El Hayedo no es la Warner

Hayedo
Aunque se le parece, por desgracia.
No sé si éramos domingueros, insensatos o poco documentados pero una buena parte de los que nos acercamos hace unos días al Hayedo de la Tejera Negra a disfrutar de los colores del otoño no estuvimos, hay que reconocerlo, a la altura.

Éramos demasiados, (contra eso poco se puede hacer), y demasiado bulliciosos. Está claro que la fama del Hayedo ha trascendido fronteras y la tasa de cuatro euros que ahora cobra la Junta por aparcar el coche no ha sido un elemento disuasorio. De hecho, las reservas para fines de semana están cogidas hasta el mes de diciembre.

Lo cierto es que hay tanta gente, que ir al Hayedo en fin de semana en esta época es como un paseo por la ruta del colesterol en Guadalajara capital, pero en pleno campo. En fin, una desventaja que se puede solucionar fácilmente, yendo, si se puede, entre semana.

Otro asunto es el bullicio. Ya se sabe, los españoles somos muy dados a relacionarnos a gritos, y lo que en un bar consideramos normal, trasladado a un paisaje natural donde vas a escuchar el correr del río entre las piedras, el rumor de los árboles o los cantos de los pájaros, chirría. El Hayedo está lleno de magia pero la verdad es que cada vez que la magia te atrapa, un grito te la arrebata.

El problema es, creo, la actitud. No sabemos acercarnos a la naturaleza y nuestro atrevimiento llega a situaciones que se pueden considerar absolutamente rocambolescas. Esta es la estampa: familias jóvenes, con bebés de meses que pretenden subir la montaña con…¡¡¡¡ un carrito de paseo para bebés!!! Que sí, que no me lo estoy inventando. El otro día dos parejas jóvenes sudaban la gota gorda para llevar el carrito de su hijo en volandas mientras subían la parte más fácil de la montaña. Hablaban de darse la vuelta… Espero que lo hicieran.

Tomando esta situación real como ejemplo está claro que algo está fallando. Fallan las familias que se acercan a subir una montaña como si fuesen a pasar el día a la Warner y falla, y eso es peor, el servicio de información del Hayedo que en ningún momento advierte realmente de cómo es el recorrido de la senda de Carretas, la más fácil, y que creemos accesible para cualquiera.

El folleto la presenta como una senda cómoda pero lo es, relativamente. En realidad es la subida de una montaña y tiene una zona, antes de llegar a la pradera de Matarredonda, especialmente empinada. Desde luego no es apta para bebés a no ser que lo lleves una mochila de espalda. Muchos pensarán que es obvio, que van a subir una montaña… pues no lo crean, si lo hacen es porque algo está fallando, por un lado la insensatez de las familias y por otra la información. Seguramente los trabajadores del parque sabrán que esto pasa y aunque sea obvio no estaría de más que lo indicaran a los visitantes “por si acaso”. Y que conste que no es algo aislado, no hay más que entrar en internet para ver alguna queja de familias en este sentido.

Aún así la visita merece la pena. Eso sí, los senderistas ocasionales tenemos que cambiar la óptica. Dejar de lado la mentalidad de ciudad para disfrutar de la magia y la belleza del Hayedo porque la derrocha a raudales.

Foto: Santiago Barra/Guadalajaradiario.es

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