El concienzudo vaciamiento de la España vaciada

TENGO PENDIENTES DE ACABAR en GuadalajaraDiario los comentarios sobre mis dos últimos libros publicados, donde se tocan diversos aspectos de Guadalajara.

El último libro es “El burlador del Tenorio y convidado en la Tierra o la Nueva venganza de don Mendo”

https://guadalajaradiario.es/blogs/jpmanueco/2019/06/17/el-burlador-del-tenorio-o-el-nuevo-don-mendo/

 

Se publicó en el mes de junio, y sobre él tengo todavía que comentar las tres obras de teatro –éstas breves, en un acto- de teatro más que le acompañan, sobre la que ya expondré ciertas consideraciones, en cuanto me desocupe de novedades.

El penúltimo libro, por su parte, fue la novela “Lazarillo de Henares o El sol del mediodía”, una continuación del “Lazarillo de Tormes”, en que Lázaro emprende viaje y llega a Guadalajara, por las razones que en la novela se exponen.

https://guadalajaradiario.es/blogs/jpmanueco/2019/05/18/lazarillo-de-henares-un-clasico-que-vuelve-a-casa/

Este libro, publicado en el mes de mayo, contiene una segunda parte dedicada a exponer una “Guía de conventos e iglesias viejas de Guadalajara” (que son las que se encuentra el Lazarillo de Henares cuando llega a nuestra ciudad) sobre las que todavía no he comentado nada. Lo haré en cuanto pueda.

Sí puedo adelantar que los libros han recibido una gran aceptación por parte de los lectores, sorprendidos sobre todo por ciertos asuntos que se exponen en el Lazarillo…

También hoy mismo he recibido una afectuosa carta del nuevo alcalde de la ciudad, Alberto Rojo Blas, que prueba que se ha interesado por el contenido de ambos libros y me estimula “a seguir trabajando por el valioso patrimonio de nuestra cultura”.

En parecidos términos se dirigió a mí hace unas semanas el nuevo presidente de la Diputación Provincial, José Luis Vega. Ambos me han hecho saber que los libros están ya a disposición de todos los lectores en las respectivas Bibliotecas Municipal y Provincial, respectivamente.

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Pero el asunto del que hoy quiero hablar es el que justifica el título del artículo: esa España vaciada, que ha sido concienzuda y deliberadamente vaciada, a lo largo del siglo XIX y, sobre todo, el XX, y que constituye el verdadero problema territorial de España.

Aunque la España vaciada esté ya tan debilitada que no tenga ni siquiera fuerzas ni voces para colocar a sus portavoces en el Parlamento de España, siendo otros territorios –los concienzudamente llenados– los que ocupan todos los debates parlamentarios, paradójicamente.

Aporto directamente algunos datos que aparecerán en mi próximo libro, que será una “Historia de Castilla”, desde la aparición del término “Castella”, en el siglo VII, hasta nuestros días.

Dejo que hable directamente el texto, que se explica por sí sólo, sin hacer yo, hoy y aquí, ningún comentario:

“En 1594, la villa Mayorga de Campos (Valladolid), con 633 vecinos (habría que multiplicar al menos por cinco para hallar el número real de habitantes) superaba en población a La Coruña (452 vecinos), Oviedo (549) y San Sebastián (372).

Paredes de Nava (Palencia) y Béjar (Salamanca) con casi mil vecinos, eran iguales en población a Santiago de Compostela.

Portillo (con 402 vecinos), en la comarca vallisoletana de la Tierra de Pinares, duplicaba a Gijón (180) y cuadriplicaba a Eibar  (100).

Hoy casi ningún español sabría situar las villas de las que se les está hablando. En cambio, entonces, en la periferia espalola salvo en el caso de Sevilla ninguna población superaba los mil vecinos.

De forma que las grandes urbes castellanas como Zamora (1.695 vecinos), Medina del Campo (2.760), Segovia (5.548), Valladolid (8.112), Madrid (7.500), eran grandes ciudades para los usos españoles, lo cual se unía a lo que ocurría en el campo, porque por ejemplo la provincia de Soria con 191.170 habitantes a finales del XVI (hoy apenas tiene 88.600) superaba a las tres provincias vascas juntas.

La actual provincia de Guadalajara (con una extensión de 12.167 km2, frente a los 10.306 km2 de Soria y a los 7.234 del País Vasco) disponía en el siglo XVI de una población de unos 250.000 habitantes (el 3,3 % del total de España en aquel tiempo)

En 1900, al comenzar el siglo XX, la población se había reducido a 203.655. En 1960, ya sólo eran 189.585. Y en el año 1970, únicamente 149.804.

En 1981, tras el Régimen de Franco y el inicio de la Democracia, la población provincial de Guadalajara era de 143.473… Lo cual apuntaba, prácticamente, a la extinción demográfica provincial, al menos en niveles apreciables.

A estas alturas del siglo XXI en el que nos encontramos, la provincia de Guadalajara ha vuelto a recuperar… ¡los niveles demográficos del siglo XVI! Aunque proporcionalmente al crecimiento general de España desde entonces ha pasado del 3,3 % de la población española del XVI al irrelevante 0,54 % del total demográfico español de nuestros días.

Hoy en cambio las provincias vascas tienen 2.200.000 habitantes en un territorio considerablemente menor a la de Soria; la población actual de la provincia de Soria, ya se ha dicho y también la de Guadalajara. Basta este dato para averiguar a quién le ha ido bien y a quién le ha ido mal desde el siglo XVI o XVII hasta nuestros días”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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