¿Tu casa es A,B,C…?

Me acabo de dar un paseo por algunos de los portales inmobiliarios de Internet más importantes del país. Quería ver si los pisos que se anuncian tienen ya el certificado energético que pide la ley y la respuesta es no, no lo tienen.

Es cierto que hasta el 1 de junio no es obligatorio pero para eso quedan apenas 48 horas y lo cierto es que la mayoría de los propietarios que alquilan o venden una vivienda ni siquiera saben que lo necesitan, se enterarán cuando cierren la transacción, si es que la cierran, claro, porque… según está el patio.

¿Y eso del certificado energético que es? Pues simplemente un documento que diga si esa casa que vendemos o alquilamos gasta mucho o poco en luz y gas y si contamina en exceso. Muchos aseguran que con ver el recibo es suficiente pero eso no es cierto, el uso que se da a una vivienda depende mucho de los hábitos y necesidades de quien vive en ella.

El certificado será expedido por profesionales competentes, arquitectos e ingenieros, evaluará, entre otras cosas, ventanas y fachadas y calificará el edificio con una letra que oscila entre la A y la G. Si es A el edificio consume poco, si es G consume hasta un cien por cien más de lo que debiera. Sin duda esto va a hacer que miremos de una forma distinta cualquier edificio que queramos comprar o alquilar. Y lo sabremos porque la ley obliga a que esa etiqueta energética se incluya en los anuncios. En caso contrario puede haber multas.

Con el desorbitado incremento que ha habido en las tasas de gas y luz esto va a hacer que los posibles compradores o inquilinos se fijen en cuanto gasta el edificio a la hora de comprarlo o alquilarlo.

Ni siquiera el precio del certificado parece un problema, costará entre 100 y 250 euros y tendrá una vigencia de 10 años, pero sin duda será una buena inversión sobre todo para aquellos que tengan viviendas en mejores condiciones. Será un plus.

El certificado es obligatorio para las casas nuevas o para las casas que se vendan o alquilen. Si ya está alquilada no será necesario hasta que se cambie de inquilino, también se libran los apartamentos turísticos, que se alquilan durante menos de cuatro meses, los edificios que se compren para demoler, las iglesias, los edificios protegidos…

La idea de esta ley es que a finales del año 2020 todos los edificios que se construyan tengan un consumo de energía casi nulo y que emitan la menor cantidad posible de dióxido de carbono. Una buena idea aunque lo que parece más probable es que el Gobierno establezca, como ocurre con los coches, impuestos a aquellos edificios que más contaminan, algo que ya se hace en otros países europeos.

Contra la crisis del ocio… imaginación

No les descubro nada nuevo si les digo que los tiempos de gastar sin preocupaciones se han acabado. Todavía hay bares y restaurantes que cobran tres euros por una coca cola de grifo o más de dos euros por un zumo de naranja o 1,5 euros por un café…pero eso ya no puede funcionar porque con ese mismo dinero te compras seis litros de coca cola, varios kilos de naranjas o dos litros de leche en cualquier supermercado.

Hay que apretarse el cinturón y donde más nos estamos apretando es en el ocio.

Recientemente una estadística del Ministerio de Agricultura aseguraba que los españoles gastamos un 4,1 por ciento menos en bares y restaurantes, y aunque a mí me parece que el descenso del consumo ha sido mayor, lo cierto es que sobrevivir en tiempos de crisis se está convirtiendo en todo un arte que algunos empresarios superan con nota.

¿Qué la gente no puede salir los fines de semana a comer? Pues buscamos alternativas. Esto está haciendo que proliferen en Guadalajara los negocios de comida para llevar a casa. Uno de los pioneros fue ¿Dónde Comemos? situado en el barrio de Los Valles que junto a Doñoro tenía comida preparada para cualquier ocasión. Negocios que empezaron como una alternativa “por si no te apetecía cocinar” y que se han convertido en el gran sustituto de los restaurantes los fines de semana. Los negocios de comida preparada florecen, Mariam ha puesto en marcha un servicio de este tipo y lo mismo Catapán que por solo 4 euros, sí, han leído bien, 4 euros, te deja elegir entre cuatro primeros y cuatro segundos.

Mientras unos readaptan sus negocios otros hacen ofertas originales que atraigan clientela. Por ejemplo ¿quieres tomarte una cerveza y practicar inglés con profesores nativos? Pues puedes pasarte cada miércoles por el bar Malvarrosa donde los profesores de Queen´s Language Schoool hacen sus veladas de conversación gratuita en inglés. La idea es buena: los dos ganan clientes.

