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La Sagra, la “Vía Sacra”, Castilla y la Alcarria

-JA, JA, JA, JA, señor articulista, todavía me estoy riendo con gusto, gozo, regustillo y complacencia al acordarme de lo que tengo ya leído de su novela “Don Quijote de la Sagra”, la primera novela de las tres que comprenden su “El sol universal”, de la que he devorado ya la mitad de sus páginas y en verdad puedo reconocerle que me va agradando más a cada hoja que leo.

-¡Vaya, pues muchas gracias, señor lector…! Parece que es usted tan elogioso con mi obra narrativa como crítico, displicente y desdeñoso con mis artículos de prensa, sobre los cuales no se recata usted de ser hosco, desabrido y descortés conmigo.

-“A lo tuerto, tuerto y a lo derecho, derecho” que dice un viejo refrán sefardí para defender la veracidad que debe regir nuestras opiniones y criterios.

-Pues le agradezco que alabe mis novelas con la misma satisfacción con que lamento que no apruebe usted mi caligrafía periodística.

-Es que no hay color, señor escritor, usted tiene algún mérito narrativo, pero como periodista sus antenas no captan nada interesante o llamativo…

-Pues muchas gracias por su criterio, afable lector, el cual no está exento de alguna brizna de elogio… Y dígame, ¿por dónde va leyendo usted, que le agrada un pellizco de algo o acaso de bastante?.

-Pues por esa parte en que Quijote de la Sagra y Constanza de Toledo preparan su plan para reunirse con las autoridades autonómicas de la Península Carataria de Toledo, con el objeto de conseguir que admitan lo evidente: la innegable castellanía purísima de la ciudad de Toledo, y de todas sus diez comarcas, empezando por la Sagra y terminando por las otras nueve, todas ellas castellanas.

-Sí, todas las comarcas de Toledo y de Castilla son castellanas. Eso es una certeza tautológica, de hecho. Es como decir, “yo soy yo y nadie más que yo”… ¡Obvio!

-Pero su novela lo explica con amenidad muy didáctica… Por ejemplo, cuando expone que no solamente hay una Sagra toledana, sino también una Sagra madrileña, cuestión que no suele tenerse en cuenta.

-¡Sin duda! La comarcas, como entes naturales que son, rompen las fronteras políticas provinciales y regionales, que, en el fondo, son creaciones artificiales, artificiosas e impuestas por los vaivenes de la política, tanto las provincias como las autonomías.

-Pues a mí me ha parecido muy didáctico que su novela nos recuerde que no hay dos provincias sagreñas (Madrid y Toledo), ni tres provincias alcarreñas (Guadalajara, Cuenca y Madrid por Alcalá de Henares y hasta Chinchón), ni cuatro provincias manchegas, sino dos, tres y cuatro partes de provincia que pertenecen a las comarcas de La Sagra, de La Alcarria y de La Mancha, que es cuestión muy diferente.

-¡Y tan diferente y clarificador que es, señor lector tan convencido de prestar atención a las evidencias!

-Pues ¿sabe usted lo que le aconsejo, señor escritor, y además por evidente?

-Usted dirá, amigo lector.

-Que ponga usted fin al artículo de hoy, pues ya ha demostrado su incapacidad para redactar fluidamente uno de ellos, y lo complete con alguna muestra de la novela que comentamos, por aquello de que se debe dar voz a la propia obra literaria, dejando que ella misma se presente a sí misma con sus propias palabras… De esta forma el lector sabrá de lo que se le está hablando exactamente, y podrá decidir por su estilo si desea degustar ese manjar literario que se le presenta…

-Y ¿qué pasaje le parece a usted bien que reproduzca, señor lector tan analítico?

-Pues, por ejemplo, esa parte en que se nos explica con amenidad de dónde viene el curioso y honorable origen lingüístico del nombre de la comarca de “La Sagra”… ¡Pocas procedencias tan preclaras e ilustres que la del término “La Sagra”!

-¡Voy a hacerle caso en su indicación, señor lector, que ya le veo que domina usted el contenido de mi novela mejor que yo mismo…!


DON QUIJOTE DE LA SAGRA, una Historia del siglo XXI (publicada en «El sol universal»).

