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Apariciones marianas con serpientes (1)

Si en la anterior entrega hablábamos de algunas apariciones marianas en las que intervenía la paloma como animal representativo de la pureza, ahora lo haremos acerca de otras apariciones en las que el animal que suele intervenir representa todo lo contrario, es decir, lo repugnante. Esos animales son las culebras.

Tal es el caso que se da en la aparición de la Virgen de los Enebrales, de Tamajón, más conocida por el apelativo de “la Serrana”, por el lugar en que se encuentra enclavada su ermita.

La tradición cuenta que un sacerdote, a caballo, fue atacado por una enorme serpiente en pleno monte al trasladarse desde Tamajón hasta el cercano pueblo de El Vado, para celebrar la misa. Ante este ataque, el sacerdote invoca el auxilio de la Virgen, que en el mismo momento se le aparece sobre un enebro, “venciendo al reptil y salvando a su devoto de una muerte cierta”. Así nos recuerda ésta aparición el poeta García Perdices en su libro Cual Aurora Naciente (Advocaciones marianas de la provincia de Guadalajara) (1). Hasta hace poco tiempo podía verse en uno de las paredes de la ermita una pintura -bastante deteriorada- representando el hecho aquí narrado.

Se trata de una tradición que guarda un gran parecido con la que se cuenta en Salmerón, acerca de la Virgen del Puerto: En este caso, la serpiente acecha a un caballero que, al verla, invoca a la Virgen con estas palabras: “Virgen del Puerto, si me salvas la vida te haré un convento con un San Agustín dentro”. Do ut des. La Virgen da fuerzas al caballero que atraviesa con una lanza el corazón del animal. En agradecimiento, y según la palabra dada, el caballero manda edificar un convento para monjes agustinos (2).

¿No recuerda este caso la caballeresca y medieval figura de San Jorge?

Los dos casos parecen idénticos, pero en realidad no lo son ya que, mientras en el primero parece que es la propia Virgen la que mata a la serpiente, en el segundo es el caballero. Es decir, cada uno según sean sus ideales en la vida: la paz y la guerra.  Ambos van solos, y ante el peligro acuden en petición de ayuda a la Virgen, que se aparece venciendo el peligro (en el primer caso relatado) o dando fuerzas para vencerlo (en el segundo).

Después llega el  momento del agradecimiento. En el caso de Tamajón no sabemos en qué consistió, si es que lo hubo; en Salmerón fue un convento tal y como el caballero había prometido (3).

Otro dato curioso que se observa es que en la obra de Porreño se da el nombre del caballero y su condición, así como la fecha en que acaeció el portento. También el que sea don Gil Martínez el que con sus propias manos construya el convento, concordando en esto con las palabras de invocación citadas más arriba, aunque no así con la versión que nos ofrece García Perdices, en la que se dice taxativamente “que mando edificar un convento”. No obstante, el hecho más sustancial es que la fecha que se da, 1341, bajo el reinado de Alfonso onceno o “el Justiciero” (que duró hasta 1350, en que murió en el sitio de Gibraltar), puesto que este dato, unido a su política de reconquista, bien pudiera explicarnos muchos aspectos relacionados con esta leyenda local, y, en primer lugar, la conveniencia de que existiera este tipo de leyendas notoriamente propagandísticas con el fin de poder repoblar cuanto antes las tierras recobradas al moro, haciendo para ello que los conventos se conviertan en el punto de origen del nacimiento de numerosos pueblos, donde a un tiempo se daba trabajo en el cultivo de sus tierras a colonos, de manera que pudieran establecerse definitivamente para que, en caso de ataque o ruptura de fronteras, cambiasen las herramientas agrícolas por las armas.

Se trata, al fin y al cabo, de un intercambio en el que el amparo espiritual se cambia por el cultivo de los campos durante los periodos de paz y la defensa del monasterio, el poblado y sus alrededores, en tiempos de guerra.

También aparece un claro simbolismo a través del que se hace ver que el hombre, cualquiera que sea su condición, puede librarse del pecado -representado por la serpiente o bicha- a través de la intercesión de la Virgen, que siempre da fuerzas espirituales para vencerlo. Podría representarse esta misma metáfora a través de las luchas entre moros y cristianos, en las que los cristianos, al final, siempre reciben el apoyo celestial del Santo o la Virgen de que se trate en cada localidad donde se represente esta “soldadesca”.

La Virgen cobra, en el caso de Tamajón, igual sentido que el de las palabras evangélicas, puesto que se trata de la “nueva Eva”.

(Continuará). 

NOTAS

(1) GARCÍA PERDICES, Jesús, Cual Aurora Naciente (Advocaciones marianas de la provincia de Guadalajara), Guadalajara, El Autor, 1974, página 112.

(2) GARCÍA PERDICES, Obra citada, páginas 103-104. A veces la invocación del caballero cambia con el tiempo y el lugar, como demuestra esta variante oída el día 20 de abril de 1975, en Guadalajara: “Virgen del Puerto, si me sacas de este apuro te hago un convento”.

(3) HERRERA CASADO, Antonio, Monasterios y conventos en la provincia de Guadalajara, Guadalajara, Institución Provincial de Cultura “Marqués de Santillana”, 1974, página 35, refiere la leyenda de esta misma aparición, con escasas variantes, para entrar en los orígenes del monasterio agustino de Nuestra Señora del Puerto. Los datos son interesantes: “Para hablar de la fundación de este reducto agustiniano, trae a colación una leyenda que, sino de invención suya (refiriéndose a Baltasar Porreño), sí lo sería de algún caviloso vecino del pueblo. Dice que era difícil y estrecho pasar, durante la Edad Media, el sitio donde iba a verificarse la fundación: lo que entonces se llamaba “un puerto”… Por allí cruzaba un día, yendo de caza, don Gil Martínez, despensero mayor de rey Alfonso XI de Castilla, cuando le salió un extraño animal, “que dicen era sierpe”, temiendo de veras ver allí concluida su existencia. Se encomendó a la Virgen, y prometió construir con sus propias manos un monasterio para su honra y culto. Dicho y hecho. Porreño dice que, ocurrido esto en 1341, en seguida cuarto, levantó don Gil la casa…”.

Herrera toma los datos, como dice en la nota 16 de la obra citada, del propio Porreño: Memoria de las cosas notables que tiene Cuenca y su Obispado, que se trata de un breve manuscrito en cuarto, a modo de diccionario en el que se recogen los pueblos de dicho obispado y en cuyos artículos aparecen muy curiosas e interesantes. Su objeto se expresa en el título que llevan algunas copias de este mismo opúsculo como la Declaración del mapa de Cuenca y su Obispado que puede consultarse en la Biblioteca Nacional, así como en la Real Academia de la Historia (9/7159 Sec. Ms.), como puede confirmarse a través del artículo del mismo HERRERA CASADO, titulado “Vieja nómina alcarreña” (Nueva Alcarria, 7 de abril de 1973).

Véase también en MUÑOZ Y ROMERO, Tomás, Diccionario bibliográfico-histórico de los antiguos reinos, provincias, ciudades, villas, iglesias y santuarios de España, 2ª. ed., Madrid (1ª. de 1858), 1973, página 109. “CUENCA”, núm. 6.

 

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