Más ideas: en Madrid y Barcelona ya se han puesto de moda las medias copas, la mitad de líquido pero también la mitad de precio. En Bilbao un restaurante bajó el precio del menú del día y para demostrar que tenía la misma calidad durante 15 días no lo cobró. Seguro que el boca a boca le resultó más rentable que cualquier campaña publicitaria.

Está claro que los empresarios se readaptan porque los ciudadanos han puesto el gasto en ocio en último lugar. Ahora las reuniones se hacen en casa, nuevos tiempos, nuevos hábitos pero ¿hasta dónde tendremos que llegar? Dicen que vamos a retroceder 30 años en educación, lo mismo en sanidad, en fin…

Echando un vistazo a un viejo álbum de fotos me veo a mí, con apenas 2 años rodeada de mi familia y de otras familias amigas, sentada en una manta a la orilla de un río. Cerca de la manta hay varias neveras con restos de la comida del día y sillas y mesas de camping. La miro y no puedo evitar la comparación, ¿acabaremos volviendo a eso? Yo, espero y, sobre todo, deseo, que esa foto del pasado, en el futuro, sea una opción y nunca una obligación.

La iglesia de mi pueblo

Cuando escribo esto es domingo. Día de relax para la mayoría.

En mi pueblo, Irueste, hoy ha hecho un frío que pela. La mayoría de los pocos vecinos que quedan han pasado la mañana, dando un paseo por el campo, cogiendo espárragos, tomando el vermú y unos pocos, los menos, las menos, porque son casi todas mujeres, acudiendo a misa.

En mi pueblo, un sitio muy pequeño, en el que entre semana hay apenas una docena de vecinos y más de 200 en verano, casi nadie vamos a misa. La media de edad de los asistentes supera los 65 años y el cura, un joven voluntarioso, se reparte los oficios entre los 3 ó 4 pueblos, de los que se encarga.

Según datos oficiales más del 70 por ciento de la población española se considera católica pero sólo el 14 por ciento va a misa. Para ese 14 por ciento de población hay casi 23.000 parroquias en España y en Guadalajara 471. De esas, algunas están repletas de fieles, pero la mayoría, como la de mi pueblo, y la de otros muchos pueblos, están prácticamente vacías.

Esos fieles que las visitan cada domingo son los que encargan de mantenerla, la limpian de vez en cuando y hacen recolectas entre los vecinos cuando es necesaria una pequeña reforma. Porque de las grandes obras… ya nadie se hace cargo. Pero, ¿qué pasará dentro de 10 años cuando esos fieles ya no estén? ¿Habrá quien les sustituya? En mi pueblo, y en la mayoría, no porque la Iglesia se está quedando sin fieles.

Pero esto que ocurre desde hace unos pocos años en España es algo bien conocido en otros países europeos. Lo más asombroso es en qué se están convirtiendo esos edificios. Según el diario El País tanto la iglesia católica como la evangélica han puesto a la venta en Alemania varias iglesias que ya no utilizan. Ya no las pueden mantener porque cada vez hay menos dinero y menos fieles. Han preparado una web en la que han puesto a la venta 170 templos y casas parroquiales. Dicen que en los últimos 20 años se han cerrado 340 templos y que en los próximos 20 se van a cerrar ¡otros mil!

Y ¿qué se hace con ellos? Pues en Holanda, donde el fenómeno está más avanzado, saben de ello. Los convierten en atractivos gimnasios, oficinas de lujo o centros comerciales. La última polémica, y esa si que es buena, es que uno de los edificios ha sido comprado para convertirlo en mezquita.

Y esto es lo que me ha llevado a pensar en mi pueblo. Sí, ya sé que San Ginés o San Nicolás no van a cerrar pero ¿qué va a pasar con la iglesia de mi pueblo? Allí no se puede instalar un centro comercial porque no hay ni una pequeña tienda a precios desorbitados, ni un local de oficinas, ni nada por el estilo. Lo que ocurrirá en mi pueblo es que la iglesia se cerrará porque ya nadie irá a barrerla, ni planchará y almidonará los paños del altar, ni se arreglarán las goteras ni los desconchones de la pared…

Todos hemos asistido a bodas en las que una parte de los invitados pasan a la iglesia, el resto espera a que la ceremonia termine… en el bar más cercano.

