Las doce palabras que impiden la democracia

1/ REÍ ABIERTAMENTE LEYENDO LA FILÍPICA que “el cura de Santa María” escribió en el semanario “Flores y Abejas” de marzo de 1920, sobre la escasa piedad que manifestaban los arriacenses en torno a las procesiones públicas de Guadalajara, que publicó recientemente Jesús Orea en blog de este mismo medio digital.

En cambio, sonreí muy ligeramente, con bastante acíbar en la boca y algo de amargura, con otro artículo suyo anterior que se titulaba “Loa de la vieja política”…

Y mi pizca de hiel al leerlo no se debió a que yo esté a favor o en contra de lo que allí se expone, que a lo mejor puede coincidir en bastantes cosas o no, sino a discrepancias mismas con el título del texto.

Nuevos partidos, pero no “nueva política”

EN EFECTO, LLEVO CASI todo este siglo XXI reclamando por escrito, en libros y periódicos, que sí EXISTA UNA NUEVA POLÍTICA, porque la situación de la que había ya me parecía insoportable, descompuesta y fermentada a finales de los años 90.

Pero lo que hay en estos momentos no es tal nueva política, sino NUEVOS PARTIDOS POLÍTICOS que hacen bandera de la lucha contra la “fermentación” (por una vez no caigamos en el tópico de la “corrupción”) política, PERO MANTENIENDO LOS ENGRANAJES POLÍTICOS QUE ORIGINARON la “fermentación” previa, y que volverán a provocarla en el futuro, puesto que tales engranajes están diseñados precisamente para “infectar” y “fermentar” el mundo de la política española, inevitablemente.

En la temprana fecha de 2004 publiqué un grueso tomo de 500 páginas densísimas (y tamaño enorme, casi folio) que titulé “La democracia real”, para analizar punto por punto los mecanismos de “fermentación” de nuestro sistema político y los métodos existentes para regenerar el sistema (“La democracia real”, Juan Pablo Mañueco, Editorial Fundamentos, 2004). 

Haré un inciso para exponer que me llevó varias semanas dar con un título tan exacto de lo que yo quería escribir, porque entonces NO se hablaba de dicho concepto en ningún ámbito…

Cuatro o cinco años después, con la crisis económica galopante, y las acampadas en la Puerta del Sol (en el 2008 o 2009), el concepto saltó a la calle. Se formaron grupos en todas las provincias de España bajo dicha advocación, y de esta forma empezaron a aflorar los “nuevos partidos” (que no la Nueva Política, ya digo).

Creo que algo habré tenido que ver en el proceso, porque aunque mi vocación ha sido siempre la literaria (¡jamás la política, por favor, y menos en un medio tan propenso a “fermentar” como el español!), no está prohibido que un literato piense un poco… sobre lo que sea.

 

El sistema político español ya en los 90 ya daba muestras de haber “fermentado”

 

DE AHÍ QUE COMENCÉ a analizar el Sistema Político Español, que a finales de los 90, ya venía dando muestras de que estaba inquietantemente descompuesto y “fermentado” de arriba abajo.

Mucho más de lo que yo pensaba cuando empecé a analizarlo… Y además la “fermentación” era evidente en cualquiera de los tres poderes del Estado (sí, también el Judicial) y en cada organismo o empresa pública u organismo que se analizara…

“La Democracia real” no sólo señala esas lacras consustanciales al sistema español, sino que en su segunda parte establece con bastante claridad cuáles serían los métodos curativos que permitirían sanear la más que vieja, viejísima “democracia española” (en realidad, la “demoelección nominal” de la señoría autárquica que hará lo que quiera desde su cargo, una vez que ha escalado hasta los puestos de salida segura en las listas cerradas de la partitocracia verticalista que realmente impera en España).

 

Un libro que no recomiendo leer: “La democracia real” 

“La democracia real” de 2004 circuló bastante profusamente –y se vendió bastante pese al grosor del tocho y a ir por libre- por las librerías universitarias de todas las Universidades Públicas y Privadas de Madrid y España, de manera que en las Facultades de Ciencias Políticas saben muy bien en qué consiste ese libro.

