Nueva bofetada al desarrollo de Guadalajara. Y todas nos las dan en el mismo sitio. Ahora le toca al campus universitario que el gobierno de Barreda quería levantar en el polígono del Ruiseñor, un proyecto que nunca contó con la simpatía de algunos sectores y que al final no se llevará a cabo.
Y es que últimamente son pocas las obras que se realizan en Guadalajara. Se cuentan con los dedos de una mano: Francisco Aritio, el nuevo centro social de Manantiales, que ha tardado años en echar a andar, y el Eje Cultural.
Además el alcalde Antonio Román acaba de “reponer” sobre la mesa su proyecto para construir un centro acuático pero a nuestros políticos se les ha olvidado todo lo que prometieron y está pendiente de hacer.
Haciendo memoria me vienen a la cabeza, al menos, una docena de proyectos fallidos. Algunos con fecha de inicio, otros empezados y parados, y muchos prometidos y olvidados.
De ellos el caso más sangrante es, sin duda, el edificio del archivo en la calle Julián Besteiro, en la capital. Esta terminado, equipado y…cerrado. Se han gastado 11 millones de euros en un edificio que, de momento, no encuentra uso. Algunos profesionales del sector piensan que es carísimo de mantener. No sé si será ese el motivo por el que no lo utilizan o será porque es el vivo reflejo de la etapa del despilfarro.
Pero no es el único símbolo de poder sin uso, otro es la antigua sede de Caja Guadalajara para la que Caixabank , ahora, busca comprador.
¿Y los juzgados de Guadalajara? Nadie duda de que son imprescindibles pero pasan los años y no se ha puesto ni un ladrillo. En julio de 2011 el ministro de justicia señalaba que iban a licitar la obra por un montante de 18 millones de euros. Desde entonces nada se ha sabido.
Pero hay más que se han quedado por el camino: el hospital de Guadalajara a medio construir y que cada vez recuerda más al esqueleto de edificio que durante años hubo junto a la A2 y en el que ahora se encuentra Eroski. O el nuevo centro de salud del Ferial, que se iba a levantar en el antiguo auditorio que se cae a pedazos, el Palacio de Congresos que quince años después sigue sin salir adelante por la falta de voluntad política, o el aparcamiento subterráneo del San José, o la recuperación del poblado de Villaflores que nunca se hará, sobre todo después de que Reyal haya entrado en concurso de acreedores, el traslado de la Plaza de Toros y… ¿qué me dicen de la Autovía de la Alcarria? ¿Y el parador de Molina?
En fin la lista es interminable. Y el panorama desolador. Todos son proyectos enmarcados en un crecimiento que fue un espejismo. Volamos muy alto y por eso el tortazo ha sido tan fuerte.