De oír a escuchar

Dice una proverbio italiano que “Del escuchar procede la sabiduría y del hablar el arrepentimiento”. Nada más cierto. Cuantas veces, al menos yo, me he arrepentido de haber abierto la boca en determinados momentos y de no haber escuchado lo suficiente.

El oficio de escuchar, que deberíamos practicar más a menudo, se pone de moda siempre que empieza una nueva legislatura y en ésta no iba a ser menos.

Lo curioso es que en plena era de Internet los políticos, acosados por los resultados electorales, han vuelto a los orígenes y han decidido que lo mejor es el cara a cara, para poder mirar a los ojos. Entre los que van a usar este método se encuentra el Ayuntamiento de Guadalajara que ha anunciado que todos los lunes entre las 6 y las 8 de la tarde Antonio Román, o el vicealcalde, Jaime Carnicero, estarán a disposición de los vecinos que quieran hablar con ellos, lo han denominado «Acércate al alcalde».

Un cara a cara al que se ha apuntado también el presidente de la Junta de Comunidades, Emiliano García Page, que ya ha anunciado que hará lo mismo en el mes de septiembre.

Lo aplaudo. No creo que haya nadie que esté en contra de este sistema sobre todo porque si algo piden los ciudadanos es que los políticos dejen de estar atrincherados en su atalaya y que les escuchen.

Escuchas que se producen en el cara a cara y también través de las redes sociales, un nuevo espacio de conversación que los ciudadanos cada vez usan más, (aunque a los políticos y administraciones les cueste subirse al carro) y que en estos momentos es imparable.

Hace unos días el cronista provincial Antonio Herrera Casado denunciaba en Facebook  la posible transformación del Paseo de las Cruces. Se montó tal revuelo que en un momento se inició una recogida de firmas  en change.org criticando ese cambio y el vicealcalde, Jaime Carnicero, se vio obligado a asegurar en Facebook que “eso no se iba a realizar”. Ahora hay otra recogida de firmas en marcha para evitar que se derribe un nuevo edificio, la Casa de los Duques de Montemar, en la Calle Mayor de Guadalajara. El clamor, con opiniones certeras y otras disparatadas, no ha sido tan importante pero sin ninguna duda tiene que servir de termómetro para que el Ayuntamiento tome nota y escuche, así se dará cuenta de que el asunto de las quejas por el derribo de edificios, postergado, silenciado y mal explicado, está a punto de explotarle en la cara.

Algo está cambiando en la forma de hacer política. Ya no se oye, se escucha. Y se ha notado incluso en la formación del gobierno regional donde el presidente, Emiliano García Paje, ha mirado con lupa el pasado de sus Consejeros. A todos les ha pedido que sean especialmente escrupulosos con el equipo que eligen, que busquen gente que “este limpia” y que pueda defender su trayectoria pasada.  Es curioso el caso de la guadalajareña Elena de la Cruz, arquitecta y actual consejera de Fomento, que cree que su principal activo es que no ha tenido ninguna vinculación con ninguna empresa de construcción. Una “limpieza” que podría explicar porqué al final Pablo Bellido, pendiente de ver su implicación en el caso del Centro Joven de Azuqueca no haya sido nombrado delegado de la Junta en Guadalajara a pesar de que salía en todas las quinielas. Al final el puesto será ocupado Alberto Rojo un político con gran experiencia y con un pasado “limpio” que pasa cualquier “filtro”.

 

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