Defensa de la Hispanidad y la Castellanidad

HACE UNAS FECHAS CONMEMORÁBAMOS una celebración más del Día Nacional de España, para lo cual se escogió una efemérides singular en la Historia del mundo, que marca el paso de la Edad Media a la Edad Moderna, la época de los descubrimientos geográficos mundiales y de la primera globalización.

Me parece espléndido que se haya escogido el 12 de octubre para tal efemérides española, en la que el Almirante de Castilla, Cristóbal Colón, al frente de tres naves sobre las cuales ondeaba el pendón cuartelado de castillos y leones de la Corona de Castilla arribaron a las costas de un Nuevo Continente sobre el que la Humanidad del Viejo Mundo no tenía noticia.

Me parece espléndido incluso que se hagan correr ríos de tinta sobre el lugar natal del Almirante de Castilla Colón, al que se le han asignado casi tantas patrias como estudiosos del tema y como los intereses políticos de turno quisiesen asignarle.

Ya me parece un poco menos esplendoroso, suntuoso y magnífico que, mientras tales dos circunstancias ocurren, nadie se percate del título y del Reino o Corona que se indica en ese almirantazgo, del que el propio Cristóbal Colón se acompaña en la Historia, e incluso del que alardeó mucho en vida porque no le había resultado nada fácil el conseguirlo.

Lo de “Almirante de Castilla”, pasa como de puntillas ante nuestro entendimiento, en nuestros días, como si no quisiéramos o no pudiéramos verlo.

Pero sí, fue un Almirante de Castilla (uno de los muchos almirantes que ha tenido este Reino y Corona, desde el siglo XIII al XVIII, los cinco siglos en que precisamente Castilla y a través de ella España dominó todos los mares en donde hizo acto de presencia) el que arribó el 12 de octubre de 1492 a las costas de lo ni siquiera sospechado.

Escudo de la Casa de Colón.

Y, desde luego, para ser Almirante de Castilla y recibir el mando de una flota de este Reino o Corona  había que presentar una condición indispensable: ser castellano de origen y nacimiento o haberse nacionalizado castellano (naturalizado, se decía entonces) y prestado juramento de fidelidad a su rey (reina propietaria y única, en este caso) y a su bandera.

Sólo entonces se recibían las banderas cuarteladas castellanas que ondearían en el palo mayor de las embarcaciones componentes de esa flota.

Sobre esta cuestión de la Hispanidad y la Castellanidad he escrito varios libros de Historia y varias novelas históricas, cuyo resumen no me cabría ahora mismo en los angostos lindes de este artículo.

Por ello, porque ya he expuesto en prosa lo que tengo que decir, y en este mismo texto lo he insinuado, lo expresaré ahora en verso.

Buena lectura a los lectores avispados, avisados, perspicaces e inteligentes, y hasta nuestro nuevo encuentro que espero sea tan grato como para mí lo ha sido éste…

DEFENSA DE LA HISPANIDAD, A QUIEN SE PIDE QUE ELLA  DEFIENDA TAMBIÉN LA CASTELLANIDAD

(de un modo, pues, opuesto en parte y complementario en otra parte, al camino iniciado por Ramiro de Maeztu y Whitney)

.

Hispanidad, mereces mi cariño

y mi defensa cuando ataque injusto

recibes de felón grande y robusto

que detesta tu mérito de armiño.

.

Hispanidad, mereces mi regusto

a falsedad crüel cuando escudriño

que niegas su voz propia, valor, guiño

a Castellanidad, que en ti degusto.

.

Escucha Hispanidad: plural arbusto

es tu árbol de obras. Varios acentos

hállanse en tu solar múltiple, augusto.

.

Si a Castellanidad niegas alientos

quizá mayores dañas tuyos. Justo

te conviertes adverso embate contra tus mejores descubrimientos.

.

Cervantes, Garcilaso, Calderón, las naos del Almirante de Castilla Colón, los versos de Lope,

vienen corriendo, diciendo:

salid sin duelo, verbos, sosteniendo

que sois castellanos y en castellano escribiendo

su voz por todo el mundo Castilla en España arrope,

por lo cual es torpe que España a Castilla rechace, siendo miope;

y a parte de su rama más clara mienta, niegue y tope.

Juan Pablo Mañueco.               

Guadalajara en la Guerra de las Comunidades de Castilla (1520-1522)

Juan Pablo Mañueco Martínez

1-CONTEXTO HISTÓRICO Y GEOGRÁFICO

Las Comunidades de Castilla, una primera revolución moderna con aspectos de contemporánea

Guadalajara, ciudad comunera. Juan Bravo y María Pacheco, además, oriundos de Guadalajara.

  1. Una camarilla flamenca, borgoñona y alemana cae sobre los cargos y rentas de Castilla

Flandes, origen y propiedad de los Habsburgo antes, durante y después de su reinado sobre la Corona de Castilla y sobre España.

Ascenso de los comuneros a la mitología de Castilla, fases en la valoración de las Comunidades de Castilla

La Guerra de las Comunidades, La Ilíada de Castilla en el Arte y la Literatura

Asunto tanto o más de las tierras castellanas al sur del Sistema Central que de las situadas al norte

2-PROLEGÓMENOS Y CRONOLOGÍA DE LA GUERRA DE LAS COMUNIDADES DESDE LA MUERTE DE FERNANDO EL CATÓLICO (1516)

1516-1517. Segunda Regencia de Castilla por parte del Cardenal Cisneros

  1. 19 de septiembre, llegada a España de Carlos de Gante.
  2. Las Cortes de Valladolid juran rey a Carlos I, conjuntamente con su madre Juana I.

12 de enero de 1520. Muerte del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Maximiliano I de Habsburgo.

Febrero de 1520. Carlos decide trasladarse a Alemania, incumpliendo una de sus promesas ante las Cortes de Valladolid de 1518.

Marzo de 1520. El rey convoca a las Cortes de Castilla en Santiago de Compostela y posteriormente en La Coruña, donde continúan los preparativos para su salida por mar. El objetivo de las Cortes es conseguir nuevos subsidios con que pagar las cantidades adelantadas por banqueros alemanes y flamencos para la compra del título de Emperador.

1-15 de abril. La ciudad de Toledo se encuentra en abierta rebeldía frente a las autoridades reales desde principios de mes.

16 de abril. Toledo impide la salida de sus procuradores para las Cortes de La Coruña y “se alza en Comunidad”, la cual toma el poder de la ciudad y depone a las autoridades regias.

20 de mayo de 1520. Partida por mar desde La Coruña del rey Carlos, tras conseguir un nuevo apoyo económico de los procuradores. Deja efectivamente como regente al cardenal extranjero Adriano de Utrecht, incumpliendo uno más de sus juramentos ante las Cortes de Valladolid de 1518.

3-LA GUERRA DE LAS COMUNIDADES (1520-1522). PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS

10 de junio y meses de junio, julio y agosto de 1520. Batalla y sitio de Segovia por las tropas realistas y organización de la Comunidad de Segovia.

21 de agosto. En el contexto del asedio de Segovia, las tropas reales incendian Medina del Campo, al pretender recabar la artillería que en Medina se almacenaba.

1 de agosto y resto del este mes de 1520. Creación revolucionaria, sin convocatoria regia, de las Cortes y Junta General del Reino, en la ciudad de Ávila.

29 de agosto. Entrada de los comuneros en Tordesillas y traslado de las Cortes y Junta General del Reino a Tordesillas, bajo el amparo de la reina Juana I.

Septiembre de 1520. Incorporación de los procuradores de Guadalajara a las Cortes y Junta General del Reino, en Tordesillas.

5 de diciembre. El ejército real recupera la villa de Tordesillas, tras la traición del jefe de las tropas comuneras, Pedro Girón de Velasco, III conde de Urueña y Grande de España, por lo que la Junta Comunera debe trasladarse a la ciudad de Valladolid, nuevo centro de la revolución.

25 de febrero de 1521. Las tropas comuneras, dirigidas de nuevo por Juan de Padilla, conquistan la villa murada y el castillo de Torrelobatón, muy próxima a Tordesillas, acercándose nuevamente a la localidad donde se encuentra la reina Juana I.

12 de abril de 1521, quema o incendio de Mora, en Toledo, por parte de las tropas realistas.

23 de abril de 1521. Batalla de Villalar, cerca de Tordesillas, saldada con un triunfo total del ejército realista.

24 de abril de 1521. Decapitación de los capitanes comuneros Juan Bravo, Juan de Padilla y Francisco Maldonado.

25 de abril de 1521. María Pacheco se apresta a resistir en la ciudad de Toledo.

3 de febrero de 1522. María de Pacheco abandona la resistencia de Toledo y parte para el exilio en Portugal.

María de Pacheco y Diego Hurtado de Mendoza, probable autor del Lazarillo, dos oriundos de Guadalajara, sobre los que la ciudad debería reflexionar.

Epitafio de Diego Hurtado para María Pacheco

1-CONTEXTO HISTÓRICO Y GEOGRÁFICO

Las Comunidades de Castilla, una primera revolución moderna con aspectos de contemporánea

LA GUERRA DE LAS COMUNIDADES de Castilla (1520-1522) y en general toda la agitación institucional, política, y social que se desencadenó en Castilla a la muerte de Fernando el Católico (23 de enero de 1516), debe analizarse en el contexto de la instauración de una dinastía extranjera en la Corona de Castilla, con predominantes intereses en los territorios germánicos centroeuropeos de los Habsburgo.

Tales intereses centroeuropeos, entre otros obstáculos, se oponían a los propios intereses castellanos. La Corona de Castilla, desde 1492, se había extendido a todo el orbe conocido, y según opinión generalizada en Castilla, debían ser regidos de manera independiente a los de los territorios originarios de los Habsburgo.

Fernando el Católico era rey de Aragón, pero en Castilla, después de enviudar de su primera esposa, Isabel I, actuaba como Regente y Gobernador del Reino de Castilla, en nombre de la reina Juana I (titular desde 1504, pero ya reina nominal desde 1506, por hallarse recluida en Tordesillas).

De hecho, se planteaba una cuestión dinástica previa. ¿Quién debía ser declarado Regente y Gobernador de Castilla tras la muerte de Fernando el Católico?

¿El hijo mayor de Juana I, Karl, Charles o Carlos de Gante, que había sido educado por los Habsburgo y desconocía incluso la lengua castellana o bien el infante Fernando de Alcalá, segundo hijo varón de Juana I, natural de Alcalá de Henares, que había permanecido durante toda su vida en Castilla y había recorrido el reino repetidas veces acompañando a su abuelo?

Fernando el Católico dudó hasta el último momento entre Carlos y Fernando, pero finalmente las presiones de la camarilla flamenca que ya actuaba en España maniobraron convenientemente para que el Regente designado en el testamento de Fernando fuese Carlos de Gante.

Fernando de Alcal´á

Fernando de Alcalá. 1503-1564. Segundo hijo varón de Juana I y Felipe el Hermoso, criado enteramente en Castilla por su abuelo Fernando el Católico, el cual dudó hasta el final de su vida entre dejar como heredero de Castilla y Aragón al español y Trastámara Fernando o bien testar a favor de Carlos de Gante, educado en los intereses flamencos de los Hasburgo. En el último momento se decantó por Carlos.

La corte de Bruselas fue más allá de lo testamentado por Fernando el Católico, ya que el príncipe Carlos no se conformó con el título de Regente sino que se autoproclamó rey de Castilla y de Aragón, en vida de su madre, que era la verdadera y legítima reina de Castilla desde 1504 y de Aragón a la muerte de Fernando el Católico.

Ello constituyó un verdadero golpe de Estado perpetrado por la corte flamenca, y un desprecio a la persona y a los derechos de la reina Juana I, lo que no auguraba nada bueno para los futuros acontecimientos entre el nuevo rey adolescente y el reino más importante que constituía su cuantiosa herencia, la Corona de Castilla.

La crisis del sexenio 1516-1522 fue también una colisión entre las competencias de las Cortes de Castilla y el titular de la Corona, donde las ciudades castellanas plantearon por primera vez en la Historia situarse a un mismo plano e incluso por encima del rey, con la posibilidad de convocarse por sí mismas y de plantear leyes que obligaran también a la figura del monarca.

Ello convierte a la Revolución de las Comunidades en la primera revolución de los tiempos modernos que, además, apunta claramente a la época Contemporánea puesto que puso sobre el espacio de discusión política temas que sólo triunfarían a finales del siglo XVIII (con las revoluciones americana y francesa) y sobre todo durante el siglo XIX con el éxito de las revoluciones liberales en el hemisferio occidental.

Guadalajara, ciudad comunera. Juan Bravo y María Pacheco, además, oriundos de Guadalajara.

EL PAPEL DE LA CIUDAD DE GUADALAJARA, como una de las dieciocho ciudades y subdivisiones de la Corona de Castilla con representación en Cortes, es fundamentad, dada la importancia de las Cortes de Castilla en el desarrollo y desenlace final de Guerra de las Comunidades.

María Pacheco quien enarboló la bandera de la rebelión castellana ante Carlos de Gante durante nueve meses más, hasta febrero de 1522, y, en el fondo, hasta su muerte en el exilio portugués, en 1531.

Pero además es necesario subrayar el vínculo con las tierras de la Guadalajara actual de dos de las figuras máximas y más representativas de aquellas jornadas, como son el segoviano Juan Bravo de Mendoza, capitán de las tropas comuneras segovianas, pero nacido en Atienza (provincia de Guadalajara) y emparentado con otros Mendozas alcarreños, y también hay que citar como oriunda de Guadalajara a María López de Mendoza y Pacheco, esposa del capitán general comunero Juan de Padilla.

Juan Bravo de Mendoza y María de Mendoza y Pacheco era primos entre sí, lo cual refuerza su vinculación con Guadalajara.

Por otra parte, damos a María Pacheco el tratamiento de oriunda de Guadalajara, por ser hija de Íñigo López de Mendoza (Guadalajara, 1440-Alhambra de Granada, 1515), I marqués de Mondéjar y II conde de Tendilla, conocido como el Gran Tendilla, primer capitán general del reconquistado Reino de Granada, y alcaide perpetuo de La Alhambra.

María Pacheco (La Alhambra, 1496-Oporto, 1531) se contabiliza como granadina, lo que la reduciría a ser oriunda de la Alcarria, pero en realidad fue una alhambreña, que creció rodeada y protegida en todo momento por las tropas castellanas regidas por su padre, en el complejo residencial de la ciudad palatina reconquistada.

Entre sus palacios, jardines y la fortaleza de la Alhambra creció, sin apenas cruzarse con la población autóctona de un reino que, a finales del siglo XV y principios del XVI, era casi en tu totalidad morisca, por lo que los enfrentamientos y disputas entre ambas comunidades eran frecuentes y no siempre pacíficos.

