Cataluña, nueva farsa o trampantojo electoral

TRAS LAS ELECCIONES AUTONÓMICAS catalanas del domingo 12 de mayo de 2024, lamento seguir pensando lo que siempre he pensado sobre la política, y, como diría quien yo me sé en este mismo medio de comunicación, ESTO ES LO QUE HAY:

Escribí hace unos años en un voluminoso libro titulado “Castilla, entre el XX y el XXI. Historia y Memoria” lo siguiente:

«Fundamentalmente, he sido un abstencionista electoral… Antes de que ellos anulen mi voto, incumpliendo toda promesa, lo doy yo por anulado, no emitiéndolo.

Y cuando he emitido voto ha sido, alguna que otra vez, escribiendo sobre la papeleta electoral sesudas reflexiones filosóficas, bellas poesías líricas o graves insultos genéricos, con lo cual los han contabilizado entre los votos nulos. O sea, como todos, en el fondo, si se para uno a pensarlo…

No olvidemos, como ya se ha explicado, que sólo disponemos de un voto deponente, tras la urna, y sin consecuencias de actos de gobierno –es un voto nominal, “de nombres” ya previamente seleccionados por las cúpulas partidistas, y no un voto de actos de gobierno-, pues no podemos imponer un mandato imperativo para los electos, los cuales, por lo tanto, no son mandatarios, sino mandantes sediciosos, rebeldes y sublevados contra sus electores, desde el primer momento en que ganan su acta de electos tras las elecciones».

Los electos pactarán con quién quieran, dictarán las medidas de gobierno que les peten –después de subirse el sueldo, los momios y prebendas, que esta es su primera medida-, y disolverán el Parlamento cuando más les convenga a sus intereses y tácticas electorales, que son las únicas ideas garantizadas que moverán su libre acción de gobierno a su capricho”.

Del libro «Castilla, entre el XX y el XXI. Historia y Memoria» (2020)

PD. ¡VIVA EL “MANDATO IMPERATIVO”, prohibido en nuestros días, pues es el único que daría algún poder real a la población…!

¡O dicho de otra forma, es preciso que los programas electorales sean de obligado cumplimiento (o son una estafa propagandística) y, por tanto, es preciso un ÓRGANO DE SEGUIMIENTO de que los programas electorales se cumplen o que destituya al representante falsario, en cuanto se detecte su fraude electoral, que hoy es la base del sistema bajo el que vivimos!

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