¿Qué les parece? Según van las cosas ¿vamos camino de tomarnos el vermú, en la iglesia?

¿Pagar las medicinas o viajar con el IMSERSO?

Llegó la hora de hacer las maletas para la escapada de Semana Santa. El que pueda permitírselo, claro. Los profesionales del sector no paran de hablar de pérdidas, calculan que este año no llegarán a 70 por ciento de reservas, malos datos que se suman, dice el diario EL País, a un invierno muy duro en el que varios hoteles de la costa se han visto obligados a cerrar (algo que no habían hecho nunca) porque el Gobierno ha reducido de forma drástica los viajes del IMSERSO.
Yo no salgo de mi estupor, pero, vamos a ver… ¡¿todavía se siguen organizando estos viajes con la que está cayendo!? Cuando hay familias que rebuscan en los contenedores porque no tienen ni para dar de comer a sus hijos. ¿Es moral que se sigan organizando estos viajes?
Es verdad que los pensionistas no tienen la culpa de lo que ocurre, es cierto que ellos han contribuido durante toda su vida para tener una mejor situación pero hay cosas que cuando no pueden ser, no pueden ser. Así de sencillo.
A pesar de ello han destinado este año 70 millones de euros a este concepto. El presupuesto se ha recortado un 30 por ciento, pero sigue vigente según se puede comprobar en la propia web del Imserso. Una semana con transporte, pensión completa y en temporada alta cuesta menos de 200 euros por persona. Haciendo un cálculo fácil les cuesta comer, dormir, el transporte y las actividades que se organicen 25 euros diarios. El resto, lo que en realidad cuesta un viaje así, corre a cuenta del hotel y de la administración.
Asegura el gobierno que estos viajes son buenos. Que relajan y motivan a este colectivo en ocasiones asediado por enfermedades o por la soledad. Dicen que de cada euro que se invierte se recupera un euro y medio, que estos viajes evitan que el personal de los hoteles vaya al paro y por lo tanto no se tienen que pagar prestaciones.
Palabras y argumentos que no evitan que pensemos en que esos 70 millones de euros se podrían destinar a otras cosas más prioritarias.
En Castilla La Mancha María Dolores de Cospedal dio un paso adelante y en agosto del 2012 el Plan de Garantías de Servicios Sociales recogía la supresión del termalismo y del turismo social para mayores. Con eso se ahorraban 8 millones de euros. Eso sí, el plan establecía que se reservaban la organización de viajes que se considerasen necesarios para la salud. Una coletilla que ha permitido que, medio año después, la Junta vuelva a convocar el programa de termalismo social. Con plazas muy reducidas: 6665. ¿Eso quiere decir que ya podemos permitírnoslo? O simplemente ¿que es rentable a nivel político? Seguramente muchas personas lo necesitarán por prescripción médica y si es así, está bien. Que lo disfruten. Pero ¿porqué hay que subvencionar en las mismas condiciones los viajes del acompañante que no está enfermo?
Estoy en contra de estos viajes. Tengo familiares que disfrutaron y disfrutan de este programa y la verdad me parece que mal que se los lleven de excursión pero tengan que pagar las medicinas.
En la época de bonanza los viajes eran una recompensa al esfuerzo de personas que durante años habían trabajado duro. Personas que en muchas ocasiones ni siquiera habían salido de su pueblo o de su ciudad. Pero ahora, no. Las reglas del juego han cambiado aunque nuestros políticos, como en casi todo, no quieren enterarse.