Por las calles de la ciudad o por los campos del reino sólo circuló la pequeña María Pacheco fuertemente custodiada por tropas castellanas que debían velar por su seguridad.

Se sentía familiarmente bastante más de Guadalajara, cuyas tierras –las de su padre- visitaría en su infancia, o de Toledo –en donde la vemos ya casada con Juan de Padilla a los quince años- que no de la ciudad o reino de Granada.

Por ello, por la participación propia de la ciudad y alfoz de Guadalajara en las Cortes de Valladolid (1518), en las de La Coruña-Santiago (1520), y en los sucesos políticos y bélicos de 1520-1522, el papel de Guadalajara en la Guerra de las Comunidades de Castilla es importante, pero se convierte en uno de los más esenciales si a ello le añadimos las figuras de Juan Bravo y de María Pacheco.

Ejecuci´`on de los Comuneros tras la derrota en Villalar.

Juan Bravo, el primero de los tres decapitados de la jornada del 24 de abril de 1521, en Villalar.

Atenderemos a estos tres conceptos, la participación de Guadalajara en la Guerra de las Comunidades y también, adicionalmente, al papel jugado en ella por estos dos oriundos de la Alcarria, en las líneas siguientes.

  1. Una camarilla flamenca, borgoñona y germana cae sobre los cargos y rentas de Castilla

En 1516, con la muerte de Fernando el Católico, una camarilla de codiciosos consejeros del joven de 16 años Carlos de Gante, pusieron bajo su objetivo las riquezas y las rentas de la Corona de Castilla.

Una pujante y expansiva Castilla, con intereses ya en tres continentes, que debía quedar supeditada, según los nuevos aires políticos llegados desde Centroeuropa, a la sujeción general de los intereses y provechos de Flandes, “nuestra patria” como recordó literalmente Carlos I en su testamento a Felipe II.

Ese fue el consejo de Carlos I a Felipe II, que además fue seguido al pie de la letra por los restantes reyes de la Casa de Austria, si los intereses de una parte de sus reinos entraban en colisión con los beneficios flamencos: primero debían primar los de Flandes, “nuestra patria familiar”.

Castilla y los castellanos, en frase desafortunada pero exacta de la camarilla flamenca de la época, eran “los indios de los flamencos” (luego de los Habsburgo) que debían prestarles a los borgoñones y germanos los mismos servicios y beneficios que los indígenas americanos, a mayor gloria de la Casa de Austria.

Flandes, origen y propiedad de los Habsburgo antes, durante y después de su reinado sobre la Corona de Castilla y sobre España.

La consideración de los sucesos de 1520-1522 como Guerra de la Dependencia de Castilla ante la Casa de Austria se prueba porque, después de dos siglos de esfuerzos económicos, militares y sobrehumanos para mantener para los Austrias españoles sus posesiones flamencas, el Tratado de Utrecht de 1713, resulta revelador en este sentido.

Karl, Charles o Carlos de Habsburgo a su llegada a España,
con 16 años

El Tratado de Utrecht, que sancionó al final de la Guerra de Sucesión provocada por el Austria de turno -el pretendiente derrotado Carlos III de Habsburgo-, puso fin a dos décadas de guerra en su “amada” –más bien “codiciada”- España.

Para aceptar la paz, el aspirante derrotado Carlos III de Habsburgo exigió grandes pérdidas territoriales para España, entre ellas que las provincias de Flandes pasaran desde España… al poder de quien siempre habían pertenecido, esto es, al Archiducado de Austria, o sea, a él mismo…

¡Flandes siempre había sido acervo, posesión y tenencia de la Casa de Austria reinante sobre España, la Corona de Castilla sólo había puesto durante dos siglos el oro, los metales preciosos, los esfuerzos y la sangre de sus soldados para defenderles a los Austrias sus dominios!

Muy poco inteligente –más bien esclavo- el papel de los Tercios que tanto nos desangraron y agotaron a los castellanos en una tierra y en unas guerras europeas donde no había nada que ganar y sí todo –como se demostró al final- que perder.

Ascenso de los comuneros a la mitología de Castilla, fases en la valoración de las Comunidades de Castilla

LA VISIÓN DE LOS COMUNEROS como lo que fueron, unos patriotas castellanos y por extensión españoles, deseosos de salvaguardar los intereses de Castilla y España frente a las conveniencias dinásticas extranjeras de una estirpe familiar más preocupada de sí misma que del bien común de sus reinos y súbditos, estuvo soterrada y escondida en tiempos de la máxima presión propagandística y represión política de la Casa de Austria.

Carlos I de España ordenó, por ejemplo, colocar las armas de su escudo a la entrada de todas las ciudades comuneras de Castilla, en lo más visible de la puerta de entrada de las murallas, para que nadie tuviera ninguna duda acerca de quién era su amo, por la fuerza de las armas y por el derecho sagrado de conquista, según expresión de la época.

Pero ya a finales del propio siglo XVI los historiadores oficiales de la España de los Austrias empezaron a señalar ideales defendibles y propósito sanos entre los comuneros, a la vez que reprobaban “los excesos que en esta como en cualquier otra revuelta se produjeron”.

Desde entonces, la historiografía y la literatura se ha ocupado con frecuencia del fenómeno comunero, extrañándose unos de que los castellanos mostraran tan alto grado de rechazo de la política imperial austriaca, y admirándose otros de que plantearan soluciones tan contemporáneas como las que propusieron para resolver la crisis originada por el Habsburgo advenedizo y rapaz.

El siglo XIX volvió los ojos sobre ellos saludándoles como liberales y contemporáneos, mientras que las épocas de dictadura de los siglo XIX y XX tornaron a verse más reflejadas en el imperio de Karl de Gantes que en unos castellanos que luchaban por Castilla, con bastante nutrido argumentario y con un bien pertrechado equipo de ideas, razonamientos y reflexiones…

Desde los años 70 del siglo XX, la consideración de la Revolución de las Comunidades de Castilla como una primera revolución moderna o incluso contemporánea, ya que planteó cuestiones como la soberanía popular y la supeditación de la Corona a las Cortes nacionales, ha ido creciendo hasta constituir la visión que hoy suele concedérsele en todos los foros y ámbitos.

La Guerra de las Comunidades, La Ilíada de Castilla en el Arte y la Literatura

DE ESTA FORMA, LA Guerra de las Comunidades de Castilla, desde el siglo XIX, XX y XXI, ha generado ya tanta literatura y tanta expresión artística en varios campos de las Bellas Artes que bien podíamos ir considerándola “La Iliada” venerable de los helenos, trasladada su épica a las tierras, valles y montañas de Castilla de nuestra época.

Acontecimientos épicos con final trágico, amores imposibles de mantener que perduran más allá de la muerte y de los siglos, reinas locas o enloquecidas que se mantienen ocultas, encerradas para que no digan la verdad…

Bravas mujeres que toman el lugar de sus maridos cuando estos caen en el fragor de las batallas.

Jóvenes capitanes valerosos que salen en defensa de los ideales de la libertad y de la justicia para enfrentarse a ejércitos más poderosos y mejor armados y financiados

Traidores contumaces que ascienden hasta la cúpula de los ejércitos rebeldes para entregárselos desarmados y derrotados a los ejércitos contrarios, salvando el alevoso traidor su pellejo y su vida, en tanto se desentiende del futuro de los traicionados…

Sí, hay elementos épicos en la Guerra de las Comunidades de Castilla. Pero aún señalaremos más…

Obispos guerreros entrando en batalla al frente de violentos ejércitos de sacerdotes que cabalgan para causar cuantos bajas puedan al enemigo realista y cuantos estragos les sea dado causar a los campos y posesiones de los altos señores que oprimen al pueblo.

Grandes señores de la guerra que en principio ven con buenos ojos las reivindicaciones comuneras, pero que, ante la violencia gratuita desatada por las masas y ante los desmanes generalizados de las tumultuosas hordas incontrolables, deciden volver al bando del orden para escapar del caos anárquico de las revueltas antiseñoriales…

Sí, se podría señalar quién es Aquiles en esta epopeya, quién es Áyax, quién es Héctor, quién Andrómaca (la que lucha contra los hombres, etimológicamente), y quién Helena, y quien Patroclo, Agamenón y Menelao…

Hay batallas junto a las murallas y hasta hay caballos de Troya, sólo que esta vez no se dejan como regalo de traición, sino que se mueven en la dirección equivocada para que la felona alevosía exprese la perfidia y la vileza de su autor de un modo más claro, y sin astucia, sólo con infamia.

Asunto tanto o más de las tierras castellanas al sur del Sistema Central que de las situadas al norte

VILLALAR, HOY CONOCIDO COMO Villalar de los Comuneros, no fue el final de la Guerra de las Comunidades en abril de 1521. Toledo, que la había iniciado, resistió y prolongó el espíritu de la Comunidad hasta 1522.

Reducirlo todo a Villalar, como a veces se hace indebidamente, es desconocer los variados escenarios políticos y militares en que tuvieron lugar los acontecimientos –con sus vicisitudes y victorias parciales de uno y otro bando- y procurar eludir el papel esencial de la Castilla Nueva en la Guerra de las Comunidades de Castilla.

Juan de Padilla, es natural de Castilla la Nueva. El segoviano Juan Bravo es natural de Castilla la Nueva. Juan de Zapata es natural de Castilla la Nueva. María Pacheco es oriunda de Castilla la Nueva… Sin Castilla la Nueva no puede entenderse la Guerra de las Comunidades, y por las figuras de Bravo y Pacheco, tampoco puede entenderse sin Guadalajara.

2-PROLEGÓMENOS Y CRONOLOGÍA DE LA GUERRA DE LAS COMUNIDADES DESDE LA MUERTE DE FERNANDO EL CATÓLICO (1516)

• 23 de enero de 1516. Muerte de Fernando el Católico, regente de Castilla y rey de Aragón.

• 1516-1517. Segunda Regencia de Castilla por parte del Cardenal Cisneros

• La Corona de Aragón pasa a la Regencia de Alonso de Aragón, hijo natural de Fernando el Católico, arzobispo de Zaragoza y de Valencia.

Exploración del Mar del Plata, por Juan Díaz de Solís

  1. Enero Descubrimiento y exploración de la costas de Sudamérica hasta el Mar del Plata, por la expedición de Juan Díaz de Solís, nacido en Lebrija (Sevilla) o según otros en San Pedro de Solís (Portugal). Pero en este último caso se habría naturalizado castellano, condición inexcusable para recibir el mando de una flota castellana, mediante la jura de lealtad al pendón cuartelado de Castilla y a la Corona de Castilla.

En el extremo noroeste del Mar de del Plata, bautizado por Solís como “Mar Dulce” al desembarcar en el continente Solís y su grupo de exploración fue atacado por indígenas, cosido a flechazos, asado y comido por los nativos, lo que provocó la partida de los barcos expedicionarios a puertos castellanos para informar de lo sucedido.

1514-1517. Impresión de la Biblia Políglota Complutense.

  1. 19 de septiembre, llegada a España de Carlos de Gante, autoproclamado rey en Bruselas en contra del testamento de su abuelo, Fernando el Católico, que sólo le había designado gobernador y regente en nombre de su madre Juana I.

Los pensamientos del joven rey, sin embargo, siguen estando en los intereses en los que fue educado: los flamencos-borgoñones y, en general, los alemanes de la Casa de Austria.

Cardenal Cisneros

Cardenal Cisneros

8 de noviembre, muerte del cardenal Cisneros, en Roa (Burgos), mientras marchaba a recibir al príncipe Carlos de Gante. Cisneros fue, probablemente, el último castellano de toda la Historia hasta nuestros días que gobernó la Corona de Castilla priorizando los intereses castellanos sobre cualquier otra consideración.

  1. Las Cortes de Castilla, reunidas en Valladolid, juran rey a Carlos I junto con su madre Juana I, y le conceden un servicio de 600.000 ducados.

Además le solicitan que permanezca en Castilla, que aprenda a hablar castellano, que cese la concesión de cargos a extranjeros en Castilla, que se prohíba la salida de metales preciosos de Castilla y que el infante Fernando permanezca en Castilla, como posible príncipe heredero, en tanto no esté garantizada la propia descendencia de Carlos.

Ninguna de las peticiones de las Cortes sería atendida por el muchacho flamenco.

Iglesia de San Pablo (Valladolid), sede de las Cortes de Castilla de 1518, junto con el Colegio de San Gregorio, adosado a la iglesia. En estas Cortes y lugar fue jurado rey de Castilla Carlos I –conjuntamente con su madre Juana I- tras hacerle prometer que aceptaría una serie de peticiones favorables a Castilla, ninguna de las cuales fue cumplida por el nuevo monarca.

Mapa de las ciudades representadas en Cortes de Castilla a principios del siglo XVI y de los territorios por los que parlamentaban, en su color.

10 de agosto de 1519. Partida desde Sevilla de la Expedición a las Islas de la Especiería, comandada por el almirante Fernando de Magallanes, nacionalizado castellano y portugués de origen, que acabaría descubriendo el Estrecho de Magallanes, el Océano Pacífico, las islas de Oceanía y completando la primera Vuelta al Mundo, en 1522.

Salida de la Expedición de Magallanes, 10 de agosto de 1519

8 de noviembre de 1519. Inicio de la conquista del imperio mejicano por Hernán Cortés, que concluiría en 1521.

Primer avistamiento de México-Tenochtitlan por las tropas castellanas y de los pueblos indígenas auxiliares, en 1519

Batalla final por México-Tecnochtitlan, en 1521

12 de enero de 1520. Muerte del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Maximiliano I de Habsburgo.

Febrero de 1520. Carlos decide trasladarse a Alemania, convocando previamente a las Cortes de Castilla en Santiago de Compostela para el 20 de marzo de 1520, con el fin de conseguir nuevos subsidios con que sufragar sus viajes al extranjero.

Se extiende la noticia de que piensa dejar como Regente de Castilla a uno de los miembros de su camarilla flamenca, Adriano de Utrecht.

Adriaan Floriszoon Boeyens, el cardenal Adriaan o Adriano de Utrecht
regente de Castilla y de Aragón, a la partida de Carlos de Gante para ir a hacerse cargo del Sacro Imperio Romano Germánico

Las ciudades castellanas muestran su reticencia al nuevo servicio, al nombramiento de un flamenco como arzobispo de Toledo y a la salida del rey de suelo castellano, quedando Castilla sin gobernante autóctono y en la órbita periférica del Imperio alemán, siendo por sí misma un reino más potente que dicho Imperio.

Carlos traslada la convocatoria de Cortes hasta la ciudad de La Coruña, mientras continúan los preparativos para su salida por mar.

