Echar la vista atrás unos 8 años, me basta para pensar que vivía en el Pleistoceno poco menos…
¿Cómo nos comunicábamos sin smartphones, redes sociales y demás? Pues se podía, se podía.
El fijo seguía utilizándose frecuentemente. Teníamos el teléfono móvil y sus famosos sms o bien, la llamada de toda la vida…Y en cuanto a internet, teníamos las cuentas de correo electrónico, los e-mails, y un chat llamado Messenger recientemente desaparecido, que era para nosotros los jóvenes nuestra “red social” de la época. Bastaba con tener una cuenta de correo electrónico, añadir una imagen o foto de perfil, un estado y…a chatear con amigos, compañeros, etcétera. Permitía también el intercambio de archivos de audio, vídeo e imagen.
Ni Facebook, ni Tuenti, ni Twitter, ni Whatsapp. Allá por el 2005 si queríamos quedar los amigos, nos llamábamos por teléfono o intercambiábamos sms y, ¿qué me decís de los típicos “Te hago una llamada perdida cuando salga de casa”? a base de los llamados “toques” nos apañábamos, nos reuníamos y poníamos los cinco sentidos en la conversación, cosa que hoy, con los smartphones, estamos a cien cosas a la vez: revisando e-mails, escribiendo whatsapps, twitteando… y así perdemos la esencia de compartir un momento con los amigos. ¿Estamos sustituyendo lo real por lo virtual, o estamos ante un nuevo modelo de relación interpersonal?
Soy la primera en ponerme el mea culpa y reconocer que he adquirido esos hábitos, pero más bien, quiero verlo como un complemento y una ayuda a las relaciones interpersonales pues, hoy día, en un clic, estoy comunicándome con una amiga que vive en Londres o con el vecino.
Hacia el 2006, aparecieron de forma incipiente las primeras redes sociales como Facebook a nivel mundial y Tuenti a nivel nacional. Pero no fue hasta el 2008 cuando se empezaron a hacer populares en nuestro país. Mi estreno en este mundo, vino de la mano de Tuenti, la red social española a la que el 80% de los jóvenes estábamos literalmente enganchados, nos permitía comunicarnos a tiempo real con amigos, compañeros y conocidos, compartir fotos, vídeos, comentar publicaciones…en definitiva, estar al tanto de la vida de los demás. Al pobre Messenger le quedaban dos telediarios…
Desde hace unos 2 ó 3 años, se ha introducido y extendido el uso de los famosos smartphones o teléfonos inteligentes, y con ellos, ha nacido una revolución: sólo con llevar encima el teléfono, pasamos a tener, además de los tradicionales sms y llamadas, acceso a internet y todo lo que eso conlleva: acceso al e-mail, a las redes sociales, a navegadores y a innumerables aplicaciones gratuitas, desde un medio de comunicación, hasta una guía que te indica los mejores restaurantes de tu ciudad. ¡Increíble!
Pero la verdadera revolución ha venido de la mano del ya citado Whatsapp, un chat gratuito, que ha dejado obsoletos a los sms y que es la herramienta de comunicación más extendida entre el público joven y que, cada vez gana más adeptos de edades más avanzadas.
Lo que sí me gustaría reivindicar desde aquí, es el uso adecuado de las mismas, y en su debida edad, pues cada vez más menores y a edad más temprana, se estrenan en este mundo y, en mi opinión, hacen un mal uso de estas herramientas y parece que vale todo y…así vamos mal. Padres, ¡atentos!
Quiero acabar este post alabando esta revolución tecnológica y el mundo 2.0, que con un uso responsable y maduro, nos hace la vida un poco más fácil y nos acerca a nuestros amigos, compañeros y a miles y miles de personas en el mundo en tan sólo unos segundos. Y, en este punto, como comunicadora, destaco Twitter y reclamo su verdadera función como herramienta de microblogging, nacida para ser fuente de información y de cierta seriedad, eficaz y eficiente, que se ha convertido en un medio de comunicación por méritos propios.