De hecho estoy seguro que los líderes de “Podemos” han hecho suyas algunas “formas y músicas sonoras” que les oigo y que yo escribí en mi “Democracia real”, aunque han renunciado por completo a las medidas profundas y reales que allí se proponen y que pondrían fin al sistema de castas, élites o autócratas parlamentarios, que son nuestros parlamentarios.

¡Ninguna de las sencillas y económicas medidas que pondrían fin al absolutismo señorial del cargo electo en que todavía vivimos han recodido en sus mítines o programas!

Ni ellos, ni ningún otro partido. Porque lo que yo propongo es tan transversal que DEBERÍA interesarle a cualquiera –de derecha, centro o izquierda- que verdaderamente tuviera algún interés por profundizar en la democracia…

Porque esta es una de las principales tesis del libro: vivimos aun bajo un régimen de señorías… que responden o antes sus jefes políticos verticales o ante nadie. Desde luego, no ante el pueblo; atado de pies y manos en cuando deposita su voto en la urna fúnebre de las elecciones.

Pero no recomiendo leer ese libro, porque está formado por 500 páginas de tamaño casi folio, lo que exige veinte días sin hacer otra cosa para leerlo… Y se trata de una prosa densísima donde no deja sano ningún engranaje del Estado; y su correspondiente corrección.

Para leer una cosa tan densa, mejor aconsejo que se lean las obras completas de Charles Louis de Secondat, baron de Montesquieu. A igualdad de esfuerzo, vestirá mucho más citar al francés Montesquieu que no al alcarreño Mañueco, por lo que la cosa no tiene duda.

Ahora bien, también expreso rotundamente que el barón de Montesquieu se quedó corto (en realidad no vio cual es el verdadero problema: la compactación en la cúpula de todos los poderes del Estado, sean tres o trescientos), y que poniendo en práctica su pensamiento se llega a esto de “las señorías autáquicas no electas o a las señorías demoelectivas nominalmente”, que constituyen nuestro mundo actual, pero no a la democracia ni a la eficaz división de poderes.

En cambio siguiendo los criterios del alcarreño Mañueco sí se alcanza ese anhelado destino: democracia real (nada que ver con el asamblearismo) y división real de poderes, mediante oponérseles un Contrapoder efectivo, no del Estado, sino de la Sociedad organizada.

Quien desee divertirse hoy con el conocimiento de esta vía a la verdadera democracia, que no lea la densa “Democracia real”, pero sí hágalo con dos obras recientes donde he expuesto abreviadamente tales ideas:

1/ “Con Machado, esperando a Prometeo” (2015). Una obra de teatro donde se exponen estas cuestiones y que además tiene el aliciente de que aparecen sobre el escenario varias personas muy conocidas vivas de Guadalajara, con nombres y apellidos (y una recientemente fallecida: José Ramón López de los Mozos), que expresan sus opiniones ante lo que sucede en el escenario.

2/ Y sobre todo léase “La comedia de la Vieja y Nueva Política” (2017), otra obra de teatro. Esta vez absolutamente cómica, en donde está garantizada la hilaridad desde la primera a la última escena. De hecho ha sido calificado por algún crítico como “un musical de Broadway”, pero con una carga demoledora extraordinaria y un mensaje sin embargo inmediatamente percibible.

Esta comedia existe esta en versión papel:

 

http://aache.com/tienda/650-la-comedia-de-la-vieja-y-nueva-pol%C3%ADtica-o-esperando-a-prometeo.html

Y también en más económica versión digital

https://www.amazon.es/comedia-Vieja-Nueva-Pol%C3%ADtica-Antimaquiavelo-ebook/dp/B01HJF7O3Y

 

  1. Las doce palabras que impiden la democracia

LAS DOCE PALABRAS A las que se alude en el título de este trabajo y que tienen el fulminante efecto de IMPEDIR que exista democracia, son las siguientes:

Artículo 67.2 de la Constitución Española de 1978.