15 de abril. La ciudad de Toledo se encuentra en abierta rebeldía frente a las autoridades reales desde comienzos de abril, pero los acontecimientos se precipitan cuando el 15 de abril llega la orden del rey para que los representantes de Toledo acudan a las Cortes de Santiago de Compostela-La Coruña.

16 de abril. La ciudad de Toledo impide la salida de sus representantes para las Cortes de Santiago-La Coruña y lo que comienza a llamarse «la Comunidad» se apodera del gobierno local, destituye a las autoridades reales, y empuña las armas al grito de “Viva la Comunidad”.

En los días siguientes Toledo envía cartas y mensajeros a las otras diecisiete ciudades y sus respectivos territorios o provincias con voto en las Cortes de Castilla llamándolas a la insurrección y a juntarse en Cortes, sin convocatoria real (lo que era un hecho totalmente revolucionario, pues ello siempre había sido una prerrogativa regia), para adoptar las medidas que considerasen oportunas para la defensa de los intereses de Castilla.

La respuesta a estas cartas de Toledo fue dispar, pero ya fueron sumándose a su llamamiento las que serían las principales ciudades y villas comuneras.

20 de mayo de 1520. Partida por mar desde La Coruña del rey Carlos, tras conseguir un nuevo apoyo económico de los procuradores. Deja efectivamente como regente al extranjero Adriano de Utrecht.

Unas semanas después el malestar, generalizado en toda Castilla, se habría transformado en algunas zonas en revolución política y en levantamiento armado.

3-LA GUERRA DE LAS COMUNIDADES (1520-1522). PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS

29 y 30 de mayo de 1520. Los disturbios se multiplicaron por las ciudades de la Meseta, especialmente tras la llegada de los procuradores que votaron afirmativamente al servicio que reclamaba el rey, siendo Segovia el lugar donde se produjeron los primeros incidentes y los más violentos, donde el 29 y el 30 de mayo los segovianos ajusticiaron a dos funcionarios y al procurador Rodrigo de Tordesillas que concedió el servicio extraordinario en nombre de la ciudad.

En la ciudad de Guadalajara se busca a los procuradores desleales en las Cortes de Santiago-La Coruña, y al no encontrarles la multitud incendia sus casas, considerando que han variado su voto en Cortes producto de soborno real.

Mayo de 1520. Durante todo el mes, en respuesta a las cartas de Toledo la ciudad de Guadalajara comienza a agitarse y a manifestarse en contra de lo acordado en la Cortes de Santiago-La Coruña, pidiendo que se revoquen los acuerdos tomados de forma irregular.

31 de mayo. Los toledanos, que habían comenzado a ocupar todos los poderes locales sustituyendo a las autoridades regias desde las fechas previas, expulsan en esta fecha al corregidor del Alcázar.

Finales de mayo y comienzos de junio. Incidentes de similar magnitud sucedieron en ciudades como Burgos y Guadalajara, mientras que otras como León, Zamora y Ávila sufrieron altercados menores. Por el contrario, no se registraron incidentes, momentáneamente, en Valladolid, por la presencia en la ciudad del cardenal Adriano y del Consejo Real.

8 de junio. Toledo propone por carta a las ciudades con voz y voto en Cortes la celebración sin convocatoria del rey –lo que ya era un acto decididamente revolucionario- de una reunión urgente con cinco puntos principales,

  1. Anular el servicio votado en La Coruña.
  2. Volver al sistema de los encabezamientos para cobrar los impuestos.
  3. Reservar los cargos públicos y los beneficios eclesiásticos a los castellanos.
  4. Prohibir la salida de dinero del reino.
  5. Designar a un castellano para dirigir el reino en ausencia del rey.

Pero además ante la evidencia de que Carlos prefería los asuntos alemanes que no permanecer y regir Castilla, Toledo comenzó a apuntar la idea de sustituir la figura del rey, o bien para convertir a las ciudades castellanas en ciudades libres, similar a lo que ya ocurría con Génova y otros territorios italianos, o bien destronar a Carlos I y devolver a la reina Juana todos sus privilegios e importancia.

Los comuneros se hicieron fuertes las Cuencas del Duero y del Tajo, y en otros núcleos, como Murcia. Sin embargo, aunque hubo intentos de rebelión en otros lugares, como Andalucía, Galicia o el País Vasco, estos conatos comuneros no fructificaron.

Geografía del levantamiento comunero

Los máximos logros conseguidos por los rebeldes fueron la instauración de una Comunidad en Plasencia, pero esta se veía mermada por la cercanía de núcleos realistas cercanos, como Ciudad Rodrigo o Cáceres.

Jaén, Úbeda y Baeza, simpatizantes con la causa comunera en un primer momento se pasaron con el tiempo al bando realista

10 de junio y meses de junio, julio y agosto. Sitio de Segovia por las tropas realistas y organización de la Comunidad de Segovia.

10 de junio. El alcalde Rodrigo Ronquillo recibió la orden del Consejo Real a las órdenes de Adriano de Utrecht de investigar el reciente asesinato del procurador segoviano.

La ciudad de Segovia se resistió a acatar las órdenes emanadas del Consejo Real, por lo que el alcalde Ronquillo amenazó con grandes castigos a los segovianos y a trató de aislar a la ciudad impidiendo su aprovisionamiento.

Segovia cerró filas en torno a la Comunidad y puso a su cabeza, a Juan Bravo, nacido en Atienza (provincia actual de Guadalajara, aunque avecindado desde niño en Segovia).

La resistencia segoviana provocó que Ronquillo decidiera enviar al mayor número posible de soldados a pie y a caballo. Segovia entonces solicitó la ayuda de las ciudades castellanas, reclamando que acudieran en su auxilio.

Atendieron de inmediato su petición las ciudades de Toledo y Madrid, con el envío de milicias capitaneadas por Juan de Padilla y Juan de Zapata, produciéndose en la batalla de Segovia la primera gran confrontación entre las fuerzas partidarias del rey y las rebeldes, con resultado favorable a estas.

Junio de 1520. Reuniones asamblearias en el atrio de la iglesia de San Gil de Guadalajara y consolidación del poder del duque del Infantado. A principios del mes de junio de 1520 la asamblea vecinal de Guadalajara, que se venía reuniendo desde el mes anterior a las puertas de la iglesia de San Gil, decide declarar “la Comunidad”, esto es, un órgano de poder propio, constituido sin sujeción al regente Adriano de Utrecht.

Francisco de Medina e Íñigo López de Mendoza, conde de Saldaña, hijo a su vez del duque del Infantado, Diego de Mendoza, son declarados jefes de la Comunidad en Guadalajara.

No obstante, el duque del Infantado ordena al conde de Saldaña, su hijo, que salga de la ciudad y se abstenga de intervenir directamente en los acontecimientos y a Francisco de Medina, estrecho colaborador suyo, que no encabece una rebelión clara contra el rey, sino que se mantenga a la expectativa.

En una siguiente reunión de los comuneros de Guadalajara en el atrio de San Gil, en ese mismo mes de junio, deciden insubordinarse decididamente contra el cardenal Adriano y se dirigen al palacio del Infantado, irrumpiendo en sus estancias y exigiendo hablar con el duque.

Los líderes del tumulto son el carpintero Pedro de Coca y el albañil Diego de Medina. El duque trató de convencer a los rebeldes de la conveniencia de estar junto al rey, pero sus intentos fueron en vano, y acabó expulsándoles de su palacio.

Los ánimos de la muchedumbre se exaltaron con ello y se produjeron en la ciudad actos de pillaje y de violencia, por lo que el carpintero Pedro de Coca acabó siendo detenido por las tropas del duque del Infantado, que ordenó su ejecución pública por ahorcamiento.

El duque del Infantado se consolidó con ello como árbitro de la situación en Guadalajara y la ciudad optó por un apoyo moderado a las Comunidades de Castilla, sin romper por ello abiertamente con la Corona.

21 de agosto. En el contexto del asedio de Segovia, las tropas reales incendian Medina del Campo, que se resistía a entregarles la artillería que allí se encontraba, sabiendo que iba a utilizarse contra la cercada en esos momentos ciudad de Segovia.

Ello supuso el desencadenamiento definitivo de la Guerra de las Comunidades por toda la Corona de Castilla, y el paso de las principales ciudades castellanas al bando rebelde encabezado por Toledo.

La rebelión castellana mostraría ese mismo verano de 1520 que era una verdadera revolución política, con el propósito de limitar las atribuciones del rey, dar más potestades a las Cortes de Castilla, entre ellas la de poder convocarse por sí mismas, sin necesidad de llamamiento del rey.

También se creó un órgano revolucionario de Gobierno con el nombre de Cortes y Junta General del Reino, que redactó y promulgó la Ley Perpetua de Ávila de 1520, primer proyecto constitucional del mundo, dos siglos y medio anterior a la revolución americana o francesa.

Mes de agosto de 1520. Creación revolucionaria, sin convocatoria regia, de las Cortes y Junta General del Reino, en la ciudad de Ávila.

LAS “CORTES Y JUNTA GENERAL del Reino”, también conocida como “La Santa Junta” fue el máximo órgano dirigente de la revolución comunera castellana, el cual se constituyó en sesión continuada a modo de Cortes extraordinarias desde el 1 de agosto de 1520 hasta el 22 de abril de 1521, cuando la batalla de Villalar la obligó a disolverse.

La Junta comenzó sus reuniones el 1 de agosto de 1520 en la ciudad de Ávila, con solo con cuatro ciudades representadas: Toledo, Segovia, Salamanca y Toro, y dudas entre la propia ciudad de Ávila que les alojaba, dado el carácter claramente revolucionario de dichas Cortes, convocadas por las propia ciudades, no por el rey.

Las Cortes y Junta General del Reino de Castilla promulgó allí la Ley Perpetua o Constitución de Ávila de 1520, donde situaba a la libre reunión de las ciudades de Castilla sin convocatoria regia como el máximo poder político existente en Castilla. Concepto novedoso en aquel momento para cualquier lugar del mundo.

En el mes de septiembre, siendo favorables a las fuerzas armadas de la Junta los acontecimientos bélicos, decidió trasladarse a la localidad de Tordesillas, residencia de la reina Juana, donde amplió a catorce el número de ciudades que la componían y se consolidó, desconociendo a los virreyes nombrados por el monarca, como única autoridad legal en Castilla.

Expulsada de Tordesillas a comienzos de diciembre, la Junta se debió pasar a Valladolid, su nueva sede.

A partir de entonces, la brecha entre procuradores moderados y radicales creció y debilitó internamente a la asamblea.

La derrota de Villalar, el 23 de abril, terminó con el movimiento comunero al norte de la sierra de Guadarrama y llevó, lógicamente, a la disolución de su máximo órgano de dirección.

Años después, muchos de sus antiguos integrantes serían juzgados por traición y ejecutados.

24 de agosto. El ejército comunero integrado por las milicias de Toledo, Madrid y Segovia, en su ruta hacia Tordesillas, se encontraba en los alrededores de Martín Muñoz de las Posadas el día en que Fonseca incendiaba Medina, llegando el 24 de agosto, para tomar posesión de la artillería que días atrás había sido negada a las tropas de Fonseca.

29 de agosto. Entrada de los comuneros en Tordesillas y traslado de la Junta de Ávila a Tordesillas. El ejército arribó finalmente a Tordesillas, entrevistándose con la reina Juana e informándola de la situación del reino junto a los propósitos de la Junta de Ávila, y declarando la reina que la Junta se situara a su servicio.

De esta forma, la Junta se trasladó de Ávila a Tordesillas y se invitó a las ciudades que todavía no habían enviado a sus procuradores a hacerlo, estando a finales de septiembre un total de catorce ciudades representadas en la Junta de Tordesillas: Burgos, Soria, Segovia, Ávila, Valladolid, León, Salamanca, Zamora, Toro, Toledo, Cuenca, Guadalajara, Murcia y Madrid.

Solamente no acudieron las cuatro ciudades andaluzas: Sevilla, Granada, Córdoba y Jaén. Se delimitó entonces el área del movimiento comunero, en torno a ambas Castillas, Vieja y Nueva, y León, y ya que la mayor parte del reino estaba representado en Tordesillas, la Junta pasó a denominarse como “Cortes y Junta general del reino”.

Septiembre de 1520. Incorporación de los procuradores de Guadalajara a las Cortes y Junta General del Reino, en Tordesillas.

Guadalajara envíó como procuradores a las Cortes de Castilla a Juan de Urbina, Diego Esquivel, y al doctor Francisco de Medina, precisamente quien había iniciado la revuelta comunera en la ciudad.

Los procuradores arriacenses, en Tordesillas, participaron en las deliberaciones de los rebeldes desde este mes de septiembre de 1520.

26 de septiembre. La Junta de Tordesillas decidió asumir ella misma la tarea de gobierno, desacreditando al Consejo Real y prendiendo, el 30 de septiembre, a sus últimos miembros que quedaban en Valladolid, dirigidos por Pedro Girón. En ese momento culminó el proceso y se instauró el gobierno revolucionario, ya que la Junta tenía vía libre por la inoperancia del Consejo Real.

Finales del verano de 1520. Revueltas antiseñoriales al margen de la confrontación principal. Durante la Guerra de las Comunidades de Castilla tuvieron lugar una serie de movimientos y revueltas antiseñoriales que encontraron su núcleo principal en Castilla la Vieja, aunque también surgieron focos insurreccionales al sur de la sierra del Guadarrama, por ejemplo, en Chinchón, Orgaz, Moya o Cazorla.

No debe confundirse esta ola antiseñorial con el movimiento comunero propiamente dicho. Lo que ocurrió en realidad fue que las comunidades locales de las villas y ciudades sometidas al poder señorial aprovecharon la crisis generada por la guerra civil para revivir sus antiguos reclamos de vuelta al realengo.

Esta ola de movimientos antiseñoriales tuvo dos consecuencias: ante todo, inquietó a la nobleza y la forzó a tomar activamente partido por el poder real; y segundo, obligó a los comuneros a precisar su programa y sus objetivos.

Desde entonces, lo que parecía más un conflicto político entre las ciudades y el poder real, pasó también a ser una lucha social entre las comunidades del reino y la nobleza, a la cual los comuneros acusaron de defender sus intereses particulares y no el bien común.

De hecho podría decirse que la Guerra de las Comunidades no fue una sola Revolución, sino dos Revoluciones solapada la una en la otra:

La Revolución política, que es la disputa por el poder político en la Corona de Castilla entre la camarilla flamenca y los grandes nobles que acabaron reconociendo que en esa camarilla estaban también sus intereses, y la baja nobleza, las amplias clases medias productivas y las clases populares, en busca de alcanzar el poder por sí mismas.

Y por otra parte una revolución o revuelta antiseñorial, capas de población que se revuelven contra los privilegios feudales de la nobleza de cada zona y que luchan por disminuir o eliminar tales privilegios.

