Del Río/Pérez-Joaquín Chaparrarro

CIZAÑA 
Para FRANCISCO JAVIER DEL RIÓ ROMERO y FRANCISCO PEREZ TORRECILLA, alcaldes de Pareja y Sacedón, respectivamente, como representantes de todos y cada uno de los portavoces  de PP, PSOE y Asociación de Municipios Ribereños a los Pantanos de Entrepeñas y Buendía, porque cada vez que opinan sobre lo que pasa en la Cabecera del Tajo pierden más credibilidad ante los ciudadanos normales.
Lo digo, más que nada, porque, desde que se instauró el Trasvase Tajo-Segura e independientemente de su ideología política,  quienes gobiernan aprueban sin crítica alguna cualquier derivación de agua o decisión referente al asunto   mientras que  quienes están en la oposición lo censuran con gran rasgamiento de vestiduras.
Así que, teniendo en cuenta que  el agua no ha cesado en años de irse a Levante sin que las inversiones aparezcan en la Cabecera del Tajo, en lugar de repetir regularmente absurdas polémicas teóricas mejor harían  los alcaldes de la zona en imitar, por ejemplo,  a los municipios aledaños a la nuclear de Trillo y “ordeñar” económicamente unas derivaciones de agua, que son legales y se van a seguir realizando, en lugar de oponerse a las  mismas con argumentos partidistas.

-JALEA REAL-
Para JOAQUIN CHAPARRARRO TEJADA, delegado general de la Caixa en Extremadura y Castilla-La Mancha, como reconocimiento a la oferta que la mencionada entidad financiera ha hecho a las ONGs de Guadalajara para que puedan afrontar proyectos relacionados con discapacidad, dependencia, pobreza o exclusión social.
No es que La Caixa haya tirado la casa por la ventana con una propuesta millonaria, pero en estos tiempos de penuria económica es muy de agradecer que alguien continúe con estas convocatorias de ayudas sociales que tan frecuentes eran hace solo unos años y  que tanto gustaban a muchos gestores para protagonizar fotografías en plan mecenas.
En fin, por lo menos la penuria a la que me refería ha acabado con ese atajo de listos integrantes del amplio mundo de los proyectos sociales  que se juntaban de dos en dos (uno era el presidente  y otro el tesorero de la ONG de turno) y, con mínima justificación,  conseguían subvenciones superiores a lo que un humilde ciudadano podía obtener con su trabajo cotidiano.

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