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Magallanes y Espinosa, descubridores. Elcano, traidor

NUNCA HA SIDO MI INTENCIÓN jugar a la contra, disentir, discordar, discrepar, divergir, diferir, disonar, oponerme o desavenirme con las opiniones, creencias y dogmas que son el abecé de la papilla intelectual de mis contemporáneos alcarreños y españoles, pero lo cierto es que estoy en contra, disiento, discuerdo, discrepo, diverjo, difiero, me opongo y me desavengo contra casi todos los tópicos políticamente correctos que circulan en España y entre los españoles, en Europa y entre los europeos y en el Planeta Tierra y entre los seres humanos terrestres.

Castigo de Dios, será, o ganas de ser independiente entre el rebaño humano, lo cual es sumamente peligroso, solitario y aislante en estos tiempos que corren y en todos los siglos pasados, presentes y, casi seguro que lo sea, también en el avenir…

Pues bien, hoy no me queda otro remedio, en aras de la verdad, que desafinar, desentonar y contrastar del balido del rebaño de mis conciudadanos afirmando para pasmo de los siglos y simple perogrullada de quien esté ligeramente informado, estos tres criterios asombrosos para las masas aborregadas y borreguiles, pero harto evidentes para quien continúe este artículo hasta su final, que espero llegue pronto, por lo palmario de mis afirmaciones:

Banderola de la Corona de Castilla, en la nao Victoria el puerto de Santander

DOS GLORIOSOS CASTELLANOS

1/ Fernando de Magallanes, el marino que realizó los mayores descubrimientos de la Historia a lo largo de toda el devenir de la Humanidad, fue un navegante castellano.

Se había naturalizado (nacionalizado, diríamos hoy) solemnemente como castellano súbdito de la Corona de Castilla el 10 de agosto de 1519, ante la Virgen de la Victoria, en la parroquia de Santa Ana, de Triana, recibiendo tras ello las banderas cuarteladas de castillos y leones que debían ondear sobre todas las naves de la Expedición, y recibiendo en el mismo acto ante el notario del rey el mando de una flota castellana, cosa que sólo podía hacerse si el receptor de la misma era un castellano, como todo el mundo puede comprender fácilmente.

2/ Gonzalo Gómez de Espinosa, el segundo de a bordo y mano derecha de Magallanes, natural de Espinosa de los Monteros (Burgos) fue el segundo capitán general de la Flotilla castellana que acabó dando la Vuelta al Mundo navegando siempre hacia el oeste, y quien condujo a esta expedición castellana, desde las islas Filipinas (donde murió Magallanes) hasta las islas Molucas (objetivo final de la Expedición, y donde concluyeron los Descubrimientos de aquella gloriosa expedición mercantil.

Porque ni siquiera pueden decir los pacifistas de hogaño, que fuese una expedición militar… ¡No!

Fue un viaje comercial, sufragada básicamente por los comerciantes de la ciudad de Burgos, con el objetivo de traer a Europa especias de las Molucas, cuyo valor de mercado en Europa era mayor que el oro, en aquella época.

Y desde luego, en las Molucas y con el burgalés Gómez de Espinosa, al mando de la flota concluyeron los descubrimientos geográficos grandiosos que aquella expedición castellana realizó (la más importante de la Historia).

Desde las Molucas hasta Europa, por el oeste, eran rutas archiconocidas y archicartografiadas desde siglos o milenios anteriores por navegantes indios y musulmanes, e incluso ya por navegantes portugueses que se habían limitado a alquilar los servicios de pilotos locales para que les condujeran sus barcos hasta las Molucas/Indonesia…

¡Nada de nada en cuanto a “descubridores” por el Índico mis queridos navegantes portugueses, sólo fuisteis remolcados por pilotos locales a sueldo, alquilados en cualquier puerto de ese océano archimanido para tal menester!

Los castellanos Magallanes y Espinosa, sí se descubrieron ellos solos las tres cuartas partes del globo que no habían sido navegadas y cartografiadas hasta que ellos realizaron lo imposible, navegando y cartografiando la mayor masa de agua de la Tierra, el océano Pacífico, y demostrando con ello que este planeta, en puridad, debería ser llamado planeta Agua.

UN TRAIDOR, UNA O DOS VECES, QUE NO PILOTÓ

3/ Juan Sebastián Elcano, gloria entre las glorias de los voceros nacionales (y no los dos marinos castellanos anteriores), celebridad de celebridades oficiales de esta paradójica España (y no los dos marinos castellanos anteriores) no descubrió nada que no estuviera extranavegado antes de él, y además:

-No pilotó la nao castellana Victoria de regreso a España, sino que la pilotaron Francisco Albo (griego) y Miguel de Rodas (griego).