La campaña dirigida por el obispo Antonio de Acuña en Tierra de Campos hacia enero de 1521 con carácter antiseñorial, más que dirigidas ya contra la Administración flamenca, las condenas a muerte de numerosos señores considerados «enemigos del bien público», entre otros acontecimientos, dan fe de la radicalización del movimiento comunero.

Octubre de 1520. Primeros reveses para los comuneros, Carlos I, mediante el Cardenal Adriano, decidió emprender nuevas iniciativas políticas, como la de anular el servicio concedido en las Cortes de La Coruña-Santiago y nombrar dos nuevos gobernadores: el Condestable de Castilla, Íñigo de Velasco, y el Almirante de Castilla, Fadrique Enríquez, para ganarse el apoyo de la alta nobleza de Castilla.

Adriano consiguió acercar posturas con los nobles, a fin de convencerlos de que sus intereses y los del rey eran los mismos.

El Consejo Real se estableció en el feudo del Almirante, Medina de Rioseco, lo que permitió al consejo acercarse hacia las ciudades escépticas para tratar de atraerlas al bando realista, además de representar una amenaza hacia las ciudades sublevadas, ya que el ejército del Consejo Real estaba en formación.

De igual manera, las esperanzas que se habían depositado sobre la reina Juana no fructificaron, ya que esta se negaba a sellar algún compromiso o a plasmar su firma a modo de regente.

Solamente se mostraba plenamente conforme en que los cargos políticos y eclesiásticos de Castilla correspondiese ejercitarlos a castellanos de origen, siguiendo el ejemplo que ya había marcado su madre Isabel la Católica, apenas notó las ansias excesivas de los acompañantes flamencos de Felipe de Habsburgo, esposo de ella, la entonces princesa Juana.

1 de noviembre. Burgos se pasa al bando realista. A su vez, comenzaban a oírse voces discordantes dentro del propio bando, especialmente la de Burgos, que insistía en dar marcha atrás.

La postura de esta ciudad pronto llegó a oídos del Condestable de Castilla, que bajo órdenes del rey procedió a entrar en la ciudad el 1 de noviembre, concediendo todo lo que se le reclamaba para desligar a Burgos de la Junta.

Mes de noviembre de 1520. Valladolid se reafirma en el bando comunero. Tras el cambio de bando de Burgos, el Consejo Real esperaba que otras ciudades imitaran a Burgos y abandonaran el bando comunero.

El esperado cambio de bando estuvo a punto de producirse en Valladolid, pero los partidarios del rey fueron finalmente apartados de la vida política de la ciudad.

Durante noviembre de 1520, ambos bandos se dedicaron activamente a recaudar fondos, reclutar soldados y organizar a sus tropas.

El poder real superó la crisis inicial gracias al apoyo de la nobleza, de los grandes comerciantes castellanos, de la ayuda económica del reino de Portugal y de la concesión de créditos por parte de los banqueros, que vieron en la vuelta de Burgos al bando realista un síntoma de que las cosas se decantarían por este lado.

Los comuneros organizaban sus milicias en las principales urbes con el objetivo de asegurar el éxito de la rebelión en la ciudad y sus alrededores, sufragando los gastos con el dinero recaudado en impuestos para ayudar al esfuerzo de guerra.

Excesos, abusos y actos incontrolados contra el enemigo o a causa de viejas rencillas y odios se sucedieron por ambos lados, como suele ocurrir en todas las guerras, que se parecen unas a otras casi como dos gotas de agua, con la única variación de los armamentos y la tecnología militar que va variando de una época a otra.

Otoño de 1520. Toledo fue perdiendo influencia dentro de la Junta, y con la ciudad, también perdía influencia su líder, Juan de Padilla, aunque no así popularidad y prestigio entre los comuneros.

Con la pérdida de influencia de Toledo y de sus líderes, surgieron dos nuevas figuras dentro de la Comunidad, Pedro Girón y Antonio de Acuña, que aspiraban a pasar al primer plano.

El primero era uno de los pocos altos nobles castellanos leales a los comuneros, al parecer porque el rey se negó a entregarle el ducado de Medina Sidonia.

El segundo era obispo de Zamora, jefe de la Comunidad zamorana y cabecilla de una milicia formada enteramente por sacerdotes, que se caracterizó por recorrer Castilla la Vieja y la Nueva, de arriba abajo, empleando una contundencia militar poco habitual en la idea que hoy tenemos de un obispo y de unos sacerdotes.

Mientras tanto, en el bando realista, los señores no sabían qué táctica seguir, si luchar directamente, como defendía el Condestable de Castilla o agotar las vías de negociación, como proponía el Almirante de Castilla.

Todo intento de negociación entre los comuneros y los virreyes fracasó, debido a que ambos bandos contaban ya con un ejército y ansiaban vencer al enemigo.

Así pues, a finales de noviembre de 1520, ambos ejércitos tomaban posiciones entre Medina de Rioseco, la ciudad del Almirante de Castilla y sede del Consejo Real y Tordesillas, la corte de la reina Juana y sede de las Cortes y Junta Comunera de Castilla.

Muy poca distancia entre ambas localidades. Era inevitable el enfrentamiento.

2 de diciembre de 1520. Un extraño movimiento de las tropas de Pedro Girón, que solamente puede calificarse de traición deliberada, supondrá la fácil toma de Tordesillas por los realistas.

Por orden de las Cortes y Junta de Comunidades de Castilla, el ejército comunero a las órdenes de Pedro Girón avanzó sobre Medina de Rioseco con orden de conquistarla.

Su nombre completo era Pedro Girón y Velasco también referido en las crónicas como Pedro Girón de Velasco o simplemente Pedro Girón y de nombre completo Pedro Téllez-Girón y Fernández de Velasco, grande de España, nacido en una de las familias más prósperas y destacadas de Castilla.

Pedro Girón había sido nombrado en octubre de 1520 capitán general de los comuneros. Junto con Antonio de Acuña lograría reunir 17.000 infantes, acompañados de abundante caballería y artillería, que instala, ya en noviembre, en la localidad de Villabrágima, a una legua del objetivo: Medina de Rioseco.

Pero el día 2 de diciembre de 1520, ordenó a tan importante ejército comunero que levantara el campamento de Villabrágima y no para pelear por Rioseco, sino para marchar hacia el noroeste, en dirección a Villalpando (actual provincia de Zamora), localidad del Condestable de Castilla que se rindió al día siguiente ante la magnitud del ejército que le caía encima, sin oponer ninguna resistencia.

Pero con ello había dejado desguarnecido el camino directo entre Medina de Rioseco y Tordesillas. Los imperiales tenían a su alcance y casi libre de obstáculos la corte de la reina Juana y la sede central de los procuradores que constituían las Cortes y Junta General del Reino, el poder revolucionario de Castilla.

Todo parecía previamente orquestado entre el condestable de Castilla, Íñigo Fernández de Velasco y Mendoza y el presunto valedor del ejército comunero Pedro Girón de Velasco –dos grandes de España que además estaban emparentados por lazos de sangre: eran dos Velasco- para que las cosas ocurrieran como sucedieron.

4 de diciembre. El ejército real se puso en marcha en dirección a Tordesillas, adonde llegó el día siguiente.

5 de diciembre. El ejército real ocupó la villa de Tordesillas, tras haber desbordado con facilidad a la escasa guarnición comunera, ya que su defensa pensaba que estaba más bien en el bien pertrechado ejército que mandaba ¿hacia dónde? Pedro Girón.

La toma de Tordesillas supuso una gran derrota para los comuneros. Perdieron a la reina, y sus esperanzas de que esta atendiera sus pretensiones.

Además, muchos de los procuradores fueron apresados, y los que no, huyeron. Por todo esto, los ánimos entre los rebeldes se vieron muy afectados, además de producirse airadas críticas hacia Pedro Girón por el movimiento de las tropas, lo que le obligó a dimitir de su puesto y apartarse del conflicto.

15 de diciembre de 1520. Tras la pérdida de Tordesillas, la Junta Comunera volvió a reagruparse en Valladolid, la tercera y última ciudad que fue capital de las Comunidades de Castilla, tras Ávila y Tordesillas.

En Valladolid las Cortes y Junta General del Reino contaban con los procuradores de doce ciudades, de los catorce que se habían reunido en Tordesillas, puesto que ni Soria ni Guadalajara tuvieron ya representación en la ciudad del Pisuerga.

El ejército comunero había quedado igualmente desmoralizado, con gran número de deserciones entre las tropas situadas en Villalpando y en Valladolid. Nadie podía ya fiarse de nadie.

Ello obligó a intensificar el reclutamiento de nuevas tropas en todas las ciudades rebeldes, especialmente en Toledo, Salamanca y la propia ciudad de Valladolid.

La moral comunera se reconstruyó con ello y con la llegada a Valladolid de Juan de Padilla, que fue vitoreado como un héroe y colocado de nuevo al frente del ejército comunero.

1521 iba a suponer el inicio de un año de Guerra total.

Enero de 1521

El 23 de diciembre de 1520 el obispo Acuña y su ejército fundamentalmente compuesto por sacerdotes había recibido órdenes de la Junta General del Reino, asentada en Valladolid, de incrementar y avivar la causa comunera por la zona de Palencia, el sur de esta actual provincia y la Tierra de Campos aledaña.

A comienzos de enero de 1521, el obispo Acuña inició una gran ofensiva contra los señoríos de la zona de Dueñas, dejando las posesiones señoriales totalmente devastadas, sin encontrar resistencia suficiente que pudiese contener sus ímpetus belicistas.

Ello aumentó los recursos de la Santa Junta Comunera, pero a la vez desató el temor de los grandes nobles de Castilla de que lo que había comenzado como una lucha contra los flamencos, derivase en una revuelta antiseñorial incontrolada y meramente destructiva.

Mediados de enero de 1521. El conde de Salvatierra y toda la zona del norte de Castilla, en poder de los comuneros.

Pedro López de Ayala, conde de Salvatierra, municipio situado en la Llanada Alavesa, mariscal de Ampudia, en la Tierra de Campos palentina, y señor de los valles de Ayala, Llodio, Arceniega, Arrastraria, Cuartango, Orozco, Valdegovía, Morillas y Orduña, se había unido a la Junta Comunera en septiembre de 1520.

A finales de septiembre de 1520, y en vista del poderoso ejército que había reclutado en sus feudos, la Santa Junta le otorgó el nombramiento de capitán general del norte de la Corona de Castilla.

“Capitán general como hasta aqui lo haveys seydo del Condado de Vizcaya e provincias de Guipúzcoa e Álava e de las cibdades de Vitoria e Logroño e Calahorra e Santo Domingo de la Calzada e de las siete Merindades de Castilla Vieja e de todas las otras cibdades, villas e logares e merindades e tierras e bailes que caen y están desde la cibdad de Burgos hasta la mar”, según cita de Joseph Pérez en su “La revolución de las Comunidades de Castilla”.

El Consejo Real intentó en numerosas ocasiones atraer a su lado al conde de Salvatierra, sin conseguirlo, por lo que el 4 de enero de 1521 el regente Adriano de Utrecht propuso al monarca Carlos I la incorporación de su feudo al patrimonio real.

A mediados de enero de 1521, la Junta General del Reino ordenó al conde de Salvatierra que con unos dos mil hombres se dirigiera a las Merindades de Castilla (norte de la actual provincia de Burgos) para unir a la causa comunera a las Merindades, tierras del Condestable de Castilla.

Como sabemos el Condestable de Castilla, Íñigo Fernández de Velasco y Mendoza, desde el 9 de septiembre de 1520 era gobernador de Castilla junto a Adriano de Utrecht y al Almirante de Castilla, Fadrique Enríquez.

16 de enero de 1521. Las tropas comuneras de Juan de Padilla y del obispo Antonio de Acuña, que habían salido respectivamente de Valladolid y de Palencia, tras unirse en Trigueros del Valle, persiguieron a las tropas realistas hasta la cercana Torremormojón, cuya fortaleza tomaron ante la desbandada del ejército realista, que huyó en masa para dirigirse a Medina de Rioseco, plaza fuerte del Almirante de Castilla.

17 de enero. El ejército conjunto de Padilla y Acuña se dirigió a la villa de Ampudia, que siendo un feudo del comunero conde de Salvatierra, había caído en poder de las tropas realistas. Padilla y Acuña tomaron la fortaleza de Ampudia el 21 de enero, tras cuatro días de asedio.

Finales de enero de 1521

Posteriormente, el obispo Acuña y el conde de Salvatierra decidieron cercar la ciudad de Burgos, el primero por el sur y el segundo por el norte, buscando el levantamiento de los comuneros en el interior de Burgos.

Esta ciudad llevaba dos meses en el bando real, pero el descontento de muchos de sus habitantes por ello y su sentir comunero podían propiciar que retornara al seno de la Santa Junta del Reino.

La rebelión comunera prevista en Burgos para el 23 de enero fue todo un fracaso, debido a que no se coordinó debidamente con los ejércitos de la Junta que confluían hacia la ciudad.

Los comuneros burgaleses hubieron de rendirse, siendo el último intento de rebelión acontecido en la ciudad de Burgos, que ya quedó definitivamente adscrita al bando de Carlos de Gante.

Febrero de 1521

Después del fracaso de la recuperación de Burgos para el bando comunero, el obispo Acuña prosiguió con sus acciones bélicas de hostigamiento a las propiedades señoriales por la Tierra de Campos, que por su carácter llano se manifestaba particularmente fructífera para las acciones rápidas de la caballería atacante, que inmediatamente se retiraba para proseguir sus acciones de castigo contra las propiedades de la alta nobleza por otro sitio.

Juan de Padilla, por el contrario, consideraba prioritario obtener un triunfo más sonado, con el que elevar la moral de sus tropas y de todos los ejércitos comuneros.

En este contexto, decidió la conquista de Torrelobatón y su castillo, una plaza fuerte entre Tordesillas y Medina de Rioseco, con lo que se abriría una cuña entre dos posiciones ahora realistas, a las que podía acosarse desde allí.

21 de febrero de 1521. El cuerpo del ejército comunero comandado por Juan de Padilla comenzó el asedio a las gruesas murallas de Torrelobatón, de las que hoy se conservan apenas unos restos, y cuatro días después los comuneros consiguen entrar en la plaza.

Después de este 25 de febrero, con los comuneros ya dentro del recinto murado, el castillo de Torrelobatón siguió resistiendo, pero ante la amenaza de ahorcar a todos los torreños o habitantes de Torrelobatón si no se rendía, los defensores de la fortaleza acabaron entregándose a las tropas de Juan de Padilla.

La pérdida de Torrelobatón sembró la alarma entre las fuerzas realistas, cuyos dirigentes se acusaban mutuamente de incompetencia. Se temían además cuáles serían los siguientes pasos del ejército de Padilla.