“Los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo”.

Basta con esto: los representantes se han convertidos en “señorías autárquicas” el pueblo no puede mandarles nada, ellos no tienen “mandato” que cumplir y todo será a partir de ahora el absoluto capricho de la casta o élite política, y las deferencias que quiera tener con el pobre pueblo desposeído de toda potestad: absolutamente pasivo y defraudable en el sistema político.

Dicha prohibición del mandato imperativo del pueblo a sus representantes es la esencia de la NO democracia real, y por eso NO ha faltado en ninguna de las Constituciones NO democráticas españoles, desde la Pepa de 1812, que ya incluía esta prohibición, hasta la de 1978.

De hecho, la farsa ya viene de la Constitución republicana francesa de 1791  que también quería casta o élite entre los representantes políticos no encargados dependientes de lo que les hubieran encargado sus electores.

De tal forma, la Revolución Francesa fue otra farsa declamatoria que sustituyó a una élite realista por otra élite autárquica republicana y acabó desembocando –tras verdaderos ríos de sangre- en una élite autárquica imperial, a cuyo frente se sitúo el emperador Napoleón, que causó más crímenes por toda Europa de lo que nadie había sospechado nunca.

¡Eso sí! ¡Todo ello se hice en nombre de la “Libertad”, que la prohibición del mandato imperativo al elegido transforma en mera burla!

Porque, desde luego, nadie dudará que el diputado político SÍ ESTA SUJETO a las órdenes y a la disciplina de partido de sus jefes políticos… Es al pueblo –como bien saben los diseñadores jurídicos de constituciones falsarias, ya sean monárquicas o republicanas- al que se le prohíbe mandar nada.

En las reformas constitucionales que –se dice- van a efectuarse… empiecen por derogar ese breve apartado 2 del artículo 67, que se oculta y camufla por ahí, entremedias de otras altisonantes declaraciones que no dicen en realidad nada

Él se basta para establecer una construcción política NO democrática sobre España. Si lo mantienen y reforman otras cosas que convengan a la partitocracia autárquica que nos gobierna… se estarán definiendo nuevamente.

  1. Bajo qué sistema político vivimos

PERO RNTONCES BAJO QUÉ sistema político vivimos si (por esto y otras innumerables máculas más que presenta el sistema), NO es una democracia.

El nombre más atinado que puedo darle, después de haberlo pensado detenidamente, es el de una “aristocracia temporalmente demoelegida nominalmente (nunca en sus actos de gobierno), dentro de los candidatos no sujetos a mandato imperativo popular propuestos por los partidos políticos que sí mandan disciplinadamente sobre ellos”.

O por decirlo de una forma más castiza: seguimos en pleno sistema caciquil, que es lo nuestro (en España) y que en Guadalajara debíamos ser expertos en saberlo.

En otro medio digital, de los buenos que actualmente se están publicando en Guadalajara, “Guadaqué”, he leído estos días un excelente estudio biográfico del conde de Romanones, donde su autor, Javier Plaza de Agustín, expone que Romamones mantuvo acta de diputado por Guadalajara ininterrumpidamente, desde 1888 hasta 1936, por el método invencible de la compra de votos: a dos pesetas voto.

El artículo de Javier Plaza de Agustín, amigo mío, al que aprecio y estimo, aunque a veces comete alguna salida de tono y algún dislate (como no valorar suficientemente el magisterio de don Claudio Sánchez-Albornoz en la interpretación de la Edad Media española), me ha dado pie para estas coplas en cuartetas que resumen la Historia política de España, desde Romanones hasta acá, pues el sistema se parece como una gota a otra gota, en realidad desde la Pepa a nuestros días.

Aquí van las coplas que compendian estos dos siglos largos, y espero que, después de hacerles pensar un poco con las líneas anteriores, les haga reír con las líneas que siguen… ¡Hasta el próximo artículo, señores lectores!