Lo que la crisis se llevó…

Nueva bofetada al desarrollo de Guadalajara. Y todas nos las dan en el mismo sitio. Ahora le toca al campus universitario que el gobierno de Barreda quería levantar en el polígono del Ruiseñor, un proyecto que nunca contó con la simpatía de algunos sectores y que al final no se llevará a cabo.
Y es que últimamente son pocas las obras que se realizan en Guadalajara. Se cuentan con los dedos de una mano: Francisco Aritio, el nuevo centro social de Manantiales, que ha tardado años en echar a andar, y el Eje Cultural.
Además el alcalde Antonio Román acaba de “reponer” sobre la mesa su proyecto para construir un centro acuático pero a nuestros políticos se les ha olvidado todo lo que prometieron y está pendiente de hacer.
Haciendo memoria me vienen a la cabeza, al menos, una docena de proyectos fallidos. Algunos con fecha de inicio, otros empezados y parados, y muchos prometidos y olvidados.
De ellos el caso más sangrante es, sin duda, el edificio del archivo en la calle Julián Besteiro, en la capital. Esta terminado, equipado y…cerrado. Se han gastado 11 millones de euros en un edificio que, de momento, no encuentra uso. Algunos profesionales del sector piensan que es carísimo de mantener. No sé si será ese el motivo por el que no lo utilizan o será porque es el vivo reflejo de la etapa del despilfarro.
Pero no es el único símbolo de poder sin uso, otro es la antigua sede de Caja Guadalajara para la que Caixabank , ahora, busca comprador.
¿Y los juzgados de Guadalajara? Nadie duda de que son imprescindibles pero pasan los años y no se ha puesto ni un ladrillo. En julio de 2011 el ministro de justicia señalaba que iban a licitar la obra por un montante de 18 millones de euros. Desde entonces nada se ha sabido.
Pero hay más que se han quedado por el camino: el hospital de Guadalajara a medio construir y que cada vez recuerda más al esqueleto de edificio que durante años hubo junto a la A2 y en el que ahora se encuentra Eroski. O el nuevo centro de salud del Ferial, que se iba a levantar en el antiguo auditorio que se cae a pedazos, el Palacio de Congresos que quince años después sigue sin salir adelante por la falta de voluntad política, o el aparcamiento subterráneo del San José, o la recuperación del poblado de Villaflores que nunca se hará, sobre todo después de que Reyal haya entrado en concurso de acreedores, el traslado de la Plaza de Toros y… ¿qué me dicen de la Autovía de la Alcarria? ¿Y el parador de Molina?
En fin la lista es interminable. Y el panorama desolador. Todos son proyectos enmarcados en un crecimiento que fue un espejismo. Volamos muy alto y por eso el tortazo ha sido tan fuerte.

Devolver la dignidad al casco antiguo

Me gusta la reforma que han planteado el Ayuntamiento de Guadalajara para reformar la calle Ingeniero Mariño y Ramón y Cajal. Necesitamos desprendernos de encima la imagen de ciudad abandonada. Hace unos meses tuve la oportunidad de realizar el recorrido propuesto por el Ayuntamiento de Guadalajara para conocer los principales atractivos turísticos de la ciudad y desde el punto de vista del turista andar por estas calles resulta una auténtica tortura, el paseo no se disfruta y, además, es peligroso, y eso que los fines de semana no hay casi tráfico en la zona.
El Ayuntamiento ha puesto manos a la obra pero hay que pedirle que sea igual de diligente con el mantenimiento de los edificios antiguos que hay en la zona.
A finales de octubre se aprobaba en el Ayuntamiento de Guadalajara la ordenanza sobre la Inspección Técnica de Edificios. La norma establece que todos los edificios que tengan más de 50 años deben ser inspeccionados por un técnico que deje constancia de su estado.
La inspección que hay que realizar no es cualquier cosa. Debe comprobar la estructura y la cimentación, las fachadas externas, internas y medianeras, ver las condiciones de los tejados y azoteas y verificar el buen funcionamiento de la fontanería y el saneamiento. Y no se trata de hace un informe sin más, si no que los propietarios, o comunidades si son bloques, tendrán la obligación de realizar las mejoras necesarias para que la vivienda, local u oficina quede en condiciones aceptables para poder darle el uso para el que se creó.
Desde luego la tarea va a ser ingente en Guadalajara, sobre todo en el casco antiguo, donde muchos edificios necesitan más que un lavado de cara. Los primeros datos municipales indican que hasta 2015 más de 1700 edificios tendrán que pasar la revisión aunque los afectados son más de 7000. Ayuntamientos y colegios técnicos ya han hecho cálculos: creen que el 60 por ciento de los edificios necesitan obras y que habrá que gastar de media 7000 euros por vivienda o local. Sólo quedan fuera los que estén declarados en ruina.
La ley deja claro que los edificios tienen que ser arreglados para que puedan ser utilizados como casa o como tienda y establece que si el coste de la obra es desmedido el propietario tiene la obligación de gastarse la mitad de lo que costaría esa obra si fuera de nueva construcción, si con ese desembolso no se llega al arreglo esperado se habla de reducir impuestos y tasas y de posibles subvenciones. Vamos que tener casas abandonadas no va a ser gratis.
El arreglo hay que realizarlo dentro del año en el que el edificio cumple los 50 años y habrá que repetir esa revisión cada cinco. Si el informe del técnico es desfavorable, el propietario tiene que arreglar los desperfectos hasta que sea favorable y tiene apenas medio año para todo el proceso, si no se hace, el Ayuntamiento intervendrá de oficio.
La normativa deja claras las sanciones, que van hasta los 6.000 euros por no hacer la inspección, pero ojo porque si el propietario considera que es mas rentable pagar la multa y no hacer la reforma, el Ayuntamiento ya avisa que incrementará la sanción hasta donde considere oportuno de manera que no haya beneficio para el infractor.
Cada año el Ayuntamiento publicará un listado de los edificios que tienen que pasar la ITV y el propietario tendrá que actuar en consecuencia.