El Almirante de Castilla reforzó su plaza de Medina de Rioseco, por si hacia ella se dirigían a continuación los comuneros.

Por su parte, el Condestable envió tropas para aumentar las defensas de Tordesillas, por si los comuneros resolvían que su siguiente movimiento fuera recuperar la plaza del Duero, donde seguía la reina Juana.

Pero un suceso inesperado, el fallecimiento del carolino arzobispo de Toledo, acaecido en el 6 de enero de 1521 en la ciudad alemana de Worms, a causa de la caída de un caballo, iba a tener consecuencias en la Guerra. Tenía sólo 24 años de edad y jamás había pisado España.

La Junta General del Reino propuso al obispo de Zamora, Antonio de Acuña, como aspirante a la sede toledana, y se le encomendó la misión de tomar posesión de la silla arzobispal, para lo que debía trasladarse a la ciudad del Tajo, que ateniéndonos a criterios militares no requería en esos momentos la presencia de tan belicoso personaje sino que su presencia hubiera sido más necesaria en los campos de Castilla la Vieja.

Antonio de Acuña partió para Castilla la Nueva y su capital natural, Toledo, a finales del mes de febrero. Ello suscitó el entusiasmo de la población por las aldeas, villas y ciudades por las que pasaba, pero también el recelo del estamento nobiliario, que temía que repitiese en sus tierras al sur del Sistema Central los mismos excesos que había cometido por Tierra de Campos.

Padilla, mientras tanto, permanecía en Torrelobatón, inactivo.

Marzo de 1521. El duque del Infantado, según su estrategia de jugar a dos bandas, pacta con el obispo Acuña, para preservar sus tierras al sur del Sistema Central, incluidas las de Guadalajara

El 7 de marzo el obispo Antonio de Acuña y su ejército entraba en la ciudad de Alcalá de Henares, perteneciente al arzobispado de Toledo, lo que encendió en ella el fervor comunero.

Los aristócratas más importantes presentes en la zona, entre ellos el marqués de Villena y el duque del Infantado, enseguida trataron de ponerse en contacto con Acuña, firmando un pacto mutuo de neutralidad.

Tras enfrentarse a las tropas del prior de la orden de San Juan, Antonio de Zúñiga, nombrado por los regentes jefe del bando realista en la zona, Antonio de Acuña se presentó al frente de sus tropas en la plaza de Zocodover, de Toledo, el 29 de marzo, día de Viernes Santo.

La multitud lo rodeó y entre vítores reclamó la silla de arzobispo para él, llevándolo en volandas hasta la catedral.

30 de marzo de 1522. Entrevista entre el obispo Acuña y María Pacheco

El 30 de marzo, Acuña se entrevistó por primera vez con María Pacheco, mujer de Padilla, que regía la Comunidad de Toledo, la primera que se había constituido y la que había llamado a toda Castilla a la rebelión.

Ente María Pacheco y Antonio de Acuña surgió una rivalidad soterrada por el control de la situación.

Padilla continuaba inactivo en Torrelobatón, lo que permitía el agrupamiento de tropas del Almirante y del Condestable en Medina de Rioseco y en Tordesillas, respectivamente, cerrándole el paso por todas partes, salvo en dirección a la ciudad de Toro.

Al mismo, tiempo el ejército comunero resultaba caro de mantener –activo o inactivo- por lo que empezaron a producirse desmovilizaciones de tropas, miedos y fugas entre los soldados revolucionarios.

El tiempo corría en contra de Juan de Padilla que debía tomar alguna resolución.

Abril de 1521

Antonio de Acuña, ya en calidad de arzobispo de Toledo, comenzó a reclutar a hombres de entre 15 y 60 años para volver a combatir a las tropas realistas del prior de la Orden de San Juan.

El 12 de abril de 1521 tuvo lugar la quema o incendio de Mora, en Toledo, por parte de las tropas realistas. La localidad de Mora se había distinguido por su denodado batallar a favor del bando comunero de Toledo, por lo que sufrió el asedio por parte de las tropas realistas.

Ese día 12 de abril, los morachos se refugiaron en la iglesia del municipio, la cual fue incendiada por los invasores, con las puertas cerradas y siendo el principal lugar de emisión del fuego, pues en ellas los sitiadores habían colocado numerosos haces de leña.

Como resultado de este acto, perecieron 3.000 morachos de todos los sexos y edades… Después de ello, Antonio de Acuña partió con 1.500 hombres a sus órdenes hostigando a las tropas realistas en Yepes, y destruyendo más tarde Villaseca de la Sagra y presentando batalla contra las tropas del prior de San Juan, en la zona de Illescas.

23 de abril de 1521

El ejército rebelde de Juan de Padilla y Juan Bravo salió por fin desde Torrelobatón el día 23 de abril de 1521 de madrugada, hacia Toro, ciudad comunera mejor amurallada, en busca de refuerzos y de aprovisionamientos.

Pero el día era lluvioso, a veces con fuertes rachas de lluvia, una jornada poco propicio para hacer un desplazamiento militar, en el que también se transporta pesada artillería.

A la altura de Villalar de los Comuneros sería dado alcance por la caballería realista, mucho mejor preparada para desenvolverse en ese terreno embarrado que la infantería y las tropas que transportaban los cañones.

El resultado de la batalla no se hizo esperar. Victoria completa del ejército realista y captura de los capitanes comuneros.

24 de abril

Fecha de la decapitación del toledano Juan de Padilla, del atencino-segoviano Juan Bravo y del salmantino Francisco Maldonado, sobre un cadalso construido inmediatamente al efecto.

25 de abril de 1521. María Pacheco se apresta a resistir en la ciudad de Toledo.

Dos días después las noticias de lo ocurrido en la localidad de Villalar, cerca de Tordesillas, comenzaron a llegar a la ciudad de Toledo.

María Pacheco, lejos de desmoronarse, ordenó reforzar las defensas de la ciudad y se aprestó a la resistencia contra las tropas realistas, entereza y rebeldía que mantuvo durante diez meses más, hasta febrero de 1522.

María Pacheco, tras recibir noticias en Toledo de la batalla de Villalar y de la muerte de Juan de Padilla.

3 de febrero de 1522. María de Pacheco abandona la resistencia de Toledo y parte para el exilio en Portugal.

La ciudad de Toledo resistió la autoridad de Carlos de Gante durante diez meses más, en nombre de la Comunidad de Toledo, dirigida por María López de Mendoza y Pacheco, la viuda de Juan de Padilla.

En principio fue una resistencia total que, desde el otoño de 1521, se transformó en una coexistencia entre la autoridad real y los núcleos de resistencia comuneros, a los que se garantizó la inviolabilidad de sus personas y el respeto de sus bienes y posesiones.

No obstante, el 3 de febrero de 1522 los recelos entre ambos bandos estallaron en la ciudad y se produjo una nueva toma del Alcázar de Toledo por parte de los comuneros, que al ser sofocado por las tropas realistas determinó la huida de la ciudad de María Pacheco, que partió hacia el exilio portugués, en el que moriría, en 1531.

María Pacheco, la alhambreña-toledana, oriunda de Guadalajara, fue excluida de todos los sucesivos perdones a los comuneros que dictó el ya emperador Carlos V para congraciarse con las ciudades que le habían sido hostiles al comienzo de su reinado.

Ni siquiera después de muerta, permitió el emperador Carlos V que sus restos fuesen repatriados a Castilla, para ser inhumados junto a los de su esposo, Juan de Padilla. La inquina imperial contra ella se prolongó, pues, más allá de su muerte.

María de Pacheco y Diego Hurtado de Mendoza, probable autor del Lazarillo, dos oriundos de Guadalajara, sobre los que la ciudad debería reflexionar.

María Pacheco, hija del conde de Tendilla, y hermana de Diego Hurtado de Mendoza, poeta renacentista y probable autor del Lazarillo de Tormes.

Por otra parte, María Pacheco, es hermana de otro alhambreño oriundo de Guadalajara, Diego Hurtado de Mendoza y Pacheco, hijo también del conde de Tendilla, poeta renacentista de hondo calado y diplomático al servicio del emperador.

Más joven Diego que su hermana María, puesto que el futuro escritor nació en 1504. La Guerra de las Comunidades le sobrevino siendo muy joven, pues, por lo que no tuvo que tomar partido ni participar en ella.

Diversas teorías, que ya se escucharon y escribieron en el siglo XVI, y que no han dejado de sustentarse desde entonces desde entonces, apuntan a él como probable autor del Lazarillo de Tormes, donde se describe con todo lujo de detalles un viaje entre Salamanca (en cuya Universidad Diego Hurtado de Mendoza había estudiado) y Toledo (la ciudad que fue residencia de su hermana María).

Si el espléndido poeta renacentista Diego Hurtado es también el autor de un relato en prosa tan excepcional y tan fecundo en consecuencias como el Lazarillo de Tormes, su figura debe ser agrandada hasta uno de los lugares máximos de la Literatura española.

Motivos para guardar el anonimato de su novela le sobraban, siendo hermano de la proscrita comunera María de Pacheco y yerno del decapitado Juan de Padilla, amén de diplomático al servicio del Emperador, teniendo en cuenta además que el Lazarillo es una crítica frontal del mundo ideológico, religioso, social y económico sobre los que se basaba la sociedad carolina.

Epitafio de Diego Hurtado de Mendoza para María Pacheco

Palacio del Infantado de Guadalajara. Representación de los principales acontecimientos de la Revuelta de las Comunidades en Guadalajara, en uno de los escenarios donde tuvieron lugar los sucesos, con ocasión del 500 aniversario de la Revolución comunera, año 2021

Sin desdeñar la más que probable autoría del Lazarillo de Tormes de Diego Hurtado de Mendoza, bástenos para concluir este reportaje sobre las Comunidades de Castilla en Guadalajara, rememorando los versos que el escritor dedicó a su hermana a modo de epitafio.

Si preguntas mi nombre, fue María.
Si mi tierra, Granada; mi apellido
de Pacheco y Mendoza, conocido
el uno y el otro más que el claro día.
Si mi vida, seguir a mi marido.
Mi muerte en la opinión que él sostenía.
España te dirá mi cualidad
que nunca niega España la verdad.

Que tampoco Guadalajara olvide la raigambre alcarreña de María y Diego, ya que son figuras que pueden enaltecer grandemente la imagen de esta tierra, a la que sin duda estuvieron vinculados como hijos ambos del primer capitán general del reino de Granada y alcaide perpetuo de la Alhambra, Íñigo López de Mendoza y Quiñones, nacido en Guadalajara en 1440 y muerto en la Alhambra en 1515.


Palacio del Infantado de Guadalajara. Representación de los principales acontecimientos de la Revuelta de las Comunidades en Guadalajara, en uno de los escenarios donde tuvieron lugar los sucesos, con ocasión del 500 aniversario de la Revolución comunera, año 2021

Un año este de 1515 en el cual todavía era regente y gobernador de la Corona de Castilla Fernando el Católico, y en el que ni siquiera podía sospecharse el cambio de rumbo que iba a sufrir la política española con el ascenso al trono de la Casa de Austria, y el rechazo a esa política, la revuelta y la revolución de las Comunidades de Castilla, que con ello iba a desencadenarse.

Muralla: ¿Ciudad dormitorio o histórica?

LA MEJOR DEFINICIÓN DE lo que supone que en pleno centro neurálgico de Guadalajara, es decir, en la plaza de Santo Domingo, haya aparecido un significativo lienzo de muralla medieval de Guadalajara, se la he leído a mi compañero de columna del plano superior, Jesús Orea, cuando ha dejado escrito con fuste y casi con capitel: “Guadalajara no nació en los años sesenta con los polígonos de descongestión de Madrid, no. Hace ya mucho tiempo que en esta ciudad debía haberse abierto la muralla al conocimiento pues de él se deriva la autoestima y de ella el celo por preservar lo que es digno de ser preservado”.

La triste opinión de que somos lo que acaba de exponerse, un apéndice irrelevante y reciente del Madrid de los años 60, convertida en una ciudad dormitorio de la capital, pero sin valor en sí misma no es una exageración, sino criterio corriente entre los propios convecinos de Guadalajara, que todos hemos oído con relativa frecuencia entre nuestros conciudadanos.

Recreación de la Puerta del Mercado./ Pablo Aparicio.

Se aprecia de ella su tranquilidad (o sea, ser menos conglomerado urbano de bloques verticales que los grandes monstruos periféricos que rodean a la megalópolis matritense), no su estética decantada por el paso, el peso, el rastro, la huella, las señales y los tesoros dejados en ella por sus siglos de Historia.

En ello, ha tenido mucho que ver la desidia de las autoridades competentes, que a lo largo del XIX y del XX se han apresurado a demoler, a tapar o a construir encima de las “señas de identidad” urbanas de la ciudad de Guadalajara, amén de socavar, minar, zapar, debilitar y destruir las “señas de identidad” culturales, históricas y regionales de Guadalajara y su entorno, para que no haya águila avizora que la reconozca al cruzar sobre ella, sino que pase de largo y se vaya a hacer otro recorrido turístico cualquiera.

Pues bien, en el mejor sitio que cabía esperar, entre la plaza de Santo Domingo y el comienzo de la calle Mayor ha quedado al descubierto una prueba relevante de la historicidad arquitectónica de Guadalajara, de la que las verdaderas ciudades-dormitorio que rodean Madrid no disponen.

Mi opinión es que esa huella viva del pasado de la ciudad, brotada en el lugar quizá más transitado de la misma, debe preservarse y dejarse a la vista, (con la debida protección transparente, que deje pasar la vista pero no la mano de los vándalos que también surgiría pronto) para información y autoestima de los guadalajareños y de los visitantes de la ciudad.

Si además, se coloca a su lado un panel tan hermoso como el que compuso Pablo Aparicio en la recreación de la Puerta del Mercado de las murallas de Guadalajara, que en ese lugar se encontraba, pues recuperación lograda de una bella, cierta y real memoria histórica.

Cuando he expuesto esta idea en otros lugares, he recibido adhesiones y algunas críticas, la más injusta que se me ha dirigido afirma que “esperemos que el gran poeta (gracias por esta valoración, que uno no recibe todos los días) Juan Pablo Mañueco no ponga murallas al progreso de Guadalajara”.

¡Dios me libre de poner yo nada de eso al desarrollo, a la prosperidad y al florecimiento de las artes, de las ciencias y de la economía alcarreñas…! Pero igualmente tampoco hay que aplicar pico y pala, ladrillo y hormigón, a la memoria del pasado que nos surja en pleno corazón de la ciudad.

