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España-La Maragatería, ¿sería aceptable?

ASOMBRO 1.

ESPAÑA-LA MARAGATERÍA, ¿NOS parecería un nombre aceptable para nuestro país, España, si mañana mismo, por ejemplo -sin saber por qué sí o por qué no- un Real Decreto del Gobierno decidiera que a partir de su publicación éste debía ser el nombre oficial del Estado…? ¿El Reino  de España-La Maragatería?

Pues una sorpresa similar nos llevamos los habitantes de Castilla, cuando allá por 1982 se publicó la Ley Orgánica 9/1982 de 10 de agosto que aprobaba el Estatuto de Autonomía de una nueva región, nunca antes nominada así ni compuesta por las provincias que se le asignaban, llamada Castilla-La Mancha.

En efecto, los más perspicaces de nuestros lectores ya se habrán dado cuenta de la similitud que presentan los dos componentes territoriales que cierran secundariamente el guion o empalme nominal de ambos sintagmas tan extraños…

“La” Maragatería y “La” Mancha, ambos con un claro artículo delantero que anuncia -en nuestro maltratado y cada vez menos vehicular, comunicativo y unidor idioma castellano-, que lo que viene a continuación es una comarca geográfica, es decir, una parte espacial de algo político mayor que ella.

“La” Maragatería, una dignísima y muy antigua comarca de la provincia de León, del reino de León, que desde 1230 camino unido con el reino de Castilla… Y la Mancha, otra dignísima comarca de sur de Castilla, que desde el siglo XI o siglo XII, según se mire, anda también unida con el conjunto del reino de Castilla.

Para todos los que en 1982, sin venir a cuento histórico ni a petición popular de ningún tipo, pasamos desde ser conocidos como castellanos de Castilla la Nueva a ser designados oficialmente como “castellano-manchegos”, la anomalía del guion que separaba lo que antes estaba unido, resultó un asombro, un pasmo, un estupor y un sobrecogimiento que nos tiene el ánimo tiritando desde entonces.

Nadie ha explicado –ni podrá- por qué se separan mediante guion un antiguo Estado histórico y una de sus comarcas internas.

Comarcas de Castilla-La Mancha

ASOMBRO 2: El Gobierno maragato

EL GOBIERNO “MANCHEGO” DICEN y escriben los medios de comunicación -con frecuencia cada vez mayor- para referirse a lo que oficialmente deberían denominar el Gobierno “castellano-manchego”. Por añadidura, por avance en el error, según parece.

E incluso se escuchan en las televisiones crueles ignominias como denominar a Sigüenza la ciudad “manchega”  o como afirmar que la temperatura mínima del país la ha alcanzado el municipio “manchego” de Molina de Aragón.

Nueva conmoción y aturdimiento mentales. ¿Alguien se imagina que al binomio denominativo “España-La Maragatería” le fuera sustituyendo, poco a poco, la designación pasmosa de “el Gobierno maragato” para referirse al de la totalidad de la península española e islas adyacentes?

Pues eso, lo de “maragato” es lo que se está haciendo con gobierno “manchego”, lo que pasa es que, a fuerza de repetir esa mentira un millón de veces en los medios de comunicación, para quienes deseen que eso sea cierto, se les irá convirtiendo en  “verdad informativa”, ya que no real.

Si no se pone tope y límite a la mentira fenomenal o al fenómeno de esta mentira, “La Mancha” acabará bordeando Suecia y sumergiéndose en el Mediterráneo, y el Gobierno manchego podrá estrenar Consejería del Polo Norte y Consejería de Marina de Guerra…

ASOMBRO 3: La acción u omisión culposa de las instituciones.

PERO LO QUE MÁS estupefacción me causa no es lo anterior, sino que el Gobierno Regional de nuestra región, la Diputación provincial de nuestra querida Guadalajara o los Ayuntamientos implicados en esta desorientación informativa CALLEN.

Por acción propia (lo que sería culposo) o por omisión propia (lo que es culposo) consienten que este fenómeno errado y errático avance en los medios de comunicación, para desorientación general de los sufridos españoles y ciudadanos de la región, en particular.

ASOMBRO 4. El gobierno, oficial o extraoficialmente, debe hacerse oír.

Probablemente, bastaría una intervención pública ante los medios de comunicación de nuestro presidente Emiliano García-Page, al cual por cierto ya le he reconocido más interés en los temas castellanos que a ninguno de los anteriores presidentes regionales –y me agradaría volver a reconocérselo-, para que se aclarase el malentendido de una sola vez por todas.

Dar a Castilla lo que es de Castilla y a “La” Mancha lo que es de “La” Mancha (aunque encontrar identidad histórica a “La” Mancha distinta a la de Castilla exigiría hallar lo imposible) parece una cuestión de justicia denominativa… Y mientras no se pueda subsanar la contradicción conceptual de 1982, al menos que se respete el absurdo que comenzó ese año, no que se agrave.

Y, otra posibilidad, si no se quiere recurrir a una intervención pública (pese a que claramente lo merecería), que las Oficinas de Prensa de las instituciones antes dichas hagan saber su incomodidad por tal error a los medios de comunicación nacionales que incurran en el mismo, por vía privada.

NOTA ÚLTIMA: ¿Para cuándo unas reuniones estables y periódicas de todos los gobiernos de las diversas Castillas en un “Consejo de las Comunidades Castellanas”?

Eso haría visible a Castilla. Su eclipse y mutis por el desaguadero de los pueblos de España (supongo que porque a alguien le interesaba que desapareciese) fue el principal error de los años 80. El Estado autonómico tiene un agujero inmenso en el centro de él, pues ha dejado fuera a Castilla, que puede probar su personalidad y existencia desde el año 800 hasta nuestros días.

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