Las vergüenzas de la sanidad

13 de febrero de 2015. ¿2015? ¡2015! Todavía estoy asimilándolo.

Esa es la fecha que a mediados de diciembre del 2012 me dieron para hacerme una resonancia magnética, en una rodilla que tengo maltrecha, en el Hospital de Guadalajara. Y eso que ya me había avisado el traumatólogo:

–          Te van a dar para dentro de un año, coges los papeles y te acoges a la ley de garantías.

Y eso hice. Yo, y decenas de personas que cada día se acercan al servicio de atención al paciente para intentar comprender algo incomprensible. La responsable de atención al paciente es la primera en hacer de apagafuegos. Tras reconocer que “lo que está pasando no lo ha visto en su vida” te recomienda que te acerques a la residencia vieja, a la calle Ferial, donde te darán la solución y la información. Eso sí te advierte, ( y es el segundo aviso)

–          Los plazos que marca la ley ya no se cumplen y lo de hacerte pruebas en otros hospitales que no sea éste, imposible.

Así que nos ponemos de camino al tercer despacho. Calle Ferial. Allí varias personas rodeadas de tiestos y con la ventana abierta porque la calefacción, antigua a más no poder, está a todo trapo, te atienden amablemente.

-¡ Vaya! ¡Ya va por 2015!

RodillaNuria

Yo… alucino.

Doy datos… rellenamos papeles…Me entregan una copia… Y a esperar. ¿El qué? Que me manden una carta diciéndome que tengo derecho a acogerme a la ley de garantías. Los dos sabemos que tengo derecho, pero, mientras tanto, dejamos pasar los días y mareamos la perdiz.

Está claro que la gerencia del Hospital de Guadalajara conoce el problema que se está generando con la citas de numerosas pruebas pero prefiere funcionar con este sistema rocambolesco y ridículo antes de ponerle solución. La clave es ¿por qué lo hace? ¿para dar la impresión de que la situación es realmente lamentable? o ¿para ir echando pacientes a la sanidad privada? Si dentro de unos meses se van a atender las peticiones de los que reclamamos ¿por qué no dan esas fechas desde el principio? Pues porque no les interesa. Porque en ese tiempo habrá muchos que desesperados o asustados, recurran a un seguro privado y otros que quizá desistan de hacerse la prueba hasta que el problema sea un problemón. El problema afecta a todos: médicos que te reciben en consultas de tarde en las que aseguran trabajar gratis, citas para hacerte un scaner que sobrepasan en cinco meses la consulta que tienes con el especialista…

Dos semanas después recibo la carta reconociendo mis derechos y diciendo que puedo hacerme las pruebas en otro hospital pagándolas el SESCAM.  Pensando que he salvado el último escollo, acudo de nuevo al servicio de atención al paciente del hospital pensando, ingenua de mi, que me van a dar ya una fecha, para dentro de un par de meses, eso sí, pero una fecha concreta… Pero siguen sorprendiéndome, que tenga la carta no significa nada. Tengo que seguir esperando. ¿A qué?-pregunto yo. – A que te llamen del servicio de radiología del hospital, ellos ya te dirán el día y la hora.  Es lo que hay, aunque eso sí, si quiero puedo reclamar. Es más, si veo que tardan mucho puedo volver a subir para ver qué pasa.

Meto la carta en la carpetilla, junto a la hoja de reclamaciones en blanco y salgo al pasillo. En la puerta un hombre se lamenta ¿2014? ¡Para entonces habré perdido la pierna! El hombre traspasa la puerta del servicio de atención al paciente. El resto de la historia, ustedes y yo, ya la conocemos.

 

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