Conozco a una persona que pasó su infancia en el Poblado de Villaflores cerca de la capital. Su familia estaba relacionada con la agricultura y eso le llevaba a compartir tardes en los llanos que coronan la Cuesta del Sotillo. En aquella época la vida seguía bullendo en este pueblo agrícola. Después empezó el declive y aunque durante un par de décadas se mantuvo su uso como merendero (con bastante éxito), el nuevo diseño de la N-320 dejó el lugar totalmente apartado y sin ninguna vigilancia.
Desde entonces el declive ha sido continuo.
No sólo los edificios han sido invadidos por árboles y matorrales, sino que los vándalos han terminado de rematar la faena pintando, destrozando y saqueando una de las joyas arquitectónicas del siglo XIX en Guadalajara. Hace cuatro años, cuando una fuerte helada tiró al suelo la espadaña de la Casona Principal pensamos que se iba a actuar de inmediato.
Pero los meses corren y poco o nada que se pueda ver se ha hecho hasta el momento. Es verdad que se han empezado a mover papeles, pero como los trámites de las administraciones son escandalosamente largos, sobre el terreno no hay nada nuevo. Y han pasado cuatro años.
Hace unos días desde Guadalajara Diario nos interesábamos por el proyecto, pero aunque todo sigue su curso, parece que no hay soluciones rápidas para Villaflores. Es cierto que sobre el papel ya hay ideas que se plasman en el rimbombante “Plan Especial de Villaflores” lo que más preocupa en el Ayuntamiento es qué utilidad, y sobre todo qué seguridad, se le da a un conjunto de edificios que están en medio de la nada. Por primera vez el dinero no es problema. Al menos para el Ayuntamiento, que tiene 3,7 millones de euros guardados del aval que presentó Reyal antes de quebrar y desaparecer como empresa. El verdadero problema será si se gastan esos 3,7 millones de euros y noche sí y noche también, los edificios son vandalizados o saqueados como ocurre casi a diario en muchos pueblos de la provincia.
Parece que la solución ideal, al menos así se asegura desde el Ayuntamiento, sería que la Casa Grande, propiedad de Hercesa, fuese convertida en el hotel que desde hace años está previsto, pero no es empresa fácil. Primero porque esa empresa privada tiene que hacer una inversión de al menos 1,4 millones de euros para arreglar sólo ese edificio, después hay que conseguir que una empresa hotelera lo gestione y por último hay que llenarlo de clientes. Que sea un negocio rentable.
Ya hay voces que piden que se instale en el edificio un Parador de Turismo y no sería mala idea si no fuera porque la red de Paradores no pasa por su mejor momento. (Sólo hay que ver lo que ocurre con el parador de Molina de Aragón con unas obras eternas iniciadas años atrás y para las que, de momento, no hay fecha de finalización.) Una red nacional, por lo tanto, no se hará cargo del proyecto, pero ¿y una red regional? Hay que recordar que el gobierno regional tiene en marcha el proyecto de Red de Hospederías de CLM, una iniciativa que busca convertir en hotel espacios singulares de la región. En su día anunciaron que habría dos por provincia. En Guadalajara uno de ellos será la Fábrica de Paños de Brihuega y falta el segundo. Aunque ahora se está usando el Molino de Alcuneza en Sigüenza, no sería mala idea que la Casa Grande del Poblado de Villaflores entrara a formar parte del proyecto.
Es solo una idea que necesita tiempo, dinero y compromiso para madurar pero si saliera adelante podría dar solución a una zona cuyo futuro se ve complicado.
Quizá es ahí, en las aguas del gobierno regional, donde los propietarios del Poblado de Villaflores, tanto Hercesa como el Ayuntamiento, deben echar la caña y tejer redes para encontrar una solución.