Elcano había sido un marino de escaso relieve hasta las Filipinas, cuando fue designado por el capitán general o almirante Gómez de Espinosa capitán de la nao Victoria, por ser castellano de la Corona de Castilla, de nacimiento, frente a la mayoría de los otros marineros: castellanos también, sí, pero por naturalización.

-Elcano había sido traidor probado a Magallanes y a Espinosa en el puerto de San Julián (Patagonia argentina), durante la invernada de 1520, en que, dado el frío aterrador que estaba sufriendo la expedición, Magallanes ordenó a la flota que buscaran refugio y se detuvieran en el lugar que bautizaron como “puerto de San Julián”.

Elcano junto a otros marinos realmente relevantes en la Expedición decidieron desertar y regresar a España por el Atlántico, desistiendo de la empresa para la cual habían sido reclutados.

Fue precisamente Gómez de Espinosa, el segundo de Magallanes, quien redujo audazmente a los traidores y recuperó los barcos en los que intentaban huir.

Fue también Gómez de Espinosa quien imploró y consiguió de Magallanes que no ahorcara a los traidores amotinados, incluido al irrelevante Elcano, según dictaban todas las leyes del mar para estos casos, haciéndole ver que eran necesarios incluso los traidores para conseguir mover los cinco navíos castellanos.

ELCANO NO FUE DESERTOR O AHORCADO GRACIAS A ESPINOSA

De forma, que Espinosa impidió con su valor que Elcano hubiese acabado su aventura o como traidor que se volvía a España, a lo que aquí se quisiese hacer con un desertor probado, o como ahorcado del palo mayor que hubiese designado el almirante castellano Magallanes.

Más que posiblemente, Elcano repitió su traición al capitán general Gómez de Espinosa, en las Molucas, puesto que hizo lo mismo: salir escopeteado para España, sin descubrir nada que no estuviera ya descubierto, y dejando a la Trinidad (la nao capitana, la de Espinosa) abandonada a su suerte, rodeada de enemigos.

Gómez de Espinosa, a su ritmo o modo, también logró completar aquella Primera Vuelta al Mundo, pero para cuando regresó a Sevilla, Elcano ya había partido en la Segunda Expedición castellana a las Molucas, donde pese a su supuesta experiencia NO fue como capitán, sino que su almirante fue un marino de Ciudad Real, en el cual ahora no nos detendremos.

Además, Elcano hizo perder el rumbo a dicha segunda Expedición a las Molucas antes de llegar al Estrecho de Magallanes (porque la primera vez que había pasado por allí había sido encerrado en la bodega de los amotinados).

Y para colmo de impericia marinera al llegar al Pacífico, Elcano se fue a pique, muriendo ahogado en el Pacífico, así llamado, en nuestro idioma, por este sí gran marino castellano Fernando de Magallanes.

NO FUE POSIBLE UN CAREO ENTRE ELCANO Y ESPINOSA, UNA VEZ QUE ESTE ÚLTIMO TAMBIÉN COMPLETO LA VUELTA AL MUNDO.

Una confrontación dialéctica entre Gonzalo Gómez de Espinosa y su subordinado Juan Sebastián Elcano, hubiera aclarado lo que sucedió realmente en las Molucas, cuando contra toda lógica los dos navíos castellanos supervivientes de la Expedición, la “Trinidad” y la “Victoria”, se separaron en Indonesia, en las antípodas de Castilla y España.

Pero ese careo entre los dos no pudo producirse, por lo que acaba de exponerse.

De forma que el brazo derecho de Magallanes y capitán general de la Expedición a las Molucas, Gonzalo Gómez de Espinosa, ha quedado relegado al olvido hasta el extremo de no ser conocido casi ni en su pueblo (Espinosa de los Monteros).

En cambio, el traidor una o quizá dos veces, Juan Sebatián Elcano, tiene dos estatuas en su pueblo (una en la plaza Mayor, otra en el puerto) y no deja de ser homenajeado por los papagayos, cotorras, guacamayos, cacatúas y loros de la cultureta oficial.

¡Así se escribe la Historia! ¡Y así la he desmontado yo que, al parecer, he nacido para jugar a la contra, disentir, discordar, discrepar, divergir, diferir, disonar y oponerme a las mentiras oficiales que se enseñan y se pontifican por ahí!

He dicho, queridos lectores de GuadalajaraDiario. Y hasta pronto, si hay suertecilla y no piden mi cabeza por ponerme del lado de la verdad, que suele ser lo corriente, en todo tiempo y también en éste.

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