Mi opinión, lo reitero, es que este lienzo de murallas debe conservarse, y además dejarse a la vista para su contemplación…  Si además se consigue una forma airosa de edificar en altura sobre lo preservado (con la protección debida que además permita su contemplación), mediante alguna solución arquitectónica que construya cuanto permitan las normas urbanísticas, miel sobre hojuelas.

La plaza de Santo Domingo ya es un espacio más bien en altura vertical que en horizontalidad: elévese lo que vaya a construirse allí cuanto se yerguen los edificios colindantes, pero la muralla presérvese, y si además de hace mediante una curva que salve las muralla pero que use para fines privados su espacio aéreo, pues a lo mejor se consigue también algo nuevo, pero digno de verse.

Lo expuse en verso en cuanto se produjo el hallazgo de referencia y ahora recojo aquí el enlace para quien quiera leer esas reflexiones en verso:

https://www.guadalajaradiario.es/tribuna-gd/47188-memoria-historica-bella-y-turisrica.html

Castilla, por medio mundo… ¿Y por Guadalajara?

HAY NOMBRES ATRACTIVOS Y sugerentes para el mundo entero, aunque en el propio solar que ese nombre designa sus habitantes, moradores y autóctonos no sean conscientes de la atracción, encanto y hechizo con que la magia de su nombre seduce el ánimo y despierta el interés en ámbitos foráneos y extranjeros, entre aquellos habitantes que ya quisieran, ya, pertenecer a esa tierra y a esa cultura tan admirable y admirada por los de fuera como poco apreciada por los de dentro.

¿Un ejemplo de lo que decimos…? Castilla, asombro para quien la contempla desde fuera; nimiedad parva y menuda para los castellanos, casi insignificante.

Viene todo esto a cuento de lo que está pasando por medio mundo con mi libro “Castilla, entre el XX y el XXI” que publiqué en versión digital en 2020 en la plataforma digital de Amazon y desde entonces:

1/ Ha conseguido la consideración de “best-seller” en el mercado español. Logro importante para un libro que recoge sólida y didácticamente la evolución de la cultura castellana y de la visión de Castilla que han tenido las Generaciones de intelectuales y artistas castellanos de 1900, 1920, 1940, 1960, 1980 y 2000.

Sin embargo pese a tratar este tema con el máximo rigor, también ha conseguido exponerlo que muchas ilustraciones gráficas y con suficiente amenidad, por lo que ha alcanzado esa consideración de “best-seller”.

2/ A raíz de este logro, Amazon ha decidido lanzar este libro a nivel mundial, siempre en español o castellano, pero dirigido a cada uno de los siguientes mercados internacionales, con sus diferentes cauces de difusión y de comercialización, por lo que la moneda en que se abona la descarga del libro es diferente en cada caso.

Amazon comenzó lanzando “Castilla, entre el XX y el XXI” en el mercado canadiense:

Después llegó el turno del mercado mexicano:

A continuación el libro penetró en el mercado estadounidense:

Y después ya, incontroladamente, se ha abierto paso en Brasil, Australia, Japón,Países Bajos, Francia,Alemania, Italia:

Y otros países de Europa, América y Asia/Pacífico donde ha aparecido o está a punto de ser introducido en sus mercados correspondientes.

Todo ello es un éxito, de nuestra lengua (que puede ser entendida por nativos, estudiante y estudiosos, o residentes españoles en todos los países citados, en todos los continentes), y también es un éxito para el propio libro.

Su descripción de contenido –para quien quiera saber de qué va…-  puede leerse en cualquiera de los enlaces descritos. Al parecer dicha descripción ha bastado para interesar a los editores y lectores de todos esos países citados…

Y finalmente es un éxito para Castilla y para Guadalajara.

ÉXITO DEL LIBRO PERO TAMBIÉN PARA CASTILLA Y PARA GUADALAJARA

PARA CASTILLA, PORQUE SU portentosa trayectoria cultural y artística –también durante el siglo XX y XXI- ha permitido escribir una densa pero amena “Guía cultural” para conocer y comprender la obra de las Generaciones de intelectuales castellanos de 1900, 1920, 1940, 1960, 1980 y 2000, una verdadera cosecha de talento al servicio de Castilla y de su cultura, durante todos estos años.

Para Guadalajara, porque mucho del castellanismo que se cita en este periodo aludido tiene su base y acomodo en la ciudad y provincia alcarreña, y a Guadalajara se presta especial atención para relatar cómo se crearon las artificiosas regiones autónomas o taifas y taifillas castellanas de los años 80 del pasado siglo.

A principios de esa década, sin contar para nada con la población, sino a veces yendo expresamente contra la voluntad manifiesta y manifestada de los castellanos –que deseaban otro modelo autonómico- se impusieron desde arriba, verticalmente, unos “entes” autónomos portadores de verdaderas “entelequias” en su interior, sin muestra alguna de realidad.

El caso de Guadalajara y su inclusión forzada y forzosa en le región o taifa castellana de Castilla-La Mancha se trata con amplitud documental…

Una taifa, por cierto, es la descomposición de algo previo… Todas las demás regiones españolas fueron respetadas, sólo Castilla fue disuelta en “taifas”: luego sólo son “taifas” las descomposiciones territoriales provenientes de la histórica Castilla, todas ellas, las cinco: Castilla y León, Castilla-La Mancha, Madrid, Cantabria y La Rioja.

El caso de Guadalajara, como decimos, sirve para mostrar a todo el mundo, con gran alarde de fotografías, mapas históricos, reproducciones de publicaciones de prensa de los años 80 (especialmente del semanario “Flores y Abejas”, y del diario “Guadalajara. Diario de la mañana”) un asombroso proceso territorial que de “autónomo” tuvo muy poco:

Fueron imposiciones verticalistas de las ejecutivas de los partidos quienes forzaron a ir, según ya se ha expuesto aquí y en el libro se prueba, por el camino que NO querían seguir los ayuntamientos, los políticos locales y provinciales, así como tampoco las poblaciones de base, en sus manifestaciones en la calle o por manifiestos escritos y recogidas de firmas.

“Flores y Abejas” sufrió en sus carnes, además, la censura y la represión contra el castellanismo, incluso en esos años 80. Se aportan en el libro las pruebas, los artículos perseguidos y las represiones y represalias tomadas  por el poder contra los periodistas que aspiraban a que la voz veraz de la calle se asomara a los papeles impresos y a las emisoras de radio.

Igualmente el diario “Guadalajara. Diario de la Mañana”, también sufrió todo tipo de represiones oficiales por propugnar el mantenimiento unido y autónomo de una gran Castilla, siguiendo los deseos muy mayoritarios en Guadalajara y las tesis documentadas que exponía por entonces un intelectual y político de tanta talla como Claudio Sánchez Albornoz.

REPRESIÓN DEL CASTELLANISMO ENTONCES Y AHORA

REPRESIÓN, SILENCIAMIENTO Y PERSECUCIÓN del castellanismo en aquellos años, como en este libro se prueba, aunque la represión del castellanismo podría probarse documentadamente que dura –y de manera muy fuerte- hasta nuestros días, y lo he probado en la versión en papel de este mismo libro, más extensa, que ya también está publicada.

En definitiva, el mundo se está enterando de lo que pasó en Guadalajara en los años 80 –poco edificante-, mediante fotografías tomadas en el propio Salón de Plenos del Ayuntamiento de Guadalajara, por el semanario “Flores y Abejas”, donde se ve quiénes votaron a favor y quiénes en contra de partir a la histórica región de Castilla, para hacer con ella una taifa o taifilla, y con qué actitud de mayor o menos obediencia o desgana lo hace cada uno de los concejales.

Sólo por las fotos de ese momento histórico del Pleno Municipal de Guadalajara que rompió Castilla, ya merece descargar u hojear este libro. Pero además hay otras imágenes muy valiosas del aquel pleno (con manifestantes dentro del Salón de Plenos, que no fueron tampoco escuchados –el pueblo de Castilla no estuvo invitado a su decapitación-) y de aquel periodo donde en la calle y en la prensa se dijeron y se vieron tantas cosas que ahora apetece rememorar, ya convertido todo en Historia.

NOTA FINAL, “CASTILLA, ENTRE EL XX Y EL XXI” TAMBIÉN YA EN LIBRO EN PAPEL

POR ÚLTIMO, INDICARÉ QUE este libro que comentamos se encuentra publicado ya en papel, desde este mes de julio de 2021… Pero además en versión aumentada, corregida y desarrollada hasta las 320 páginas.

Todo ello ha permitido incorporar tal cantidad de imágenes, mapas, ilustraciones y nombres que bien puede decirse que “Castilla, entre el XX y el XXI. Historia y Memoria” es una enciclopedia de 320 páginas de los principales acontecimientos culturales, artísticos y políticos de Castilla (desde Santander a Ciudad Real) durante el siglo XX y lo que llevamos del XXI.

Se puede conseguir en las principales librerías de Guadalajara y España, en El Corte Inglés, FNAC, La Casa del Libro, etcétera.

Que agrade a los lectores y que disfruten ellos leyéndolo como yo he disfrutado escribiéndolo y que aprendan tanto o más de lo que yo he aprendido mientras investigaba nuevos datos sobre el muy nutrido castellanismo que hubo a lo largo del siglo XX y sigue habiendo en el XXI.

Juan Pablo Mañueco

«Brevísima Relación de la destrucción de las Españas»

Oigo, tierra, tu aflicción
y escucho que se ha cubierto
de silencio triste y muerto
tu pecho y tu corazón.
Sobre tu invicto pendón
veo que flotan millones
de insignias de otras regiones,
cuyo mérito es menor
y hoy se siente tu color
es sólo el de las traiciones.
.

Lloras porque te faltaron
enteramente al respeto
y al abandono completo
todos hoy te condenaron
porque tu gloria admiraron
y no les llegó la suya
a parecerse a la tuya
ni de lejos, pues lejana
quedó su fortuna vana
donde apenas valor bulla.
.

Do quiera la mente mía
su mirada presta eleva
no halla siquiera una gleba
huérfana a tu valentía.
Desde la cima bravía
que el sol de Indias tornasola
hasta océanos donde ola
la bandera de Castilla
-roja, blanca y amarilla-
sembró y llenó de aureola.
.

Tres décadas cual ninguna
entre año mil cuatrocientos
noventa y dos los alientos
inician de tu fortuna.
Todo mar o tierra alguna
mil quinientos veintidós
ya pende del intradós
de la Historia de Corona
de Castilla, que blasona
no dejar la sal en pos.
.

De una potencia europea
a la potencia mundial
con treinta años en total
se consuma la tarea.
Castilla es una marea
que da prima Vuelta al Mundo
sobre el piélago profundo
de océanos descubiertos
y continentes cubiertos
por su enseña, que allí ondea.
.

La Casa de Austria luego
te uncen a sus belicismos
para imponer austracismos
a sangre, a hierro y a fuego.
Te obligan seguir el juego
de dinastía extranjera
que por ti nada sintiera:
tierra a quien brear a impuestos,
y para cubrir con restos
humanos por ahí afuera.
.

Oigo, tierra, tu aflicción
y escucho que se ha cubierto
de silencio triste y muerto
tu pecho y tu corazón.
Sobre tu invicto pendón
veo que flotan millones
de insignias de otras regiones,
cuyo mérito es menor
y hoy se siente tu color
es sólo el de las traiciones.
.

Casa de Borbón también
te trata a ti injustamente,
peor que a resto de gente
prosigues de ellos rehén.
Comienza a ser terraplén
lo que ya se abre ante ti,
y el mercado hispano así
ya queda para los otros.
Va hundiéndose en nosotros
rojo pendón carmesí.
.

Surge la moderna España
tan enorme y liberal
que el BOE dicta total
la voluntad de Triespaña.
Todo para ella rebaña,
y los demás a morir
para injusticias abrir
aún más injustamente.
Desigual sea la gente
¡Emigren los sin vivir!
.

¿Liberalismo…? ¡No hay tal!:
Sea el mercado cautivo
español, pues que prohíbo
toda importación real.
Sea España principal
colonia de esta Triespaña
que todo por sí lo araña,
y medre mero maquinismo
torpe, si liberalismo
dejara entrar lo industrial.
.

XIX así centuria
y la del XX que sigue,
el cual a Triespaña abrigue
y al resto trate con furia.
Colonias en su penuria
económica. El Poder
sólo a tres deja comer.
Lo restante sangra perverso
deja España en su reverso
de cómo debiere ser.
.

España está ya vaciada,
las Castillas destruïdas,
son políticas suicidas
porque las dejan en nada.
Y tras pasarlas a espada
se atreven a perorar
que ya bajan el pulgar.
-¡Muerte a la España vacía,
más muerte aún todavía!,
dice España franquiciada.
.

Oigo, tierra, tu aflicción
y escucho que se ha cubierto
de silencio triste y muerto
tu pecho y tu corazón.
Sobre tu invicto pendón
veo que flotan millones
de insignias de otras regiones,
cuyo mérito es menor
y hoy se siente tu color
es sólo el de las traiciones.
.

Como cáscara se tira,
como corteza ya seca,
como una colonia hueca
con desprecio de la mira.
¡Se alce su altar y su pira
que hasta su nombre se avienta
hasta en eso puesta en venta!
Termine aquí la brevísima
de la antaño tan fortísima
destrucción para Castilla.
.

Lope, Quevedo, Cervantes
besan aún su mejilla.
¡Ruega tú en propia capilla
que tenga más adelantes
y se levante Castilla!

Juan Pablo Mañueco

«Monumentos a los comuneros» en Guadalajara

Haré un paréntesis en la cronología del movimiento comunero, tan lleno de enseñanzas todavía para nuestros días. A sus primeras entregas se puede acceder desde la parte final de este artículo, donde un enlace les llevará a ellas.

COMO EN EL CASO DEL pasado artículo hay que congratularse del dinamismo que la conmemoración del V Centenario de los comuneros está manifestando durante estos meses, con actos institucionales entre las Cortes de Castila-La Mancha, Madrid y Castilla y León, así como diferentes organismos provinciales, universitarios y culturales que plantean recuerdos, homenajes y hasta la erección de calles y monumentos, a los principales líderes comuneros.

Ha sonado la posibilidad de tres cuartas partes de las calles que rodean a la Concordia, dejen de llamarse C/ Boixareu Rivera, para pasar a rotularse como calle de María Pacheco.

Mi opinión es contraria a ese cambio, por dos motivos, si Boixareu Rivera se cambia debe pasa a llamarse calle de la Concordia que es como todo el mundo la hemos llamado siempre en Guadalajara, y como va seguir llamándose, pese a que  se le aplique nombre distinto.

Dedíquese a María Pacheco la gran calle o avenida que se quiera, pero las calles que rodean La Concordia van a seguir llamándose La Concordia, póngasele el nombre que se le ponga.

