Me produce una gran tristeza lo que está ocurriendo con el Maratón de Cuentos de Guadalajara. Que una de las actividades más importantes de la ciudad, si no la más importante a nivel cultural, social y participativo; pueda entrar en el mismo bucle de sinsentido que se ha instalado en el Hospital de Guadalajara, en su parking, en el Fuerte o en el campus, es ciertamente preocupante.
La decisión del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Guadalajara de descolgarse de la petición conjunta de la Fiesta de Interés Turístico Regional poniendo condiciones económicas en el papel, creo que no viene a cuento. Mostrar discrepancias en algo tan básico como una declaración institucional indica el nivel de crispación al que estamos llegando. Una división que lo único que hace es perjudicar al Maratón y pasar por el barro una de las actividades más queridas por los vecinos de Guadalajara.
Me ha producido gran sorpresa las palabras del alcalde que dice que hay determinados grupos políticos que quieren «patrimonializar el Maratón». Yo nunca lo he sentido así, ni cuando he participado como oyente ni cuando he participado como voluntaria. Entre otras cosas porque el Maratón no cierra las puertas a nadie. Existe la idea, minoritaria afortunadamente, de que el Maratón está hecho por «gente de izquierdas», una reflexión superficial que sólo puede ser exhibida por personas que nunca ha pisado el Patio de Los Leones del Infantado durante ese fin de semana mágico. Quien va allí simplemente disfruta, sin mensajes ni colores políticos. Por eso ahora tampoco debe haberlos.
Después se puede estudiar el tema del dinero. El alcalde de Guadalajara ha señalado que la cantidad que pone la Junta de Comunidades para el evento es «ridícula», y lo es. Eso no se puede negar. Una institución del poderío de la Junta puede, y debe, aportar mucho más dinero a este evento.
Es ridícula la aportación regional como también lo es que se pretende desde el Ayuntamiento: que la Junta de Comunidades apoquine el 50 por ciento del presupuesto del Maratón. Creo, sinceramente, que aunque la Junta de Comunidades puede y deber aportar más a un evento de este tipo, tiene que ser el Ayuntamiento el que realice un mayor apoyo económico, primero porque se está presumiendo de los buenos resultados económicos y justo es que se reviertan en actividades para la ciudad, y segundo, y mucho más importante, principalmente porque quien se beneficia ese fin de semana de las «sinergias» del Maratón es la propia ciudad.
Los mismos argumentos que el equipo de gobierno utiliza para defender, y con razón; las actividades deportivas en Guadalajara, sirven para el Maratón: hay más gente (incluso venida de fuera), hay más vida en el centro, hay multitud de actividades, hay más plazas hoteleras ocupadas y hay más consumiciones en bares y restaurantes. Los mismos argumentos, deben servir para los distintos actos, sean deportivos o culturales.
El Maratón está organizado por el Seminario de Literatura Infantil pero tiene su alma en los vecinos de la ciudad. Está respaldado por miles de ciudadanos que cada año acuden a escuchar o contar cuentos en un acto entrañable, genuino y hermanador. Ahora no tocan divisiones. Ahora toca estar unidos. El tema del dinero, de momento, no viene a cuento.