reconquista de Guadalajara por el legendario Alvar Fáñez de Minaya en 1085 (aprovecho la ocasión para recomendar la lectura del ensayo sobre nuestro héroe firmado por el medievalista Plácido Ballesteros y que sirvió de base a la gran novela histórica Tierra de Alvarfáñez del paisano Antonio Pérez Henares). Pues bien, de la noche a la mañana el escudo fundacional se cambió por una mala copia inspirada en el original; y a muchos nos reconforta que, ahora, los aficionados tengan la oportunidad de devolver al club, mediante su consulta, ese escudo arriacense y castellano que nunca se debiera haber abandonado. Porque los clubes de fútbol que no respetan a su pasado acaban perdiendo el futuro. Y este equipo, que muchos conocemos por Deportivo y no por ese término infantilizado de Dépor, tiene muy buena pinta, por lo menos en lo deportivo, después de quedar Campeón de Invierno en Segunda RFEF. Ojalá que el rescate de su escudo sea un presagio de la recuperación de una categoría que no perdió en el terreno de juego.