También se ha rumoreado la posibilidad de erigir un monumento a los comuneros en Guadalajara, a la altura de la Plaza del Concejo, o donde se decida erigirlo.

A este respecto, me gustaría comentar lo siguiente.

UN GRANDIOSO Y EMBLEMATICO MUNUMENTO A TODOS LOS COMUNEROS CASTELLANOS Y ALCARREÑOS

LA ERECCIÓN  DE LA airosa estatua al atencino Juan Bravo, en Segovia, en 1921, durante el IV Centenario de la Batalla de Villalar, supuso la aportación de un emblemático símbolo a la ciudad segoviana, que hoy nos parece que siempre estuvo en su central emplazamiento de la calle Mayor, donde todo los turistas la buscan con la mirada.

Igualmente, en la cercana fecha de 2015 se erigió un monumento en bronce a Juan de Padilla en Toledo, menos logrado estéticamente que el Juan Bravo, pero que cumple su función representativa de homenaje.

También Salamanca erigió un monumento a Francisco Maldonado, menos logrado que los dos anteriores.

Parece que Toledo se va a poner a la tarea de erigir otra estatua, esta vez a María Pacheco, la esposa de Juan de Padilla, y persona que capitaneó la resistencia de Toledo, durante 9 meses más, hasta febrero de 1522.

EL GIRO QUE DEBERÍA DÁRSELE A UN MONUMENTO A LOS COMUNEROS EN GUADALAJARA, PARA SINGULARIZARSE.

GUADALAJARA NO DEBERÍA RENDIR su homenaje a los comuneros mediante una sola escultura aislada, sino con un grupo escultórico relativo a varios personajes, donde no falten las figuras comuneras locales de la ciudad y tampoco las más eminentes figuras de los comuneros, que se da la circunstancia son de la provincia de Guadalajara o son oriundas de Guadalajara.

Oriundo de Atienza, donde nació, es Juan Bravo, aunque habiéndose trasladado de niño a Segovia, es justo que le tengamos por segoviano, sin olvidar sus orígenes atencinos.

Y oriunda de Guadalajara, de donde era su padre el conde de Tendilla, es María Pachecho, nacida circunstancialmente en la ciudad de Granada, una ciudad con una población morisca del 95 %, dado el poco tiempo que había pasado desde su reconquista en 1492.

Es decir María Pacheco es más guadalajarareña por familia y por ella misma que Leopoldo Alas Clarín es “asturiano”, ya que nació en Zamora, ciudad que guarda más semejanzas culturales con Clarín que las escasas afinidades que pudo  apreciar María en la extraña Granada de su infancia,

Juan Bravo y María Pacheco, como oriundos de Guadalajara en ambos casos, deberían presidir el grupo escultórico que Guadalajara debería dedicar a todos los comuneros de Castilla, unitariamente. Es decir, en un segundo plano del monumento que se erija debían tener su lugar Juan de Padilla y Francisco Maldonado. Quizá también el obispo Antonio de Acuña y algún otro comunero relevante que haya transcendido las fronteras provinciales.

En otro plano distinto, los comuneros de la ciudad de Guadalajara, junto con las escenas que mejor puedan acotar los acontecimientos de aquellos días y meses, deben estar representados:

El carpintero Pedro de Coca, el albañil Diego Medina, un albardero y buñolero apodado Gigante, el presidente de la Audiencia Ducal, Francisco de Medina y Mendoza, el licenciado Juan de Urbina, el caballero Diego de Esquivel y otros nombres distinguidos de la ciudad entre los que se encontraba el conde de Saldaña, don Iñigo López de Mendoza, heredero del poderío familiar mendocino.

MARÍA LÓPEZ DE MENDOZA Y PACHECO

EL PEQUEÑO EMPEÑO QUE he puesto en probar el origen oriundo de Guadalajara de la máxima cabecilla comunera y desde luego de la máxima cabecilla femenina, María López de Mendoza y Pacheco (1496-1531), basta para probar no ya sólo las raíces familiares inmediatas de doña María, hija del guadalajareño Íñigo López de Mendoza y Quiñones, sino que bien podía ser considerada directamente una figura de Guadalajara (aunque “le nacieran en Granada, 4 años después de su reconquista”).

En modo alguno puede ser María Pacheco hija de esa ciudad, cuyo 98 % de la población del momento sería morisca, por lo que María viviría su tiempo casi permanente encerrada en la Alhambra, y sería una MESA (Menor Sí Acompañada) cuando se desplazase por las calles de Granada, bien protegida por la escolta personal que le hubiese puesto su padre.

María Pacheco visitaría las tierras familiares más allá del reino de Granada, numerosas veces durante su infancia y a los 15 años ya la vemos radicada y casada en Toledo, con Juan de Padilla, un caballero de menor alcurnia que ella, pero tan castellano como ella, sin duda.

¿Toledana por radicación, guadalajarareña por familia? Cualquiera de las dos cosas… Lo único que no tendría sentido es considerarla dama granadina, pues eran castellanas las damas que en 1496 por allí hubieran.

DIEGO HURTADO DE MENDOZA

PERO LA ARGUMENTACIÓN ANTERIOR acerca del carácter oriundo guadalajareño o directamente de nuestra ciudad de María Pacheco me importa incluso más para que se aplique a uno de sus hermanos, Diego Hurtado de Mendoza (Granada, 1503-Madrid, 1575). Y todos los arriacenses empecemos a considerarlos paisanos.

¿Y por qué subrayar incluso más que a María a su hermano de padre y madre Diego…? Pues porque Diego Hurtado de Mendoza es, con el 95 % de probabilidad, el autor del Lazarillo de Tormes, además de un poeta renacentista de primer orden, en poemas que si cobijó bajo su nombre.

Calló su autoría del “Lazarillo” precisamente por ese parentesco, por ser hermano de una exiliada en Portugal y rebelde contra el Emperador y por ser cuñado de Padilla, enemigo mortal y decapitado por el Emperador.

No era oportuno enorgullecerse de haber escrito un libro tan crítico y erasmista como era ese, teniendo tales parentescos.

Diego nada tuvo que ver con el bando comunero, sino que sirvió en todo momento al Emperador, pero debería aparecer en el grupo escultórico que estamos diseñando para homenajear a los comuneros en Guadalajara por los sentidos versos que dedicó a su hermana María como epitafio de su tumba, cuando ésta falleció en el exilio de Portugal.

Estos son los versos que redactó Diego Hurtado y que podría aparecer a cierta distancia de su hermana, declamándoselos personalmente desde un pergamino en sus manos.

Si preguntas mi nombre, fue María,

Si mi tierra, Granada; mi apellido

De Pacheco y Mendoza, conocido

El uno y el otro más que el claro día

Si mi vida, seguir a mi marido;

Mi muerte en la opinión que él sostenía.

España te dirá mi cualidad.

Que nunca niega España la verdad.

Para más argumentos que apuntalan la autoría del Lazarillo por parte de Diego Hurtado de Mendoza, uno de los grandes de la novela y literatura española, pues, puede consultarse la novela del autor de este artículo titulada: “Lazarillo de Henares o El sol del mediodía”

En el prólogo de la misma, expongo los convincentes argumentos existentes sobre la autoría del guadalajarareño u oriundo de la Alcarria Diego Hurtado de Mendoza respecto al Lazarillo.

Y expuesto lo que se ha dicho sobre este monumento en Guadalajara a todos los comuneros de Castilla que, ciertamente, pondría a nuestra ciudad en el centro de la memoria comunera, además de constituirse en un brillante foco de atracción turística, en sí mismo, emplazo a los lectores para la nueva entrega que efectuemos sobre los comuneros de Castilla, y les invito a repasar las tres entradas anteriores sobre este mismo tema, que desde aquí mismo se enlazan.

1521: “Guerra de la Dependencia”. P-III. Toledo-Villalar-Toledo

ESTA TERCERA ENTREGA DE la serie de artículos que redacto sobre la “Guerra de la Dependencia de Castilla ante la Casa de Austria”, como considero que podría conocerse, más aclaratoriamente desde su propia denominación, a la Guerra de las Comunidades de Castilla (1520-1522), llegamos hoy a la efeméride de la propia batalla de Villalar (23 de abril de 1521), que no puso fin a la Guerra de la Dependencia, sino que el sur de Castilla, Madrid y en especial Toledo continuó resistiendo a la absolutista Casa de Austria durante nueve meses más, hasta febrero de 1522.

A las dos entradas anteriores a ésta, se puede acceder desde la parte final de este artículo, donde un enlace le llevará a ellas.

Antes que nada desearía congratularme porque el V Centenario (que se va a alargar hasta ese febrero de 2022 cuando realmente se conmemorará el fin de la Guerra) se esté recordando también en organismos oficiales que, desde hace 40 años, han vivido de espaldas a las Comunidades y en general a la unidad de Castilla, cuya desunión se ha promovido, impulsado y patrocinado oficialemente desde arriba para que la población castellana desconociera su propia historia común.

«Me congratulo porque el V Centenario (que se va a alargar hasta febrero de 2022 cuando realmente se conmemorará el fin de la Guerra) se esté recordando también en organismos oficiales que, desde hace 40 años, han vivido de espaldas a las Comunidades y en general a la unidad de Castilla, cuya desunión se ha promovido, impulsado y patrocinado oficialemnte desde arriba para que la población castellana desconociera su propia historia común».

En esta ocasión, parece que no se va a arrojar silencio, ocultación o mutismo sobre Castilla, como suelen hacen los políticos que dicen representar a esta tierra, por orden imperativa de los poderes verticales que lo ordenen.

Al contrario, algunos organismos públicos de Castilla la Vieja, Madrid y Castilla la Nueva da la impresión de que ya se han enterado que se ubican en la histórica tierra de Castilla y están dispuestos a conmemorar esta efeméride como la cosa propia de todas estas tierras que es.

El pasado lunes 19 de abril, las Cortes de Castilla la Nueva (por nombre inexacto y no refrendado por la población, aunque oficial, más bien llamadas las Cortes de “Castilla-La Mancha”) celebraron, conjuntamente con los presidentes de las Cortes de Castilla la Vieja y León y del Parlamento de Madrid, el inicio de las efemérides.

Tres banderas juntas de autonomías castellanas en las Cortes de Toledo durante el acto aniversario del levantamiento comunero./JCCM.

El presidente de Castilla la Nueva, Emiliano García-Page, dirigiéndose a las Cortes de la Región el lunes 19 de abril de 2021, con la asistencia de tres presidentes de las Cortes regionales castellanas en el acto y las banderas de estas tres autonomías castellanas desplegadas junto a la bandera de España

En el Salón de Plenos de las Cortes de Castilla la Nueva se desplegaron las banderas de España y las de Castilla Norte, Castilla Sur y Madrid, en un gesto simbólico que debería ser más frecuente, porque las tres últimas son expresión de la misma tierra muy histórica: Castilla, aunque ciertamente de las tres sólo una tiene verdadero valor histórico, siendo las otras dos inventos no muy afortunados y recientes.

El propio presidente de la región de Castilla la Nueva, Emiliano García-Page –que viene demostrando mayor sensibilidad hacia los asuntos castellanos que otros predecesores suyos en el cargo, lo cual debe serle agradecido y alabado como se merece- reconoció dicho lunes 19 de abril que las actuales Castilla-La Mancha y Madrid «somos geográfica, física y sociológicamente lo mismo, Castilla, como se ha visto incluso en cuestiones como el comportamiento del coronavirus».

Pues bien, cierto es, señor presidente García-Page, lo que usted por fin declara oficialmente en sede parlamentaria. Sólo falta que la próxima vez incluya también en su aserto a Castilla la Vieja y habrá atinado plenamente en la diana de la similitud castellana.

Tiempo habrá de comentar estos actos y los que se celebren hasta febrero de 2022 al respecto, pero de momento, como estamos precisamente en el día central del V Centenario de la batalla de Villalar, prefiero referirme a los hechos concretos que allí acontecieron en dicha fecha.

Villalar 1521

PUESTO QUE TENGO RELATADOS en varios libros de prosa y verso los acontecimientos de Villalar de 1521, no he querido referirlos de nuevo, sino acogerme a uno de esos relatos, en este caso en forma de poema, que ya tengo redactados sobre el tema:

Iniciaré aquí los primeros compases de mi poema “A Padilla, Bravo y Maldonado”, publicado en 2016.

Después, quien se sienta atraído por lo que el poema narra, puede seguirlo por completo en la dirección informática que abajo se indica, y que contiene el poema íntegro, acompañado de fotografías de los lugares que se citan y hasta de una breve película histórica que recoge en imágenes los acontecimientos narrados.

El poema comienza así:

A PADILLA, BRAVO Y MALDONADO,
CAPITANES EN 1521 Y CAPITANES DE FUTURO

“El Reino no es del rey, sino de la Comunidad”
“El Estado no es de los representantes, sino de los representados”

.

Capitán General Juan de Padilla
la Junta Comunera te ha nombrado
y hoy a gloria eterna serás llamado
a veintitrés de abril, mientras Castilla
.

verdea en trigos y en la fe que brilla
contra un César absoluto llegado
desde tierras flamencas, que ha dejado
arca exhausta en Reino y en cada villa.
.

De Torrelobatón, alcázar breve
que asedio imperial no resistiría,
hacia Toro el ejército partía
cuyo muro aguantar su empuje puede.
.

VILLALAR

.
Pero en medio de campiña y relieve,
donde Villalar se eleva y erguía
les avista imperial caballería
en día empapado en que el cielo llueve.
.

Cuantiosos los jinetes imperiales,
no porque su causa sea más justa,
sino sólo Su Majestad augusta
dadivoso fue en manejar caudales.
.

Combaten, de un lado, los ideales
de la libertad, y en contra la fusta
que, además de su tiranía, incrusta
prebendas y ventajas señoriales.
.

Al reino o nación lo quieren
situar encima del rey,
que sólo así norma y ley
por la libertad vinieren.
.

Así que las baterías
comuneras se sintieren
que, en su fragor, a quien hieren
es a añosas jerarquías.

Y ahora, quien desee seguir leyendo el poema y contemplar las fotografías y la breve película que le acompaña, aquí tiene a su disposición todo ello:

1520-1522: La “Guerra de la Dependencia” ante la Casa de Austria, P-II.

En esta serie de artículos estamos analizando las causas y principales episodios que ocurrieron en Castilla durante la Guerra de las Comunidades o “Guerra de la Dependencia” ante la Casa de Austria. La parte I puede leerse aquí:

La corona y el reino de Castilla, eje demográfico y económico de la Península Ibérica a principios del siglo XVI

EL EJE DEMOGRÁFICO Y económico de la Península Ibérica (Castilla, Aragón, Portugal) a comienzos de la Modernidad era sin duda la Corona de Castilla, con una población de entre 6 y 7 millones de habitantes, ante el millón de habitantes que sumaban en conjunto los territorios de la Corona de Aragón (Reinos de Aragón, Valencia y Mallorca y principado de Cataluña) y el otro millón de habitantes que suponía la población total de Portugal.

