Ultra-lamentable

En un día como hoy, no he podido evitar abrir el portátil y buscar, investigar, leer… No podía pasar inadvertida la actualidad que nos ocupa: “Fallece el hincha del Depor herido en una pelea entre Frente Atlético y Riazor Blues”. Este es el titular que hace unas horas ocupaba cada una de las cabeceras de medios nacionales, regionales y locales y abría cada uno de los informativos del día.

Sin aún dar crédito y aún impactada por la noticia, navegaba por la red en busca de información, datos, el comportamiento de estos grupos de barras bravas como dicen en Argentina. Pues bien, lo primero, el origen: el panorama ultra en España es “joven” en comparación al resto de Europa. Transcurría el año 1975 cuando un grupo ligado al Sevilla FC, llamado Biris Norte, aparecía en los fondos pero, no era hasta finales de los 70`cuando la peña del Atlético de Madrid Rubén Cano (actual Frente Atlético), influenciada por los modelos establecidos en Inglaterra e Italia, importaba el movimiento ultra a España.

Tras este dato, he buscado cómo se organizan, cuáles son sus “códigos de honor” y lo que más me ha impresionado es la cantidad de actos que se celebran cada fin de semana cuando juegan los equipos de los cuales son hinchas (por decirlo de alguna manera) Todo lo que hay detrás de un grupo de esta índole; sus peleas no son fortuitas, ni en muchas ocasiones fruto de un calentón. Estas peleas son verdaderas guerras organizadas de principio (pero no a fin). Los ultras rivales entre sí quedan previamente al partido, mediante foros privados, chats, mensajería instantánea. Ponen fecha, hora y “condiciones”. Esas condiciones son las normas del “juego”, qué armas se pueden utilizar y cuáles están prohibidas. Todo un mecanismo perfectamente engranado.

Hay auténticas alianzas entre estos grupos, ultras que apoyan las causas de otros similares a ellos, normalmente por ideología. En el caso concreto de hoy, Riazor Blues, de ideología de extrema izquierda y el Frente Atlético, de ultra-derecha. Una mezcla explosiva que hoy ha llegado a ser mortal.

Me da auténtico asco, como aficionada al fútbol, al deporte, a la deportividad y al espíritu de lucha pacífica en el terreno de juego. Lo de hoy no es nada de lo anterior, ni siquiera son auténticos aficionados ya que, en la mayoría de las ocasiones, el fútbol y su equipo pasan a un segundo plano. Lo principal es dar leña y atacar sin pestañear.

Es una pena asociar estos movimientos al deporte, pero en la cruda realidad no podemos separar fútbol y radicales. Es una verdad, es lo que hay. No hay más que ir una tarde de sábado o domingo a uno de los estadios en los cuales se esté disputando un encuentro liguero: ¿Quién anima más que nadie? ¿Quién levanta al resto de la afición? Por desgracia, la respuesta es los ultras. Estos grupos que por estos motivos nos han parecido simpáticos, apasionados por su equipo. Pero hoy, una persona ha muerto; uno de ellos se ha ido. Hoy ha sido Jimmy y era del Depor, pero podría haber sido “Pepe” del Atlético.

Qué pena, qué rabia, qué lamentable. No puedo pensar ni decir otras palabras. Condenar lo sucedido y los comportamientos dignos de salvajes, de la sin razón y de idearios que, a estas alturas de la vida, deberían estar extinguidos.

Y después de esto, me voy a ver el fútbol, con un ánimo diferente pero con la esperanza de que esto acabe algún día.

 

 

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