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El cuento de la Lechera

 

Todavía no sé cómo digerir los datos que acabo de leer y releer en el protocolo que a finales de marzo firmaron la Junta de Comunidades de CLM, el Ayuntamiento de Guadalajara, la Universidad de Alcalá y el Ministerio de Defensa para hacer realidad ese gran sueño de que el campus universitario se ubique en el centro de Guadalajara.

Tenía pendiente hablar de él y he preferido esperar a la vuelta de las vacaciones para hacer una lectura más reposada. Pensaba que eso me daría una perspectiva distinta pero tengo que reconocer que no, que lo que firmaron deprisa y corriendo al pasado 31 de marzo no me ha dado sosiego.

Y eso que el protocolo, no lo niego, tiene cosas buenas: la permuta de terrenos es estupenda y la ubicación ideal. Incluso coincido con la presidenta regional, Dolores de Cospedal, en que puede servir para dinamizar el centro de la ciudad, que falta nos hace y además, por si fuera poco,  el acuerdo también permitirá la continuidad del Archivo General Militar en Guadalajara ya que se prevé aumentar sus instalaciones.

Hasta ahí lo bueno, que no es poco, pero cuando se pone uno a bucear en el documento nos encontramos con nueve páginas que hacen pensar que con este proyecto quieren llegar tan lejos y volar tan alto que no tiene muchos visos de convertirse en realidad.

Aunque lo que ha trascendido es que se firmará la cesión de 32.000 metros cuadrados del colegio de Las Cristinas, lo cierto es que las cuatro partes sólo han hecho una declaración de intenciones. Todos están de acuerdo en hacerlo y lo han firmado pero se han dado un plazo de ¡cuatro meses! para empezar a mover papeles. Y lo hacen, además, cuando hay por medio unas elecciones municipales y autonómicas, las elecciones con los resultados más impredecibles de la historia de la democracia ¿Gobernarán los mismos dentro de dos meses? ¿Estarán de acuerdo si cambia el signo político de las instituciones?

Pero lo peor no es eso, la cuestión es que este protocolo, que de momento no es más que una declaración de intenciones, echa a volar la imaginación de nuestros gobernantes hasta límites incomprensibles. Y digo esto porque en este acuerdo no sólo se firma la cesión del Colegio de las Cristinas, sino que se sientan las bases para ceder otros edificios y espacios si fuera necesario. La lista incluye usar como zona universitaria el parque del Coquín, una zona en la que, por cierto, no se puede construir sin una modificación del uso del terreno, o edificios como el Hospital Provincial o incluso , pásmense, ¡ El Alcázar!

 protocoloSi esto, con el paso de los años, (muchos, por supuesto), llegara a cumplirse nos convertirían en una ciudad universitaria que no tendría nada que envidiar a la Universidad de Salamanca o incluso a la Universidad Complutense de Madrid que da cobijo a 85.000 estudiantes ¿Cómo lo ven?

Yo lo veo imposible e improbable y, perdóneme, pero me recuerda al Cuento de la Lechera.

Otra muestra de que es un protocolo etéreo y sin los pies en el suelo es que se habla de crear dobles grados, de nuevas titulaciones y másteres oficiales  pero no se detalla cuáles, cuándo, cómo, en base a qué se eligen esas y no otras… En fin, no se concreta nada.

Pero igual que se concreta muy poco respecto a lo que se va a hacer queda muy claro su posible final. Si en un año no se ha avanzando nada en el desarrollo de este protocolo no habrá que echarlo para atrás porque todo quedará como antes de la firma. O sea, en nada.

protocolo1

En definitiva es un proyecto importantísimo para la ciudad que se cierra en falso, deprisa y corriendo para que, ante la inminente llegada de las elecciones, no se diga que lo dejaron en el tintero. Lo bueno es que éste, por lo menos, si no se concreta, nos costará menos dinero que el diseñado por Barreda,  una iniciativa que acabó con un buen puñado de millones de euros tirados a la basura.

Pueden leer el acuerdo firmado pinchando en este enlace  de Guadalajaradiario.es. Después pulsen “Así es el protocolo completo”

Saquen sus propias conclusiones. Les aseguro que no tiene desperdicio.

 

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