Y el núcleo de la Corona de Castilla estaba precisamente en las Castillas Vieja y Nueva.

El Consulado del Mar, radicado en Burgos  (una organización de mercaderes), regulaba todo el comercio castellano con el Norte de Europa, a través de los puertos del Cantábrico, hasta el punto de que fueron los comerciantes de Burgos quienes costearon a sus expensas la Expedición a las islas de la Especiaría de 1519-1522, que acabaría convirtiéndose en la Primera Vuelta al Mundo.

Uno de los comerciantes burgaleses con especial importancia en las navegaciones comerciales a las islas de las especias fue Cristóbal del Haro, miembro de una familia de mercaderes y financieros de la ciudad, que financió la primera expedición en llegar al Río de la Plata (1511-1512) y la Expedición de Magallanes (1519-1522), entre otras muchas navegaciones viajes de comercio.

“Burgos, legua cero del Viaje de Magallanes-Espinosa-Elcano”, cartel conmemorativo del 500 aniversario de la Primera Vuelta al Mundo. Sobre el mástil del navío, la bandera de la Corona de Castilla, bajo la cual se realizaba la expedición.

También intervino decisivamente en la puesta en marcha de esta Expedición de Magallanes (portugués de nacimiento, pero nacionalizado castellano antes de recibir el mando de unos barcos castellanos, según la costumbre de esa o cualquier otra época) el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, nacido en Toro, obispo de Burgos entre 1514 y 1524, y creador de la Casa de Contratación de Indias (1503), para poner bajo la autoridad de la Corona castellana los viajes que se organizaran al Nuevo Mundo.

En las dos imágenes de arriba, Vasco Núñez de Balboa, descubriendo el Mar del Sur en 1513 y la flota castellana de la Expedición de la Especiaría, las Molucas, que acabaría descubriendo el Estrecho de Magallanes y dando la primer Vuelta al Mundo entre 1519-1522

Las dos Castillas, Vieja y Nueva, eje a su vez de la Corona de Castilla

EN MEDINA DEL CAMPO se asentaba una de las ferias internacionales más importantes de Europa, y de hecho los banqueros de Medina crearon la primera letra de cambio, que empezó a ser la forma de pago internacional más común en todo el continente.

También la industria, las manufacturas, los textiles y los productos ganaderos, laneros y agrícolas castellanos eran significativos en el mercado europeo y posteriormente en el americano.

Las ciudades más populosas de España a principios del siglo XVI (excepción hecha de Sevilla) se encontraban en las dos mesetas. Valladolid, 38.000 habitantes; Toledo, 32.000; Medina del Campo, 20.000; Segovia, 15.000; Salamanca, 13.000; Medina de Rioseco, 11.000…

El historiador y jesuita de abundante bibliografía sobre la Edad Media y Moderna, Gonzalo Martínez Díez, que fue catedrático de Historia del Derecho de la Universidad de Valladolid, obtuvo estas cifras del Archivo de Simancas, harto significativas del papel de Castilla en el XVI, si las comparamos con los datos de la Castilla hundida, derrotada y despoblada de nuestros días

A principios del XVI, una provincia como la de Soria superaba en población a las tres provincias vascas: 190.000 habitantes en el territorio soriano frente a 185.000 en las tres provincias vascas juntas.

La provincia de Salamanca tenía casi tanta población como toda Cataluña. Medina del Campo rebasaba en seis veces la población de Oviedo y La Coruña y en ocho veces la de San Sebastián.

Incluso pueblos no especialmente significativos como Paredes de Nava, Béjar o Ágreda duplicaban a las dos primeras y triplicaban en población a San Sebastián.

Medina de Rioseco o Toro doblaban a Vigo o Santiago. Portillo (Valladolid) resultaba doble que Gijón y tres veces mayor que Eibar. Covarrubias (Burgos)  era mayor que Baracaldo.

Concretamente, la Corona de Castilla de principios del XVI contaba con unos 7 millones de habitantes, Aragón 250.000, Cataluña 300.000, Valencia 320.000, Baleares 80.000, Navarra 100.000 y Portugal 1.000.000.

1521-22: La “Guerra de la Dependencia” ante la Casa de Austria

LA GUERRRA DE LAS Comunidades de Castilla (1520-1522) podría ser conocida como Guerra de la Dependencia de Castilla y España ante la Casa de Austria, ante la familia de los Habsburgo, que actuaban todos ellos como un clan –gobernaran donde gobernaran- o ante los intereses prioritarios de Flandes y del Sacro Imperio Romano Germánico, como prefiramos denominar al ganador de aquella contienda, frente a los intereses propios castellanos y españoles.

Con ese nombre propuesto, todos entenderíamos qué se dilucidó militarmente durante esos dos años en los campos de batalla de la Castilla central, de la misma forma que a principios del siglo XIX se entiende inmediatamente qué se dirimía en una Guerra que se ha acabado conociendo como Guerra de la Independencia o Guerra contra los franceses.

Esta Guerra “de las Comunidades” o “de la Dependencia” fue ganada, obviamente, por los intereses centroeuropeos de los Habsburgo que arrastraron el potencial español en defensa de sus intereses familiares centroeuropeos durante los dos siguientes siglos (XVI y XVII).

Si la Castilla de la época pudo continuar, parcialmente, con el desarrollo de sus propios intereses –en América, África, Asia, Oceanía… es decir en cualquier continente menos en la Europa de las Guerras de Religión, un avispero donde nunca tendría que haber intervenido Castilla, puesto que nada tenía que ganar y sí mucho en lo que arruinarse- fue por la enorme potencia de la Corona castellana, ya antes de la llegada a ella de los Austria

Porque hay que tener en cuenta que no fue Carlos quien dio un Imperio a Castilla –la expansión ultramarina castellana ya existía, desde un cuarto de siglo antes de la llegada de Carlos I, o mucho antes si consideramos el caso de la toma castellanas de las islas Canarias o de plazas en el norte de África-, sino que fue Castilla quien dio a Carlos dos: el alemán que compró con el dinero castellano y esa expansión mundial castellana que los Habsburgo pudieron usar en su provecho familiar extracastellano.

Localización del movimiento comunero

Flandes supuso una costosa sangría de hombres y dinero para Castilla, el principal sostén de los Austrias, durante dos siglos. También la participación de Castilla en las guerras de religión centroeuropeas, donde los Habsburgo se convirtieron en campeones del catolicismo, no por cuestiones de dogma, sino por defensa de sus intereses familiares frente a otros competidores alemanes.

Lo cual estaba meridianamente claro para los castellanos sujetos a ellos, según las reiteradas peticiones de las Cortes castellanas para que se pusieran fin a semejante sangría, peticiones que siempre fueron respondidas de idéntica manera durante toda la dinastía… Igual que había hecho el rey Carlos la primera vez que los procuradores castellanos se lo solicitaron: «En esto se hará lo que más convenga a nuestros intereses».

Todos los Austrias «españoles» -del primero al último durante sus dos siglos de existencia- supieron que el principal de sus intereses era legislar lo más conveniente para Flandes y actuar en su provecho, siguiendo al pie de la letra las instrucciones dejadas por Carlos I en su testamento a Felipe II: «Ante todo, vela por los intereses de Flandes, nuestra patria».

La recomendación de Carlos de Gante se cumplió tan al pie de la letra que después de esos dos siglos de gastos desorbitados por Flandes, el último de los archiduques de Austria que ambicionó poseer España, ya en el siglo XVIII volvió a probarlo…

En efecto, el pretendiente al trono Carlos, autodenominado Carlos III, en contra del verdadero heredero de la Corona española, Felipe V de Anjou-, tras dejar destrozada la Península con una larguísima Guerra de Sucesión de casi quince años (1701-1715) sólo impuso una condición «sine qua non» para firmar el Tratado de Utrecht: la de que él sería considerado Archiduque de Austria, sin quedar el título vinculado a la Corona de España, y que Flandes sería sustraído del ámbito de España para pasar a la soberanía de Archiduque de Austria, él mismo.

Curiosa manera de salir de España la malhadada Casa de Austria: una Guerra de Sucesión, provocada por los Habsburgo, que se saldó con la pérdida de Menorca y Gibraltar ante sus aliados los ingleses, y con el traspaso de Flandes a la soberanía del Archiducado de Austria… Es decir, donde siempre había estado. Aunque la sangre y el dinero, llevaba dos siglos Castilla poniéndolos encima del ruinoso y ensangrentado terreno.­

Pero empezaremos por el principio del problema, recogiendo las causas y los hechos que originaron otra Guerra Civil mediante la cual entró a reinar en España tal Casa, extranjera y extranjerizante en todo momento de su política: la Guerra de la Dependencia ante el Imperio de los Habsburgo alemanes, a principios del siglo XVI, hace ahora quinientos años.

Otros Campos de Castilla, II. Generaciones

ESTE AÑO DE 2021 lo he iniciado con la publicación del libro “Otros campos de Castilla. Parte II: Las generaciones culturales castellanas desde 1900 hasta el siglo XXI”.

DOS APORTACIONES A LA ESTÉTICA DE CASTILLA

SE TRATA, EFECTIVAMENTE, DE la Parte Segunda de un libro anterior mío, aparecido en el año 2018, bajo el título “Otros campos de Castilla. Parte I: Contra la leyenda negra castellana”

En ninguno de los dos casos se trata de unos títulos pretenciosos o engolados, que intenten aparentar más de lo que son ni tampoco emular a otro de 1912, de Antonio Machado, con título bien parecido. No, en modo alguno, mis dos libros aludidos cuentan  con una variación bien apreciable respecto al de Machado.

Ambos libros aspiran a cumplir sencilla y modestamente lo que prometen: poetizar las muchas provincias, tierras y regiones de Castilla que NO fueron tratadas ni recogidas en el volumen del poeta sevillano, a principios de siglo XX, a pesar de que el título de aquel libro aluda a una “Castilla” genérica, que luego en la práctica de sus páginas poéticas no aparecen por ningún lado.

Antonio Machado sólo se refirió en el mencionado libro a la ciudad de Soria y a sus alrededores, más una parte añadida a última hora –y porque el editor de su libro le indicó que le había salido un volumen excesivamente breve-, el romance de “La tierra de Alvargonzález”, que recoge una leyenda parricida –terrible en su contenido y poco favorecedora de la imagen de Castilla- que ambientó en los Picos de Urbión y en la Laguna Negra, que Machado había conocido en una viaje realizado hasta aquellos parajes.

Poca Castilla es la que aparece en los “Campos de Castilla” machadianos. Por eso, referirse a los muchos, amplísimos y heterogéneos “Otros campos de Castilla” que no se habían recogido en la obra del poeta sevillano, me pareció una interesante oportunidad literaria que, además, completaba una visión poética exigua, reducida y uniprovincial…

Perspectiva corta que, por si fuera poco, se había convertido con el paso del tiempo en genérica, totalizadora, excluyente y exclusiva y, además, en la única concebible y concebida, pese a la varia, dispar, diversa y plural tierra castellana.

De Santander (cuna de Castilla y castellanísima provincia en tiempos de Machado) hasta Ciudad Real, desde Guadalajara a Madrid y a Salamanca, hay referencias literarias a Castilla que complementan la visión de Castilla machadiana, y la “magnifican” y amplían en el aspecto territorial. Valoraciones literarias, al margen.

CONTRA LA LEYENDA NEGRA CASTELLANA Y GENERACIONES CASTELLANAS

Por otro lado, ambos libros poéticos míos, el del año 2018 y el de este año 2021, tienen dos largos prólogos bastante significativos que me parece procedente comentar.

La Parte I comprende un largo prólogo titulado “Contra la leyenda negra castellana”: se analizan en él las tergiversaciones interesadas que los escritores periféricos de mediados y finales del XIX (catalanes, vascos y gallegos) lanzaron contra Castilla, y que, sorprendentemente, tras el Desastre del 98, fueron aceptadas a pies juntillas por los componentes de la Generación del 98 (ninguno de ellos castellano) y transformadas en altísima literatura, que ha acabado conformando la idea actual que todos los españoles, incluyendo los castellanos, tienen sobre Castilla.

Idea asumida desde entonces –no antes- hasta acá que es casi siempre (basta con que el lector mire introspectivamente dentro de sí mismo), una visión negativa.

El libro ahora publicado, es decir, la Parte II, tiene también un largo prólogo ensayístico que se titula “Las generaciones culturales castellanas desde 1900 hasta el siglo XXI”.

En este prólogo se conjuntan y se analizan generacionalmente los escritores, artistas, pintores, escultores… nacidos en Castilla –esta es la primera diferencia respecto a la del 98- y que han tocado el tema de su tierra castellana con sus propias, variadas y múltiples visiones de lo castellano –lo cual también amplía y enriquece la imagen que nos legó el 98-.

A través de las Generaciones de 1900, 1920, 1940, 1960, 1980 y 2000 vemos cómo el tema regional/territorial de Castilla y su relación consigo misma y con España ha sido una constante del siglo XX y de lo que llevamos del XXI.

Dicho prólogo, por sí mismo, basta para que yo aconseje la lectura del libro que acaba de aparecer.

Y aunque no hay espacio para entrar en mayores detalles, diré que el regionalismo cultural castellano a lo largo de estos años es perceptible en todas las provincias de Castilla, pero, si hubiera que destacar alguna, yo lo haría precisamente con la de Santander, donde el regionalismo castellano en libros, artículos, revistas y periódicos fue especialmente intenso en las primeras décadas del siglo XX.

Señalaré dos nombres esenciales que encabezan la nómina de esas generaciones culturales castellanas de principios de siglo: Marcelino Menéndez Pelayo, la Generación de 1900, y Gerardo Diego Cendoya, la de 1920. Ambos superan en geografía espacial, provincias castellanas a las que aluden y afecto por la propia tierra castellana a Antonio Machado, aunque nuevamente nos encontremos al autor sevillano eclipsando todo lo que no sea él en la valoración de lo castellano.

Pero escritores e intelectuales castellanos los hay muchos e intensos en todas y cada una de las provincias del norte, del sur y del centro de Castilla. Desde Claudio Sánchez-Albornoz, prolífico, magnífico y certero en el análisis histórico de Castilla y su papel entre los pueblos de España al novelista vallisoletano Miguel Delibes, de antepasados oriundos de la Montaña de Santander, donde sitúa algunas de sus obras más significativas, comenzando por “El camino”, ambientada en Molledo (Valle de Iguña).

Otro día, si hay espacio y tiempo –que tema seguro que sí hay- detallaremos algo más este atrayente, seductor y tentador asunto cultural.

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