13 de febrero de 2015. ¿2015? ¡2015! Todavía estoy asimilándolo.
Esa es la fecha que a mediados de diciembre del 2012 me dieron para hacerme una resonancia magnética, en una rodilla que tengo maltrecha, en el Hospital de Guadalajara. Y eso que ya me había avisado el traumatólogo:
– Te van a dar para dentro de un año, coges los papeles y te acoges a la ley de garantías.
Y eso hice. Yo, y decenas de personas que cada día se acercan al servicio de atención al paciente para intentar comprender algo incomprensible. La responsable de atención al paciente es la primera en hacer de apagafuegos. Tras reconocer que “lo que está pasando no lo ha visto en su vida” te recomienda que te acerques a la residencia vieja, a la calle Ferial, donde te darán la solución y la información. Eso sí te advierte, ( y es el segundo aviso)
– Los plazos que marca la ley ya no se cumplen y lo de hacerte pruebas en otros hospitales que no sea éste, imposible.
Así que nos ponemos de camino al tercer despacho. Calle Ferial. Allí varias personas rodeadas de tiestos y con la ventana abierta porque la calefacción, antigua a más no poder, está a todo trapo, te atienden amablemente.
-¡ Vaya! ¡Ya va por 2015!
Yo… alucino.
Doy datos… rellenamos papeles…Me entregan una copia… Y a esperar. ¿El qué? Que me manden una carta diciéndome que tengo derecho a acogerme a la ley de garantías. Los dos sabemos que tengo derecho, pero, mientras tanto, dejamos pasar los días y mareamos la perdiz.
Está claro que la gerencia del Hospital de Guadalajara conoce el problema que se está generando con la citas de numerosas pruebas pero prefiere funcionar con este sistema rocambolesco y ridículo antes de ponerle solución. La clave es ¿por qué lo hace? ¿para dar la impresión de que la situación es realmente lamentable? o ¿para ir echando pacientes a la sanidad privada? Si dentro de unos meses se van a atender las peticiones de los que reclamamos ¿por qué no dan esas fechas desde el principio? Pues porque no les interesa. Porque en ese tiempo habrá muchos que desesperados o asustados, recurran a un seguro privado y otros que quizá desistan de hacerse la prueba hasta que el problema sea un problemón. El problema afecta a todos: médicos que te reciben en consultas de tarde en las que aseguran trabajar gratis, citas para hacerte un scaner que sobrepasan en cinco meses la consulta que tienes con el especialista…
Dos semanas después recibo la carta reconociendo mis derechos y diciendo que puedo hacerme las pruebas en otro hospital pagándolas el SESCAM. Pensando que he salvado el último escollo, acudo de nuevo al servicio de atención al paciente del hospital pensando, ingenua de mi, que me van a dar ya una fecha, para dentro de un par de meses, eso sí, pero una fecha concreta… Pero siguen sorprendiéndome, que tenga la carta no significa nada. Tengo que seguir esperando. ¿A qué?-pregunto yo. – A que te llamen del servicio de radiología del hospital, ellos ya te dirán el día y la hora. Es lo que hay, aunque eso sí, si quiero puedo reclamar. Es más, si veo que tardan mucho puedo volver a subir para ver qué pasa.
Meto la carta en la carpetilla, junto a la hoja de reclamaciones en blanco y salgo al pasillo. En la puerta un hombre se lamenta ¿2014? ¡Para entonces habré perdido la pierna! El hombre traspasa la puerta del servicio de atención al paciente. El resto de la historia, ustedes y yo, ya la conocemos.