Archive for marzo, 2021

1521-22: La “Guerra de la Dependencia” ante la Casa de Austria

LA GUERRRA DE LAS Comunidades de Castilla (1520-1522) podría ser conocida como Guerra de la Dependencia de Castilla y España ante la Casa de Austria, ante la familia de los Habsburgo, que actuaban todos ellos como un clan –gobernaran donde gobernaran- o ante los intereses prioritarios de Flandes y del Sacro Imperio Romano Germánico, como prefiramos denominar al ganador de aquella contienda, frente a los intereses propios castellanos y españoles.

Con ese nombre propuesto, todos entenderíamos qué se dilucidó militarmente durante esos dos años en los campos de batalla de la Castilla central, de la misma forma que a principios del siglo XIX se entiende inmediatamente qué se dirimía en una Guerra que se ha acabado conociendo como Guerra de la Independencia o Guerra contra los franceses.

Esta Guerra “de las Comunidades” o “de la Dependencia” fue ganada, obviamente, por los intereses centroeuropeos de los Habsburgo que arrastraron el potencial español en defensa de sus intereses familiares centroeuropeos durante los dos siguientes siglos (XVI y XVII).

Si la Castilla de la época pudo continuar, parcialmente, con el desarrollo de sus propios intereses –en América, África, Asia, Oceanía… es decir en cualquier continente menos en la Europa de las Guerras de Religión, un avispero donde nunca tendría que haber intervenido Castilla, puesto que nada tenía que ganar y sí mucho en lo que arruinarse- fue por la enorme potencia de la Corona castellana, ya antes de la llegada a ella de los Austria

Porque hay que tener en cuenta que no fue Carlos quien dio un Imperio a Castilla –la expansión ultramarina castellana ya existía, desde un cuarto de siglo antes de la llegada de Carlos I, o mucho antes si consideramos el caso de la toma castellanas de las islas Canarias o de plazas en el norte de África-, sino que fue Castilla quien dio a Carlos dos: el alemán que compró con el dinero castellano y esa expansión mundial castellana que los Habsburgo pudieron usar en su provecho familiar extracastellano.

Localización del movimiento comunero

Flandes supuso una costosa sangría de hombres y dinero para Castilla, el principal sostén de los Austrias, durante dos siglos. También la participación de Castilla en las guerras de religión centroeuropeas, donde los Habsburgo se convirtieron en campeones del catolicismo, no por cuestiones de dogma, sino por defensa de sus intereses familiares frente a otros competidores alemanes.

Lo cual estaba meridianamente claro para los castellanos sujetos a ellos, según las reiteradas peticiones de las Cortes castellanas para que se pusieran fin a semejante sangría, peticiones que siempre fueron respondidas de idéntica manera durante toda la dinastía… Igual que había hecho el rey Carlos la primera vez que los procuradores castellanos se lo solicitaron: «En esto se hará lo que más convenga a nuestros intereses».

Todos los Austrias «españoles» -del primero al último durante sus dos siglos de existencia- supieron que el principal de sus intereses era legislar lo más conveniente para Flandes y actuar en su provecho, siguiendo al pie de la letra las instrucciones dejadas por Carlos I en su testamento a Felipe II: «Ante todo, vela por los intereses de Flandes, nuestra patria».

La recomendación de Carlos de Gante se cumplió tan al pie de la letra que después de esos dos siglos de gastos desorbitados por Flandes, el último de los archiduques de Austria que ambicionó poseer España, ya en el siglo XVIII volvió a probarlo…

En efecto, el pretendiente al trono Carlos, autodenominado Carlos III, en contra del verdadero heredero de la Corona española, Felipe V de Anjou-, tras dejar destrozada la Península con una larguísima Guerra de Sucesión de casi quince años (1701-1715) sólo impuso una condición «sine qua non» para firmar el Tratado de Utrecht: la de que él sería considerado Archiduque de Austria, sin quedar el título vinculado a la Corona de España, y que Flandes sería sustraído del ámbito de España para pasar a la soberanía de Archiduque de Austria, él mismo.

Curiosa manera de salir de España la malhadada Casa de Austria: una Guerra de Sucesión, provocada por los Habsburgo, que se saldó con la pérdida de Menorca y Gibraltar ante sus aliados los ingleses, y con el traspaso de Flandes a la soberanía del Archiducado de Austria… Es decir, donde siempre había estado. Aunque la sangre y el dinero, llevaba dos siglos Castilla poniéndolos encima del ruinoso y ensangrentado terreno.­

Pero empezaremos por el principio del problema, recogiendo las causas y los hechos que originaron otra Guerra Civil mediante la cual entró a reinar en España tal Casa, extranjera y extranjerizante en todo momento de su política: la Guerra de la Dependencia ante el Imperio de los Habsburgo alemanes, a principios del siglo XVI, hace ahora quinientos años.

Otros Campos de Castilla, II. Generaciones

ESTE AÑO DE 2021 lo he iniciado con la publicación del libro “Otros campos de Castilla. Parte II: Las generaciones culturales castellanas desde 1900 hasta el siglo XXI”.

DOS APORTACIONES A LA ESTÉTICA DE CASTILLA

SE TRATA, EFECTIVAMENTE, DE la Parte Segunda de un libro anterior mío, aparecido en el año 2018, bajo el título “Otros campos de Castilla. Parte I: Contra la leyenda negra castellana”

En ninguno de los dos casos se trata de unos títulos pretenciosos o engolados, que intenten aparentar más de lo que son ni tampoco emular a otro de 1912, de Antonio Machado, con título bien parecido. No, en modo alguno, mis dos libros aludidos cuentan  con una variación bien apreciable respecto al de Machado.

