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El nacimiento de muchas advocaciones marianas

La verdad es que el tema de la mariología es muy interesante, pero, la verdad sea dicha, llevamos ya siete artículos publicados sobre el tema y todavía no hemos dicho por qué ni cómo surgió la idea de los aparecimientos, encuentros y hallazgos, aunque todavía nos es tarde y trataremos de ofrecer una breve introducción.

Para ello nos serviremos de lo escrito por Joaquín Jimeno Casalduero, en su libro Estructura y diseño en la Literatura Castellana Medieval: “Cuando en 1095 recomienda Urbano II la conquista de Tierra Santa, apoya sus razonamientos en una serie de promesas; promesas de índole espiritual por una parte (el perdón de los pecados y la bienaventuranza futura) y de índole material, por otra (un nuevo paraíso que enriquecería a los desheredados y que consolaría a los afligidos). Las promesas del pontífice se fortalecieron con las aún más seductoras de Pedro el Ermitaño. No es de extrañar, así, ni el carácter popular de la primera cruzada, ni de la generosidad con que participaron en ella las clases campesinas.

Tal fue el aumento de vaticinios que las crónicas los incorporan a partir de entonces; intervienen en éstas santos, ángeles y difuntos, para animar a los guerreros con sus palabras, para sostenerles en la incertidumbre de la lucha, para afirmar después de la victoria la exactitud de los pronósticos”.

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El año 844 marca la fecha de la Batalla de Clavijo, en la que, según algunos verá historiadores, apareció el Apóstol Santiago como guerrero ayudando a las tropas de Ramiro I, rey de Asturias, que luchaba contra los musulmanes.

En realidad, las noticias de los historiadores no concuerdan, así como tampoco el lugar de la batalla, que al parecer no fue Clavijo, sino Albelda. Pero el hecho importante fue tal vez la creación de un “lugar común” que, a lo largo de la Historia, sobre todo la medieval, se verá frecuentemente repetido, en lugares muy distintos e incluso alejados entre sí, aunque con pequeñas variaciones en la mayoría de los casos.

Conviene, no obstante, desde un principio, destacar algunas notas envolventes y ciertamente misteriosas que siempre, o casi siempre, acompañan a este tipo de manifestaciones histórico-religiosas. Se trata de la aparición del Apóstol montado a caballo, enarbolando una bandera blanca sobre la que destaca unan cruz roja y, finalmente, el triunfo de las tropas cristianas: el llamado “caballero resplandeciente” que nace gracias a un afán de tipo político, como en casi todos estos casos, de los reyes cristianos y la Iglesia, que en determinados momentos o fechas, han de luchar contra un enemigo superior al de ellos.

Mahoma comprobó, con amplia visión estratégica, que un ejército en lucha sin un ideal por el que luchar -y, por lo tanto, sin unión- es más fácil de aniquilar, que otro perfectamente arengado por ese ideal. De ahí que para los mahometanos exista la creencia, la fe ciega en un solo dios, Allah, que se comunica con los humanos a través de un emisario, un profeta: Mahoma. Idea de la que nacerá la prescripción de luchar contra el enemigo continuadamente, convirtiendo a la guerra en santa, en la que el guerrero muerto en combate ascenderá a un paraíso lleno de delicias materiales que en la vida terrena de estaban totalmente vedadas. Lo propio sucederá entre los cristianos con la “Santa Cruzada”.

Estas notas servirán para unir un pueblo y disponerlo para el combate, contra otro que se considera enemigo.

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Grosso modo, el solar ibérico se encuentra disgregado en pequeñas parcelas gobernadas frecuentemente por señores feudales. Su conquista por parte de los enemigos es fácil, por lo que poco a poco van pasando a su poder. Posteriormente, el avance se detiene al  quedar solamente el reducido núcleo asturiano. Surgen entonces la necesidad de recuperar el terreno perdido y para ello hace falta un ideal fijo, algo nuevo que mueva a los cristianos a su unión, tan necesaria para luchas contra el invasor. Pero la individualidad de los nobles hace que esta tarea sea excesivamente lenta. Se tardará casi ocho siglos en su expulsión, en unos lugares menos, en otros, más. Después, los terrenos recuperados se irán ensanchando hasta la expulsión definitiva de los musulmanes tras la toma y conquista del reino de Granada por los Reyes Católicos.

Lo que más nos interesa en estos momentos es saber qué idea fue la que motivó al pueblo cristiano a su unión. Es corriente encontrar datos aislados que hablan de milagros, de apariciones, de victorias contra el moro en momentos difíciles, en ocasiones en que el número de enemigos es muy superior al de los cristianos. Notas que aparecen en crónicas y romances y que han llegado hasta nosotros a través de manifestaciones recogidas por la tradición popular local en muchos casos, en especial la de carácter religioso.

Vamos, pues, a ocuparnos de localizar estos “lugares comunes”, refiriéndolos a la actual provincia de Guadalajara.

Como hemos visto más arriba, así como los moros tienen su fe puesta en el logro de un paraíso futuro, en la Guerra Santa, algunos reyes cristianos se dan cuenta de que tienen que tener en sus manos un móvil que haga despertar las conciencias adormecidas de sus ejércitos, con el fi n de lograr una tierra en la que madure la semilla predicada por Cristo. Nacen en estos tiempos de belicosidad manifiesta muchas apariciones marianas, generalmente cuando nuevas tierras han sido reconquistadas y colonizadas o repobladas por cristianos llegados de otros lugares, no conquistados o recobrados con anterioridad.

Es el nacimiento de una idea contramusulmana que, a su vez, dará paso a toda una larga serie de advocaciones.

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