ROMANONIA, ROMANONIA:

dos siglos del mismo sistema caciquil en Romanonia (y la única forma de salir de él) 

Nota: se invita a los lectores a que decidan si Romanonia es el nombre que mejor se adecua políticamente a Guadalajara o a España, ya que puede haber opiniones en ambos sentidos.

Romanonia, Romanonia,

tierra de caciques grandes,

de políticos colonia

y de cuanto, oh jefe, mandes.

 

Romanonia, Romanonia,

medio siglo te compraren

-en pública ceremonia-

votos que al cliente te ataren.

 

Romanonia, Romanonia…

¡Cómo no estar en tu sangre,

la Corrupción, si es tu historia!

Desde abuelos de tus padres…

 

Romanonia, Romanonia.

A dos pesetas votares.

Un voto, dos rubias novias.

Y amén, ganes voluntades.

 

Romanonia, Romanonia,

¡qué mala que son las hambres!

¡Así, de forma periódica,

se saca de votos carne!

 

Romanonia, Romanonia.

Y una vez que el con-Trincante

elevó voto a más sólida

cifra: ¡a los doce reales!

 

Romanonia, Romanonia.

Duros a doce reales

ofreció amo de victoria

por voto y cuartos tunantes.

 

¡Todo quedó como antes,

y arruinado el con-Trincante!

 

Romanonia, Romanonia,

Tras de cincuenta años antes,

sigue contando la Historia

cuarenta otros militares.

 

Romanonia, Romanonia.

¡Ya la carne no probares,

porque no se tiene memoria

que en ese tiempo votares!

 

Romanonia, Romanonia,

Hoy caciquismo hay bastante…

Mas de una forma de hoy propia:

el dinero está en las calles.

 

Romanonia, Romanonia,

Los partidos te lo amarren

y no te dan ni la copia:

Pancartas, farolas, calles.

 

Romanonia, Romanonia.

Televisiones a mares.

Radios que alaban sus glorias.

Sólo buzonean grandes.

 

Romanonia, Romanonia,

Hoy ya no cobras tu parte,

la caciquil ceremonia

te manda… votes y calles.

 

Romanonia, Romanonia.

Y eso es lo que tú haces,

Dimitir de cosa sólida

En el cacique que nombras.

¡A orden de constitucionales padres!

 

Romanonia, Romanonia.

Pero caciques aquellos,

E igual de caciques estos.

Ya en dos siglos de muy cómica

 

sólo formal ceremonia.

¡Compraron a tus abuelos y padres!

¡Y sigue contigo la historia ilógica!

¿Te extraña que “Corrupción” este país se llame?

 

Romanonia, Romanonia.

Te he vuelto a decir lo que pasa,

¡Atado de pies y manos te abraza,

un sistema que quiere que no hagas nada!:

¡Votar, marchar y callar!, hasta una nueva llamada.

 

Si quieres solucionarlo, repasa

lo que aquí has leído y alarga

la vista a las soluciones que sí traerán el mañana:

 

¡Eliminar la prohibición del mandato imperativo

a los elegidos por sus votantes es la primera reforma constitucional que se haga!

 

¡Y la segunda crear de forma muy sencilla y barata

el Cuarto Poder –el Poder Permanente de la Sociedad-

que a los tres del Estado supervise, demande y manda!

 

Si no, Romanonia, Romanonia,

todos serán idénticos caciques.

Aunque ahora señorías elegidas pero autárquicas, les llaman

(Escrito a favor de la Constitución de 1978, que es respetable y aceptable dentro de lo que cabe. Pero que debe ser reformada no en los sentidos inútiles que se están proponiendo –para consolidar el bienestar de los partidos y de los políticos- sino especialmente eliminando el artículo 67.2 (que está ahí entremedias del articulado y del que nadie habla; pero que imposibilita con sus doce palabras toda opción de democracia verdadera, atando y anulando al votante; e instaurando un régimen caciquil de señorías autocráticas: ellos se lo guisan y ellos se lo comen.)

 

Juan Pablo Mañueco

 

Sobre autor, vídeo:

 

https://www.youtube.com/watch?v=HdKSZzegNN0

 

 

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