(SINOPSIS DE LA NOVELA: Quijote de Castilla y de Castilla, vecino de la Sagra toledana, que está oficialmente inscrito en el Registro Civil con este nombre y apellidos, y conocido como Quijote de la Sagra por sus amigos, es un investigador cultural que, en unión de Constanza de Toledo, conciben un plan para reconquistar culturalmente la Península Carataria de Toledo, convenciendo a los duques, ductores y barones que rigen dicha Península de la necesidad y conveniencia de reafirmar las raíces castellanas de esa Carataria toledana
Quijote y Constanza ultiman los detalles de su argumentación ante las autoridades de Carataria, y trazan un plan para ser recibidos por los duques o ductores de dicha Península Carataria).


(COMIENZO DE LA ENTREGA…)

-Camino a menudo en mis paseos por los alrededores de la Puerta Bisagra -dijo la toledana Constanza- y sé que es a la “Vía Sagra”, es decir, a los campos de La Sagra adonde se nos abre dicha puerta, sin que pueda abrírnosla a otra tierra de entre todas las posibles del mundo, porque ya lo indica en su propio nombre…

-¿Por qué te expresas ahora con tanta rotundidad?

-Porque el río Tajo nos rodea por todos los puntos cardinales al trazar casi su curva completa en torno a la ciudad de Toledo, que nos da aspecto de península, salvo por ese norte sagreño que a la tierra nos une, pues eso es Toledo: una clara penisla de tierra rodeada de agua fluvial por todas partes menos por una que nos funde, agrega y ensambla a La Sagra.

-Penisla… bella palabra en desuso, casi tan bella como nombrar por “ínsula” a una isla, que es como todo ser humano con tendencia a lo trivial las llama.

-Lo mismo pienso yo.

-¿De manera que Toledo bien pudiera tenerse por una penisla que le ha surgido a La Sagra para adentrarse en las aguas del Tajo?

-Sería un bello modo de expresarse, amén de muy atinado y veraz.

-En estas cosas veo yo que estriba la pasmosa capacidad del idioma castellano para plasmar la belleza en el discurrir exacto de sus frases.

-Quedemos en que Toledo es penisla y que yo soy sagreña.

LA SAGRA, LA “VÍA SACRA” ROMANA, QUE CONECTA CIUDAD Y CAMPO

-Que además como sabes mejor que yo, en realidad, es una vulgarización del término latino “Vía Sacra”.

-Así es en verdad –dijo Don Quijote de Castilla y Castilla-.

-A los romanos de Toledo está vía que les conectaba con el campo y las huertas circundantes les recordaba a la misma vía romana que hacía lo propio entre la ciudad de Roma y sus campos agrícolas circundantes.

-La “Vía de la Sacra Ceres”, en efecto –corroboró Don Quijote de Castilla y Castilla-.

-¡Nada menos que de “Vía Sacra” es de donde procede el término de La Sagra, que a ambos nos iguala, mi apreciado amigo! –exclamó Constanza de Toledo-.
-Pues de sagreño a sagreña, quiero hablar contigo de un tema delicado y sutil, pero al mismo tiempo de consistencia y sabroso.

-¿El cual consiste en…, mi querido Quijote?

A una interrogante tan directa contestó el aludido dando todo tipo de pelos y señales sobre la cuestión que se le demandaba. Oyéndolo estaba Constanza, mientras que iba diciendo:

-Ajá… Ajá… -y llegando incluso a la sorpresa, con lo que oía, añadió-: Ajajá…

Luego pensó en la cantidad de molinos que al mover sus aspas parecerían gigantes y en la cantidad de gigantes que encogiendo sus manos parecerían molinos de pocas aspas que le iban a salir al paso de las intenciones ecuánimes, justas y cabales del sagreño, con intención de cortárselas… Pero nada dijo, por no desanimarle.

Sin embargo, al oír algunos de los detalles más suculentos que le estaba proporcionando su interlocutor, Constanza de Toledo no pudo contenerse y expresó para sí:

“Siempre he tenido por hombre sensato en lo racional, íntegro en lo moral y equitativo en su rectitud a Quijote de la Sagra, y en este momento me lo está demostrando de nuevo”.

Sólo que al conocer algún otro detalle con mayor pormenor, exclamó apetitosa y levemente:

-Hummm

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