Ambos libros aspiran a cumplir sencilla y modestamente lo que prometen: poetizar las muchas provincias, tierras y regiones de Castilla que NO fueron tratadas ni recogidas en el volumen del poeta sevillano, a principios de siglo XX, a pesar de que el título de aquel libro aluda a una “Castilla” genérica, que luego en la práctica de sus páginas poéticas no aparecen por ningún lado.

Antonio Machado sólo se refirió en el mencionado libro a la ciudad de Soria y a sus alrededores, más una parte añadida a última hora –y porque el editor de su libro le indicó que le había salido un volumen excesivamente breve-, el romance de “La tierra de Alvargonzález”, que recoge una leyenda parricida –terrible en su contenido y poco favorecedora de la imagen de Castilla- que ambientó en los Picos de Urbión y en la Laguna Negra, que Machado había conocido en una viaje realizado hasta aquellos parajes.

Poca Castilla es la que aparece en los “Campos de Castilla” machadianos. Por eso, referirse a los muchos, amplísimos y heterogéneos “Otros campos de Castilla” que no se habían recogido en la obra del poeta sevillano, me pareció una interesante oportunidad literaria que, además, completaba una visión poética exigua, reducida y uniprovincial…

Perspectiva corta que, por si fuera poco, se había convertido con el paso del tiempo en genérica, totalizadora, excluyente y exclusiva y, además, en la única concebible y concebida, pese a la varia, dispar, diversa y plural tierra castellana.

De Santander (cuna de Castilla y castellanísima provincia en tiempos de Machado) hasta Ciudad Real, desde Guadalajara a Madrid y a Salamanca, hay referencias literarias a Castilla que complementan la visión de Castilla machadiana, y la “magnifican” y amplían en el aspecto territorial. Valoraciones literarias, al margen.

CONTRA LA LEYENDA NEGRA CASTELLANA Y GENERACIONES CASTELLANAS

Por otro lado, ambos libros poéticos míos, el del año 2018 y el de este año 2021, tienen dos largos prólogos bastante significativos que me parece procedente comentar.

La Parte I comprende un largo prólogo titulado “Contra la leyenda negra castellana”: se analizan en él las tergiversaciones interesadas que los escritores periféricos de mediados y finales del XIX (catalanes, vascos y gallegos) lanzaron contra Castilla, y que, sorprendentemente, tras el Desastre del 98, fueron aceptadas a pies juntillas por los componentes de la Generación del 98 (ninguno de ellos castellano) y transformadas en altísima literatura, que ha acabado conformando la idea actual que todos los españoles, incluyendo los castellanos, tienen sobre Castilla.

Idea asumida desde entonces –no antes- hasta acá que es casi siempre (basta con que el lector mire introspectivamente dentro de sí mismo), una visión negativa.

El libro ahora publicado, es decir, la Parte II, tiene también un largo prólogo ensayístico que se titula “Las generaciones culturales castellanas desde 1900 hasta el siglo XXI”.

En este prólogo se conjuntan y se analizan generacionalmente los escritores, artistas, pintores, escultores… nacidos en Castilla –esta es la primera diferencia respecto a la del 98- y que han tocado el tema de su tierra castellana con sus propias, variadas y múltiples visiones de lo castellano –lo cual también amplía y enriquece la imagen que nos legó el 98-.

A través de las Generaciones de 1900, 1920, 1940, 1960, 1980 y 2000 vemos cómo el tema regional/territorial de Castilla y su relación consigo misma y con España ha sido una constante del siglo XX y de lo que llevamos del XXI.

Dicho prólogo, por sí mismo, basta para que yo aconseje la lectura del libro que acaba de aparecer.

Y aunque no hay espacio para entrar en mayores detalles, diré que el regionalismo cultural castellano a lo largo de estos años es perceptible en todas las provincias de Castilla, pero, si hubiera que destacar alguna, yo lo haría precisamente con la de Santander, donde el regionalismo castellano en libros, artículos, revistas y periódicos fue especialmente intenso en las primeras décadas del siglo XX.

Señalaré dos nombres esenciales que encabezan la nómina de esas generaciones culturales castellanas de principios de siglo: Marcelino Menéndez Pelayo, la Generación de 1900, y Gerardo Diego Cendoya, la de 1920. Ambos superan en geografía espacial, provincias castellanas a las que aluden y afecto por la propia tierra castellana a Antonio Machado, aunque nuevamente nos encontremos al autor sevillano eclipsando todo lo que no sea él en la valoración de lo castellano.

Pero escritores e intelectuales castellanos los hay muchos e intensos en todas y cada una de las provincias del norte, del sur y del centro de Castilla. Desde Claudio Sánchez-Albornoz, prolífico, magnífico y certero en el análisis histórico de Castilla y su papel entre los pueblos de España al novelista vallisoletano Miguel Delibes, de antepasados oriundos de la Montaña de Santander, donde sitúa algunas de sus obras más significativas, comenzando por “El camino”, ambientada en Molledo (Valle de Iguña).

Otro día, si hay espacio y tiempo –que tema seguro que sí hay- detallaremos algo más este atrayente, seductor y tentador asunto cultural.

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